viernes, 25 de diciembre de 2009

NASHA: LA 'GRAN MADRE'



(Una historia anticotidiana)

En una aldea vivía una mujer muy amada y muy querida. Nasha era su nombre y era esposa de Khishka. Khishka era un HIJO para ella y Nasha era una Madre para él. Por eso, la gente de la aldea, la llamaba: la ‘GRAN MADRE’. Recibió ese nombre tras la muerte de su esposo. Ella inició a muchos discípulos extendidos por toda la región, caracterizada por el silencio de las montañas, la inmensidad de las pampas, el silbido de los vientos, el rugir de las fieras, el imponente cielo azul, el sol resplandeciente, la noche estrellada, y el canto de los ríos.

Uno de sus discípulos vivía en una lejana ciudad y solía visitarle tres veces al año. Era un verdadero devoto pues, hacía grandes sacrificios para estar unos momentos con su Maestra. En su último viaje, a la ‘GRAN MADRE NASHA’, la encontró recostada en su regazo esperando su llegada. Éste, en cuanto llegó, se acercó a ella y, postrándose a sus pies, dijo suplicantemente:

-¡Aquí me tienes, señora mía, para lo que se le ofrezca!

Ella, acariciando la cabeza de su discípulo, dijo:

-¡Hijo mío, ha llegado mi hora! ¡Tú siempre tan guapo y tan amable! Pero, a partir de ahora, ya no tendrás que caminar tanto. Lo has hecho durante veinte años y eres capaz de hacerlo por el resto de tu vida. ¡La prueba fue suficiente! Ahora ya no te será necesario que me veas siempre aquí, yo puedo ir allí donde tú estás. Y desde mañana deja de hacer esto. Abandona todos los sacrificios que hacías para venir a verme. Ahora yo la haré. Antes de que comas, me verás cada día. Te doy mi palabra y conserva éste cayado contigo y, cuando te llegue la hora, dáselo a uno de los tuyos.

El discípulo, en tan absoluto silencio y postrado a los pies de su señora, se llenó de alegría y comprendió su mensaje. Luego tomó el cayado, besó los pies de la MADRE, y dijo con voz suave:

-¡Que se cumpla en mí lo que has dicho, mi Señora!

Dicho esto, se abrió espacio entre la gente y se marchó en absoluto silencio rumiando las palabras de la ‘GRAN MADRE’. Caminó jornadas enteras hasta llegar a su casa.

Al día siguiente, antes de la comida del medio día, alguien tocó la puerta. Fue y se encontró con una anciana que estaba de paso por la aldea y que iba hacia la ciudad. Como era la hora de comer, él, muy amablemente, condujo a la señora hacia el comedor y almorzó con ella. Luego le mostró el camino hacia la capital.

Al otro día, antes del desayuno, mientras regaba el jardín, con una manguera, haciendo caer el agua cual si fuera una lluvia, se presentó una pareja de colibríes, quienes, aprovechando la oportunidad, se mecieron en el agua que suavemente caía. El color de sus plumas resplandecía al juntarse con los rayos del sol. Y el discípulo, muy encantado por la escena, contempló a los colibríes cómo aleteaban, cómo se mecían y cómo posaban en la piedra que se encontraba debajo del limonero. Luego, felices y contentos, las avezuelas, emprendieron un vuelo fugaz y desaparecieron de su presencia.

Al día siguiente, se presentó en la puerta de su casa un perrita callejera, bastante gordita, pues estaba a punto de tener sus crías. Él las acogió, la cuidó, y la perrita, llegado el tiempo, tuvo sus cachorros y se quedó definitivamente a vivir con él. Sus cachorros crecieron y algunos conocidos suyos se llevaron como regalo de las fiestas de fin de año.

Esto y muchas escenas, ocurrido constantemente en la vida cotidiana del discípulo, propiciaron la transformación de aquel hombre en un ser completamente nuevo. La llama de fuego que había comenzado a arder en el lecho de la ‘GRAN MADRE’ creció y creció, y se encaminó hacia la suprema iluminación de aquel discípulo amado por la gran mujer.

Con el tiempo fue comprendiendo el último mensaje pronunciado por su ‘GRAN MADRE’ y ‘MAESTRA’. Ahondó en silencio absoluto, en alegría suma, en éxtasis total, en el estado de la suprema libertad, cada una de las palabras de su ‘MAESTRA’ y, cuando llegó el tiempo, alcanzó la transformación total. Así las palabras de la ‘GRAN MADRE’ se cumplieron y la vida del discípulo se convirtió en éxtasis, alegría y bendición para los suyos.

Ser madre es una de las mayores responsabilidades que un ser humano puede tomar. Pero ser madre está reservado a la mujer, no a la mujer que intenta ser varón sino a la mujer completa. Ser madre es un nuevo nacimiento y, como tal, es muy arriesgado. La madre esa creadora de un ser humano, esa creadora de un Jesús, de un Buda, de un Zaratustra, de un Sócrates, de un Khishna… ¡La mayor de las creaciones está en las manos de LA MADRE! La Existencia, la Naturaleza, Dios, pusieron su confianza en ella para que, por ella, la humanidad entera se ilumine.

Toda madre completa asume la tarea de crear un gran ser humano. Desde el momento en que el huésped llega a su seno la toma con alegría, comienza a tallar una vida, empieza a proteger un tesoro para la humanidad que, llegado el tiempo, podrá dar fruto abundante. Toda madre completa está creando algo inmensamente valioso para la Existencia. Toda la Existencia le ha elegido por Madre, por eso, Madre, es una palabra sagrada.

La maternidad es algo existencial y, por eso, ser madre, es el mayor arte que existe en el mundo. Ser madre, como arte, está más allá de todo arte porque está creando un ser humano nuevo. Éste arte supremo ha sido confiado a la gran pareja humana: la ‘GRAN MADRE’ y el ‘GRAN MAESTRO’. Por eso, el Gran Maestro o la Gran Madre, puede ser maternal con cualquiera, incondicionalmente. Tú también puedes ser maternal incondicionalmente con un animalito, puedes ser maternal con un árbol, puedes ser maternal con cualquier cosa. Ser maternal es un detalle con la cual has llegado a este mundo. Ser maternal significa que eres capaz de amar incondicionalmente, de amar a alguien por puro gozo de amar; de ayudar a alguien por puro gozo de ver a alguien crecer. Un terapeuta auténtico es ser una Madre. Un Maestro es un terapeuta auténtico, su mera presencia es terapéutica. Jesús es el fruto de la ‘Gran Madre’, María; y del ‘Gran Maestro’ José. La fusión de ambos desembocó en la venida de un Maestro como Jesús, cuyo nacimiento recordamos hoy. Los títulos dados a Jesús como el Mesías, el Hijo de Dios, el Salvador, el Redentor, responden a la admiración, al asombro, al respeto, a la reverencia, provocada por un ser humano de la calidad de un Buda o un Cristo.
¡Éste es el día! ¡Esto es Navidad! Navidad es un fenómeno acaecido en el seno de la Madre Existencia. Aquella Suma Maternidad Existencial que protege, cuida, ampara por todas partes, por todos los lados, en todas las dimensiones, como una Madre, al hijo de sus entrañas. Madre es sinónimo de Dios. Dios es sinónimo de Madre. Madre es sinónimo de Vida. Vida es sinónimo de Madre. Madre es sinónimo de Existencia. Existencia es sinónimo de Madre. ¡Esto es motivo de alegría y fiesta! ¡Feliz Navidad!

Khishka

sábado, 28 de noviembre de 2009

¡‘LA MULA O LA VIDA’!


(Melgarejo, un destello de Sabiduría)

En Bolivia, en el año 1840, Don Mariano Melgarejo, por entonces sargento, estaba yendo a pie de Oruro a Tacna (Perú), sin llevar nada más que unos pocos pesos y su fusil. Había andado dos días; las fuerzas enemigas le perseguían; y él se encontraba fatigado y rendido. Luego, a lo lejos, vio venir un jinete en una rica mula, era un sacerdote, un párroco de un curato inmediato que regresaba de una confesión.

Melgarejo se acercó y, viendo que no había nadie en aquel lugar desértico, preparando su fusil y apuntando al pecho del cura, le gritó:

-¡Bájese, padre cura! ¡La mula o la vida!
El sacerdote más muerto que vivo del susto, ante aquel encuentro inesperado, echó pie a tierra.
Melgarejo añadió:
-No me tome por bandido señor cura. Soy un hombre honrado; soy el sargento Mariano Melgarejo, vengo huyendo y necesito una montura para salvar mi vida. Perdone usted, y esté seguro de que algún día corresponderé a este favor. ¿Cómo se llama usted, señor? –Preguntó–.

Y sacando del bolsillo un lápiz y un papel apuntó el nombre del sacerdote y montando en la mula se alejó rápidamente, mientras el cura, triste, asustado, y cariacontecido, siguió a pié el camino hacia la parroquia, donde refirió a todos el percance que le había acontecido.

El cura dio por perdida su rica mula, cuando, después de algún tiempo de este suceso, un día se presentó en su casa un arriero y le entregó su mula, con su mismo ensilladero y una carta de Melgarejo; se la devolvía desde Tacna y le manifestaba su agradecimiento.

Veinticinco años más tarde, y siendo ya Melgarejo presidente de la República de Bolivia, la primera vez que pasó por Oruro, averiguó con mucho interés el paradero de aquel cura, cuyo nombre no recordamos, y como le dijeran que había muerto hacía mucho tiempo y que sólo vivía su madre y muy pobre, Melgarejo exclamó en un arranque de gratitud y de nobleza:

-Pues no puedo pagarle a ese hombre un favor que le debía, he de pagárselo a su madre. E inmediatamente compró una casa que regaló a la anciana señora, obsequiándole además, con una buena suma de dinero, en recuerdo del servicio que le debía a su hijo.

Ésta hermosa anécdota se lo debemos a Tomás O’Connor D’arlach, quien anota en su prólogo al libro ‘EL GENERAL MELGAREJO’ (Hechos y dichos de éste hombre célebre) algunas aseveraciones de Pablo Subiera a cerca de este personaje notable: “Era grande y pequeño: reía ante el incendio de un pueblo y lloraba ante el dolor de un niño; despreciaba a los hombres de Estado y adoraba a una mujer vulgar… Los instintos, hábitos y propensiones de todos los animales feroces y benignos, habían ido a buscar representación en esa síntesis de todas las pasiones, desde la ambición, hasta la concupiscencia y desde la ira hasta la piedad… Todo era en él orgánico, fisiológico, material; el fulgor fascinador de la mirada del tigre ardía en sus pupilas, una espuma verdosa bañaba sus labios, y hasta esa palpitación jadeante de sus fauces decían en ciertos momentos que su pecho era una caverna de pasiones contradictorias de luchas tremendas y hasta de ambiciones absurdas”. En él convergían los defectos y las cualidades; no era ni santo ni pecador; simplemente era un hombre, un hombre como tal, hecho y derecho, un hombre sabio, un hombre natural, tal como la existencia quiso que fuera. En una palabra: una ‘síntesis’ de la Totalidad porque, en él, se disuelven las contradicciones que aparentemente existen. Un militar así, tan notable y tan singular en la historia de Bolivia, es digno de mención.

Melgarejo ha sido total, es decir, un encuentro de polaridades. Él era tanto el día como la noche, la virtud como el vicio, lo negativo como lo positivo, el cielo como la tierra, el fuego como el agua. Un hombre cabal, completo e íntegro. Simplemente ha aceptado lo que hay y, aceptando lo que hay, él se ha aceptado en su totalidad. Él ha vivido su verdad en su completa desnudez, como quiera que sea, no tuvo ningún interés en interferir en la corriente de la vida.

Si hay un hombre hermoso en la historia de Bolivia, a quien vale la pena recordar, es Melgarejo por su totalidad, por su destello de sabiduría. Ese Melgarejo, ese sabio, es un círculo perfecto. Lo contiene todo, no rechaza nada. Ese es el SOFOS, una hermosa palabra que define un hombre hermoso, sabio, digno de respeto y admiración. En la escuela se enseña de Melgarejo apenas la parte defectuosa, la parte inmoral, la parte loca, y se olvida su cualidad, su sentido profundamente humano. Por eso conviene tomar al individuo en sí, el todo, sin prejuicios morales y sin conocimientos prestados. Así es como se debe mirar: con la cualidad de una tabula rasa, a esta clase de personalidades notables.

SOFOS es una palabra hermosa que significa Sabio. Viene de SOFÍA que significa Sabiduría. Y la sabiduría no es conocimiento, no es información. Sabiduría es algo que surge en ti; es tu florecimiento, es tu fragancia. Con la sabiduría te vuelves luminoso; con ella eres la convergencia de las polaridades; con ella estás en el centro, arraigado e integrado; dejas de ser fragmentario; eres un Todo. Eres Universal. La Sabiduría es una revolución en tu ser, porque sucede en el santuario mismo de tu ser. No es prestada como el conocimiento o la información; como las escrituras o las doctrinas; como los sistemas de pensamiento o los credos; como los argumentos o las conjeturas. La sabiduría es tu propia experiencia, individual, pura y auténtica. ¡Tú sabes! ¡Has llegado! Por eso FILOSOFÍA significa AMOR A LA SABIDURÍA, término que se lo debemos a Pitágoras. Y la sabiduría nunca es intelectual, es intuitiva, por eso es salvaje. No es de la cabeza, es del corazón. La filosofía es como la persona amada y, la persona amada, es algo divino. Y si es así no es comparable con la filosofía moderna que en sí no es filosofía sino ‘sofistería’, es decir, aquello que trata de conocimientos, informaciones, que es pura palabrería y palabrería repetitiva. Escuché decir: copiar un artículo se llama plagio; copiar de un libro se llama tesis; y copiar de varios libros se llama tesis doctoral. Esto, como tal, es algo estúpido, es algo repugnante, grotesco, feo, como una ‘prostituta’, palabra que definiría acertadamente la filosofía moderna y sus filósofos.


En cambio SOFOS, el Sabio, es el producto más hermoso del universo, de la Existencia y de la vida. ¡Afortunados son los que han bebido de sus aguas!




Khishka

¿QUÉ ES UN SANTO?


Sé un sabio, no un santo!)

Escuché la siguiente anécdota: Un rabino muy conocido y muy santo se encontró con un sacerdote católico en un banquete.

El sacerdote dijo al rabino:
-Tome un poco de jamón.
El rabino contestó:
-No me apetece.
El cura insistió:
-¡Venga! Pruebe un poco. Está muy bueno.
El rabino respondió:
-Gracias, pero no pruebo la carne porque mi religión no me permite.
-¡Es realmente deliciosa! –Suspiró el sacerdote–.
Y Cinco minutos después volvió a insistir:
-¡Hombre! Debería de probar este jamón, al menos un poco. ¡Le va a gustar!
-No, gracias –replicó el rabino–.
Después de la comida, los dos hombres, se estrecharon las manos. Luego, el rabino dijo al sacerdote:
-¿Le gusta hacer el amor con su esposa?
-¡Oh rabino! –Exclamó el cura–. Debería saber que no se nos permite estar casados. No puedo practicar el sexo, –añadió–.
Y el rabino dijo:
-Debería probarlo. Es más rica que el jamón.

Esta es la situación de cualquier santo: está recluido en una cierta mentalidad religiosa o política. Su característica principal es la represión. Conoce una mínima parte de la vida. En casos excepcionales apenas conoce la luz pero no sabe nada de la oscuridad, que también es bella, tan bella como la luz.

La vida florece gracias al encuentro de las polaridades. Sin el encuentro de ellas, cuyo resultado eres tú, no estarías aquí. La vida está justo en medio. El santo, aquel ente tan mentado en las religiones, es un diminuto fragmento de la Totalidad. Es algo incompleto. ¿Por qué? Porque santo es lo contrario al pecador. El pecador es su polo opuesto. Santo es aquel que no es pecador, que ha elegido la virtud, es decir, una determinada polaridad. No es íntegro. Se ha hecho enemigo de la otra polaridad. Ha elegido la virtud en vez del vicio.

El pecador es, en cambio, aquel que ha elegido el vicio en vez de la virtud. Por lo tanto, el santo depende del pecador y, el pecador, depende del santo. El santo no puede existir sin el pecador, el pecador es como una sombra del santo, como el santo es la sombra del pecador. El pecador no puede existir sin el santo. Son compañeros de camino, sólo pueden coexistir. Por eso no hay una diferencia esencial entre un santo u otro, sea de cualquier religión, como tampoco existe una diferencia esencial entre un pecador y otro al interior de cualquier credo.

Una niña por primera vez fue al Cine, y a su regreso su madre le preguntó:
-¿Qué te pareció el Cine?
La niña contestó:
-No hay mucha diferencia con las clases de catecismo en la Iglesia.
-¿Cómo? –dijo la madre–.
La niña afirmó:
-Sí, no hay mucha diferencia: en el Cine nos dicen: ¡por el amor de Dios no se levanten! ¡No se paren! Y en los cursos de catecismo nos dicen: ¡en el nombre de Jesús, levántense y alcen sus manos a Dios! No hay mucha diferencia.

¡No hay mucha diferencia entre un santo católico y un santo judío, un sacerdote o un rabino! Cualquier santo, esto es, de cualquier religión, es igual, es la sombra del pecador. Sin embargo todas las religiones están constantemente insistiendo en ‘ser santos’ a costa de contrarrestar a los pecadores. Pero si realmente quieren que desaparezcan los pecadores, tendrán que hacer desaparecer a los santos. Es preciso que desaparezca el sujeto para que desaparezca su sombra. Y en cuanto desaparezcan los santos, desaparecerán también los pecadores, porque la existencia del santo es la causa de la existencia del pecador y viceversa.

Visto superficialmente, los pecadores son desdichados y los santos son virtuosos. Si respetas a un santo, condenarás al pecador. La lógica de ambos es igual: uno elige el día y el otro la noche; uno elige lo amargo por dulce y el otro lo dulce por amargo; uno elige la luz y el otro la oscuridad. En el fondo no hay diferencia entre el pecador y el santo. La única diferencia es la elección que han hecho. Nada más. Es como si uno eligiera dormir de día y el otro de noche. Pero la vida no es sólo día ni sólo noche. No. La vida es ambos. Por tanto, el santo es la mitad y el pecador es la otra mitad. Sin embargo ambos son desdichados: unos porque pierden la belleza de la virtud y, otros, porque han reprimido algo que no puede ser destruido y que es esencial para la vida.

Un santo lleva en sí un pecador oculto, de ahí la hipocresía; y un pecador lleva en sí un santo oculto, de ahí su destello de belleza. La consciencia del santo es la inconsciencia del pecador y la consciencia del pecador es la inconsciencia del santo. Uno es la sombra del otro.

Por tanto, mi sugerencia es, por su puesto si compartes la idea: ¡No seas un santo o te lo perderás todo! ¡Sé un sabio! Pero un santo puede fingir ser sabio. Tiene la posibilidad. Por eso existe la hipocresía, pues el pecador es menos hipócrita que el santo, está en una posición mejor. Sé un Sabio, esto es, ni santo ni pecador, sino ambos, íntegro, total, completo, pleno como nuestra Madre, la Existencia.


Khishka

LOS CELOS


(Amor malentendido)

Henry y Sandra eran una pareja recién casada. Pasó la luna de miel y fueron invitados a los quince años de su sobrina. Una vez llegado al local de fiestas, casualmente, Henry se encontró con su amiga Fabiola y se saludaron efusivamente. Como el encuentro fue tan efusivo después de mucho tiempo, Fabiola, como solía acostumbrar en otrora, le invitó a bailar a Henry. Él pidió permiso de su flamante esposa para complacer a su amiga.

Cuando comenzaron a bailar demostraron elegancia y ritmo, y, al mismo tiempo, soltura y belleza en el baile. El baile apasionado y elegante, como en otrora lo hacían cuando solían ser pareja en los cursos de valet, despertó la admiración de la gente. Entre ellos, se escuchaba algunos susurros como este:
-¡Qué bien baila esa pareja! ¡Hacen buena pareja! En eso, una de las amigas se acercó a Sandra y le dijo:
-Sandra, no debes permitir esa escena. Eres recién casada. Es falta de respeto. Eres su esposa. Tú deberías estar en lugar de esa mujer.
Estas palabras tocaron el ego de Sandra, quien se sintió herida profundamente. Sintió celos, unas lágrimas corrieron por sus mejillas y comprendió que no debía tolerar más la escena, algo debía hacer. Y al sentirse apoyada por su amiga, dio razón a sus celos; se limpió el rostro y, muy autoritariamente, se acercó a Henry y le dio un sopapo diciendo:
-¡Qué te has creído! ¿Para eso me has traído? ¿Para hacerme quedar en vergüenza?
Y Henry dijo:
-¡Pero Sandra! ¿Qué te pasa? ¡Te he pedido permiso! Sólo estoy bailando con mi amiga. Estamos recordando aquellos tiempos cuando éramos muchachos e íbamos a los cursos de valet. Eso es todo.
Pero no habiendo sido suficiente la explicación, se apoderó de Sandra unos celos que no pudo contenerse. Se dio la vuelta y con lágrimas en los ojos, tomó sus pertenencias y se fugó a casa. Una vez llegado, locamente aturdida por la escena demostrado por su flamante esposo, arrasó con todo, tumbó las cosas, rompió los cristales e hizo cuanto se le vino en gana. Su casa, nueva y hermosa, se convirtió en un verdadero infierno. Enseguida vino tras de ella Henry, quiso calmarla, pero fue imposible. Comenzó a arrojarle cosas sobre la humanidad de su esposo hasta que el marido tuvo que salir silbando de la casa. Esa noche, el hombre, quedóse en un Hotel y al día siguiente, cuando se asomó a la puerta, parecía captar un silencio absoluto, y comenzó a llamar a Sandra. Decía:
-¿Sandra? ¿Estás ahí? Perdóname, no quise ofenderte. Sólo fue un baile. Eso es todo.
Sandra no contestaba nada y tampoco estaba en ninguna parte. Sólo quedaba el baño por revisar, la que estaba asegurada. Henry, insistentemente, tocó y tocó, y nada. Sandra no contestaba. Entonces acudió a su fuerza física y logró abrir. Y encontró a Sandra muerta, ahogada en la tina.

Desde nuestra tierna infancia nos han enseñado a comparar y la comparación se ha vuelto algo tan arraigado en nuestro ser. Ciertamente la comparación es una enfermedad, una enfermedad suicida. Y el suicidio es fruto de la mente comparadora. Compara a cualquiera que pase junto a ti, y surgirán los celos. Siempre ocurre así: alguien tiene un hermoso jardín, alguien lleva una vida mejor que tú, alguien tiene un auto de último modelo, alguien es más guapo que tú, alguien es más simpática que tú, alguien baila mejor que tú, alguien es más inteligente que tú, alguien tiene un mejor esposo que tú, etc. Esa mente comparadora es la causa de todos los celos, las desdichas, las desventuras, y los sufrimientos de la gente. La comparación es la causa de los suicidios.

En cierta ocasión Bernard Shaw dijo: ‘si no voy a ser primero en el cielo, me gustaría ir al infierno… pero me gustaría ser el primero’. La mente comparativa siempre quiere ser el primero, lo cual es un fenómeno psicológico muy sutil, tanto que parece natural. De una manera u otra uno quiere ser el primero y así sigue construyendo castillos y castillos con un grano de arena.

Recuerdo una anécdota. Tres mujeres del hampa, madre todas, estaban hablando de las hazañas de sus hijos y se enorgullecían mostrando lo precoces que eran para el delito, tomando en cuenta que estaban en un país envuelto en exceso de velocidad y violencia.
La primera decía:
-Mi hijo tiene cinco años y me salió de una rapidez asombrosa. Entramos a un supermercado y sin que lo pudiera ver el guardia de vigilancia se robó, él solito, dos litros de leche, un yogurt, un paquete de arroz y cuatro botellas de bebidas gaseosas.
La segunda suspiró:
-Ah, es que tú no viste a mi hijo que tiene tres años apenas. El otro día fui con él a una casa de electrodomésticos y se robó una batidora, dos radios, cinco compacteras portátiles y un DVD de última generación. Y todo sin que nadie se diera cuenta…
-Vaya, vaya –replicó la tercera que tenía un embarazo de siete meses–. Eso no es nada comparado con el mío.
Y las otras pararon las orejas y, una de ellas, dijo:
-¿De qué estas hablando, si tú recién estás embarazada del primero?
-Además –complementó la otra– ¿qué hazaña puede haber hecho si todavía no ha nacido?
Entonces la embarazada replicó:
-¿Qué no? Para que vean: el otro día me rasqué la entrepierna, porque me picaba, y sin que me diera cuenta me robó todos lo anillos y el reloj.

Así es la mente comparativa: siempre quiere sobresalir, siempre quiere ganar, siempre quiere ser el primero, aunque sea en la estupidez, siempre quiere ser el primero. Y debido a esa mente ya no puedes confiar en nadie y eres capaz de suicidarte. Así es como este mundo funciona y pierde su belleza. Pero si dejaras de comparar, dejaras también de ser celoso. La comparación es la causa de los celos y, a causa de los celos, creas problemas de toda clase, y problemas que no existen. Todos los problemas son tus creaciones. Te vuelves demasiado aficionado a los problemas. Creas problemas hasta que vas a parar al borde del mismo suicidio.

Cuando eres celoso, con un grano de arena construyes edificios enormes, agrandas los problemas, publicas a todo el mundo. Todo porque eres celoso. Cuando comparas, ves que una mascota es más querida que tú y sientes celos. Deja de comparar, y se desvanecerán los celos. Los celos son la causa de tus sufrimientos. El negocio de los sacerdotes, los psicoanalistas, las iglesias, las instituciones de asistencia a las familias, a las parejas, los gurús, los rabinos, los popes, existen gracias a tus celos y a tu mente comparadora. Si dejaras de comparar, ellos también dejarían de existir.

La comparación es una actitud muy necia. ¿Por qué? Porque cada persona es única, es incomparable, es irrepetible. Por ejemplo: en Bolivia ha aflorado más, en estos últimos años, que ‘CAMBA’ es sinónimo de raza superior, impecable, eficaz, hospitalaria, etc. De hecho uno puede constatar eso cuando uno llega a la ciudad de Santa Cruz. A la entrada está un letrero que dice: ‘LA HOSPITALIDAD ES LEY DEL CRUCEÑO’, pero eso es falso ya que, cuando uno llega, lo primero que te preguntan es: ¿de dónde eres? El interés estriba en saber si eres ‘Colla’ o no, cuando la Hospitalidad alude a otra cosa, a la Acogida sin distinciones ni preguntas de ninguna naturaleza. La Hospitalidad es simplemente Hospitalidad, no tiene matiz partidaria ni cultural.

Sin embargo, en Santa Cruz, la Hospitalidad es una palabra corrompida, parece más una palabra detestable o algo repugnante, porque el ‘camba’ le concedió ese matiz racista. Pero, en el fondo, ser ‘camba’ es una simple creencia, inculcado por un inconsciente colectivo donde reina la enfermedad de la comparación. Se compara demasiado con el ‘Colla’ y para creer que es superior se hunde, él mismo, en un complejo de inferioridad. Por eso el Cruceño adolece del complejo de inferioridad y, para el colmo, de ello es absolutamente inconsciente. En el Oriente Boliviano ha florecido una mente tan estúpida donde el ‘camba’ es capaz de entregar su propia alma a cualquiera que le ofrezca un pasaporte para sublimar su raza, como signo de autoprotección.

Eso es exactamente lo que ha querido hacer una de sus Missses que, debido a ese complejo de inferioridad manifestada en la mente comparativa, cuya máscara es creer ser superior con sólo ‘ser camba’, estando tan arraigado en ello, declaró sólo estupideces en un certamen de belleza que se llevó acabo en Ecuador. Creo que todos los bolivianos lo vamos a recordar siempre. Ella dijo, nada menos que, representando a Bolivia: ‘en Santa Cruz, los ‘cambas’, hablamos inglés, somos de ojos azules, somos gente de raza blanca’, y demás tonterías. Sin duda ha hecho el ridículo, sólo demostró la pobre, poca inteligencia, subhumana que tienen los cruceños debido a su creencia particular, y eso demuestra que en el Oriente Boliviano no ha evolucionado la inteligencia. La evolución de la inteligencia no depende de ninguna creencia. Por eso alguien les habla de Democracia, ellos gritan ¡democracia! hasta en un funeral; alguien les habla de Autonomía, ellos gritan ¡autonomía! hasta en los estadios y en las iglesias; alguien grita estado de derecho, y ellos gritan ¡estado de derecho! estando entre las vacas; y lo peor es que no tienen la menor idea de lo que dicen, me parece que dicen por ignorancia. Allí la inteligencia es tan pobre que se creen la mejor raza del mundo, pero eso es una simple creencia, porque ni siquiera intelectualmente no lo han demostrado. Vive recluido en las rejas de su propia creencia. Sin embargo, allí, la mente comparativa está muy evolucionada.

La sociedad cruceña, mediante sus agente sociales, el padre y la madre, los profesores, las mismas autoridades políticas y religiosas, van inculcando el afán de comparar desde su tierna infancia a los ciudadanos. Para esa mente decadente lo malo, lo feo, lo ineficaz… está asociado al ‘Colla’ (que es otra creencia, pues ‘colla’ en sí, en Quechua, significa ‘cobarde’ y la cobardía es una característica humana universal más que regional. Por eso es una simple palabra malentendida exactamente igual que ‘Camba’). Sin embargo, todo denominativo con la cual asocia al ‘Colla’, para el ‘Camba’, funciona como autoprotección o como una coraza. Y cada vez que ve surgir a un ‘Colla’ se siente tan herido y tan ofendido en lo más profundo de su ego. Ver a alguien por encima de uno, duele y, como duele, no puede tolerar. Está obligado a refugiarse en el artilugio de la comparación. Para ellos, siempre, alguien está por encima o alguien está por debajo. Y esto es un verdadero círculo vicioso reinante en aquella sociedad.

Esa forma de vivir comparando es la que crea los celos, es decir, alguien está por encima, y él se siente celoso, porque esa persona ha triunfado y él ha fracasado, o viceversa. Esto es claro en la política actual boliviana. Asimismo, la conclusión de que ser ‘camba’ les hace superiores es un a priori fundamental de aquella cultura, de aquella sociedad, por eso parecen buenos creyentes y católicos, y, eso hace de ellos no científicos. Y de hecho, en Santa Cruz, hay más creyentes que en cualquier parte de Bolivia. Son creyentes en esto y aquello, pero no son científicos. He ahí su decadencia, su adolescencia, su inmadurez, y su infantilismo. En una palabra: fácil de ser manipulado por cualquier asunto político o religioso.

Hemos dicho que esa comparación crea los celos. Ahora bien, los celos, son una de las áreas más frecuentes de la ignorancia psicológica sobre uno mismo y sobre las relaciones con otros. La gente cree que sabe qué es el amor, pero en realidad no sabe. ¡Malentiende!

He escuchado ésta anécdota: Fabiana estaba tomando café con Andrea. Fabiana preguntó:

-¿Cómo sabes que tu marido te ama?
Andrea contestó:
-Saca la basura todas las mañanas.
Fabiana dijo:
-Eso no es amor. Eso es buen trabajo doméstico.
Entonces la otra dijo:
-Mi marido me da todo el dinero que necesito para mis gastos.
Y ella respondió:
-Eso no es amor. Eso es generosidad.
La otra siguió argumentando:
-Mi marido nunca mira a otras mujeres.
Ella contestó:
-Eso no es amor. Eso es cortedad de vista.
La otra replicó:
-Alberto siempre me abre la puerta cuando llego.
Fabiana seguió retando los argumentos de Andrea. Dijo:
-Eso no es amor. Esos son buenos modales.
La otra finalmente dijo:
-Alberto me besa incluso cuando he comido ajo y tengo los rulos puestos.
Y Fabiana aprobó diciendo:
-Bueno, ¡eso es amor!

Todo el mundo tiene su propia idea a cerca del amor. Y, como tal, las ideas siempre son ‘a cerca de’, nunca son el amor mismo. Por amor se refiere a un cierto monopolio, de ganas de poseer algo, un varón o una mujer. Pero un individuo, sea varón o mujer, cuando es poseído como una cosa deja de ser algo vivo. Sencillamente ¡ha muerto! El que posee a una persona como una propiedad privada es un homicida, porque la vida no se puede poseer, es algo gratuito, libre, tanto que en cualquier momento se puede ir. La vida es como una mariposa que se posa en las manos abiertas de una flor y, como estas están abiertas, se va en cualquier instante. Que el amor sea así es una simple verdad de la vida, pero si comprendes como un cierto monopolio, evidentemente, sufrirás sin motivo alguno. Incluso puede que llegues a suicidarte o, por lo menos, irás a sentarte en el diván de un psicoanalista. Respecto al amor es necesario tener siempre las manos abiertas.

En cosas del amor el miedo al mañana está destruyendo el hoy. Amas a un hombre, amas a una mujer, y más si es guapo o guapa, quieres poseerlo sólo por miedo a que se marche mañana. Esa es la situación. Pero llega un momento en que él o ella se van y confirmáis vosotros que, vuestros celos, tenían razón, y comenzáis a sufrir debido a vuestro malentendimiento del amor.

Mi sugerencia es: si alguien los ama, dejad que os ame; si alguien es amado o amada, dejad que sea amado/a. ¡No interfieras en su camino! Si alguien está de júbilo con otro o con otra, dejad que esté de júbilo; si alguien celebra con otro o con otra, dejad que celebre. ¡No seas una entrometida o un entrometido! ¡Vive el amor hoy, no la desperdicies! Es tu única oportunidad. Que ella sea feliz con otro, está bien, lo más importante es que sea feliz; que él es feliz con otra, está bien, lo más importante es que sea feliz. ¿Para que tener un infeliz o una infeliz a tu lado? Si así ocurriera tú vida no sería más que un infierno, porque la infelicidad crea infelicidad. Es una enfermedad contagiosa.

Si amáis tanto ¿cómo podéis destruir la felicidad del otro? Otra vez, ¡No seas una entrometida o un entrometido! Tú sé totalmente feliz, hoy mismo, no importa con quién. No te preocupes si el otro o la otra ha progresado en el conocimiento del amor. Volverá pronto, regresará. Y si no regresa ¿por qué preocuparse? Para ti se abre la gran oportunidad para seguir progresando en el amor. El amor es amplio, no es una cárcel. El amor es libertad, una libertad que no tiene límites de ninguna naturaleza. Pero a ese amor lo carcomen los celos. Los celos son síntomas de que aún no has aprendido lo que es el amor. Por tanto tienes la oportunidad de progresar, de evolucionar.

Los celos son la ausencia del amor. Así que tú eliges: o inviertes tu energía en los celos o en el amor. Tenlo presente. Sin embargo no intentes solucionar rechazando el no-amor o rechazando los celos, simplemente obsérvalos y, ellos, desaparecerán. Si intentas solucionar, como parece lógicamente, crearás más problemas. Sólo obsérvalos y, poco a poco, te olvidarás de los celos y ya no te provocarán molestias. Obsérvalos y compréndelos, sólo así sabrás que estás haciendo el ridículo siendo celoso o celosa. No lo olvides: ¡Obsérvalos y compréndelos!



Khishka

PASTORA


(Todo está relacionado)

Una pastora vivía en el campo cuidando sus ovejas. Tenía más de quinientas. La casucha donde vivía era precaria, pero el pasto para las ovejas era abundante. Ella solía recoger agua de un pozo que se encontraba muy cerca de su choza. El pozo contenía un sapo que, cada vez que ella iba a recoger el líquido elemento, provocaba en ella ciertas reacciones. Pero, con el tiempo, el anfibio comenzó a causar rechazo y fastidio por parte de la pastora, ya que siempre se encontraba dando vueltas dentro del pozo.

Un día estando en pleno fastidio, la mujer, tomó la decisión de quemarlo al animal. Lo sacó del pozo, lo llevó, y lo arrojó al fuego y a las brazas ardientes. El sapo, muerto o vivo, quiso escapar de la catástrofe pero, la mujer, no se lo permitió. Después de un rato el pobre sapo terminó achicharrado en el fuego y la braza ardiente. Finalmente terminó en cenizas y al fin, la pastora, descansó de la presencia fastidiosa del anfibio.

Sin embargo, pasaron unos días y el pozo comenzó a secarse, el agua disminuyó, los arbustos a su alrededor comenzaron a secarse y no hubo más remedio. Entonces acudió al Adivino del lugar y éste le dijo:

-No habrá más agua en el pozo, por tu culpa, porque haz quemado al dios del agua. Ese sapo hacía que exista agua, pero ahora, el lugar, está condenado a secarse y convertirse en desierto.

La pastora haciendo caso omiso de las palabras del adivino decidió ir al río más cercano para conseguir un nuevo sapo y así resolver la deuda, pero el otro sapo, traído de otro lado, también se murió porque no era su hábitat natural.

¡Todo está relacionado! Nada ni nadie es una isla en este mundo. Si bien ahora eres lo que eres, cuando mueras te convertirás en comida para otros seres, para los gusanos u otros microorganismos. Esos microorganismos se transformaran en tierra y, la tierra, se transformará en exquisitas frutas, verduras, espléndidos árboles, majestuosas rocas… Esa transformación puede que duren miles o millones de años, pero ocurrirá. Las generaciones humanas y los otros seres del futuro nos necesitarán, exactamente, igual que nosotros necesitamos del ellos para subsistir mientras estamos aquí. La vida es un juego de ese tipo. Todo tiene que ver con todo, aunque en la mente humana parece separado, completamente aislado. La separación y la división son las ficciones más grandes de la mente.

Así que unas veces pudiste haber sido un gato, otras veces una hormiga, a veces un árbol, una fruta, una roca, un río, una montaña, un pez, etc., etc. Si hoy eres un ser humano, magnífico, pero ten en cuenta que otras veces serás un gusano, un mosquito, un ternero, un ratón, una mosca, un pez, un búfalo, un camello, un águila, un perezoso, una flor o un picaflor. Hay tantas vidas que la existencia hace posible. La muerte de cualquier ser es una operación quirúrgica más espléndida obrada por la naturaleza por eso, la muerte, no existe como una realidad sino como posibilidad de cambio o transformación en un nuevo ser. Estamos en manos de la Naturaleza y de la Existencia. Nada se pierde definitivamente, todo cambia, todo se transforma, todo se renueva y, lo único que existe es esa transformación constante. ¡Así que sé generoso! ¡Colabora a este gran milagro de la vida! ¡No seas un mexquino!

El ser humano de comprensión religiosa debería tener presente lo siguiente: cuando matas una hormiga estás cometiendo un asesinato, tu propio suicidio, estás matando a tus ancestros; cuando comes una frutas debería ser consciente que alguien da su vida para que tú subsistas; cuando comes unas verduras, por vegetariano seas, debería tener presente que sigue siendo carnívoro, pues la verdura es carne transformado en verdura. Por eso todo lo que hace un ser humano, en relación a las cosas, debería hacerlo con infinita reverencia y respeto. El Todo está trabajando para ti, para que vivas feliz y no te falte nada, y como tal debería ser tu respuesta, dar de tu parte y trabajar por el Todo. Y esto es una verdadera actitud religiosa.

Sin embargo, frente a esa comprensión, la mente es la ilusión más grande que quiere resolver ese milagro de la vida, el milagro de la interdependencia, pero siempre ha fracasado. La mente es violenta, incomprensiva, astuta, frente a todo ese conjunto interdependiente. Ella, debido a su incomprensión, quiere deshacerse del sapo y, cuando las cosas ya están al borde del abismo, quiere solucionar lógicamente. Pero la vida no es lógica, es simplemente vida, esto es Misterio.


Khishka

jueves, 29 de octubre de 2009

LO ABSOLUTAMENTE ESENCIAL

(Sobre eltrabajo correcto’)

A las parejas que suelen tener numerosos hijos, la gente acostumbra llamarlos ‘conejos’, en Quechua ‘kututus’; algunos suelen decir también que ‘la tal pareja es bastante trabajadora’ o ‘ellos sí, trabajan bastante’. Esa gente ha captado lo esencial que es el trabajo a nivel de relación de pareja para procrear pero, en algunos casos, suele ocurrir que hasta esa relación llega a ser disfrazada por un tabú. Y esto es lo que ocurre:

Un día se encontraron un niño pobre y otro rico. Ambos se pusieron a comparar sus familias.
El niño rico decía:
-Nosotros somos tres y tenemos todo, no nos falta nada. Mamá a dicho que a nosotros nos trajo la cigüeña y por eso somos tan ricos.
Y el niño pobre intervino diciendo:
-Nosotros, en cambio, somos tan pobres, que mi propio padre los hace los niños.

Los padres nunca han sido honestos con sus hijos. Les han inventado toda clase de mentiras para apagar su sed de verdad, con la que vinieron a este mundo. Por ejemplo: cuando los niños preguntan de cómo ha llegado aquí, de dónde ha venido, cómo apareció en esta casa, etc. siempre les han dicho que les trajo la cigüeña, que Dios les mandó como un regalo, que su ángel de la guarda les trajo, que eres un regalo de la virgencita o cosas así. Nunca les han dicho la verdad. Siempre han dicho que ‘eso es cosa de mayores, los niños no deben enterarse de esas cosas’ y que, por eso, sólo se darán cuenta más tarde, quizá tanteando, erróneamente, cuando sea demasiado tarde.

Albert Camús en una de sus cartas pronosticaba: ‘llegaría un momento en que la gente empezaría a pedirles a sus sirvientes que hicieran el amor por ellos’. Pudo haberlo dicho de manera sarcástica, pero encierra una gran verdad en la medida en que, si somos poco sinceros con nuestros niños, puede que, con el tiempo, suceda ello. ¿Qué problema hay con que un patrón le pida a su sirviente que, en vez de él, haga el amor con su esposa? Porque el sexo implica trabajo, esto es, creatividad, habilidad, libertad, amor, entrega, etc. El sexo tiene muchos matices que exige de un trabajo previo, porque es esencial para la vida.

Ya nadie quiere trabajar, porque han encontrado que otros trabajen por ellos. Ahora ya tienes gente que haga todo en tu lugar. Y el amor es lo único que lo estás haciendo tú mismo y, eso también, con el tiempo, puede que se convierta en un acto vergonzoso como cualquier trabajo físico, y los pobres estarán avergonzados por hacer el amor ellos mismos. Vivimos en una extraña sociedad donde hemos designado a otros para que recen por nosotros, para que hagan actos de asistencia caritativa, realice rituales, haga culto, lave tu ropa, limpie tu casa, te peine los cabellos y te lustre los zapatos.

Una mañana, Lincoln se estaba limpiando los zapatos en la acera de su casa. Y uno de sus amigos, que esa mañana fue a visitarle, le dijo:
-¡Lincoln! ¿Qué estás haciendo? ¿Te limpias tus propios zapatos? Ahora eres un personaje importante. Ya no eres el hijo de un simple zapatero. Eres Presidente de esta nación. Por tanto, no te corresponde hacer esas cosas. Eso les corresponde a tus sirvientes.
Lincoln respondió:
-¡Me sorprendes! Yo me limpio mis zapatos ¿Tú les limpias los zapatos a los demás?
El amigo dijo:
-No, no. Por supuesto que no. ¡Yo les digo a los demás que me limpien los zapatos! Además es deber de mis sirvientes.
Lincoln dijo:
-Que los demás te limpien los zapatos es aún peor que limpiarle los zapatos a los demás.
El otro, completamente desconcertado, interrogó:
-¿Qué quieres decir?
Y Lincoln respondió:
-Quiero decir que estamos per­diendo el contacto directo con la vida. El contacto directo con la vida es el que tenemos a través del trabajo, por ejemplo: limpiarse los propios zapatos.

El cuerpo del ser humano ha sido diseñado para hacer una determinada cantidad de trabajo, por eso, Hesiodo, habrá dicho: ‘ningún trabajo es vergonzoso, sólo el ocio es una vergüenza’. Un trabajo físico es vital para la vida y, por eso, un trabajo correcto es esencial para la salud mental, para el despertar y la agudeza de la consciencia del ser humano. ¿Por qué es esencial? Porque a través de él estás en contacto directo con la vida. Es bien notable que, en nuestros tiempos, se ha perdido la mística del trabajo físico pues, se ha empezado a llamar afortunados a los que no hacen ningún trabajo físico y desafortunados a los que hacen trabajo físico. Y todo el mundo apunta hacia ese paradigma, de no hacer ningún trabajo, pareciera que estamos hastiados con él.

Hay gente que no trabaja nada, hay gente que trabaja demasiado. Si los que no trabajan nada, trabajarían algo, no habría tanta gente que tiene que trabajar de sol a sol y sentir el trabajo como una condena. Sin embargo, puesto que son la mayoría los que trabajan más, el trabajo físico se ha vuelto un acto vergonzoso, porque la gente que trabaja demasiado muere antes, es un suicidio lento, es decir, trabajar demasiado es suicida como trabajar demasiado poco o nada, es también suicida. Estamos diseñados para una determinada cantidad de trabajo, esto es, el trabajo correcto.

Para un trabajo correcto se tiene que dejar de lado esos tabúes que desde nuestra tierna infancia nos han inculcado. Por ejemplo: ‘comerás el pan con el sudor de tu frente’, como si el trabajo fuera un castigo o una condena; ‘con dolor parirás a tu hijos’, como si ser mujer fuera una desgracia o una condena para sufrir el dolor; o como el ‘dominen la tierra y sométanla’, como si el ser humano estaría destinado a imponer su capricho a toda la naturaleza. Por eso, los consejos de las sagradas escrituras tienen que ser dejadas de lado, porque no hay necesidad de observarlas. Esos tabúes han propiciado la fragmentación de la consciencia humana y que, debido a ello, estamos divididos en dos bandos estúpidos: entre los que no trabajan nada y los que trabajan demasiado. Por eso es necesario dejarlos en el baúl del pasado.

He escuchado decir a un misionero en los EE. UU. Él decía:
-Todo trabajo es ley de Dios, aunque no todo. Pero dormir es casi perder el tiempo. ¡Imagínate! Yo duermo cinco horas, a veces ni eso. Muchas veces a la una de la mañana bajo a trabajar sólo, mientras los empleados duermen, –concluía–.
Después de un mes, nos encontramos nuevamente. Lo encontré padeciendo un dolor insoportable en la espalda. Él dijo:
-Si se pudiera arrancar mi espalda, lo haría, y a esta hora estaría trabajando como Dios manda.
Esos días llamamos al médico, le hicieron los análisis, y los resultados decían que el hombre tenía cáncer en los riñones.

Eso es lo que ocurre cuando se excede en el trabajo. El ‘exceso de trabajo’ es un suicidio lento como lo es, también, el ‘no hacer ningún trabajo’. El trabajo tiene que ser correcto y, sólo será correcto, si es realizado no a través de las proyecciones de la cabeza ni a través del corazón. La mente y el corazón son extremos y, por eso, tiran cada cual a su favor. Siempre se mueven en los extremos. En cambio para trabajar no son necesarios ni la cabeza ni el corazón. Es absolutamente indispensable dirigirse a nuestro centro vital, esto es, dejando a la mente y el corazón, a nuestro ombligo. ¿Por qué? Porque la energía para trabajar deriva directamente del ombligo, por eso quien no tiene una dieta correcta no puede trabajar correctamente. En el ombligo reside la fuerza de voluntad para trabajar. En el ombligo está la fuerza de voluntad.

Hay mucha gente que está obligadamente obsesionada por el trabajo: se levantan a las cinco de la mañana, pasan todo el día en el trabajo, vuelven a las seis de la tarde y luego retorna al trabajo hasta la media noche, con el único pretexto: ‘hay que gastar la vida en beneficio de los demás’; ‘hay que dar la vida por los otros’ y toda una serie de disparates mentales.

A propósito de dar la vida:

Cierta vez, un club de boxeadores fueron a visitar al Papa en el Vaticano. El Papa se sorprendió al escuchar, de la boca de su secretario, el recado de que: ‘unos jóvenes boxeadores querían visitarle’. Él aceptó y pidió que pasaran a su despacho.
Luego, los boxeadores, se presentaron en su despacho con toda reverencia.
Uno de ellos dijo:
-Su Santidad. Venimos a pedirle su santa bendición, ya que somos muy católicos y que nuestra profesión está bien fundamentada en la Biblia.
El Papa dijo:
-Decidme hijos míos ¿cuál es el fundamente de vuestra profesión que en la Santa Escritura aparece? Sólo decidme, no tendréis que explicarme. Luego obtendréis mi bendición.
Entonces uno de ellos respondió:
-‘MEJOR ES DAR QUE RECIBIR’.

Mejor es dar que recibir’, es el tabú que ha creado un montón de manías psicológicas. Por eso existen misioneros/as dispersos en todo el mundo sirviendo a los pobres y, éstos, son beneficiados; haciendo hospitales, para beneficiar a los enfermos; haciendo escuelas, para educar a los niños; construyendo aldeas, para beneficiar a niños pobres. En fin, están haciendo toda clase de cosas en bien de los demás. Sin duda, todo ello, parece una gran labor social, y de hecho lo es, pero todas ellas son falsas. ¿Por qué? Primero: porque hace más de dos mil años con ese lema o ideal no se ha conseguido nada, las cosas siguen igual y, de hecho, hoy más que nunca, nadie quiere compartir.

Un rabino muy santo estaba agonizando en su lecho. La autoridad de aquella comunidad judía, viendo las circunstancias, dijo a los suyos:
-Ahora, según nuestras leyes y costumbres, nos queda una cosa por hacer: donar nuestras vidas. Donemos algunos días o años a este gran santo que está agonizando. Y, como casi todos eran judíos, uno dijo:
-Yo, donaré cinco años.
Otro dijo:
-Yo, donaré dos años.
Un tercero dijo:
Yo, donaré dos meses.
Un cuarto dijo:
Yo, donaré dos minutos.
Hasta el más avaro dijo:
Yo, donaré un minuto.
De repente, entre muchos, un extranjero levantó la mano y dijo:
-Yo, donaré veinte años.
Y todos tornaron la vista hacia el extranjero. Uno de ellos le increpó:
-¡Estás loco o qué! ¿Cómo puedes donar veinte años? Que yo sepa, nadie hizo semejante donación.
Y el extranjero contestó:
-Es verdad, nadie donó tanto. Yo mismo no lo haría. Pero estoy dispuesto a donar veinte años de la vida de mi esposa.

A veces, tanto insistir en ideales como ‘mejor es dar que recibir’, se ha terminado aburriendo a la gente y, ahora, nadie quiere compartir. La gente se ha vuelto aún más mezquina. Cada cual jala según su interés y el intento de compartir no consiguió fruto alguno. Ha sido un completo fracaso.

Segundo: porque el ‘trabajo correcto’ no tiene nada que ver con el servicio social, por grande que sea. Al contrario, tiene que ver contigo, es decir, debes trabajar por tu propio bien, no por el bien de otros. Para alguien con un poco de inteligencia es absolutamente absurdo trabajar por el bien de otros. En realidad no tienes por qué beneficiar a los demás. Pero si de ese trabajo que realizas se beneficia alguien puede ocurrir, eso no es importante. Lo más básico es que tú tienes que trabajar, o mover el esqueleto, por tu propio bien. Ese es el trabajo correcto.

Churchill, después de haberse jubilado, se estaba dedicando a arreglar su jardín: a veces cavando pozos, para poner nuevas plantas; otras veces, plantando flores; algunas veces recogiendo semillas, etc.

Un día de esos, fue uno de sus amigos y le preguntó:
- Estimado amigo: tú que has sido un gran político y, a mí, me han ofrecido un gran puesto en el senado, que tal si hablamos un momento de política y, así, me compartes tu experiencia.
Churchill respondió:
-¡Deja ya esas cosas! ¡Eso se acabó! Ahora me puedes preguntar de la Biblia, pues leo todos los días; me puedes preguntar sobre jardinería, porque a menudo estoy en mi jardín; me puedes preguntar sobre herramientas, pozos, flores, semillas. La política ya no me interesa. El tiempo ha pasado. Ahora me estoy dedicando a trabajar y a rezar.
El amigo no pudo entender la clase de hombre que era Churchill, por eso se fue sin decir nada.

Algunos hombres, por grandes que hayan sido en la política, han caído en la cuenta de que es esencial dedicarse a uno mismo. Decir ‘ahora me estoy dedicando a trabajar y a rezar’ es un gran paso hacia el trabajo correcto. De hecho el trabajo correcto sólo podrás lograr cuando tu trabajo se convierta en oración. Trabajo y oración son sinónimos, tienen el mismo significado. Un poco de trabajo físico es absolutamente esencial para la salud corporal, para la agudeza de la mente y para el despertar de la consciencia. No es necesario que el trabajo sea productivo, puede ser improductivo, es decir, un mero ejercicio. El trabajo físico tiene una importancia y utilidad para el buscador, para el aventurero, para el maestro de su propia vida.
El trabajo correcto no es para obtener algo, sino que cuando te implicas en algún trabajo, estás más centrado, más ventilado, más ameno, más lleno de vida. Si bien los tradicionales religiosos y las clases respetables han dirigido sus vidas hacia otra dirección, nosotros tenemos la oportunidad de descubrir la cantidad de trabajo físico que tendríamos que hacer para gozar de una buena salud, hacer que cada respiración sea dichosa, que tú mismo seas una explosión de vitalidad y humor. Una persona que no goza de una buena salud, o porque trabaja demasiado o porque no trabaja nada, no puede aceptar ni vivir agradecida por todas las bendiciones que la Existencia nos ofrece. Sólo habrá enfado y resistencia hacia la vida, y, por tanto, rechazo y condena. Por eso es sumamente importante un trabajo correcto como una dieta correcta, para un ser humano lozano y completo. ¡Afortunados son los que tienen el ‘trabajo correcto’!
Khishka

LA ESCUDILLA DEL MENDIGO

(La mente: un cuenco de nunca llenar)

Un gran emperador, estando en el jardín, oyó el cencerro del mendigo que estaba llegando al palacio. El guardia, tras ver asomarse al pordiosero, salió a su encuentro y quiso darle unas monedas para evitar molestias. Pero el mendigo dijo en voz alta:

-¡Un momento! Tengo una condición: ¡yo sólo acepto limosna de los emperadores, no de los sirvientes! ¡Así que detente!

Como la voz retumbó, el emperador la oyó y se asomó a la portería para ver de quien se trataba ya que, normalmente, los mendigos suelen conformarse con unas monedas. Por eso pensó para sí: –este mendigo es muy extraño–. Entonces salió a verle y verificó que sí era un mendigo raro. Su aspecto era radiante, un aura de gloria y gracia le rodeaba. Parecía un emperador. Estaba semidesnudo, lleno de andrajos, pero llevaba consigo una hermosa escudilla.

El emperador, sorprendido por tan esplendorosos detalles, preguntó:

-¿A qué viene esa condición?

Y el mendigo contestó:

-A que los sirvientes también son mendigos y yo no quiero abusar de nadie. Sólo los emperadores pueden dar. ¿Cómo van a dar los sirvientes? Así que da algo, lo aceptaré con mucho gusto. Pero, antes: tengo una segunda condición.

-¿Cuál? –dijo el emperador–.

El mendigo respondió:

-Que mi escudilla debe quedar totalmente llena.

El emperador replicó alardeando:

-¿Qué es para mí llenar una escudilla tan pequeña? –Y continuó–: !guarda tus condiciones!

Luego ordenó a sus ministros traer las piedras más preciosas del imperio, diamantes y oro, para llenar la escudilla del pobretón.

Pero muy pronto se vieron en serias dificultades, pues cuando empezaron a llenar la escudilla: las piedras caían, los diamantes caían, el oro caía, pero sin hacer ruido. Simplemente desaparecían y la escudilla se conservaba vacía. Entonces el emperador estuvo en problemas. Él, como gran emperador, no podía tolerar semejante desafío. Entonces ordenó:

-¡Traedlo todo! ¡Hay que llenar la escudilla!

Sus ministros trajeron todo los tesoros, vaciaron todas las arcas. Ya no quedaba nada, pero la escudilla seguía vacía. Finalmente el mismo emperador se convirtió en un mendigo porque lo perdió todo. Luego se postró a los pies del pordiosero, diciendo: ¡ahora, yo también, soy un mendigo! Sólo te pido una cosa: ¡enséñame el secreto de tu escudilla, parece mágica!

Y el mendigo declaró:

-No hay ningún secreto. Está hecha de mente humana. No hay nada mágico en ella.

Así es la mente humana: ES UN CUENCO DE NUNCA LLENAR o es un cuento de nunca acabar. Puedes meter en ella todos los tesoros del mundo, habidos y por haber, pero nunca la colmarás. La mente no es otra cosa que una escudilla. Ella siempre dice más y más, sigue pidiendo, sigue deseando, sigue sufriendo. En Bolivia hay dos bandos políticos: un bando está compuesto por el Movimiento al Socialismo (MAS), y el otro bando está compuesto de Poder Democrático Social (PODEMOS). En torno a estos dos bandos un habiloso comparó con las relaciones íntimas entre un varón y una mujer. La composición decía: en la cama ‘las mujeres son Masistas, dicen ¡MAS, MAS, MAS…! Y los varones son del Podemos, porque siempre dicen ¡PODEMOS, PODEMOS, PODEMOS, PODEMOS…’!

La mente es así: siempre está deseando y por eso siempre está con quejas; siempre pide más y, también, siempre, todo le parece posible. Se siente poderosa, le cuesta aceptar sus derrotas. Es como el juego de la Ruleta: comienzas pagando en monedas por un juego, con las monedas ganas un billete y quieres seguir ganando y, para el colmo, se hace fácil. Ganas una vez y otra vez, y otra vez. Luego comienzas a perder, cada vez más y más. Aunque sigas perdiendo, dices, ‘esta vez sí, ganaré’. Abres tu billetera, sigues perdiendo, sigues y sigues, vacías tu billetera y, cuando ya no tienes nada, te conviertes en un mendigo de la calle, sin nada, y recién te lamentas: ‘¡Qué he hecho!’ Te arrepientes. Todo el sueldo del mes se hizo gas en un abrir y cerrar de ojos. ¿Por qué haces todo eso? Porque tú no eres el maestro de tu mente, de tu cabeza. La mente es tu maestro. Entonces haces como ese necio que quedó en la calle, por creerse el mejor ‘jugador de Cacho’ (dados).

Un día se reunió con sus amigos y les apostó su Mitsubichi. En diez juegos, lo perdió. Entregó las llaves y los papeles de la movilidad al ganador. Al no darse por vencido, apostó su casa. En veinte juegos, quedó sin casa. El tipo siguió. Apostó sus haciendas, y en veinte juegos se quedó sin haciendas. Luego apostó su cuenta bancaria y en cincuenta juegos, también lo perdió. ¡Pero qué manera de insistir! Ya no tenía nada. Sólo le quedaba la esposa. Aunque este fue el colmo, pero terminó apostando su propia esposa. En cien juegos, también lo perdió. Quedó sin nada.

Luego acordaron que, al día siguiente, tenía que ser entregada todos los bienes, incluido la esposa, a su nuevo dueño. El tipo no durmió, pasó despierto la última noche en su casa porque se quedó sin nada, en la calle. Y, como no era para menos, lloró su desventura aunque era demasiado tarde. Por eso, su amigo, sintió compasión y le dijo:

-Amigo, te tengo una propuesta.

-¿Cuál? -Dijo el amigo-.

El otro respondió:

-No es bueno que te quedes absolutamente sólo y sin compañía. Por eso he decidido que: solo, por ésta noche, préstame tu esposa. Para mí es más que suficiente. Quédate con ella, pues al menos necesitarás consuelo.

Así es la mente, es locamente loca. Si ella es tu maestra, puedes competir hasta quedarte en la calle o hasta las últimas consecuencias. La mente es extremista, puede conducirte hasta el mismo suicidio. Por eso mientras seas conducido por la cabeza, esto es, por la mente, seguirás haciendo cosas tan ridículas.

La señora Mary preguntó al doctor de la maternidad:
-¿Le será permitido a mi marido acompañarme durante el parto?
El especialista respondió:
-Sí, claro. Soy partidario de que el padre del niño esté presente durante su nacimiento.
Y ella replicó:
-Yo no creo que esto sea una buena idea. –Y continuó–: él y mi marido no se llevan muy bien.

Así es la mente: apenas estás de ida y ella ya está de retorno. Pero con todo, no quiero decir que la mente es mala, porque no lo es, pues gracias a la mente hemos obtenido muchas bendiciones: como la ciencia, la comunicación, la tecnología… La mente es un mecanismo ambivalente, esto es, no es bueno ni malo. Y está bien que sea así. Sólo tiene que estar en el lugar adecuado.

La vida es dramáticamente tan ridícula, tan absurda, porque tú estás en una cosa y ella ya está planeando otra y que, por eso, no hay algo que se asemeje remotamente a un eco de paz en la vida que llevas. Esto es: tú no eres el maestro de tu propia vida.

Por eso para recuperar tu lugar de emperador, de maestro de tu propia vida, la mente tiene que ser disuelta, pues hasta que la mente no sea disuelta y quede vacía del pasado y del futuro, seguirás siendo un mendigo.

En este mundo no hay nada bueno ni malo, categóricamente marcados pues, todas las demarcaciones, son siempre relativas. Las cosas son simplemente ambivalentes. Pero si un mecanismo tan complicado, como la mente, gobierna tu vida, no será más que un instrumento autodestructivo. Pues la prueba está clara: la mente en manos de un Hitler o Mao Tse Tung es destructiva, creará sólo sufrimientos innecesarios; pero la mente en manos de un Cristo u un Buda es una gran bendición para toda la Existencia.

La mente no es mala, es más bien un hermoso mecanismo que tiene estar en el lugar adecuado y ser usado en el lugar debido. De modo que: cuando la necesites, úsala; cuando no, ponla a un lado. Así, ella, no será tu maestra, al contrario, tú serás el maestro de tu propia vida. Si ella es tu maestra, seguirás haciendo cosas ridículas y absurdas, de las cuales te lamentarás, y sufrirás innecesariamente; pero si tú eres el maestro de tu mente, hagas lo que hagas, digas lo que digas, será beneficioso para ti y para toda la Existencia.
Khishka

LOS DOS VECINOS

(Ten el coraje de fiarte de tu propia experiencia)

Un anciano contó la siguiente anécdota al niño. Eran dos vecinos. El primero tenía un balcón decorado con diversas flores fraganciosas, plantadas en la jardinera de la galería de su casa. Él cada mañana, a la misma hora, solía darle agua para tener que disfrutar, todas las mañanas, de su fragancia y belleza sentado en su balcón.

Pero había otro vecino que también tenía su balcón adornado con flores de plástico. Sin duda eran bonitas, no se marchitaban, parecían mantenerse vivas por muchísimo tiempo. Daba la sensación de que eran eternas. Sin embargo, el dueño, para evitar sospechas y hacer creer a todo el público, de que sus flores eran naturales, solía darle agua todos los días.

Un día se encontraron en la calle y el primero le preguntó:

- Don Julio: en tu balcón tienes unas flores muy hermosas, muy duraderas, parece que son eternas. Todos los días tienen la misma belleza; no se marchitan. ¿Cómo te las arreglas para que siempre luzcan tan bellas? ¿Podrías enseñarme el secreto?

Don Julio, dándose cuenta de que su truco había funcionado, se enorgulleció y dijo:

- El secreto es darle agua todos los días, a la misma hora. Asimismo su tierra tiene que estar bien abonada y fertilizada. Y las flores se mantendrán eternas.

El primero replicó:

- Sí, eso es lo que hago yo todos los días. Tienen abono, les doy agua día a día, pero mis flores no se mantienen igual, siempre se marchitan y otros vienen y florecen. Siempre cambian. Ahora lo del fertilizante, eso si que no lo había pensado. Pero lo tuyo es sorprendente, son permanentes. Sin embargo me gustaría añadir ese fertilizante del que hablas. ¿Cuál es la marca del fertilizante?

El otro contestó:

- Yo mismo no sé cómo se llama. Lo compré en esos lugares donde venden semillas, abonos, fertilizantes y demás. Pregunta por ‘FERTILIZANTE DE FLORES ETERNAS’.

El otro, luego de haberse enterado de la noticia, agradeció mucho, se despidieron e inmediatamente se dirigió al mercado para conseguir el fertilizante. Buscó por toda la ciudad, andó por todos los puestos donde venden fertilizantes y cosas por el estilo. Y nada. Cuando preguntaba a la gente, la gente se reía, hacían muecas con la cabeza, y algunos se hacían la burla. Hasta que llegó a un puesto dónde una anciana vendía diversas clases de abonos. Le preguntó:

- ¿Señora: dónde puedo encontrar ‘FERTILIZANTE DE FLORES ETERNAS’?

La viejecita no pudo entender la pregunta. Sólo meneó la cabeza y dijo:

- Joven, no hay fertilizante alguno que eternice las flores. ¡Imposible! ¿Me ves a mí? A mí me llamaban, cuando era joven, la flor del pueblo, pero ahora si me ves, estoy marchita como cualquiera de las flores. Todas las flores son pasajeras; la belleza de las flores son fugaces; por eso se llaman flores. Estás buscando lo que no existe, ni existió, ni existirá.

Sólo tras ese encuentro, los ojos del hombre se abrieron, recapacitó y se dijo: -estoy perdiendo el tiempo, buscando lo que no hay-. Volvió a su casa y siguió atendiendo las flores de su balcón con la misma diligencia, dándose cuenta que las flores del vecino no eran naturales; eran artificiales, de plástico; su consejo no era más que un fraude.

Estás perdido buscando lo que no existe porque te lo has creído una enorme mentira. ¡No pierdas el tiempo buscando lo que no hay! ¡Tu experiencia vale más que cualquier tipo de chismorreo! ¡Valora tu propia experiencia! ¡Vuelve a tu experiencia! ¡No hagas caso de las habladurías de la multitud! La multitud es falsa, es mentirosa, es hipócrita, sólo chupa tu energía. Te convierte en una flor de plástico.
La multitud siempre te dirá: haz esto, haz lo otro, esto se hace así, esto se hace asá… No sigas sus instrucciones. ¡TEN EL CORAJE DE FIARTE DE TU PROPIA EXPERIENCIA! Sino toda la vida pasarás buscando lo que no hay, haciendo cosas extrañas y disparatadas. Tu propia experiencia tiene autoridad por sí misma. ¡No la sepultes los datos de tu propia experiencia! Sólo las mentes mediocres buscan lo que no hay. El civilizado es una flor de plástico, el creyente es una flor de plástico, el filósofo es una flor de plástico… Estos bandos están muertos en vida, no tienen energía, no tienen deleite alguno y, por eso, no son más que unos rebaños, dispersos por el mundo, conducidos por un pastor ficticio. Viven en la creencia y todas las creencias no son más que mentiras que no tienen un fundamento en la experiencia.

Khishka

ELEFANTES

(La bebida espirituosa)

Había una aldea muy cerca de un bosque lejano. Aquella aldea tenía un estanque, de donde los pueblerinos solían recoger agua en baldes, cántaros, ollas, o en lo que podían.

Cierto día el alcalde les anunció a todas las familias del pueblo recoger la cantidad necesaria de agua por esos días, ya que el estanque lo utilizaría para almacenar vino abundante con motivo de los festejos de ‘los quince años’ de su hija. Entonces todos, muy empeñosamente, recogieron agua y almacenaron en lo que podían y dejaron vacío el estanque para el vino del alcalde.

Pero había también unos elefantes que solían venir sólo de noche a tomar agua del depósito. Esa noche, cuando el alcalde en acuerdo con los pueblerinos, había descargado todo el vino necesario, los elefantes, como de costumbre, vinieron a tomar agua pero se encontraron con la ‘bebida espirituosa’; la olfatearon, se extasiaron, se deleitaron y bebieron como siempre; terminaron embriagados, completamente bebidos con el vino. Tumbados en el suelo, algunos durmieron, otros cayeron pesadamente, unos comenzaron a hacer cosas extra-normales, otros simplemente, durante el día se dejaron manipular por la gente, en fin, algunos se enloquecieron. Pero cuando recobraron el sentido todos terminaron huyendo al bosque.

Más tarde, es decir, durante la noche, todos volvieron al estanque y no habiendo encontrado vino ni una sola gota comenzaron a reclamar a los pueblerinos y, éstos, sabiendo que estaban sedientos, les trajeron agua pero terminaron rechazando, es decir, ya no querían tomar agua, exigían vino y alborotaron todo el pueblo. La gente y sus autoridades quedaron impactadas por el suceso acaecido, fenómeno que casi terminó cancelando la fiesta de la hija del alcalde.

Así es como la manada aprendió a beber la esencia de la vid, la bebida espirituosa, el vino, que no sólo alegra el corazón del hombre, sino también es capaz de cautivar a otros seres con quienes compartimos este hermoso planeta. ¡Pruébala si quieres! ¡Sólo una experiencia de éxtasis y la vida se hace espléndida! ¡Encantadora!
Khishka

miércoles, 30 de septiembre de 2009

LA NOTA DE KHISHKA

(Mi camino, es el camino de los vientos del Sur)

El presidente de un país comenzó a buscar un sabio para colmar con sus intereses estatales y los proyectos que iba a realizar en toda la nación. Preguntó a los suyos si en todo el país podía encontrar un sabio digno de confianza. Ellos contestaron afirmativamente. Dijeron:

- Su nombre es Khishka y vive en el Estado del Sur.

El presidente les ordenó:

- ¡Traedlo inmediatamente!

Y todos los de la comitiva se lanzaron en su búsqueda. Cuando llegaron a la aldea donde solía vivir él y sus familiares, preguntaron a uno de sus hermanos:

- Hemos escuchado hablar a cerca de un hombre llamado Khishka y estamos en su búsqueda. ¿Podría decirnos a cerca de su paradero?

Su hermano les contestó:

- Antes que nada, han dado con la persona adecuada. Como han dicho: Khishka es mi hermano. Pero no sé su paradero exacto. Él se mueve como el viento. No sabría decirles con exactitud.

Entonces dijeron los de la comitiva:

- El presidente ha ordenado que requiere de su ayuda en el palacio y, a más tardar, pasado mañana, hasta medio día, tenemos que cumplir con la orden. Así que tienes que ayudarnos.

Él hombre dijo:

- Ya les dije que él se mueve como el viento. Ayer estuvo por aquí. Pero como les digo: de estar aquí, está aquí. Sin embargo, no sabría decirles dónde está exactamente. O arriba en su hacienda, o abajo en el charco, o en su estancia, o en el cerro, o en el río, o en la quebrada del frente, o en algún pueblo cercano… No sabría decirles. Pero, yo mismo les puedo ayudar a buscar. Y comenzaron a buscar.

Buscaron toda la noche y al día siguiente, temprano llegaron a una aldea que se alzaba a la orilla de un río. Preguntaron a la gente y estos dijeron que Khishka, en ese momento, estaba en el río pescando; consigo tenía tan sólo un perro y su sh’uspa (una especie de talega) de coca. Y toda la comitiva, más su hermano, se trasladaron al río y, ciertamente, la encontraron pescando.

El representante se acercó y le dijo:

- ¡Al fin te hallamos! El presidente pregunta por ti y necesita de tu colaboración, ya que tú eres la única persona indicada. ¿Vendrás con nosotros al palacio? Has sido nombrado el miembro máximo del consejo consultivo del presidente. ¿Qué dices? ¿Aceptas la propuesta?

Y Khishka, con su sonrisa que le caracterizaba, respondió:

- ¡Esperen! ¡Déjenme pensarlo! Denme sólo veinticuatro horas y tendrán mi respuesta.

Como la comitiva sabía que su presidente solía ser muy respetuoso con los sabios, fueran de donde fueran, dieron curso a la petición de Khishka y esperaron la respuesta hasta el día siguiente. Se retiraron del lugar para acomodarse y pasar el día y la noche en aquella aldea. En cambio, Khishka, se quedó sólo a la orilla del río.

Al día siguiente, cuando regresaron en busca de la respuesta, no encontraron a Khishka sino una nota que decía:

- Mi camino, es el camino de los vientos del Sur. Mi camino, es el camino de las nubes blancas vagando en el cielo infinito. No tengo hogar, ni dirección, ni nada. ¡Vuestro palacio no me interesa! ¡Quedáoslo con él! Atte: Khishka. Y una glosa al margen, dirigida a los mensajeros, decía: ‘dadle esta nota a vuestro presidente’.

El camino espiritual es el sendero de los vientos y de las nubes del cielo. Nadie sabe de dónde viene y a dónde va. Esa es la cualidad de un Maestro. Y un Maestro es una gota que ha caído en el mar, es el río que ha llegado al océano. Profundidad y superficie, en él, son una misma cosa. No hay separación alguna. Es el camino de la ciencia de la religión; es el sendero de la suprema libertad; es la vía del universo interior. Ese camino eminentemente científico es, absolutamente, imprevisible para los ojos de la lógica, del poder, la ambición, la respetabilidad, los reconocimientos y honores. El camino interior es un viaje de silencio en silencio, de dicha en dicha, de regocijo en regocijo, de eternidad en eternidad.

Khishka

EL PASO DEL MAESTRO

Atravieza! ¡El puente no es una morada, es un medio!)

Era un antiguo puente que se alzaba sobre un gran río; era hermoso, espacioso, famoso, y de un valor incalculable, pues unía dos inmensos desiertos. Vino una muchedumbre compuesto de profesionales, hombres de negocios, turistas, hippies, empresarios, banqueros, ganaderos, políticos, sacerdotes, emperadores, científicos, filósofos, teólogos, psicólogos, sociólogos, abogados, periodistas, médicos, mineros, fabriles, carpinteros, albañiles, pintores, poetas, bailarines… Entre todos formaban una gran multitud, una masa enorme, que estaba dispuesto a pasar al otro desierto para hacerla habitable.

Llegaron al puente y, especialmente, los cabecillas quedaron cautivados por la belleza del puente y, sobre todo, por estar en un lugar estratégico para ubicar una especie de aldea por donde, necesariamente, tendrán que pasar las siguientes generaciones de otras razas del planeta. Entre todos los organismos decidieron instalar sus tiendas sobre el puente: algunos para cobrar peaje, otros para crear problemas y dar soluciones a las mismas; los terceros para curar enfermedades; los cuartos para informar; los otros para realizar ritos religiosos… En fin todos instalaron su propio negocio, negocio que respondía a cada uno de los ámbitos de la especie humana.

Cada cual cobraba su parte para supervivir y la gente que llegaba, por cantidades, se sumaba a la multitud instalada sobre el puente. Se acomodaban como podían.

La aldea crecía más y más, la gente se multiplicaba, y entre la muchedumbre vino también un gran Maestro del Sur del planeta, quien fue testigo de todo el fenómeno acaecido sobre el puente, pero no tuvo necesidad de quedarse sino, como estaba de paso, colmó sus necesidades, adquirió provisiones para el viaje, tomó su cayado y siguió adelante, porque su Destino había sido atravesar el río por medio del puente para llegar al otro desierto. No tenía interés alguno en instalar algún negocio, no estaba apegado a la muchedumbre, pero fue el único testigo de la insensatez, la ceguera, la estupidez, la insolencia de la multitud que había construido su propia aldea a lo largo y ancho de aquel majestuoso puente.

Al pasar por el Puente vio cómo la gente quedaba cautivada por la voz que retumbaba, por toda la enorme aldea: ¡EL PUENTE ES HERMOSO! Voz que conquistaba a caravanas enteras, voz que tenía el poder de convencer a multitudes que decidían quedarse a vivir definitivamente sobre el puente. Pero el Maestro del Sur, el único, fue quien atravesó al próximo desierto utilizando el gran puente que se alzaba sobre el gran río. Llegando al otro lado escribió en las arenas: ‘Éste es el gran camino, el camino al jardín del desierto’.

Todos los métodos son métodos, todos los medios son medios. Así como los andamios son andamios, los puentes son puentes, por tanto, medios. Y si quieres llegar a tu Destino tendrás que deshacerte de todos los medios, de todos los métodos ajenos. Esto es, tú tienes que crear tu propio método según las circunstancias. ¡No puedes seguir tu camino con métodos prestados! Esa es la única forma de entrar en el Más Allá, en lo Supremo, en Dios. El amante tiene que dejar de ser amante para volverse Amor. El amigo tiene que dejar de ser amigo para volverse Amistad. La parte tiene que dejar de ser parte para volverse el Todo.

El Puente es un medio para atravesar el río. No es para construir metrópolis ni aldeas sobre él. ¡No! Construir grandes casas, enormes edificios, aldeas, ciudades, sobre un puente, es suicida. Y eso es exactamente lo que ha venido haciendo la humanidad a lo largo de sus años de vida. ¡Una nueva Atlantida! Nuestras ciudades son como edificios hechos de naipes. Están edificados sobre la base de ficciones. Están cimentados sobre la base de cosas que no son esenciales. Parece hermoso con todos los logros obtenidos hasta ahora, parece muy halagador el progreso científico-tecnológico, pero sólo parece, porque sus fundamentos son sólo fragmentos, no son totales. Por decir: el país más civilizado como EE. UU. es el mayor productor de locos a nivel mundial. De hecho, según las estadísticas, el setenta y cinco por ciento de los estadounidenses necesitan de un psicoanalista y que, por eso, ser psicoanalista allí es una profesión rentable. Lo que quiere decir que unos pocos años más todo ciudadano norteamericano tendrá un psicoanalista. Y ese es el país modelo para muchos pueblos. Ese es su sueño. No están lejos Japón por ser el país más occidental del Oriente y Alemania por ser el país de los eruditos y lógicos que casi siempre están al borde de la locura y el suicidio. Por eso el noventa y nueve por ciento de la humanidad vive en esa ficción, en esa ilusión, en ese sueño.

Sin embargo no todo está perdido, hay mucho por ganar como hay mucho por aprender. La llamada es enorme: primero, una llamada a la relativización de la política mundial y, segundo, una llamada a liberar la ciencia de las manos de los políticos actuales. Respecto al primero: que cada gobierno sólo dure seis meses, que sea un gobierno solamente funcional. Hay que terminar con los charlatanes que ofrecen hacer esto y aquello si llegan a las sillas presidenciales. Nadie tendrá que candidatear para ser presidente de algún país. Sólo así no libraremos de la corrupción.

Respecto al segundo: es urgente liberar la ciencia de las manos de los políticos ya que, observando con un poco de inteligencia, la ciencia, en las manos de los políticos sólo ha sido un medio para producir muerte y destrucción. La ciencia tiene que ser absolutamente independiente de la institución política y pseudo-religiosa a nivel mundial. Sólo así favorecerá completamente a la vida, sin prejuicios de poder, de interés partidario y de dominio. Sólo así la ciencia estará a favor de la vida, de la existencia y del cosmos.

Con los políticos y las religiones organizadas actualmente, la humanidad entera sólo ha visto de cómo hacer negocio con la vida y la consciencia de la gente. Debido a estas dos mafias hábilmente organizadas, el mundo entero ha sido reducido a la condición de esclavos. ¿Por qué? Porque estos dos entes han instalado su negocio en el puente por donde se pasa a la eternidad, esto es, han invadido casi completamente la vida y la consciencia de la gente. Sólo el uno por ciento, los individuos despiertos, los Maestros vitales, existenciales y cósmicos, han cruzado el puente. ¡Qué contados son los que han trascendido lo fragmentario! ¡Sólo unos cuantos han atravesado el puente!

Khishka

CERCA DEL SABIO

(El único milagro)

En la región de Los Lipez, Khishka se había vuelto muy famoso, debido a su carácter de ser un hombre absolutamente corriente quizá, por eso, espiritualmente incorrecto. A pesar de su fama, de la cual nunca fue consciente, los más allegados percibían en él un aura de sabiduría. Donde iba, tan sólo su presencia, hacía que todo se apacigüe y experimente la paz.

Un día encontró a dos jóvenes peleando en las playas de un río que estaba a orillas de un campamento muy cerca de su pueblo. Cada uno de los actores tenía su propia hinchada como apoyo. En cuanto vio la riña, se acercó y se sumó silenciosamente a los dos bandos y comenzó a observar. Los jóvenes se golpeaban el uno al otro con fuerza, donde sea y como podían. Pero al cabo de quince minutos la intensidad inicial bajó tremendamente tanto que la contienda parecía una completa decepción, no había perdedor ni ganador. Los contrincantes perdieron fuerza y acierto, ya ninguno parecía capaz. Ambos estaban completamente agotados. Justo en ese momento intervino Khishka y les dijo:

- Bien muchacho: en vista de que os habéis divertido bastante con los golpes y que vuestros representantes están agotados, volvamos al campamento. El espectáculo ha terminado, sin un perdedor ni ganador. Ha sido una pelea muy interesante.

Los ánimos caldeados de los hinchas se desvanecieron ante la irrupción de la presencia y energía de Khishka. Nadie objetó ni dijo algo. Solo hubo un momento de silencio y las palabras del sabio parecieron inundar los corazones de los luchadores y sus hinchadas. Los ánimos alterados se calmaron y todos, como si nada hubiese ocurrido, regresaron al campamento sin vencedor ni vencido.

Cerca del maestro, inmediatamente, el clima cambia, los ánimos alterados se calman, la tensión baja, la violencia cesa. Siempre ocurre así. Cerca de un sabio son posibles muchas cosas, a veces hasta cosas imposibles se convierten en posibles pues, un sabio, es el único y el mayor milagro que puede producir el universo. De su sabiduría se beneficia todo el universo.

Eso sucedió con el padre de Khishka: cuando murió su casa se convirtió en un verdadero santuario, un lugar donde la gente podía inhalar el aura de la suprema sabiduría. Su hijo, Khishka, después de que su padre murió, solía recibir infinidad de visitas. La gente que acudía al lugar solía declarar: ‘todo lo que nos atormenta en nuestras casas, aquí se desvanece’. Algunos enfermos se curaban, muchos recobraban la paz, algunos simplemente iban al lugar para relajarse, otros encontraban una luz para solucionar sus problemas, el mismo ambiente inspiraba tranquilidad.

Fue en ese lugar, al entrar en contacto con la gente, donde Khishka, un hombre absolutamente iletrado, analfabeto, casi salvaje, aprendió muchas cosas para la vida y la responsabilidad que su pueblo le confió posteriormente. Uno no podía creer cómo, a través de ese hombre que no conoció la escuela ni la universidad, podía fluir toda la Existencia: lo que hacía tenía su propia belleza; lo que decía era un auténtico mensaje; lo que tocaba, era siempre un milagro obrado por la Trascendencia.

En medio de su gente degustó, Khishka, la sabiduría. Todo lo que decía y hacía comenzó a ser luz para sus conterráneos. Por decir: Elías, el vecino pacífico, aunque un tanto ambicioso respecto a los bienes; Anselmo, el más astuto de entre todos los allegados; Zacarías, el hortelano del frente, cuya mensajera fue Micaela; Félix, el médico; Toribio, el que velaba por la calidad de las herramientas de trabajo que Khishka solía usar en sus haciendas y granjas; Ángela, una mujer envuelto en problemas matrimoniales; Gertrudis, una mujer abnegada pero sensible a las exigencias sensuales de la naturaleza; Patricia, mujer observadora pero, en el fondo, muy femenina; Domingo, el consejero… etc. Mucha gente se acopló y descubrió la sabiduría de este hombre, cuya herencia lo recibió de su padre.

Con el tiempo, Khishka, se convirtió en el centro y el motor de toda la comunidad. Se convirtió en el único milagro, un verdadero sabio, producido por aquel pueblo. A mucha gente le gustaba visitar sólo por estar un momento, calmado, absorbiendo su sabiduría, en silencio, bebiendo de su vino, y es así cómo la gente comenzaba a cambiar y el milagro ocurría. Frente a él se desmoronaban todos los rencores que las gentes guardaban en sus corazones; en su presencia enfermos recobraban salud; ante él se diluía, simplemente, las ganas de matar que tenían los enemigos.

Khishka no era un hombre que sobresalía, quizá era una de las personas más corrientes que pisó las tierras de Los Lípez, simplemente hacía cosas sencillas que en sus manos florecían y extendían su fragancia. Hacía cosas tan pequeñas que fácilmente podían pasar inadvertidas pero, siempre que alguien se acercaba, veían en él la Trascendencia y todo aquel que se acercaba quedaba embriagado de su energía que cambiaba el clima interior y exterior del individuo.

Es el testimonio de su gente que conservó en su tradición oral y lo transmitió de generación en generación. Las recientes generaciones sólo lo mencionan muy de paso, es decir, en algunas fechas memorables del pueblo. Su aldea ha olvidado la raíz primigenia de su sabiduría, sin embargo la llama sigue ardiendo en la sangre que corre por las venas de sus hijos y nietos. Y, una vez más, el milagro será un hecho. Sólo es cuestión de tiempo. Hay fuego entre las cenizas. La llama está viva. Y el fuego arderá.

Khishka

PASTOR MILAGROSO

(La inminente posibilidad de fraude)

Hace varios años atrás una persona relativamente joven tuvo una vejez prematura tornándose, de repente, un verdadero anciano necesitado de ser puesto en una silla de ruedas. Y así fue. Sus huesos estaban tan débiles y desgastados que necesitaba una asistencia constante.

Un día una de sus sirvientas escuchó que un pastor evangélico había llegado al barrio y estaba curando paralíticos, ciegos, sordos y posesos. En una de las tardes de culto, el anciano fue llevado al templo con la idea de ser curado. Cuando llegaron allí toda la gente estaba reunida haciendo alabanzas, oraciones, plegarias e invocaciones. Entraron en el templo muy lentamente y nadie los tomó en cuenta, pues seguían con el ritmo común de los ritos. La mujer, que se encargaba del cuidado del anciano, se acercó al pastor y le dijo en secreto:

- Mi amo está mal, hace varios años que está en silla de ruedas. Él es joven, parece viejo debido a su enfermedad. Nadie ha podido hacer algo por él, ni siquiera los médicos. Por favor reza por él a Dios, imponlo tus manos y quedará sano y, si el demonio lo ha poseído, saldrá de él.

El pastor hizo que apacigüen la música y todos pongan atención al momento. Dijo a sus feligreses:

- ¡Hermanos… Acaba de llegar este anciano que quiere curarse. Hace muchos años el demonio se ha apoderado de él condenándolo a una silla de ruedas! Pero hoy va ha ser curado en el nombre de Jesucristo.

Le hicieron subir al escenario y toda la gente estaba atenta de lo que iba a suceder. Comenzó a decir:

- ¡Mírame tú demonio, que estás dentro de Benjamín! Yo te lo mando sal de este cuerpo ¡ahora! ¡En el nombre de Jesucristo!

Y dirigiéndose enérgicamente a Benjamín gritó:

- Camina tú, hijo desgraciado. Has pecado mucho ante Dios, pero hoy Jesucristo te perdona y te sana. ¡Camina. Camina! ¿Qué esperas? ¡Ponte de pie y camina! La multitud se unió al orden dado por el pastor y comenzó a gritar: ¡Camina, camina…! Y el anciano se vio obligado a hacer un esfuerzo enorme y comenzó a moverse y a dar el primero, segundo, y tercer paso. Luego cayó rostro al suelo, pero logrando reunir fuerzas se puso derecho y comenzó a caminar una vez más. Logró reafirmar sus pies y seguía caminando hacia el pastor. Viendo cómo gritaba la gente ¡Alabado sea el nombre de Jesucristo! ¡Aleluya! ¡Gloria a Dios!

El Pastor no podía creer lo que estaba sucediendo pero seguía gritando ¡Camina, Camina, en el nombre de Jesucristo! Y de un ataque al corazón cayó al suelo perdiendo completamente el control, pues nunca antes había visto algo así. Sucedió lo que sucedió porque todas las supuestas curaciones habían sido preparadas de antemano y, por eso, justo cuando el milagro estaba ocurriendo había perdido los controles. Ni él podía creer lo que hizo.

Lamentablemente siempre suele ocurrir así. En cuanto a misterio o a religión se refiere siempre existe la posibilidad de fraude, gente que puede engañar a los demás, que puede timar. El fraude es inminente. Los ladrones, timadores, embusteros, astutos, que hacen daño a sabiendas, y el daño que hacen son productivos, son gente bien preparada en el asunto. Son gente preparada en las mejores universidades del mundo. Por eso no hay mejor negocio en el mundo que la religión. ¿Por qué es exactamente así? Porque el producto es invisible, se puede prometer, y no hace falta entregar a domicilio el producto. Es decir: por un lado, si el producto no se puede entregar a domicilio tienes que ir obligatoriamente al templo y pagar todos los aranceles; por otro, si el producto es invisible es posible vender y seguir prometiendo. Esa es la causa que nadie puede detectar. Sólo un ser humano despierto como Jesús, como Sócrates, Buda, Khrisna, Pitágoras, Zaratustra, Lao Tze…. solo ellos pueden detectar.

La sanidad interior depende absolutamente del individuo. Y el camino a recorrer es un camino absolutamente individual; es un camino interior, subjetivo y eminentemente científico. Por eso el camino auténticamente religioso no puede ser colectivo y, la colectividad, es el suicidio de la religión. Cuando el camino interior es recorrido individualmente no hay posibilidad de fraude. Puede que el camino sea montañoso y árido, puede que tenga bajadas y subidas, pero no será fraudulenta. En la ciencia de la religión tiene que suceder exactamente igual que en la ciencia objetiva, es decir, tiene que ser verificable, pero de forma absolutamente individual.

Khishka

martes, 15 de septiembre de 2009

SOMBREROS DEL MAESTRO

(Sobre el dar la bienvenida)

En una aldea se comenzó la costumbre de regalar sombreros al maestro espiritual. Llegaban gentes de distintas partes del mundo, de diferentes razas y de diversas religiones. Algunos solían quedarse buen tiempo junto al maestro, meses, incluso años. Los devotos, durante su estadía, solían alojarse en las cercanías del Centro Espiritual por el tiempo que querían.

En una de esas ocasiones, una de sus devotas más cercanas, le regaló un hermoso sobrero que estimuló a otros discípulos a hacerle el mismo obsequio, suponiendo que, a su maestro, le gustaban los sombreros. De modo que, todos los que acudían al Centro para visitarle y estar un tiempo con él, siempre solían llevarle el sombrero más cotizado y más precioso de sus pueblos y países. Y el maestro solía recibirlos con mucha gratitud los regalos. Los sombreros se multiplicaron hasta que el maestro tuvo que comenzar a utilizarlos en cada sesión de conferencias, es decir, en cada una de ellas siempre usaba un nuevo sombrero. No le quedó otra alternativa.

Cada mañana y cada tarde el maestro se sentaba en el sillón del Centro Espiritual con su nuevo sombrero y, una de las devotas, recién llegada de otro país, comenzó a fijarse en el pequeño detalle mientras otros, que ya se habían acostumbrado, escuchaban sus discursos y se alimentaban con sus mensajes normalmente. Sin embargo, el que estaba impactado por los sombreros, se atrevió a preguntar al maestro. Le dijo:

- Maestro ¿por qué, últimamente, cambias de sombrero y la llevas tan elegantemente?

El maestro contestó:

- ¡Pregúntaselos a los sombreros, no a mi! Aparecieron de repente; alguien siempre me los trae; se cruzan en mi camino. Así como tú has sido bienvenido ellos también querían ser bienvenidos y respetados, y han encontrado la cabeza adecuada para posarse.

Cuando estás centrado en tu ser, hasta los sombreros serán bienvenidos. No seas ingrato ¡ábrete! Y la Existencia se posará sobre ti. ¡Ábrete como una flor a los rayos del sol!

Khishka solía comprar, para cada fiesta de su pueblo, una damajuana de vino para su amigo, a quien le encantaba la esencia de la vid. El amigo era en realidad un borracho muy conocido por todo el pueblo.

El hombre cada vez que se emborrachaba siempre iba a la casa de Khishka, tocaba la puerta y pedía un traguito, sabiendo que su amigo siempre tenía algo de vino para él. Luego se iba profundamente agradecido. La actitud parecía una especie de sana costumbre.

Una mañana fue donde Khishka con la propuesta de brindar –ambos– por el cumpleaños de su comadre Concha. Pero Khishka no cedió y dijo:

- ¡A mí no me gusta el trago. Es a ti a quien le gusta. Tú puedes brindar aunque sea dos veces!

Siguiendo la sugerencia el borracho brindó dos veces, por él y por su comadre. Luego se fue muy contento.

Khishka es la calidad de ser humano que sabe dar la bienvenida, sabe tratar cordialmente, sabe comprender la vida, incluso de los borrachos. Para un ser humano de profunda comprensión cualquier cosa será bienvenido: sea buena o mala. Y como en el Unidad se disuelven las polaridades, él, ya no es un fragmento sino una Unidad. Es uno con el Todo, por eso nada le provoca escándalo ni motivo de juicio. Hasta Dios y el diablo serán bienvenidos porque son las dos caras de la misma moneda.
Khishka

JARDINERO

(El baile de la rabia y la compasión)

El jardinero, viendo que el jardín de su casa estaba marchito y pálido, tomó la decisión de darle una nueva vitalidad a su vergel. Fue al mercado y compró los mejores fertilizantes, es decir, los más malolientes para cumplir con el objetivo trazado.

Y volviendo a casa removió la tierra, luego esparció los fertilizantes por los cuatro sectores de su casa, hasta que la parcela quedó completamente hedionda. Su esposa y sus hijas protestaron, cerraron todas las ventanas y las puertas, y solían salir de casa con barbijos o tapándose las narices debido al olor fétido de los elementos químicos. En cambio, al jardinero, no le quedaba otra cosa sino aguantarse porque sabía lo que hacía y, además, era la única manera de fertilizar la tierra y hacer que el jardín florezca.

Inicialmente toda la familia soportó el mal olor de los fertilizantes tanto que casi su vida se volvió inaguantable y el jardinero, conforme fue regando y cuidando, hizo que el fertilizante penetre hasta las raíces de las plantas. Así, poco a poco, el olor fétido se fue desvaneciendo y el jardín comenzó a tomar cuerpo. De las ramas marchitas brotaron hermosas hojas, luego nacieron los capullos y después todas ellas se inundaron de hermosas flores.

El jardín floreció, las platas se vistieron del verdor, otros recuperaron sus colores originales, y toda clase de flores proliferó en el jardín, tanto que los colibríes, las abejas y las mariposas, comenzaron ha hacer una gran fiesta. Y la alegría retornó al seno de toda la familia que se sumó a la celebración de los otros seres. Disfrutaron del verdor, el colorido y, sobre todo, de la fragancia de las flores que invadió toda la casa. Así el fétido olor del fertilizante se transformó en una exuberante fragancia.

Y es así como tiene que suceder: la rabia puede ser transformada en una gran compasión, así como el olor fétido del fertilizante se transforma en una exuberante fragancia. Pero si alguien simple­mente amontona fertilizantes alrededor de su casa, el olor será insoportable, y él se vol­verá loco y si no echa fertilizante, sus flores se quedarán mar­chitas y pálidas. Lo mismo sucederá si alguien se opone a la rabia e intenta destruirla, estará inten­tando destruir el instrumento musical de la vida y, al destruirlo, su desarro­llo será muy débil y frágil; no podrá desarrollarse en él ningu­na de las cualidades del corazón.

Por tanto: observa atentamente tu rabia, tu ira, tu odio, tu enojo y, por primera vez, verás abierta de par en par las puertas de la compasión, del amor, del cariño, del humor, de la amistad universal, que son la fragancia de la vida.

Jesús dijo: ‘no juzgues y no serás juzgado’, es decir, ¡no elijas! ¡No te conviertas en juez! No digas: la compasión es buena y la rabia es mala. Juzgar no te corresponde a ti. Deja que la Totalidad se encargue de ello. La institución que se ha creado en base al mensaje de Jesús no está orientado hacia Jesús sino hacia Aristóteles, quien dice: ¡o esto o lo otro! ¡Elige! ¡Decídete! Por eso siempre está a favor de algo y en contra de algo. Está a favor de Dios y en contra del diablo. Dios y el diablo son palabras estupendas que no están separados. Están exactamente igual que el olor fétido del fertilizante que se transforma en una exuberante fragancia. Dios y diablo son las dos caras de la misma moneda, es la misma energía que se transforma en Dios y en diablo. El diablo es una cara de Dios y, Dios, es la otra cara del diablo. La misma energía: unas veces se presenta como diablo y otras veces como Dios. No existe dualidad alguna.

Nuestra civilización actual adolece de una enfermedad que se llama: aristotelitis. Esto, en ves de colaborar a la unidad, ha propiciado la división al interior de la consciencia del ser humano. Al elegir caes en la trampa, pues siempre que eliges algo te pones en contra de algo. Esa es la raíz de toda división. Y la vida es unidad, una gran orquesta, una unidad sinfónica, es un profundo unísono.

Por eso yo te digo: ¡ni esto, ni aquello! Simplemente ¡no elijas! ¡Vive sin elegir! ¡Vive sin hacer distinciones! Porque si eliges o si distingues una cosa de la otra, debido a la lógica de tu San Aristóteles, caerás enfermo, dividido, fragmentado y partido, por tanto, un accidente. Y, obviamente, terminarás en el manicomio.

Una señora me dijo:

- He vivido durante diez años una vida fantástica con mi esposo, sin discusiones y sin enfados. Y de repente pasó algo: ¡él me ha abandonado! No sé por qué.

El aristotélico es así. Piensa que si no hay peleas y disgustos, ni discusiones ni enfados, la vida es fantástica. Y cuando el marido se va comienza a filosofar, lo cual es absolutamente lógica, y dice: ¿qué ha pasado? Diez años juntos, adorándonos el uno al otro ¡de repente me ha dejado! ¿Se ha vuelto loco? No hay lógica que pueda explicar la vida. Si así comprendes la vida tendrás que conformarte con un poco de filosofía.

El amor no es sino la otra cara del odio. De hecho si el amor es grande tiene que haber disputas, peleas, enfados, que lo enriquecerán. A veces odias, a veces amas, a veces quieres matarlo o deshacerte tan pronto como fuera posible de tu amante, a veces puedes separarte por un tiempo. Pero, después de ese lapso, si vuelves de nuevo con él o la misma persona, el amor rejuvenecerá, se renovará. Comenzará a haber ritmo, música, baile, poesía, romance y canto. Ahora ella es una muchacha virgen, ahora él es un muchacho esplendoroso, poético y romántico, lleno de vida. ¡El amor comienza nuevamente! Todo comienza a ser bello porque la vida no está muerta, está viva. La lógica está muerta y la vida no es lógica. La vida es la mayor armonía que existe, la vida es una profunda sinfonía de la Existencia. ¡Viva la vida!
Khishka