martes, 15 de septiembre de 2009

SOMBREROS DEL MAESTRO

(Sobre el dar la bienvenida)

En una aldea se comenzó la costumbre de regalar sombreros al maestro espiritual. Llegaban gentes de distintas partes del mundo, de diferentes razas y de diversas religiones. Algunos solían quedarse buen tiempo junto al maestro, meses, incluso años. Los devotos, durante su estadía, solían alojarse en las cercanías del Centro Espiritual por el tiempo que querían.

En una de esas ocasiones, una de sus devotas más cercanas, le regaló un hermoso sobrero que estimuló a otros discípulos a hacerle el mismo obsequio, suponiendo que, a su maestro, le gustaban los sombreros. De modo que, todos los que acudían al Centro para visitarle y estar un tiempo con él, siempre solían llevarle el sombrero más cotizado y más precioso de sus pueblos y países. Y el maestro solía recibirlos con mucha gratitud los regalos. Los sombreros se multiplicaron hasta que el maestro tuvo que comenzar a utilizarlos en cada sesión de conferencias, es decir, en cada una de ellas siempre usaba un nuevo sombrero. No le quedó otra alternativa.

Cada mañana y cada tarde el maestro se sentaba en el sillón del Centro Espiritual con su nuevo sombrero y, una de las devotas, recién llegada de otro país, comenzó a fijarse en el pequeño detalle mientras otros, que ya se habían acostumbrado, escuchaban sus discursos y se alimentaban con sus mensajes normalmente. Sin embargo, el que estaba impactado por los sombreros, se atrevió a preguntar al maestro. Le dijo:

- Maestro ¿por qué, últimamente, cambias de sombrero y la llevas tan elegantemente?

El maestro contestó:

- ¡Pregúntaselos a los sombreros, no a mi! Aparecieron de repente; alguien siempre me los trae; se cruzan en mi camino. Así como tú has sido bienvenido ellos también querían ser bienvenidos y respetados, y han encontrado la cabeza adecuada para posarse.

Cuando estás centrado en tu ser, hasta los sombreros serán bienvenidos. No seas ingrato ¡ábrete! Y la Existencia se posará sobre ti. ¡Ábrete como una flor a los rayos del sol!

Khishka solía comprar, para cada fiesta de su pueblo, una damajuana de vino para su amigo, a quien le encantaba la esencia de la vid. El amigo era en realidad un borracho muy conocido por todo el pueblo.

El hombre cada vez que se emborrachaba siempre iba a la casa de Khishka, tocaba la puerta y pedía un traguito, sabiendo que su amigo siempre tenía algo de vino para él. Luego se iba profundamente agradecido. La actitud parecía una especie de sana costumbre.

Una mañana fue donde Khishka con la propuesta de brindar –ambos– por el cumpleaños de su comadre Concha. Pero Khishka no cedió y dijo:

- ¡A mí no me gusta el trago. Es a ti a quien le gusta. Tú puedes brindar aunque sea dos veces!

Siguiendo la sugerencia el borracho brindó dos veces, por él y por su comadre. Luego se fue muy contento.

Khishka es la calidad de ser humano que sabe dar la bienvenida, sabe tratar cordialmente, sabe comprender la vida, incluso de los borrachos. Para un ser humano de profunda comprensión cualquier cosa será bienvenido: sea buena o mala. Y como en el Unidad se disuelven las polaridades, él, ya no es un fragmento sino una Unidad. Es uno con el Todo, por eso nada le provoca escándalo ni motivo de juicio. Hasta Dios y el diablo serán bienvenidos porque son las dos caras de la misma moneda.
Khishka

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