sábado, 28 de noviembre de 2009

¡‘LA MULA O LA VIDA’!


(Melgarejo, un destello de Sabiduría)

En Bolivia, en el año 1840, Don Mariano Melgarejo, por entonces sargento, estaba yendo a pie de Oruro a Tacna (Perú), sin llevar nada más que unos pocos pesos y su fusil. Había andado dos días; las fuerzas enemigas le perseguían; y él se encontraba fatigado y rendido. Luego, a lo lejos, vio venir un jinete en una rica mula, era un sacerdote, un párroco de un curato inmediato que regresaba de una confesión.

Melgarejo se acercó y, viendo que no había nadie en aquel lugar desértico, preparando su fusil y apuntando al pecho del cura, le gritó:

-¡Bájese, padre cura! ¡La mula o la vida!
El sacerdote más muerto que vivo del susto, ante aquel encuentro inesperado, echó pie a tierra.
Melgarejo añadió:
-No me tome por bandido señor cura. Soy un hombre honrado; soy el sargento Mariano Melgarejo, vengo huyendo y necesito una montura para salvar mi vida. Perdone usted, y esté seguro de que algún día corresponderé a este favor. ¿Cómo se llama usted, señor? –Preguntó–.

Y sacando del bolsillo un lápiz y un papel apuntó el nombre del sacerdote y montando en la mula se alejó rápidamente, mientras el cura, triste, asustado, y cariacontecido, siguió a pié el camino hacia la parroquia, donde refirió a todos el percance que le había acontecido.

El cura dio por perdida su rica mula, cuando, después de algún tiempo de este suceso, un día se presentó en su casa un arriero y le entregó su mula, con su mismo ensilladero y una carta de Melgarejo; se la devolvía desde Tacna y le manifestaba su agradecimiento.

Veinticinco años más tarde, y siendo ya Melgarejo presidente de la República de Bolivia, la primera vez que pasó por Oruro, averiguó con mucho interés el paradero de aquel cura, cuyo nombre no recordamos, y como le dijeran que había muerto hacía mucho tiempo y que sólo vivía su madre y muy pobre, Melgarejo exclamó en un arranque de gratitud y de nobleza:

-Pues no puedo pagarle a ese hombre un favor que le debía, he de pagárselo a su madre. E inmediatamente compró una casa que regaló a la anciana señora, obsequiándole además, con una buena suma de dinero, en recuerdo del servicio que le debía a su hijo.

Ésta hermosa anécdota se lo debemos a Tomás O’Connor D’arlach, quien anota en su prólogo al libro ‘EL GENERAL MELGAREJO’ (Hechos y dichos de éste hombre célebre) algunas aseveraciones de Pablo Subiera a cerca de este personaje notable: “Era grande y pequeño: reía ante el incendio de un pueblo y lloraba ante el dolor de un niño; despreciaba a los hombres de Estado y adoraba a una mujer vulgar… Los instintos, hábitos y propensiones de todos los animales feroces y benignos, habían ido a buscar representación en esa síntesis de todas las pasiones, desde la ambición, hasta la concupiscencia y desde la ira hasta la piedad… Todo era en él orgánico, fisiológico, material; el fulgor fascinador de la mirada del tigre ardía en sus pupilas, una espuma verdosa bañaba sus labios, y hasta esa palpitación jadeante de sus fauces decían en ciertos momentos que su pecho era una caverna de pasiones contradictorias de luchas tremendas y hasta de ambiciones absurdas”. En él convergían los defectos y las cualidades; no era ni santo ni pecador; simplemente era un hombre, un hombre como tal, hecho y derecho, un hombre sabio, un hombre natural, tal como la existencia quiso que fuera. En una palabra: una ‘síntesis’ de la Totalidad porque, en él, se disuelven las contradicciones que aparentemente existen. Un militar así, tan notable y tan singular en la historia de Bolivia, es digno de mención.

Melgarejo ha sido total, es decir, un encuentro de polaridades. Él era tanto el día como la noche, la virtud como el vicio, lo negativo como lo positivo, el cielo como la tierra, el fuego como el agua. Un hombre cabal, completo e íntegro. Simplemente ha aceptado lo que hay y, aceptando lo que hay, él se ha aceptado en su totalidad. Él ha vivido su verdad en su completa desnudez, como quiera que sea, no tuvo ningún interés en interferir en la corriente de la vida.

Si hay un hombre hermoso en la historia de Bolivia, a quien vale la pena recordar, es Melgarejo por su totalidad, por su destello de sabiduría. Ese Melgarejo, ese sabio, es un círculo perfecto. Lo contiene todo, no rechaza nada. Ese es el SOFOS, una hermosa palabra que define un hombre hermoso, sabio, digno de respeto y admiración. En la escuela se enseña de Melgarejo apenas la parte defectuosa, la parte inmoral, la parte loca, y se olvida su cualidad, su sentido profundamente humano. Por eso conviene tomar al individuo en sí, el todo, sin prejuicios morales y sin conocimientos prestados. Así es como se debe mirar: con la cualidad de una tabula rasa, a esta clase de personalidades notables.

SOFOS es una palabra hermosa que significa Sabio. Viene de SOFÍA que significa Sabiduría. Y la sabiduría no es conocimiento, no es información. Sabiduría es algo que surge en ti; es tu florecimiento, es tu fragancia. Con la sabiduría te vuelves luminoso; con ella eres la convergencia de las polaridades; con ella estás en el centro, arraigado e integrado; dejas de ser fragmentario; eres un Todo. Eres Universal. La Sabiduría es una revolución en tu ser, porque sucede en el santuario mismo de tu ser. No es prestada como el conocimiento o la información; como las escrituras o las doctrinas; como los sistemas de pensamiento o los credos; como los argumentos o las conjeturas. La sabiduría es tu propia experiencia, individual, pura y auténtica. ¡Tú sabes! ¡Has llegado! Por eso FILOSOFÍA significa AMOR A LA SABIDURÍA, término que se lo debemos a Pitágoras. Y la sabiduría nunca es intelectual, es intuitiva, por eso es salvaje. No es de la cabeza, es del corazón. La filosofía es como la persona amada y, la persona amada, es algo divino. Y si es así no es comparable con la filosofía moderna que en sí no es filosofía sino ‘sofistería’, es decir, aquello que trata de conocimientos, informaciones, que es pura palabrería y palabrería repetitiva. Escuché decir: copiar un artículo se llama plagio; copiar de un libro se llama tesis; y copiar de varios libros se llama tesis doctoral. Esto, como tal, es algo estúpido, es algo repugnante, grotesco, feo, como una ‘prostituta’, palabra que definiría acertadamente la filosofía moderna y sus filósofos.


En cambio SOFOS, el Sabio, es el producto más hermoso del universo, de la Existencia y de la vida. ¡Afortunados son los que han bebido de sus aguas!




Khishka

¿QUÉ ES UN SANTO?


Sé un sabio, no un santo!)

Escuché la siguiente anécdota: Un rabino muy conocido y muy santo se encontró con un sacerdote católico en un banquete.

El sacerdote dijo al rabino:
-Tome un poco de jamón.
El rabino contestó:
-No me apetece.
El cura insistió:
-¡Venga! Pruebe un poco. Está muy bueno.
El rabino respondió:
-Gracias, pero no pruebo la carne porque mi religión no me permite.
-¡Es realmente deliciosa! –Suspiró el sacerdote–.
Y Cinco minutos después volvió a insistir:
-¡Hombre! Debería de probar este jamón, al menos un poco. ¡Le va a gustar!
-No, gracias –replicó el rabino–.
Después de la comida, los dos hombres, se estrecharon las manos. Luego, el rabino dijo al sacerdote:
-¿Le gusta hacer el amor con su esposa?
-¡Oh rabino! –Exclamó el cura–. Debería saber que no se nos permite estar casados. No puedo practicar el sexo, –añadió–.
Y el rabino dijo:
-Debería probarlo. Es más rica que el jamón.

Esta es la situación de cualquier santo: está recluido en una cierta mentalidad religiosa o política. Su característica principal es la represión. Conoce una mínima parte de la vida. En casos excepcionales apenas conoce la luz pero no sabe nada de la oscuridad, que también es bella, tan bella como la luz.

La vida florece gracias al encuentro de las polaridades. Sin el encuentro de ellas, cuyo resultado eres tú, no estarías aquí. La vida está justo en medio. El santo, aquel ente tan mentado en las religiones, es un diminuto fragmento de la Totalidad. Es algo incompleto. ¿Por qué? Porque santo es lo contrario al pecador. El pecador es su polo opuesto. Santo es aquel que no es pecador, que ha elegido la virtud, es decir, una determinada polaridad. No es íntegro. Se ha hecho enemigo de la otra polaridad. Ha elegido la virtud en vez del vicio.

El pecador es, en cambio, aquel que ha elegido el vicio en vez de la virtud. Por lo tanto, el santo depende del pecador y, el pecador, depende del santo. El santo no puede existir sin el pecador, el pecador es como una sombra del santo, como el santo es la sombra del pecador. El pecador no puede existir sin el santo. Son compañeros de camino, sólo pueden coexistir. Por eso no hay una diferencia esencial entre un santo u otro, sea de cualquier religión, como tampoco existe una diferencia esencial entre un pecador y otro al interior de cualquier credo.

Una niña por primera vez fue al Cine, y a su regreso su madre le preguntó:
-¿Qué te pareció el Cine?
La niña contestó:
-No hay mucha diferencia con las clases de catecismo en la Iglesia.
-¿Cómo? –dijo la madre–.
La niña afirmó:
-Sí, no hay mucha diferencia: en el Cine nos dicen: ¡por el amor de Dios no se levanten! ¡No se paren! Y en los cursos de catecismo nos dicen: ¡en el nombre de Jesús, levántense y alcen sus manos a Dios! No hay mucha diferencia.

¡No hay mucha diferencia entre un santo católico y un santo judío, un sacerdote o un rabino! Cualquier santo, esto es, de cualquier religión, es igual, es la sombra del pecador. Sin embargo todas las religiones están constantemente insistiendo en ‘ser santos’ a costa de contrarrestar a los pecadores. Pero si realmente quieren que desaparezcan los pecadores, tendrán que hacer desaparecer a los santos. Es preciso que desaparezca el sujeto para que desaparezca su sombra. Y en cuanto desaparezcan los santos, desaparecerán también los pecadores, porque la existencia del santo es la causa de la existencia del pecador y viceversa.

Visto superficialmente, los pecadores son desdichados y los santos son virtuosos. Si respetas a un santo, condenarás al pecador. La lógica de ambos es igual: uno elige el día y el otro la noche; uno elige lo amargo por dulce y el otro lo dulce por amargo; uno elige la luz y el otro la oscuridad. En el fondo no hay diferencia entre el pecador y el santo. La única diferencia es la elección que han hecho. Nada más. Es como si uno eligiera dormir de día y el otro de noche. Pero la vida no es sólo día ni sólo noche. No. La vida es ambos. Por tanto, el santo es la mitad y el pecador es la otra mitad. Sin embargo ambos son desdichados: unos porque pierden la belleza de la virtud y, otros, porque han reprimido algo que no puede ser destruido y que es esencial para la vida.

Un santo lleva en sí un pecador oculto, de ahí la hipocresía; y un pecador lleva en sí un santo oculto, de ahí su destello de belleza. La consciencia del santo es la inconsciencia del pecador y la consciencia del pecador es la inconsciencia del santo. Uno es la sombra del otro.

Por tanto, mi sugerencia es, por su puesto si compartes la idea: ¡No seas un santo o te lo perderás todo! ¡Sé un sabio! Pero un santo puede fingir ser sabio. Tiene la posibilidad. Por eso existe la hipocresía, pues el pecador es menos hipócrita que el santo, está en una posición mejor. Sé un Sabio, esto es, ni santo ni pecador, sino ambos, íntegro, total, completo, pleno como nuestra Madre, la Existencia.


Khishka

LOS CELOS


(Amor malentendido)

Henry y Sandra eran una pareja recién casada. Pasó la luna de miel y fueron invitados a los quince años de su sobrina. Una vez llegado al local de fiestas, casualmente, Henry se encontró con su amiga Fabiola y se saludaron efusivamente. Como el encuentro fue tan efusivo después de mucho tiempo, Fabiola, como solía acostumbrar en otrora, le invitó a bailar a Henry. Él pidió permiso de su flamante esposa para complacer a su amiga.

Cuando comenzaron a bailar demostraron elegancia y ritmo, y, al mismo tiempo, soltura y belleza en el baile. El baile apasionado y elegante, como en otrora lo hacían cuando solían ser pareja en los cursos de valet, despertó la admiración de la gente. Entre ellos, se escuchaba algunos susurros como este:
-¡Qué bien baila esa pareja! ¡Hacen buena pareja! En eso, una de las amigas se acercó a Sandra y le dijo:
-Sandra, no debes permitir esa escena. Eres recién casada. Es falta de respeto. Eres su esposa. Tú deberías estar en lugar de esa mujer.
Estas palabras tocaron el ego de Sandra, quien se sintió herida profundamente. Sintió celos, unas lágrimas corrieron por sus mejillas y comprendió que no debía tolerar más la escena, algo debía hacer. Y al sentirse apoyada por su amiga, dio razón a sus celos; se limpió el rostro y, muy autoritariamente, se acercó a Henry y le dio un sopapo diciendo:
-¡Qué te has creído! ¿Para eso me has traído? ¿Para hacerme quedar en vergüenza?
Y Henry dijo:
-¡Pero Sandra! ¿Qué te pasa? ¡Te he pedido permiso! Sólo estoy bailando con mi amiga. Estamos recordando aquellos tiempos cuando éramos muchachos e íbamos a los cursos de valet. Eso es todo.
Pero no habiendo sido suficiente la explicación, se apoderó de Sandra unos celos que no pudo contenerse. Se dio la vuelta y con lágrimas en los ojos, tomó sus pertenencias y se fugó a casa. Una vez llegado, locamente aturdida por la escena demostrado por su flamante esposo, arrasó con todo, tumbó las cosas, rompió los cristales e hizo cuanto se le vino en gana. Su casa, nueva y hermosa, se convirtió en un verdadero infierno. Enseguida vino tras de ella Henry, quiso calmarla, pero fue imposible. Comenzó a arrojarle cosas sobre la humanidad de su esposo hasta que el marido tuvo que salir silbando de la casa. Esa noche, el hombre, quedóse en un Hotel y al día siguiente, cuando se asomó a la puerta, parecía captar un silencio absoluto, y comenzó a llamar a Sandra. Decía:
-¿Sandra? ¿Estás ahí? Perdóname, no quise ofenderte. Sólo fue un baile. Eso es todo.
Sandra no contestaba nada y tampoco estaba en ninguna parte. Sólo quedaba el baño por revisar, la que estaba asegurada. Henry, insistentemente, tocó y tocó, y nada. Sandra no contestaba. Entonces acudió a su fuerza física y logró abrir. Y encontró a Sandra muerta, ahogada en la tina.

Desde nuestra tierna infancia nos han enseñado a comparar y la comparación se ha vuelto algo tan arraigado en nuestro ser. Ciertamente la comparación es una enfermedad, una enfermedad suicida. Y el suicidio es fruto de la mente comparadora. Compara a cualquiera que pase junto a ti, y surgirán los celos. Siempre ocurre así: alguien tiene un hermoso jardín, alguien lleva una vida mejor que tú, alguien tiene un auto de último modelo, alguien es más guapo que tú, alguien es más simpática que tú, alguien baila mejor que tú, alguien es más inteligente que tú, alguien tiene un mejor esposo que tú, etc. Esa mente comparadora es la causa de todos los celos, las desdichas, las desventuras, y los sufrimientos de la gente. La comparación es la causa de los suicidios.

En cierta ocasión Bernard Shaw dijo: ‘si no voy a ser primero en el cielo, me gustaría ir al infierno… pero me gustaría ser el primero’. La mente comparativa siempre quiere ser el primero, lo cual es un fenómeno psicológico muy sutil, tanto que parece natural. De una manera u otra uno quiere ser el primero y así sigue construyendo castillos y castillos con un grano de arena.

Recuerdo una anécdota. Tres mujeres del hampa, madre todas, estaban hablando de las hazañas de sus hijos y se enorgullecían mostrando lo precoces que eran para el delito, tomando en cuenta que estaban en un país envuelto en exceso de velocidad y violencia.
La primera decía:
-Mi hijo tiene cinco años y me salió de una rapidez asombrosa. Entramos a un supermercado y sin que lo pudiera ver el guardia de vigilancia se robó, él solito, dos litros de leche, un yogurt, un paquete de arroz y cuatro botellas de bebidas gaseosas.
La segunda suspiró:
-Ah, es que tú no viste a mi hijo que tiene tres años apenas. El otro día fui con él a una casa de electrodomésticos y se robó una batidora, dos radios, cinco compacteras portátiles y un DVD de última generación. Y todo sin que nadie se diera cuenta…
-Vaya, vaya –replicó la tercera que tenía un embarazo de siete meses–. Eso no es nada comparado con el mío.
Y las otras pararon las orejas y, una de ellas, dijo:
-¿De qué estas hablando, si tú recién estás embarazada del primero?
-Además –complementó la otra– ¿qué hazaña puede haber hecho si todavía no ha nacido?
Entonces la embarazada replicó:
-¿Qué no? Para que vean: el otro día me rasqué la entrepierna, porque me picaba, y sin que me diera cuenta me robó todos lo anillos y el reloj.

Así es la mente comparativa: siempre quiere sobresalir, siempre quiere ganar, siempre quiere ser el primero, aunque sea en la estupidez, siempre quiere ser el primero. Y debido a esa mente ya no puedes confiar en nadie y eres capaz de suicidarte. Así es como este mundo funciona y pierde su belleza. Pero si dejaras de comparar, dejaras también de ser celoso. La comparación es la causa de los celos y, a causa de los celos, creas problemas de toda clase, y problemas que no existen. Todos los problemas son tus creaciones. Te vuelves demasiado aficionado a los problemas. Creas problemas hasta que vas a parar al borde del mismo suicidio.

Cuando eres celoso, con un grano de arena construyes edificios enormes, agrandas los problemas, publicas a todo el mundo. Todo porque eres celoso. Cuando comparas, ves que una mascota es más querida que tú y sientes celos. Deja de comparar, y se desvanecerán los celos. Los celos son la causa de tus sufrimientos. El negocio de los sacerdotes, los psicoanalistas, las iglesias, las instituciones de asistencia a las familias, a las parejas, los gurús, los rabinos, los popes, existen gracias a tus celos y a tu mente comparadora. Si dejaras de comparar, ellos también dejarían de existir.

La comparación es una actitud muy necia. ¿Por qué? Porque cada persona es única, es incomparable, es irrepetible. Por ejemplo: en Bolivia ha aflorado más, en estos últimos años, que ‘CAMBA’ es sinónimo de raza superior, impecable, eficaz, hospitalaria, etc. De hecho uno puede constatar eso cuando uno llega a la ciudad de Santa Cruz. A la entrada está un letrero que dice: ‘LA HOSPITALIDAD ES LEY DEL CRUCEÑO’, pero eso es falso ya que, cuando uno llega, lo primero que te preguntan es: ¿de dónde eres? El interés estriba en saber si eres ‘Colla’ o no, cuando la Hospitalidad alude a otra cosa, a la Acogida sin distinciones ni preguntas de ninguna naturaleza. La Hospitalidad es simplemente Hospitalidad, no tiene matiz partidaria ni cultural.

Sin embargo, en Santa Cruz, la Hospitalidad es una palabra corrompida, parece más una palabra detestable o algo repugnante, porque el ‘camba’ le concedió ese matiz racista. Pero, en el fondo, ser ‘camba’ es una simple creencia, inculcado por un inconsciente colectivo donde reina la enfermedad de la comparación. Se compara demasiado con el ‘Colla’ y para creer que es superior se hunde, él mismo, en un complejo de inferioridad. Por eso el Cruceño adolece del complejo de inferioridad y, para el colmo, de ello es absolutamente inconsciente. En el Oriente Boliviano ha florecido una mente tan estúpida donde el ‘camba’ es capaz de entregar su propia alma a cualquiera que le ofrezca un pasaporte para sublimar su raza, como signo de autoprotección.

Eso es exactamente lo que ha querido hacer una de sus Missses que, debido a ese complejo de inferioridad manifestada en la mente comparativa, cuya máscara es creer ser superior con sólo ‘ser camba’, estando tan arraigado en ello, declaró sólo estupideces en un certamen de belleza que se llevó acabo en Ecuador. Creo que todos los bolivianos lo vamos a recordar siempre. Ella dijo, nada menos que, representando a Bolivia: ‘en Santa Cruz, los ‘cambas’, hablamos inglés, somos de ojos azules, somos gente de raza blanca’, y demás tonterías. Sin duda ha hecho el ridículo, sólo demostró la pobre, poca inteligencia, subhumana que tienen los cruceños debido a su creencia particular, y eso demuestra que en el Oriente Boliviano no ha evolucionado la inteligencia. La evolución de la inteligencia no depende de ninguna creencia. Por eso alguien les habla de Democracia, ellos gritan ¡democracia! hasta en un funeral; alguien les habla de Autonomía, ellos gritan ¡autonomía! hasta en los estadios y en las iglesias; alguien grita estado de derecho, y ellos gritan ¡estado de derecho! estando entre las vacas; y lo peor es que no tienen la menor idea de lo que dicen, me parece que dicen por ignorancia. Allí la inteligencia es tan pobre que se creen la mejor raza del mundo, pero eso es una simple creencia, porque ni siquiera intelectualmente no lo han demostrado. Vive recluido en las rejas de su propia creencia. Sin embargo, allí, la mente comparativa está muy evolucionada.

La sociedad cruceña, mediante sus agente sociales, el padre y la madre, los profesores, las mismas autoridades políticas y religiosas, van inculcando el afán de comparar desde su tierna infancia a los ciudadanos. Para esa mente decadente lo malo, lo feo, lo ineficaz… está asociado al ‘Colla’ (que es otra creencia, pues ‘colla’ en sí, en Quechua, significa ‘cobarde’ y la cobardía es una característica humana universal más que regional. Por eso es una simple palabra malentendida exactamente igual que ‘Camba’). Sin embargo, todo denominativo con la cual asocia al ‘Colla’, para el ‘Camba’, funciona como autoprotección o como una coraza. Y cada vez que ve surgir a un ‘Colla’ se siente tan herido y tan ofendido en lo más profundo de su ego. Ver a alguien por encima de uno, duele y, como duele, no puede tolerar. Está obligado a refugiarse en el artilugio de la comparación. Para ellos, siempre, alguien está por encima o alguien está por debajo. Y esto es un verdadero círculo vicioso reinante en aquella sociedad.

Esa forma de vivir comparando es la que crea los celos, es decir, alguien está por encima, y él se siente celoso, porque esa persona ha triunfado y él ha fracasado, o viceversa. Esto es claro en la política actual boliviana. Asimismo, la conclusión de que ser ‘camba’ les hace superiores es un a priori fundamental de aquella cultura, de aquella sociedad, por eso parecen buenos creyentes y católicos, y, eso hace de ellos no científicos. Y de hecho, en Santa Cruz, hay más creyentes que en cualquier parte de Bolivia. Son creyentes en esto y aquello, pero no son científicos. He ahí su decadencia, su adolescencia, su inmadurez, y su infantilismo. En una palabra: fácil de ser manipulado por cualquier asunto político o religioso.

Hemos dicho que esa comparación crea los celos. Ahora bien, los celos, son una de las áreas más frecuentes de la ignorancia psicológica sobre uno mismo y sobre las relaciones con otros. La gente cree que sabe qué es el amor, pero en realidad no sabe. ¡Malentiende!

He escuchado ésta anécdota: Fabiana estaba tomando café con Andrea. Fabiana preguntó:

-¿Cómo sabes que tu marido te ama?
Andrea contestó:
-Saca la basura todas las mañanas.
Fabiana dijo:
-Eso no es amor. Eso es buen trabajo doméstico.
Entonces la otra dijo:
-Mi marido me da todo el dinero que necesito para mis gastos.
Y ella respondió:
-Eso no es amor. Eso es generosidad.
La otra siguió argumentando:
-Mi marido nunca mira a otras mujeres.
Ella contestó:
-Eso no es amor. Eso es cortedad de vista.
La otra replicó:
-Alberto siempre me abre la puerta cuando llego.
Fabiana seguió retando los argumentos de Andrea. Dijo:
-Eso no es amor. Esos son buenos modales.
La otra finalmente dijo:
-Alberto me besa incluso cuando he comido ajo y tengo los rulos puestos.
Y Fabiana aprobó diciendo:
-Bueno, ¡eso es amor!

Todo el mundo tiene su propia idea a cerca del amor. Y, como tal, las ideas siempre son ‘a cerca de’, nunca son el amor mismo. Por amor se refiere a un cierto monopolio, de ganas de poseer algo, un varón o una mujer. Pero un individuo, sea varón o mujer, cuando es poseído como una cosa deja de ser algo vivo. Sencillamente ¡ha muerto! El que posee a una persona como una propiedad privada es un homicida, porque la vida no se puede poseer, es algo gratuito, libre, tanto que en cualquier momento se puede ir. La vida es como una mariposa que se posa en las manos abiertas de una flor y, como estas están abiertas, se va en cualquier instante. Que el amor sea así es una simple verdad de la vida, pero si comprendes como un cierto monopolio, evidentemente, sufrirás sin motivo alguno. Incluso puede que llegues a suicidarte o, por lo menos, irás a sentarte en el diván de un psicoanalista. Respecto al amor es necesario tener siempre las manos abiertas.

En cosas del amor el miedo al mañana está destruyendo el hoy. Amas a un hombre, amas a una mujer, y más si es guapo o guapa, quieres poseerlo sólo por miedo a que se marche mañana. Esa es la situación. Pero llega un momento en que él o ella se van y confirmáis vosotros que, vuestros celos, tenían razón, y comenzáis a sufrir debido a vuestro malentendimiento del amor.

Mi sugerencia es: si alguien los ama, dejad que os ame; si alguien es amado o amada, dejad que sea amado/a. ¡No interfieras en su camino! Si alguien está de júbilo con otro o con otra, dejad que esté de júbilo; si alguien celebra con otro o con otra, dejad que celebre. ¡No seas una entrometida o un entrometido! ¡Vive el amor hoy, no la desperdicies! Es tu única oportunidad. Que ella sea feliz con otro, está bien, lo más importante es que sea feliz; que él es feliz con otra, está bien, lo más importante es que sea feliz. ¿Para que tener un infeliz o una infeliz a tu lado? Si así ocurriera tú vida no sería más que un infierno, porque la infelicidad crea infelicidad. Es una enfermedad contagiosa.

Si amáis tanto ¿cómo podéis destruir la felicidad del otro? Otra vez, ¡No seas una entrometida o un entrometido! Tú sé totalmente feliz, hoy mismo, no importa con quién. No te preocupes si el otro o la otra ha progresado en el conocimiento del amor. Volverá pronto, regresará. Y si no regresa ¿por qué preocuparse? Para ti se abre la gran oportunidad para seguir progresando en el amor. El amor es amplio, no es una cárcel. El amor es libertad, una libertad que no tiene límites de ninguna naturaleza. Pero a ese amor lo carcomen los celos. Los celos son síntomas de que aún no has aprendido lo que es el amor. Por tanto tienes la oportunidad de progresar, de evolucionar.

Los celos son la ausencia del amor. Así que tú eliges: o inviertes tu energía en los celos o en el amor. Tenlo presente. Sin embargo no intentes solucionar rechazando el no-amor o rechazando los celos, simplemente obsérvalos y, ellos, desaparecerán. Si intentas solucionar, como parece lógicamente, crearás más problemas. Sólo obsérvalos y, poco a poco, te olvidarás de los celos y ya no te provocarán molestias. Obsérvalos y compréndelos, sólo así sabrás que estás haciendo el ridículo siendo celoso o celosa. No lo olvides: ¡Obsérvalos y compréndelos!



Khishka

PASTORA


(Todo está relacionado)

Una pastora vivía en el campo cuidando sus ovejas. Tenía más de quinientas. La casucha donde vivía era precaria, pero el pasto para las ovejas era abundante. Ella solía recoger agua de un pozo que se encontraba muy cerca de su choza. El pozo contenía un sapo que, cada vez que ella iba a recoger el líquido elemento, provocaba en ella ciertas reacciones. Pero, con el tiempo, el anfibio comenzó a causar rechazo y fastidio por parte de la pastora, ya que siempre se encontraba dando vueltas dentro del pozo.

Un día estando en pleno fastidio, la mujer, tomó la decisión de quemarlo al animal. Lo sacó del pozo, lo llevó, y lo arrojó al fuego y a las brazas ardientes. El sapo, muerto o vivo, quiso escapar de la catástrofe pero, la mujer, no se lo permitió. Después de un rato el pobre sapo terminó achicharrado en el fuego y la braza ardiente. Finalmente terminó en cenizas y al fin, la pastora, descansó de la presencia fastidiosa del anfibio.

Sin embargo, pasaron unos días y el pozo comenzó a secarse, el agua disminuyó, los arbustos a su alrededor comenzaron a secarse y no hubo más remedio. Entonces acudió al Adivino del lugar y éste le dijo:

-No habrá más agua en el pozo, por tu culpa, porque haz quemado al dios del agua. Ese sapo hacía que exista agua, pero ahora, el lugar, está condenado a secarse y convertirse en desierto.

La pastora haciendo caso omiso de las palabras del adivino decidió ir al río más cercano para conseguir un nuevo sapo y así resolver la deuda, pero el otro sapo, traído de otro lado, también se murió porque no era su hábitat natural.

¡Todo está relacionado! Nada ni nadie es una isla en este mundo. Si bien ahora eres lo que eres, cuando mueras te convertirás en comida para otros seres, para los gusanos u otros microorganismos. Esos microorganismos se transformaran en tierra y, la tierra, se transformará en exquisitas frutas, verduras, espléndidos árboles, majestuosas rocas… Esa transformación puede que duren miles o millones de años, pero ocurrirá. Las generaciones humanas y los otros seres del futuro nos necesitarán, exactamente, igual que nosotros necesitamos del ellos para subsistir mientras estamos aquí. La vida es un juego de ese tipo. Todo tiene que ver con todo, aunque en la mente humana parece separado, completamente aislado. La separación y la división son las ficciones más grandes de la mente.

Así que unas veces pudiste haber sido un gato, otras veces una hormiga, a veces un árbol, una fruta, una roca, un río, una montaña, un pez, etc., etc. Si hoy eres un ser humano, magnífico, pero ten en cuenta que otras veces serás un gusano, un mosquito, un ternero, un ratón, una mosca, un pez, un búfalo, un camello, un águila, un perezoso, una flor o un picaflor. Hay tantas vidas que la existencia hace posible. La muerte de cualquier ser es una operación quirúrgica más espléndida obrada por la naturaleza por eso, la muerte, no existe como una realidad sino como posibilidad de cambio o transformación en un nuevo ser. Estamos en manos de la Naturaleza y de la Existencia. Nada se pierde definitivamente, todo cambia, todo se transforma, todo se renueva y, lo único que existe es esa transformación constante. ¡Así que sé generoso! ¡Colabora a este gran milagro de la vida! ¡No seas un mexquino!

El ser humano de comprensión religiosa debería tener presente lo siguiente: cuando matas una hormiga estás cometiendo un asesinato, tu propio suicidio, estás matando a tus ancestros; cuando comes una frutas debería ser consciente que alguien da su vida para que tú subsistas; cuando comes unas verduras, por vegetariano seas, debería tener presente que sigue siendo carnívoro, pues la verdura es carne transformado en verdura. Por eso todo lo que hace un ser humano, en relación a las cosas, debería hacerlo con infinita reverencia y respeto. El Todo está trabajando para ti, para que vivas feliz y no te falte nada, y como tal debería ser tu respuesta, dar de tu parte y trabajar por el Todo. Y esto es una verdadera actitud religiosa.

Sin embargo, frente a esa comprensión, la mente es la ilusión más grande que quiere resolver ese milagro de la vida, el milagro de la interdependencia, pero siempre ha fracasado. La mente es violenta, incomprensiva, astuta, frente a todo ese conjunto interdependiente. Ella, debido a su incomprensión, quiere deshacerse del sapo y, cuando las cosas ya están al borde del abismo, quiere solucionar lógicamente. Pero la vida no es lógica, es simplemente vida, esto es Misterio.


Khishka