viernes, 26 de diciembre de 2008

EL GUERRERO MEDIEVAL

(La moral…)

Los guerreros medievales siempre suelen estar en las cruzadas. Los cristianos se iban a matar musulmanes o a matar judíos, o a convertirlos al cristianismo. Si uno quería permanecer vivo, la única posibilidad era hacerse cristiano, pues lo otro significaba su propio final, es decir, morir.

Un guerrero francés se iba a una cruzada, pero tenía una esposa bella. De modo que, para conservar intacta a su esposa tuvo que hacer algo. Como todos los guerreros, acudió a la fábrica de candados especiales para que, mientras se ausente, durante la guerra o por unos días, no tenga que perecer la infidelidad de su esposa. A ese candado especial, los medievales, lo llamaban: ‘cinturón de castidad’. Era un cinturón con un cerrojo. Algunas fábricas desarrollaron unos cerrojos extraños de modo que daba más seguridad a que nadie pueda hacer el amor con la mujer del guerrero. De ahí que los cerrojos utilizados por los más pudientes incluso tenían un cuchillo dentro. Si algún objeto se introducía en el cierre, el cuchillo le caía encima. ¡Válgame Dios! Esa cosas parecen ridículas, invenciones o mentiras, pero son ciertas. Están escritas en las páginas de nuestra historia universal y, para testimonio, esos cinturones están expuestos en los grandes museos de Europa, especialmente en Londres.

Al guerrero francés le tocó ausentarse durante seis meses, tal vez más, quien sabe. Pero lo cierto es que fue quien le aplicó el instrumento a su esposa. Le preocupaba llevarse la llave consigo porque iba a la guerra y, si se perdía la llave, sería muy difícil abrir el cerrojo. Necesitaría llamar a algún cerrajero o alguien que pudiera fabricar otra llave. Pero sería vergonzoso. Entonces llamó a su mejor amigo y le dijo:

- Amigo: voy a una cruzada. Quien sabe si regreso vivo. Pero confío en ti; eres mi mejor amigo, así que guarda ésta llave. Cuando regrese me la devolverás. Es la llave del candado de mi esposa.

El amigo le dijo:

- No te preocupes. Y se quedó con la llave.

Sólo cinco minutos después de que el guerrero partiera en su caballo, vio a su amigo llegar rápidamente en el suyo. El Guerrero se detuvo y le pregunto:

- ¿Qué pasa?

El hombre, su amigo, contestó:

- Me has dado la llave equivocada.

Imagínense. ¡Sólo después de cinco minutos!

Todo ese suceso era un hecho moral reconocido en aquella sociedad en sus diferentes niveles, es decir, tanto a nivel político y religioso, pero ahora, para nuestro tiempo, no es más que una estupidez. Una estupidez patriarcal, podríamos decir, cuando la mujer era absoluta propiedad privada del varón… aunque aún en muchas partes del mundo sigue vigente aunque con matices diferentes. Eso revela los ‘candados’ que están en los grandes museos de Europa, especialmente en Londres.

No existe una moral establecida para todo tiempo. Sencillamente no lo hay. La moral que conocemos no es más que una conveniencia social y, las conveniencias sociales, son las religiones centradas en la idea ‘Dios’. Las religiones organizadas no deberían llamarse religiones porque son simplemente una colección de preceptos morales que aparecen en tus escrituras primitivas. No hay nada de religiosidad allí.

Los mahometanos recibieron el legado de Mahoma. Allí les dice a los varones: ‘podéis casaros con cuatro mujeres’. Mahoma tenía su razón ya que lo decía en tiempos en que los varones guerreaban constantemente. Y es lógico que las mujeres fueran, en cantidad, más que los varones. Por entonces la sociedad era tribal, cada tribu peleaba contra otra tribu. A los varones los mataban y las mujeres sobrevivían. En ese contexto el precepto de Mahoma funcionaba, se la puede entender a él, pues era mejor que un varón se case con cuatro mujeres a que las damas comenzaran a hacer amoríos con esposos de otras mujeres o se convirtieran en prostitutas o se pelearan entre ellas por un varón. Se armaba un problema enorme. Por tanto era razonable el precepto de Mahoma. Pero no se lo puede entender a los mahometanos estúpidos de ahora que siguen aplicando ese precepto, porque ahora la proporción, entre varones y mujeres, es casi la misma con pequeñas diferencias matemáticas en algunos países.

Otro ejemplo. En algunos países, como China, el aborto se aconseja porque hay demasiada gente y, cuando la gente se ha multiplicado en exceso, no suele haber suficiente comida para todos. Muchos pasan hambre. De modo que el nacimiento de uno supone el hambre de muchos. Entonces lógicamente se recomienda tener máximo dos hijos y si hay otros abortarlos, para que otros no puedan quedar privados de su ración. Y en ese caso el aborto es casi una virtud. Sin embargo esa moral no sería aplicable en nuestro país, en Bolivia, porque aquí hay mucho terreno baldío, hay mucho espacio, pues si fueran un poco más inteligentes nuestros políticos, nadie sufriría de hambre y habría comida para todos. En ese caso faltaría gente que la habite. Así tanto el aborto como la esterilización, en muchos casos, pueden ser evidentemente, en cuanto a moral se refiere, acciones totalmente detestables. En Bolivia necesitamos más gente y no hay necesidad de abortos ni de esterilizaciones. Sin embargo esto no quiere decir que estoy a favor del aborto, no. No me mal interpretes. Simplemente estoy diciendo que cualquier moral es siempre relativa, es decir, lo que es aconsejable en un país o región, puede ser condenable en otro. Depende del contexto y las circunstancias.

En Francia los amantes suelen decir a sus amadas: ‘quiero comerte entera’ y ellas se suelen sentir inmensamente felices escuchando la frase. Pero si la misma frase le dices a una india (una mujer de la India) saltará de espanto y horror pues, aunque te expliques diciendo que –sólo quería decirte que ‘te amo’– no te va a entender. Solo por esa frase puedes ir a parar en la policía o en la cárcel.

En ciertos lugares, en menor grado hoy, especialmente en el Tibet, cuyo precepto moral es bañarse una sola vez al año es absolutamente necesario y más que eso es condenable y peligroso, no funciona. Específicamente hablando, lo que acabamos de mencionar, puede ser que funcione con los monjes del Tibet, porque seguramente hace mucho frío allí. Sus escrituras de hecho lo dicen: Más vale apestar que ir al infierno. Pero en realidad si apestas ni el diablo te va ha recibir porque ninguna religión dice que el diablo es apestante, excepto Hugo Chávez (Presidente de Venezuela), quien dijo en una ocasión, con motivo de la visita del presidente Norteamericano a un país latinoamericano. Quien se sentó en una silla, y al día siguiente le tocó sentarse, a Chávez, en la misma. Éste exclamó, antes de ocuparla: -¡ayer estuvo sentado aquí el príncipe de los demonios. Todavía huele a azufre! Solo en ese caso, pero, especialmente en los mitos se presenta como un tipo muy agradable y simpático. Seguro que si las mujeres lo ven se derretirían y caerían redondas en sus brazos. Además si uno observa la moralidad de los monjes tibetanos se volverá nada más que un apestoso pordiosero. Y cuando un tibetano toque la puerta del infierno, el diablo la olfateará y le cerrará la puerta definitivamente, pondrá un seguro y listo. Le dirá: ¡aquí no se reciben apestosos! ¿Qué hará un monje tibetano?

De la misma manera, en alguna parte, el accidentalista occidental, Gabriel Marcel, dijo que ‘el suicidio es la única cuestión verdaderamente filosófica’. Los filósofos Occidentales que se llaman a sí mismo existencialistas, que no lo son en absoluto, muchos se han enloquecido, han terminado en manicomios y otros se han suicidado. En ese caso la pregunta por el suicidio resulta ser verdaderamente la más auténtica de todas porque, su mal llamado existencialismo, de lo único que nos habla y nos sigue hablado es del sufrimiento, el dolor, la angustia, la peste, la guerra, la muerte, el sinsentido de la vida, lo absurdo… y han convertido al ser humano en mero accidente. Por eso la palabra adecuada para ellos sería ‘accidentalistas’ en ves de ‘existencialistas’ porque no hay razones que le den sustento. Esa sería su verdadera definición.

En Oriente existe una religión, quizá la más antigua, el Jainismo. Ésta es la única religión en el mundo que respeta el suicidio. Por eso es muy violento y cruel; es la religión más ascética del mundo; es la más masoquista y sádica, a diferencia de las religiones de Occidente. Muchos de los que defienden la libertad de morir se fundamentan en ese principio jaina. Al mismo principio, directa o indirectamente, se oponen las religiones más occidentalizadas. Y por eso han acuñado otro principio que dice favorecer a la vida y estar en contra de la muerte. Debido a ese principio muchos hospitales están llenos de personas en estado vegetativo pagando el suministro de los médicos. Esto sin duda es una gran injusticia contra el flujo de la naturaleza. Por eso, antes o después, hay una gran necesidad de que todas las constituciones del mundo tendrán que aceptar tanto el derecho al nacimiento y el derecho a morir para dejar de ser injustos con la naturaleza. Como vemos, hasta en las religiones, en el caso del suicidio, para unos será moral y para otros inmoral, y consiguientemente pueden aprobar o reprobar. Entonces todas las religiones o supersticiones, por más que sean finamente organizadas, también son relativas. Ninguna goza de carácter absoluto aunque lo pretendieran.

No existe una moral absoluta, inamovible, indiscutible. No sé si se pueden denominar fragmentos de…, es peligroso, porque casi todas las grandes religiones siempre han estado empeñados en expandirse y marcar a las personas como si fueran ganado. Esa actitud, visto desde nuestro punto de vista, es absolutamente inmoral. Los climas, las regiones, los contextos, las fes, en fin toda la diversidad en general terminan generando diferentes tipos de moralidad. Esas morales no son más que basuras.

Sin embargo existe una moral más allá de todos esos preceptos y acertijos moralistas. La única moral que existe es fluir en el río de la naturaleza. Ese fluir sin más no es sino espontáneo y, lo espontáneo, tiene autenticidad, tiene honestidad, tiene naturalidad, tiene esplendor y bellaza. Y la naturalidad confiere al ser humano la dignidad de ser la consciencia más evolucionada de toda la existencia. Por tanto fluir en el río de la naturaleza es la única acción moral eterna. No hay otra. Y fruir en el río de la naturaleza depende de ti, no de agentes extraños.
Khishka
Testigo ambulante

COMPLEJO DE NAPOLEÓN

(Cualquier diferencia es relativa)

Napoleón Bonaparte era conocido por ser un hombre de muchas proezas militares. Pero sufría debido a su estatura que era de sólo un metro y sesenta y cinco centímetros. Sus guardaespaldas solían medir dos metros de altura. Un día se puso a colgar un cuadro en la pared, pero no alcanzaba. Entonces su guardaespaldas le dijo:

- No tienes que molestarte. Yo soy más alto que usted. Eso puedo hacer yo.

Napoleón le advirtió:

- ¡Cállate. No uses las palabras ‘más alto’! Di que eres más crecido que yo, pero no vuelvas a repetir esas dos palabras. Quedas terminantemente prohibido –sentenció–.

El guardaespaldas, sin querer, casi se mete en líos. Pero lo cierto es que, a su general, se le había tocado la herida o la llaga más vulnerable de toda su vida. Pero como el guardaespaldas no era más que su subalterno tuvo que tomar en cuenta su sentencia.

Todas las ideas de alto y bajo, negro o blanco, luz y oscuridad, vida y muerte, caliente y frío, Dios y diablo, bien y mal, superior e inferior, día y noche… son sólo relativas. Pero cuando cada uno de ellos se convierte en polos diferentes, uno opuesto al otro, y no como caras de una misma moneda, comienza a surgir el ‘complejo de napoleón’. Napoleón se sentía innecesariamente inferior frente a su guardaespaldas cuya estatura era de dos metros, comparado con la suya que era tan sólo de un metro con sesenta y cinco centímetros.

Toda diferencia es sólo relativa. Por ejemplo: para los animales diurnos todo es oscuridad cuando no hay luz y para los animales nocturnos, en cambio, todo es luz cuando hay oscuridad. Es decir, la oscuridad es como menos luz y la luz es como menos oscuridad. La diferencia es solamente relativa.

Esas diferencias relativas funcionan en conjunto en toda la existencia entera. Por tanto el éxito no depende de si tú eres capaz o incapaz, mejor o peor, santo o pecador, alto o bajo, etc. Esos excesivos énfasis en las diferencias, te conducen al estado de fracasado, al estado de enfermo mental y, con ese estado, te aíslas al lado contrario de la existencia. Y no haces otra cosa sino sufrir. Asimismo todas las jerarquías, religiosas o políticas, subsisten gracias al complejo de Napoleón, es decir, gracias a esa manía de enfatizar en las diferencias relativas que van adquiriendo un cierto carácter individual, al margen del otro polo. Pero ello no es más que un autoengaño, una ficción mental, son alucinaciones que revelan tu distancia entre la existencia y tú. Y es así como se produce el complejo de inferioridad y tú te conviertes en un desdichado.

Pero si no haces énfasis en esas diferencias relativas te unes a la Existencia y, siempre que estés unido a ella, gozarás del éxito y el latido de tu corazón será el latido del corazón de todo el universo. Por tanto tu éxito consiste en estar unido a la existencia y tu fracaso consiste en estar separado de ella. ¡No la traiciones a tu madre, la Existencia! a costa de las porquerías que te han enseñado o te lo han dicho.
Khishka
Testigo ambulante

SAMUEL, EL FUMATÉRICO

(La interdependencia esencial)

En cierta aldea de cinco familias vivía un fumatérico solitario, un adicto al cigarrillo. Él se llamaba Samuel. Las familias tenían, junto a sus casas, sus propios jardines con algunos árboles. Samuel tenía también lo suyo y, en medio de su jardín, un árbol de esbelto follaje que brindaba una abundante sombra.

Él fumaba todos los días, terminaba cinco cajetillas de cigarro al día, el cigarrillo era casi su absoluta adicción. Su boca estaba muy acostumbrada al pitillo y sus manos le temblaban; a su lado solía tener un basurero lleno de collillas y un cenicero rebalsando de cenizas; además estaba casi siempre acompañado por su perro que, durante las noches, solía ladrar o advertir algún peligro.

Sucedía algo raro. Se dedicaba muy poco al mantenimiento de su jardín pero lo sorprendente era que, el árbol, bajo el cual acostumbraba fumar, siempre estaba vestido de un follaje espléndido y, de tiempo en tiempo, se vestía de infinidad de flores cuyas semillas caían al suelo y algunas solían ser llevadas por el viento al resto del jardín.

La gente que vivía en la aldea tenía envidia del majestuoso follaje de su árbol y de sus hermosas flores, del jardín en general, cubierto de un exuberante verdor. Su jardín, sin mayores cuidados, parecía un verdadero paraíso, pues muchas aves, insectos, mariposas, etc. se cobijaban, hacían sus nidos y vivían dichosos.

En cambio, los jardines de los otros vecinos que tenían más árboles parecían menos dichosos, que las del fumatérico, aunque sus dueños le cuidaban a menudo. Por eso, ese raro acontecer, sugería en ellos una pregunta indiscutible: ¿por qué el árbol bajo el cual Samuel fuma diariamente era tan espléndida? Y muchos iban a preguntarle para obtener el secreto. Pero Samuel no solía contestar nada, simplemente decía:

- No lo sé. –Y eso era todo–. Le doy un poco de agua todos los días y eso basta. Él está feliz con mi compañía y yo con el suyo. Somos amigos.

Un día murió y todos los aldeanos, como solían acostumbrar, le dieron una sepultura digna en el cementerio de la aldea. Pasaron los días, semanas, algunos meses y, el arbolito de su jardín empezó a marchitarse, perdió su belleza y se puso triste. Todos se preguntaban ¿qué sucedía? Algunos solían decir que ‘le extraña a su amigo’; otros decían: ‘hasta el árbol le quería’; unos decían: ‘ese jardín se ha vuelto triste’, etc. Los rumores empezaron a rondar por toda la aldea. Poco a poco, con el correr del tiempo, Samuel se volvió un personaje mítico, aunque era un verdadero adicto, y hoy, como la aldea ya no es una simple aldea sino un pueblo grande, los más ancianos aún cuentan sobre Samuel, su adicción y el hecho misterioso que ocurrió entre Samuel y el árbol de su jardín. En realidad ¿qué es lo que pudo haber sucedido? Nadie podía dar una respuesta.

Finalmente un botánico, tras haber escuchado el caso inédito de Samuel y de su árbol, se puso a hacer algunas investigaciones y llegó a la siguiente conclusión: entre el fumatérico y el árbol existía una interdependencia esencial. ¿Cómo se explica? Un hombre (varón o mujer), cuando fuma, expulsa ‘dióxido de carbono’ y de éste elemento se nutren naturalmente los árboles. Lo mismo sucede con los árboles y demás: ellos constantemente expulsan oxígeno, elemento que para los humanos es imprescindible y esencial. Entonces podemos hablar de una interdependencia esencial entre el vicioso al tabaco y el árbol. ¿Un vicioso que es casi la encarnación del mal ante los ojos de un moralista, colabora con lo suyo a la ecología? Parece una broma, pero es cierta. Pues lo único que hay al interior de toda esta vasta existencia es interdependencia y es una interdependencia esencial… Todo está interrelacionado esencialmente. Nada y nadie está aislado o separado.

Se dice actualmente que el mundo está siendo reducido a una aldea gracias a la ciencia y a la tecnología. Hoy tenemos la dicha de estar comunicados desde cualquier parte del mundo. Casi toda la gente usa el teléfono celular, por ejemplo, y es fácil estar comunicado. Sin embargo, éste bien tiene lo suyo, es decir, lo que es un bien para nosotros para otros seres, como las abejas, casi llega a ser un perjuicio o un mal. Así de claro. A consecuencia de las líneas magnéticas que nosotros no podemos percibir a simple vista o tacto y que nos son beneficiosas, las abejas no pueden llegar a su destino, terminan desviándose y, por su puesto, lejos de casa, muriendo.

Estuve en un colegio donde un profesor, viendo a una muchacha que llevaba un teléfono celular en la cintura, le dijo abiertamente:

- ¡Saca eso de ahí! Pon en tu mochila, aunque sea. ¿No quieres ser madre? ¡Infórmate! ¡Para eso están los periódicos!

Esa voz de alerta parecía absurda pero, en el fondo, quería reconocer esa interdependencia esencial, pues los celulares estando muy cerca de las partes íntimas de una mujer puede volverla estéril, aún ésta sea una simple conjetura de los científicos, acertada o desacertada. Pero lo cierto es que, los teléfonos celulares, no son aptos para los que tienen problemas cardíacos. Fíjate bien, cuando manejas tu teléfono móvil con mucha frecuencia, en el bolsillo izquierdo de tu camisa que da justo al lado donde está tu corazón, te provocará una especie de cosquillas y tú corazón empezará a latir con más intensidad, y sus consecuencias pueden ser hasta nefastas ya que pronto estarías expuesto a padecer paros cardíacos. No pierdes nada. Has la prueba y verás que no te estoy mintiendo.

He escuchado decir que en Suiza, durante la Segunda Guerra Mundial, un hombre recibió un disparo en uno de sus oídos. La bala fue extirpada y el oído curado. Pero el hombre, extrañamente, comenzó a escuchar la emisora de radio más cercana, todo el día. Nada podía apagarla. Decía: ¡me estoy volviendo loco! ¡No puedo ni dormir con esa radio que suena en mi oído! ¡Por favor hagan algo! Los médicos y las enfermeras no podían creérselas. Decían: ¡Ese tipo se está volviendo loco! Pero el se negaba porque era verdad. Les pidió hacer un experimento para que se convenzan. Y a duras penas, el cuerpo de médicos, tuvo que aceptar para satisfacer la petición del hombre. Le dijeron:

- Escriba todo lo que oiga.

Entre tanto uno de los médicos, en la otra sala, sintonizó la misma emisora y, en el mismo horario, escribió. Luego compararon las notas y éstas coincidieron exactamente. Enterado de la situación le dieron la razón al hombre y procedieron con la operación de su oído para devolverle la normalidad.

Es decir, el hecho de que estemos tan interrelacionados, una cosa mínima en desarmonía, dentro nuestra constitución fisiológica y natural, podría alterar seriamente nuestra conexión con el conjunto de la existencia.

Recientemente, los científicos, se dieron cuenta de que los árboles, como cualquier ser vivo tienen inteligencia, algo de sensibilidad. Han fabricado un instrumento parecido al cardiógrafo, el cual suelen colocar alrededor del árbol para detectar su sensibilidad. Vieron cómo cuando el sol sale, soplan los vientos y las nubes echan un poco de rocío, los árboles, bailan al viento y al sol, y cuando cae el rocío se sienten verdaderamente feliz. Esa armonía se podía detectar claramente con ese instrumento. Pero cuando un hombre se acercaba con moto cierra con la intención de cortarlo, alteraba completamente la armonía que aparecía en el gráfico. Luego se dieron los modos de conectarse con otros árboles y vieron que, cuando uno de ellos se sentía amenazado por la intención del motosierrista, los demás sentían compasión por el que estaba a punto de ser cortado porque de él se había apoderado el pánico y, al mismo tiempo, se agitaban, por el hecho de que el otro iba a ser cortado. Lo que provocaba estos fenómenos era la intención del motosierrista. Pero si alguien pasaba por su lado sin ninguna intención de esa naturaleza la armonía volvía al gráfico que mostraba la máquina. Esto quiere decir que los árboles y todos los vegetales deben de tener algún modo de percibir incluso nuestras intenciones.

Estos y muchos ejemplos nos demuestran, a ciencia cierta, cómo estamos interconectados con la totalidad del cosmos, la existencia, la naturaleza. Somos Todo y Uno al mismo tiempo. Estamos conectados con nuestra madre, la Existencia. De ella dependemos. En nuestro cuerpo está el agua de los océanos, los ríos y los lagos; en nuestro cuerpo está la energía o el fuego de las estrellas, los soles y los planetas; en nuestro cuerpo está el aire; nuestro cuerpo está hecho de tierra y la tierra está empapada de la Existencia Maternal y maravillosa. Y lo único que existe al interior de ese conjunto eternamente vivo, del cual nosotros somos solo una parte mínima, es: la interdependencia esencial. ¡Qué milagro más grande! ¡Qué otro milagro puede haber! ¡Qué otro milagro puedes esperar!
Khishka
Testigo ambulante

EL REBELDE

(Una lección para nuestro tiempo)

El presidente de un gran país escuchó hablar de un hombre rebelde, cuyo pueblo estaba dispuesto a ejecutarlo porque las autoridades políticas no podían tolerarlo. Entonces decidió hacer una encuesta para saber exactamente cuánta gente apoyaba la ejecución. Hecha la encuesta se percató que, los que estaban de acuerdo, eran solamente las autoridades políticas y no así la gente común y corriente pues estos tenía una especial estima por su sabiduría, su inteligencia y su capacidad de administrar justicia.

Entonces, el presidente de aquel país, fue personalmente a encontrarse con él y descubrió que el hombre era un gran sabio poco común. Inmediatamente pensó que el hombre podía ser de gran utilidad siendo jefe del tribunal supremo de justicia de su país. Entonces le dijo:

- Necesito una persona como tú para ser jefe del tribunal supremo del país, porque hasta ahora no he hallado la persona adecuada para que ejerza ese cargo. Necesito uno como tú para guiar las leyes del país.

El rebelde le contestó con toda claridad:

- ‘No soy la persona adecuada’.

Pero el presidente siguió insistiendo y, a tanta insistencia, el rebelde apuntó:

- Si no quiere usted escucharme, te digo que con un solo día, que pase ejerciendo ese cargo, te convencerás de que ‘no soy la persona adecuada’, porque el sistema que sostiene el país es erróneo. Es más: o yo existo o su ley, su sociedad y su orden, pero no podemos existir ambos.

El presidente no logró captar el sentido de lo que decía. Lo tomó como un simple pretexto para no aceptar su oferta. De modo que, haciendo caso omiso de ello, dijo:

- ¡No importa! ¡Intentémoslo!

Entonces el rebelde fue trasladado a la oficina del tribunal superior de justicia del país y asumió el cargo. Durante las primeras horas de trabajo le trajeron a un ladrón que había robado casi la mitad de la fortuna del hombre más rico de aquel país. Acto seguido, el hombre rico y su comitiva, presentó sus argumentos conforme a la constitución del país para que el ladrón sea puesto en la cárcel durante cinco años.

El rebelde escuchó atentamente los argumentos y dirigiéndose al rico y a su comitiva, indicó:

- Tanto el ladrón como el hombre más rico de este país tendrán que ir a la cárcel durante cinco años. Ni el uno más ni el otro menos.

El rico comenzó a decir con fuerte voz:

- ¿Qué está diciendo señor juez? Me han robado, me han saqueado… ¡Te estoy pidiendo justicia! Yo no he hecho nada para que a mí también me condene al igual que al ladrón. ¿Qué clase de justicia es esa? ¿Acaso la víctima y el victimador son iguales? ¡No entiendo!

Y el juez contestó diciendo:

- En realidad, no estoy siendo justo con el ladrón. Usted tiene más necesidad de estar en la cárcel porque ha acumulado tanto dinero para sí mismo y ha privado a tanta gente de dinero. Miles de personas están en la miseria y usted sigue acumulando más y más. ¿Para qué? Su propia avaricia está creando tantos ladrones. De modo que usted es el único responsable. Por tanto, el primer delito es suyo.

El rico, apresuradamente, comenzó a decirle al rebelde:

- Antes de que me envíe a la cárcel quiero ver al presidente porque esto no es conforme con la ‘Constitución’; no es democrático ni conforme con la ley de nuestro país.

El rebelde replicó:

- Eso es cosa de la Constitución y de la Ley, es decir, de papeles. Yo no soy responsable de ello. Vaya a ver al presidente.

El rico llegó donde el presidente e informó todo el suceso ocurrido en el tribunal superior de justicia y con el nuevo juez. Dijo:

- Escuche señor presidente: ese hombre debería ser depuesto de su cargo inmediatamente. Es peligroso. Hoy yo voy a ir a la cárcel y mañana será usted. Si quieres salvarte, echa a ese hombre porque es absolutamente peligroso. Y es muy racional su argumento. Lo que dice es correcto; lo entiendo perfectamente. Pero si no le echas, ahora mismo, corremos el riesgo de ser destruidos.

El presidente comprendió perfectamente la exposición del rico y, al rato, eximió del cargo al rebelde.

Antes de separarse el rebelde le dijo:

- Se lo advertí, señor presidente: Me estas haciendo perder el tiempo innecesariamente. Le dije que ‘no soy la persona adecuada’. Tu sociedad, tu ley y tu constitución necesitan de gente errónea para hacer funcionar el sistema erróneo del país. Pero, definitivamente, no necesitan de mí.

Hay dos clases de ladrones en el mundo: los ladrones legales y los ladrones ilegales. Los legales son los que están autorizados y aprobados, los respetables y reconocidos por la constitución, y por los estamentos jurídicos; los ilegales son los que roban por cuenta y riesgo propio. Los primeros son respetados y los segundos no, por ir contra las normas. Los dos son maniáticos del dinero, producto de la mentalidad mercantilista.

Los ladrones legales, a su vez, se clasifican en dos bandos: ladrones políticos y ladrones religiosos. Los ladrones políticos han creado hábilmente grandes compañías, corporaciones, transnacionales, organismos, empresas, instituciones y mafias, a nivel mundial, nacional e internacional, para robar a la gente legalmente. Los ladrones religiosos han desarrollado astutamente ciertos mecanismos para arrebatar la consciencia, la libertad, la responsabilidad, la dignidad y el amor, de la gente. Los primeros explotan a la gente en el campo material y los segundos en el campo espiritual. Tanto las grandes transnacionales como los mecanismos espirituales son formas legales de robar y explotar a la gente, pero son aprobados y respetados al interior de la sociedad cuyo sistema es erróneo.

Vivimos en una sociedad construida y conducida por vivarachos y sibaritas, ladrones y astutos. Esa es la única razón del por qué hay, por un lado, millones de pobres y, por otro, otros millones de desdichados y ladrones ilegales. Los ladrones ilegales son el subproducto de los ladrones legales. La ilegalidad es el subproducto de la legalidad. Por eso para terminar con los ladrones ilegales habrá que erradicar a los ladrones legales. He ahí la raíz del problema. Pero esto parece imposible en una sociedad con una mentalidad de mercado porque su sistema es erróneo y quienes la conducen son gente errónea, corrupta y enferma.

Los ladrones legales están en contra de los que roban dinero. Pero ¿cómo es que tienen tanto dinero como para que los roben? ¿Cómo lo han conseguido? La única respuesta es que lo han robado a alguien de una u otro forma. Testigos concretos de ello son las personas que pasan hambre y los ladrones ilegales que, ahora, están organizados y, un día, serán paralelamente poderosos como los ladrones legales. Todo eso es posible en este mundo de locos.

La raíz de esta sociedad está podrida, la enfermedad es demasiada, su ‘Constitución’ es falsa, su Democracia es un nido de ladrones, su Ley es injusta y, por eso, es muy raro y extraño ver un rebelde que tenga la capacidad de ver las cosas tal como son. ¿Cómo puede un ciego querer guiar a otro ciego? ¿Cómo un ladrón puede querer juzgar a otro ladrón? ¡Imposible! Pero en un contexto como Bolivia, el teatro es válido. Allí todos hablan de legalidad y, todos, por la puerta trasera, actúan ilegalmente. De ahí la necesidad del hombre nuevo, la alternativa única, el rebelde. Él es el único capacitado para administrar justicia, conducir el mundo, derrumbar el sistema actual, devolver inteligencia y traer algo nuevo, al ser humano verdadero, eliminando ciertamente al que se cree ser humano cuando no es mas que un robot.

En una sociedad corrupta ver a un rebelde es muy raro pues, evidentemente, no es la persona adecuada, porque ve claramente que la propia avaricia de los ladrones legales está generando ladrones ilegales y, por si fuera poco, está produciendo millones de pobres. La democracia por la cual abogan los ladrones legales no es más que una etiqueta que oculta las mil y una formas de chupar la sangre de los débiles, de los vulnerables. Y como esa gente viciada está metida en los tribunales, gente corrupta, parecen necesarios a los ojos de la gran mayoría, para que un sistema erróneo funcione.

Sin embargo un rebelde, ese hombre nuevo, renunciará a los ideales, a la moral, a las democracias, a las filosofías, teologías, rituales, supersticiones de la sociedad hábilmente elaborado por los ladrones legales. Sí, el rebelde luchará contra la estupidez de los santos y sabios, políticos y demócratas, cuya superstición está muy arraigada en cada religión, en cada tradición y en cada sociedad. Él luchará contra esa sociedad como un valiente guerrero, en contra de todo lo inhumano y lo equivocado, contra lo estúpido y lo anticientífico, pero amará profundamente el mundo y, por eso, será afirmativo frente a la vida.

Su única religión será su profunda reverencia por la vida y por la existencia. Así el mundo ya no será condenado, sino respetado. El rebelde honrará a la existencia en todas sus formas, se inclinará con inmensa reverencia y gratitud ante la vida. Su reverencia será grande ante todos los varones, mujeres, árboles, plantas, flores, animales, montañas, estrellas, ríos, océanos… Esa profunda reverencia cósmica, gratitud, oración, religión, será una revolución que traerá una forma de vida completamente nueva. Y el esplendor de su consciencia irradiará a la totalidad del universo.
Khishka
Testigo ambulante

miércoles, 10 de diciembre de 2008

PAREJA JOVEN

(Dios, una idea vacía)


Una pareja joven durante la luna de miel se habían dicho, uno a la otra y viceversa, las cosas más románticas y poéticas que jamás habían oído. De todas ellas solo sobró una, la más repetida: ‘Te amo’.

Él tenía un trabajo en el centro de la ciudad, en una oficina. Y ella, por lo pronto, según habían acordado, tuvo que quedarse en casa para dedicarse a las tareas domésticas. Él antes de irse al trabajo solía decirle, a su esposa, ‘te amo’. Esto sucedía no sólo cuando se iba al trabajo sino también toda vez que siempre salía y llegaba a casa.

Pasaron los días y el esposo seguía con lo mismo. Le decía: ‘te amo…’. Luego ésta expresión se convirtió en una costumbre, una cosa de todos los días y todos los momentos. Con el tiempo, más las cosas que sucedían entre ellos, la expresión se fue volviendo, progresivamente, en una palabra vacía, sin contenido alguno.

- ¡Te amo… te amo… te amo…! ¿Todos los días y todos los momentos? ¡Eso empalaga! Pepe ¿por qué no eres un poco más creativo? Concluyó fastidiada la esposa.

‘Dios’ es una hermosa idea convertido en algo inútil y vacuo. Con la hermosa idea ‘Dios’ ocurrió exactamente como con la joven pareja. En el esposo están representados los teólogos, los filósofos, los religiosos, los sacerdotes y todos los agentes que han hablado de él a lo largo de los siglos: ¡Dios… Dios… Dios…! ¿Cada vez? La idea ya se ha vuelto apestante.

Inicialmente era hermosa para expresar lo inexpresable, lo innombrable, lo misterioso, lo que escapa a nuestro raciocinio. Ahora está completamente prostituida. Se ha metido con malas compañías y, por eso, en torno a él solo se han proliferado argumentos, raciocinios, filosofías, teologías, ideologías, pruebas prefabricadas, evidencias imaginarias, hipótesis, es decir, mentiras que sustentan a la mentira más grande. Y lógicamente una mentira solo produce mentiras.

La idea o la hipótesis ‘Dios’ es la mayor mentira que existe y por eso a generado muchas mentiras en torno así. Toda mentira necesita de argumentos y por eso entra en conflicto con la verdad. Sin embargo, la Verdad, se sostiene sola y no necesita argumento alguno. Todo aquello que necesita argumentos es una mentira que, repetida por siglos y siglos, ha adquirido una especie de verdad. Pero, en el fono, una mentira es una mentira y no otra.

De la misma manera, la idea ‘Dios’ se ha vuelto un insulto para la humanidad porque elimina completamente la libertad, la responsabilidad, la creatividad, y convierte al ser humano en una marioneta, en un títere, en un simple accidente. Por eso la tal idea prostituida es vacua, no tiene ni ton ni son; ya ni siquiera funciona como un consuelo sino como costumbre o como tradición llevado a cabo por fanáticos, inconscientes y enfermos mentales.


La idea ‘Dios’ al igual que la bonita frase ‘Te amo’ se ha metido con malas compañías y se ha vuelto algo vacío e inútil. Es bueno que ello ocurra. Sólo así el ser humano podrá recuperar su dignidad, su libertad y, con ella, su responsabilidad de encarar la vida por cuenta y riesgo propio para escalar las cumbres más elevadas de su divinidad. Ello traerá alegría, bendición, luz, celebración, regocijo para el universo entero. Quien quiera que escale hacia esas cumbres altas será un verdadero Evangelio Viviente y su vida será llena de gracia, pureza e inocencia. Será una Alma Virgen.


Khishka
Testigo ambulante

KHISHKA, EL ANCIANO

(La única ley: fluir…)

El anciano Khishka, tras quedar viudo a sus noventa años, se casó con una joven de diecinueve años. Tenía un hijo de sesenta y cinco años, y otro de cincuenta.

Los hijos le dijeron, al saber que su padre tenía la intención de casarse:

- Ya no es tiempo de casarse. Para ti el tiempo ha pasado. Deberías dedicar el resto del tiempo que te queda a Dios y rezarle para que tengas buena muerte. No nos hagas quedar mal ante la gente. Todos se van ha reír de nosotros.

El contestó:

- No es cosa de ustedes que vuelva o no a casarme. Me he enamorado de ella y me voy a casar. Además, se sorprenderán, ella está muy de acuerdo.

Y se casó. Y su médico, enterado del asunto, le propuso:

- Está bien que te hayas casado… pero es muy peligroso a tu edad. Por eso sería mejor que te consigas un huésped joven para que se ocupe de tu esposa.

Casualmente, después de nueve meses, el anciano y su médico, se encontraron en el mercado haciendo compras. El médico le preguntó:

- ¿Cómo van las cosas?

Khishka le contestó:

- ¡Una maravilla…! Justo ayer acaba de nacer mi tercer hijo. Y hoy vine a comprarle unas sorpresas para mi esposa por haberme dado un hijo más.

El doctor, admiradísimo, preguntó:

- ¿Y qué pasó con el huésped?

El anciano contestó:

- Ella también está embarazada. Va por el sexto mes.

¡Esa es vida! Por eso mi única recomendación es que fluyas en el río de la vida. No luches contra ella. Fluye… fluye… fluye… Esa es la única ley natural y existencial. Tu vida será total, natural, sin religión, sin Dios, sin diablo, sin líderes religiosos. Tu única religión será fluir en el río de la vida. Y no habrá quien te explote imponiéndote toda clase de miedos y mentiras; no habrá quien destruya tu inteligencia; y no habrá quien te vuelva patológico y enfermizo.

Si fluyes… fluyes… y fluyes… vivirás, como dicen los científicos, por lo menos trescientos años. Tu cuerpo está capacitado para vivir tantos años. ¡Imagínate! La vida se reduce a setenta y cinco años a causa de que el ser humano ha aprendido a luchar contra la naturaleza o por que se ha vuelto demasiado artificial. Ha olvidado su naturaleza y se ha alejado de su origen. Está despistado. Por eso te lo repito: ¡fluye… fluye… y fluye…! Y fluir es la única ley natural que existe.


Khishka
Testigo ambulante

AMEBAS

(El único monje célibe)

Estando en un reconocido laboratorio, un naturalista, se puso a observar la reproducción de las amebas. No sólo observó cómo se multiplicaban sino también su rutina vital constante y a todo cuanto hacían estos microorganismos, cuya única labor era, según el observador, comer y comer, moverse y moverse, y nada más.

Conforme comían y comían, se engordaban más y más. Se volvían tan gordas que llegaba un momento en que ya no podían moverse. En ese momento se dividían en dos. Eso era todo. Luego las dos partes, independientemente una de la otra, empezaban a hacer lo mismo: comer y comer, moverse y moverse, y nada más.

A través de esa rutina constante también comenzaron a engordar y engordar, ambas, hasta no poder moverse. Y llegado el momento se dividía en dos cada cual, y las dos partes, cada una independientemente, comenzaba con la misma rutina, comer y comer, moverse y moverse, engordar y engordar, y finalmente dividirse. Es así como se reproducían rápidamente que, sin duda, era una forma diferente de generarse, un modo muy matemático de procrear.

Después de la observación, el naturalista concluyó: las amebas no son seres sexuados, por tanto, son seres inmortales. Su reproducción no involucra el sexo, pues no hay ni hembra ni macho y, por eso, se podría decir que es el único monje célibe que existe. Dios debe estar inmensamente feliz con las amebas por que son perfectamente santas y célibes, además inmortales porque no mueren. La ameba puede vivir de eternidad en eternidad si la ciencia médica no la asesina.

La ameba es, tal vez, el único animal inmortal porque no es un subproducto del sexo, a diferencia de otros animales que nacen del sexo incluido el ser humano. Ahora bien, todo animal que nace del sexo muere, no puede ser inmortal naturalmente. El ser humano nace del sexo, por lo tanto, tiene que morir. El sexo y la muerte están indiscutiblemente relacionados.

Sin embargo, tanto el sexo como la muerte, se han convertido en tabúes, siendo dos polos de la misma energía, es decir, el sexo está al comienzo y al final está la muerte; el sexo te trajo a la vida y, al final, la vida termina con la muerte. Y entre los dos está lo que llamamos vida. El sexo y la muerte son como dos caras de la misma moneda. Y la conclusión es clara: el sexo es la que trae la muerte. Pero el ser humano, a lo largo de su historia, ha venido constantemente ocultando estas dos cosas: el sexo y la muerte. Decía: -de eso no se habla-. Por eso ambos se han convertido en tabúes.

A lo largo de la historia de las religiones la famosa idea ‘Dios’ ha servido para ocultar, precisamente, tanto el sexo como la muerte. Por eso, aún en nuestros días, se habla de ellos con cierta reserva, indirectamente, con precaución, etc., pero no se habla de ellos directa y naturalmente.

Por tanto es necesaria la comprensión natural de ambos para colaborar a la evolución del ser humano hacia su condición infinita y eterna dentro del océano de la existencia. Tenemos hoy una enorme responsabilidad de sanar a la humanidad de sus esquizofrenias, patologías, creadas en base a los dos más grandes tabúes: el sexo y la muerte. ¿Qué hacer? Primero: el sexo es algo absolutamente vital para la supervivencia de las especies y, frente a ella, hay que eliminar las represiones de todo tipo establecidas por las mentes enfermizas. Segundo: puesto que venimos del sexo, con excepción de la ameba, por ende mortales, hay que eliminar la idea de que la muerte es enemiga de la vida contra la que luchar. Y la medicina, para que éstos dos dejen de ser tabúes, está en las gratuitas manos de la Existencia y de la naturaleza, y el ser humano lo único que necesita es dejarse llevar por el flujo de la naturaleza. Solo así volverá a casa, a su origen.

Khishka
Testigo ambulante

PADRE DE FAMILIA

(El precio de la consciencia del tiempo)

Un hombre fracasó en su afán de ser un famoso astrólogo. Luego contrajo familia y tuvo un hijo, en quién proyectó todo su anhelo frustrado. Decía:

- Ésta posibilidad no tengo que dejar escapar de mis manos. Haré de mi hijo un gran astrólogo. Con mi ayuda, él, llegará a consumar mis sueños: ser un famoso astrólogo, mundialmente conocido ya que, yo, no tuve coraje suficiente para alcanzar ese sueño.


A medida que iba creciendo le compró unos regalos que le estimulen, al niño, hacia la ciencia de la astrología. El niño jugaba con esos juguetes que, a menudo, su padre le compraba. Luego, un día de esos, se marchó de casa debido a su trabajo en el país vecino. Se fue por bastante tiempo.

Un día regresó justo el día en que el niño cumplía cuatro años. Desde el exterior le trajo un gran regalo. El regalo consistía en un telescopio por la cual se podía mirar toda clase de fenómenos, todo con la intención de que el niño se vaya familiarizando con los astros. Era un telescopio de último modelo y de precio alto.

Hizo la entrega de la máquina, al niño, a la vista de sus amigos y otros que se habían dado cita para el cumpleaños del vástago. Entre tanto, el pequeño, se encontraba absorto y, al mismo tiempo sorprendido y agradecido por el regalo extraño y enorme de su padre ya que, los demás, le habían traído gran cantidad de juguetes, entre peluches, dulces, camioncitos, soldados, avioncitos y otros. Luego su padre le enseñó por dónde se debía mirar y qué cosas podía observar con él. Pasado el día regresó a su lugar de trabajo.

No pasaron unas horas y el niño, como era dueño y señor de la máquina, empezó a explorar todo lo que traía el telescopio. Poco a poco fue sacando las partes. Llevaba por todos los rincones de la casa y muchos de ellos fueron recogidos junto con la basura por su madre. El telescopio, en poco tiempo, quedó desmantelado e inútil.

Cuando volvió su padre, después de un tiempo, le llamó la atención a su madre y al niño, pero todo era inútil. Las partes del telescopio ya no se pudieron recuperar. Tuvieron que tenerlo como recuerdo en un rincón de la casa el resto de la máquina. El niño siguió creciendo. Se hizo jovencito. Fue al colegio y terminó la secundaria. En su último año, le dijo a su padre:

- Papá, quiero ser ‘hippie. Me gusta llevar ropa vieja, sucia, cabellos largos, barba larga. Tengo apoyo de mis profesores, compañeros y amigos. Solo necesito tu aprobación.

Después de haber escuchado la propuesta del hijo los sueños de su padre quedaron en la nada; él quedó frustrado sin una palabra que decir, pues toda su vida había deseado que su hijo fuera un gran astrólogo, mundialmente conocido, aquello que él no pudo lograr.

Los racionalistas han dicho que el hombre es la ‘culminación de la existencia’, es ‘lo superior’, lo ‘más refinado’, a diferencia de los otros seres. Sin embargo los árboles y las flores son más dichosos que los hombres y, en general, todos los animales son más felices, por ejemplo, los pájaros cantan, festejan, celebran y son dichosos. ¿Por qué, siendo la ‘culminación de la existencia’, el hombre es más desdichado a diferencia de los otros seres? ¿Cuál es el problema?

El problema original está en que sólo el hombre es consciente y eso crea todos los demás problemas. No debería ser así pues el hombre es ‘lo superior’, lo ‘más elevado’ en cuanto a consciencia se refiere. La existencia otorgó al hombre la consciencia y, la consciencia, es como una espada de doble filo, corta por ambos lados, es decir, puede transformarse en una bendición o en una maldición. Así de simple.

El hombre es consciente. Al volverse consciente se torna consciente también de su fin, de que va a morir. Se vuelve consciente del mañana, del tiempo, y cae en la cuenta de que tarde o temprano llegará el fin. Esa consciencia del tiempo ha generado toda clase de enfermedades. Por ejemplo: considera a la muerte como opuesta a la vida y, la vida, se ha vuelto una lucha constante o una guerra contra la muerte, pero la realidad es que, la vida, sea de la clase que sea, te conduce a la muerte. La muerte es lo único cierto que existe y la lucha contra ella no es más que una batalla perdida de antemano. Seas pobre, rico, sabio, necio, ignorante, fracasado, pecador o santo, seas lo que seas, estás caminando hacia la muerte. ¿Para que luchar? La vida y la muerte son las dos caras de la misma moneda.

Lo mismo sucede respecto al amor ya que, debido a las instituciones que se ha fabricado, que ahora son más fuertes que el mismo ser humano, el amor no es más que posesividad, no es más que apego. Al estar en contra de la muerte te aferras al amor, a la vida, pero la muerte cada día se torna más cierta y tú estás condenado al fracaso. Vives temeroso, te vuelves violento, pierdes la cabeza, estás siempre de prisa, estás correteando de un lugar a otro, estás estresado, estás tenso, y el tiempo se te hace cada vez más corto porque eres excesivamente consciente del tiempo.

Así que cuanto más consciente te haces de la muerte, te tornas más consciente del tiempo. Tiempo y muerte son una misma cosa. Y el único problema es la muerte. Y como la muerte es el ‘único problema’ quieres evitarlo a toda costa. Esto es, en otras palabras, utilizar la consciencia erróneamente. Estás utilizando el telescopio al revés, estás observando por el extremo equivocado, exactamente como el niño que no sabe qué es un telescopio y para qué sirve. Lo estás usando erróneamente.

La humanidad entera, con menor porcentaje en el Oriente, tiene un concepto equivocado sobre la muerte: la muerte es enemiga de la vida. Y como es enemiga hay que combatir y luchar con ella. Así la vida se convierte en lucha constante y, dentro de esa lucha, supervive el más apto. Pero el día que comprendamos que la muerte no es lo opuesto a la vida sino parte de ella, una parte intrínseca, nos daremos cuenta de la inutilidad de separar entre la vida y la muerte. Y una vez que aceptas la muerte como amiga, habrás alcanzado tu transformación, te habrás transfigurado, pues sólo cuando la muerte se convierte en amiga la vida también se tornará en amiga.

Ahora bien: cuando la muerte se convierta en amiga dejarás de luchar con tu origen y tu destino. Estarás en armonía con tu centro más profundo y tu muerte será el clímax, la cumbre de tu vida, su culminación misma. Solo entonces se podrá comprender nuestra naturaleza propia porque el telescopio será manejado adecuadamente, es decir, la consciencia ya no será una maldición sino una gran bendición. Y un ser humano con ese nivel de consciencia disfrutará tanto como pueda. Fluirá. No se preocupará por el mañana que nunca llega. En su interior sabrá que, al final, solo ha de obtener una cosa: a si mismo. Si todo lo vives y lo haces total y plenamente, pronto entrarás en contacto contigo mismo y alcanzarás tu divinidad. Serás uno con la Existencia.

Khishka
Testigo ambulante

miércoles, 5 de noviembre de 2008

ELÍAS

(El tesoro escondido)

Elías era un hombre muy importante del pueblo. Era alto de estatura y siempre andaba rengo. A los niños de su pueblo les gustaba verle especialmente cuando bailaba en las fiestas. Viéndole, los niños, disfrutaban de cómo ese hombre se las arreglaba. Era todo un espectáculo.

Era un hombre sumamente soñador. Tenía muchos bienes: terrenos, casas, ganado y estancias. Siempre andaba entusiasmado con los minerales y sus precios. Abría minas por aquí y por allá, en distintos lugares, buscando metales preciosos.

Un día se fue a Santa María, una estancia bastante alejada de su pueblo. Fue sólo con la esperanza de encontrar algún mineral precioso. En el lugar había muy poca gente trabajando, tan solo unos cuantos, quienes solían lavar oro en las aguas de un pequeño arroyo que había por allí.

Como Santa María estaba a los pies de un cerro, cuando llegó Elías, pensó: –el oro que trabajan estos paisanos debe tener una fuente; más arriba, en el cerro mismo, debe de haber una beta de oro–. Entonces se aventuró en indagar las faldas de ese cerrito haciendo una especie socavoncitos por aquí y por allá. Hace muchos días estuvo buscando, como unas quince jornadas y, por fin, encontró lo que buscaba. Su intuición había funcionado.

Después de encontrar, se alegró mucho –su rostro irradiaba una satisfacción plena–, volvió a casa, vendió sus bienes y con todo el dinero que adquirió, empezó a hacer los trámites legales para hacerse con el lugar. Las gestiones fueron todo un éxito. Y, después de un poco más de tiempo, compró aquel terreno y empezó a explotar.

El tesoro de la existencia está escondido dentro de ti. Cada individuo lleva en sí un Dios escondido. ¡Eres Dios! Tu condición divina es tu tesoro. Solo es cuestión de emprender el camino de la ciencia subjetiva.

Hay dos clases de ciencias: la ciencia objetiva y la ciencia subjetiva. La primera es un camino hacia la exterioridad, es el camino propio de la tecnología y la ciencia actuales. La segunda es el camino de la ciencia interior. Ambos son un camino científico, por eso, ambos son ciencia. Toda ciencia tiene una base: la experiencia. La experiencia es la señera de la tecnología y, también, la experiencia, es guía y maestra que te conduce hacia tu centro, hacia tu divinidad. La ciencia en sus dos niveles es el mayor logro que, hasta hoy, ha desarrollado la humanidad. En la ciencia reside la gloria y la divinidad del ser humano.

Khishka
Testigo ambulante

EL CIELO

(Fantasía o realidad)

Era una familia muy católica y muy pobre que ya no tenía qué comer y estaba por dormir. El padre no llegaba aún y el niño de tres años, junto a su madre, estaba acostándose para dormir. Mientras lo hacía no lograba dormir porque estaba con hambre y no había nada que comer. Entonces dijo a su madre:

- Mamita: ¿en el cielo tendremos mucha comida?

La madre le respondió:

- Sí hijito, en el cielo tendremos comida abundante.

Pasaron unos minutos y, el niño, preguntó nuevamente a su madre que estaba recostada a su lado. Dijo otra vez:

- Mamita: ¿en el cielo habrán muchos chocolates y también ositos de peluche?

La madre respondió afirmativamente a la pregunta del pequeño:

- Sí hijo, habrán chocolates, ositos de peluche, leche, yogurt, salteñas. Todo lo demás.

- Mi hermanito mayor –intervino el niño– que ya está en el cielo debe estar feliz y contento, sin hambre, teniendo todo eso. ¡Imagínate! ¿Por qué no le mandamos una carta diciendo que nos mande galletas, chocolates, comidas… por el correo central?

La madre, algo desconcertada, le respondió:

Sí hijito: tu hermanito debe estar muy feliz, pero es difícil mandar cartas y que nos mande algo de comida, chocolates y galletas. Quizá no llegaría nunca. El lugar donde está es muy lejos.

Y el niño dijo:

- He visto a mucha gente recoger y mandar encomiendas y otras cosas por correos. Parece que da buenos resultados el mandar cartas pidiendo que te envíen aunque sea las sobritas. Una buena carta nos vendría bien mamá. Además no solo está mi hermanito, también está mi tío, el abuelito y la abuelita. Si todos nos enviaran algo tendríamos más que suficiente y mi papá no tendría que salir a buscar trabajo todos los días.

La madre le dijo:

Ya mi hijito. ¡Duérmete ya! ¡Estás imaginando demasiado!

Pero mamá –dijo el niño– ¡tengo hambre! No tengo sueño. Y empezó a lloriquear.

Sí. Estás imaginando demasiado porque desde tu tierna infancia te han enseñado a imaginar cosas, a ser hipócrita y, con ella, te han privado del contacto directo con la realidad, con la existencia y con la naturaleza. Tu contacto con ella está carcomido y en cualquier momento puedes transformarte en un perfecto esquizofrénico, un loco caído por debajo de la racionalidad incluso, porque ya te he visto a carreras por la calle no sé con qué objetivo, estresado y sin tiempo alguno para relajarte, tranquilizarte, estar calmado, para entrar y celebrar en tu propia morada.

En lo único que puedes invertir toda tu energía es en la realidad, en la Existencia y en la naturaleza. Olvídate de los sueños y los consuelos que te ofrecen tus líderes políticos y religiosos. No les hagas caso. Rebélate con coraje y valor, porque la vida es vida para aquellos que tienen agallas.

Khishka
Testigo ambulante

KHISHKA

(La irrelevancia de las divisiones)

Alex era un joven que por motivos familiares viajó al extranjero a temprana edad, es decir, justo durante su adolescencia. En cambio Khishka, su contemporáneo, como era de familia pobre, no tenía posibilidades de viajar a otros lados. Apenas tenía para el estudio y la comida que sus padres le daban. Él siguió los estudios como podía y, de paso, ayudando a sus padres en los trabajos cotidianos.

Después de varios años Alex regresó a su pueblo todo cambiado; había crecido en estatura más que casi todos sus compañeros. Un día se encontró con Khishka que casi no había crecido nada y que solo se había vuelto un poco más robusto.

Estando por la calle ambos, se encontraron, se saludaron y, a Alex, viendo la su condición física, le dedicó la siguiente ironía:

- ¡Khishka, te has quedado corto! ¿Te alcanzó la helada? ¡No haz crecido nada! ¿Qué te ha pasado?

El afectado entendió perfectamente su ironía y dijo:

- Así es, me alcanzó la helada, pero ‘más vale ser cabeza de ratón que cola de león’. Dijo porque sabía muy bien que su compañero había vivido en el extranjero una vida disoluta a costillas de sus tíos.

Por eso, Alex, no dijo palabra alguna porque sabía muy bien que el otro, aunque no salió a ningún país extranjero, estaba aprovechando el tiempo de su juventud para adquirir al menos una profesión. En cambio él, teniendo todas las posibilidades, solo se había dedicado a unos trabajos eventuales para aparecer de vez en cuando y gastar su dinero en borracheras.

Seas rico o pobre, feo o bonito, bajo o alto, negro o blanco, seas lo que seas, el ser humano es uno como el lugar donde vive es uno. Todas esas divisiones tienen relevancia a causa de estar dirigidos por bárbaros políticos y religiosos. En realidad somos aún bárbaros o monos que no hemos logrado evolucionar y eso se nota claramente en que seguimos dependiendo de las decisiones de gobiernos y ministros estúpidos.

Tenemos el reto de desarrollar mucha inteligencia para darnos perfecta cuenta de ello caso contrario seguiremos hundidos en la ingenuidad: dando nuestro voto a los chimpancés, aliento a los payasos del circo, enarbolando a los parásitos del siglo….

Khishka
Testigo ambulante

LOS CIEMPIÉS Y LA CULEBRA

Cierto día, un clan de ciempiés, había cultivado una gran amistad con una pequeña culebra. Todos ellos llegaron a tener una particular estima por la culebrita, tanto que ésta se hizo parte del clan. No era ciempiés pero vivía con ellos y participaba en todo como miembro de la familia.

En el clan no faltaron unos ciempiés compasivos más que otros y, uno de ellos, comenzó a sentir lástima luego de haber hecho un viaje largo:

- ¡Pobrecita... –dijo–. Sin pies y condenado a arrastrarse!

Otro ciempiés apuntó:

- Nosotros tenemos muchos pies y la pobrecita no tiene ni una sola. Si fuera posible yo le prestaría unas cuantas y estoy segura que otros también lo harían para que, la pobre, tenga sus propios pies y no tenga que arrastrarse como una desgraciada.

Entre tantos hubo otra que sugirió:

- ¿Qué os parece? Detrás de la casa tenemos un taller para hacer pies ortopédicos para aquellos que por X motivo pierden uno, aunque generalmente no sucede. Yo sugiero que, puesto que donar nuestros pies es algo imposible, hagamos tantos pies sean necesarios y que sean parecidas a las nuestras ya que, con la tecnología que hay ahora, se pueden hacer maravillas. ¡Yo me brindo para empezar ese trabajo! Solo es cuestión de implementar el taller con máquinas de última tecnología.

El cabecilla del clan, señaló:

- ¡De acuerdo! Apoyo la sugerencia. ¡Entonces manos a la obra muchachos!

En ese momento todos los ciempiés, sin excepción, se sensibilizaron y comenzaron a ponerse manos a la obra. Unos fueron al mercado para adquirir las máquinas más sofisticadas e implementar, antes que nada, el taller y, otros, comenzaron a poner las cosas en orden dentro del recinto.

Cuando todo estaba preparado comenzaron a fabricar los pies ortopédicos y ya estando todo completo, después de un breve tiempo, le propusieron la idea a la culebrita y ésta, a tanta insistencia, por complacer a las razones del clan terminó aceptando la propuesta. Es así como se puso a disposición de los ciempiés.

Luego le instalaron los pies ortopédicos y, todos, festejaron la culminación del trabajo, con comidas, bebidas, bailes y toda clase de diversiones y se olvidaron de la pobre culebrita. Los ciempiés terminaron ebrios y dormidos; y la pobre reptil no pudiendo ni siquiera reptar se puso a hacer grandes esfuerzos con la finalidad de deshacerse de las patas ortopédicas forcejeando de un lado para otro, retorciéndose en el suelo, pero como estaban bien puestas, no pudo conseguir ningún resultado favorable.

Todo el resto de la noche sufrió con ella, pidió auxilio, pero todos estaban borrachos y dormidos. En la madrugada, cuando se escuchaban los ronquidos, ella se encontraba casi inconsciente dando los últimos indicios de vida que le quedaban. Y a la hora de la llegada del astro rey, por fin, un ciempiés despertó escuchando sus últimos alaridos y, éste intentó auxiliarle lo más pronto posible pero ya había sido tarde. Trajo el botiquín de la enfermería lleno de sueros, anestesias, calmantes, instrumentos, medicamentos y otros pero, la pobre reptil, ya había exhalado su último aliento. Había muerto.

No te amarres a nada, a ninguna seguridad, sea política o religiosa. Ten siempre abiertas todas las puertas posibles. Si te amarras caerás en las garras de la multitud y te convertirás en su esclavo, en su víctima. Cuando seas esclavo tendrás que obedecer ciegamente cualquier disparate que crea la masa porque, ella, carece absolutamente de consciencia.

Tu cristianismo, tu islamismo, tu hinduismo, tu budismo, con todas sus manifestaciones exteriores, no son sino fenómenos sociales y, por eso, todo lo que estos han venido haciendo, a lo largo de la historia, es una historia de inconsciencia. Te han puesto patas artificiales, absolutamente innecesarias, cuando tu naturaleza es distinta. Tú eres natural, no eres artificial, no necesitas patas ortopédicas, auque fueran cien. Lo único que necesitas es abrir lo ojos y mirar que eres uno con el flujo de la existencia, es decir, con tu madre.

No seas suicida siguiendo los consejos de esos fenómenos sociales, compuesto por necios, así te hablen de Dios pues, su Dios, es también artificial igual que ellos. Constantemente te están diciendo sigue a Jesucristo, sigue a Mahoma, a Moisés, a Gandhi, a Buda… sigue esto y lo otro, pero yo te pregunto ¿qué pecado haz cometido para seguir, como un condenado, durante toda tu vida a un Jesucristo o a un Zaratustra? Yo no creo que el hombre es pecador como para seguir a unos hombres que no existen ya y que cuando les llegó el turno hicieron su parte ¿y tú porqué quieres lavarte las manos siguiendo fantasmas que no existen más que en tu psicología?

Estoy a favor de un hombre nuevo, real, natural y existencial, valiente y coraje, cuya única moral es fluir con la naturaleza y ser una ola en el inmenso océano de la Existencia. Estoy a favor del advenimiento del ‘rebelde’ porque todas las artimañas de los supuestos religiosos han sido o están siendo desenmascarados por la ciencia y la tecnología. Esto es, sin duda, una gran bendición. No le auguro mucha vida a la religión organizada porque ha hecho de Dios una ‘profesión’ y un objeto de ‘tráfico’, de compra y venta, de mercado.

Y ésta es mi apuesta: estoy a favor de un ser humano capaz de lograr la dignidad de un individuo libre, libre de convertirte en un Cristo o un Buda, un Sócrates o un Zaratustra, un Mahoma o un Moisés, pero con ello no estoy diciendo que se debe seguir a estas individualidades sino que se debe alcanzar su estado de ser sin importar, en el proceso, la forma o el estilo porque, para mí, ser Cristo es un ‘estado de ser’ como es un ‘estado de ser’ el ser un Zaratustra.

Khishka
Testigo ambulante

viernes, 26 de septiembre de 2008

JORGE

(Travesuras que decepcionan)

Una profesora de escuela, en una de las lecciones de botánica, mandó sembrar una semilla a todos los niños de la clase. Uno de ellos era Jorge, el más talentoso, curioso y atento, pero que nunca antes había oído hablar de cómo nace una planta. Esta fue la razón del por qué estaba tan ansioso de tener una experiencia del nacimiento de una plantita. Acto continuo la profesora de clase, a cada cual, les dio una semilla recomendándoles un cuidado pormenorizado para no echar a perder la semilla.

El niño, muy obediente, cuidadoso y muy curioso por saber cómo es que germinan las semillas, terminada la clase, retornó a casa. Llegando allí, contó lo sucedido a su madre y a su padre. Luego, para cumplir prontamente con las órdenes de la profesora, preparó el terreno tal como ella les había indicado.

Posteriormente lo puso en una maseta y colocó también la semilla y, regadora en mano, añadió agua para que la semilla pueda brotar. Después del arduo trabajo se puso a descansar hasta el día siguiente. Cuando despertó por la mañana, fue a mirar la semilla si ya había empezado a germinar, pero verificó que nada había sucedido. Apenas se había ablandado. Y se fue a la escuela.

Durante la clase no pudo estar tranquilo, pues, se encontraba muy impaciente toda vez que se acordaba sobre la semilla puesta en la maseta. Al medio día, cuando regresó a casa, lo primero que hizo fue mirar la semilla puesta en la tierra, pero tampoco, no pasó nada con ella. Como era fin de semana tenía todo el tiempo para observar el proceso de cómo germinaba la nueva plantita de una semilla tan diminuta. De modo que, habiendo bastante tiempo, debido a su impaciencia y curiosidad, iba a mirar cada rato, pero nunca consiguió ver la germinación de la nueva plantita.

Poco a poco, pasado unos días, la semilla terminó secándose y no brotó nunca nada, pues su fuerza vital que le dio la madre naturaleza se había caducado. Jorge, a su vez, se quedó triste porque la semilla se secó y no brotó nunca. Se quedó decepcionado y frustrado.

Cada persona que llega a este mundo llega en estado de semilla. La semilla, para cumplir con las leyes de la naturaleza y de la existencia, tiene que germinar, crecer, florecer y dar fruto. No puede quedarse estático. Pero lo que ocurre es exactamente lo contrario. Esto es: desde tu tierna infancia todos te manipulan, no te dejan ser natural y creces con la idea de que, si has venido a este mundo, has venido a buscar tu sobrevivencia y, la vida, no es más que lucha por la sobrevivencia. Y si la vida es una lucha constante no podrás disfrutar, no podrás divertirte, no podrás celebrar, no podrás hacer fiesta, porque la sociedad donde has nacido te ha atado de pies y manos; te ha corrompido completamente. Eres presa de tu sociedad y sus instituciones.

Tienes que liberarte en cuanto tengas conciencia de ello. Date cuenta de que todas tus instituciones sólo te han dado cosas innecesarias pero, fíjate bien, la naturaleza, la existencia, ellas sí, dan cosas necesarias para que te regocijes de haber existido en este mundo y la vivas con intensidad. Entonces tu vida será una fiesta, un entretenimiento, un juego, una fiesta, un flujo natural donde cada instante se vuelve eterno y va de eternidad en eternidad.
Khishka
Testigo ambulante

JAVIER

(El ‘qué dirán’ te encadena)

Esto ocurrió con el hijo de una gran familia. Él se llamaba Javier; tenía, más o menos, treinta y ocho años; siempre vivió con sus padres; nunca tuvo coraje de hacer su vida aparte y, como era hijo único, los bienes de sus padres tenía que heredarlos él a como de lugar. Este modo de ser y de vivir despertó ciertos reparos en sus primos más jóvenes pues, éstos, a la edad de veintidós y veinticinco años, ya habían contraído esposas y tenían sus propios hijos.

Un día, con ocasión de una fiesta familiar, se reunieron los dos en la casa de Javier donde, éste, se encontraba muy ocupado en los preparativos de la fiesta. En cambio los dos primos se encontraban cuchicheando y contando chistes.

Entre tanto cuchicheo, uno de ellos, dirigiendo la vista a Javier, dijo al otro:

– A que no te animas a preguntarle a Javier la siguiente adivinanza: ¿qué será, una planta que nace, crece, madura y no da fruto?

A lo que el otro, antes que nada, contestó diciendo que –no se animaba–. Justo, en ese momento, entró el primo más extravagante quien se caracterizaba por hablar, como quien dice, ‘sin pelos en la lengua’. Sin duda, éste, fue escogido para hacer la adivinanza a Javier.

Le repitieron la pregunta y, él, dijo:

– La adivinanza está buena… Claro que yo le pregunto ahora mismo. No tengo ningún problema. ¡Observen!

Entonces se acercó disimuladamente a Javier, le saludó y le dijo:

– Oye Javier: hace mucho que quería hacerte la siguiente adivinanza porque creo que tú eres la persona indicada para responder.

El otro pensó y le dijo –adelante con tu pregunta–. Entonces el primo le expuso la adivinanza, diciendo:

– ¿Qué será, una planta que nace, crece, madura y no da fruto?

El otro entendió enseguida el contenido burlesco de la pregunta y le contestó con ira:

– ¡Qué sé yo po…! Su grito fue tan fuerte que retumbó al interior del local. Se dio la vuelta y se fue. Los otros primos, que estaban reunidos allí, irrumpieron en carcajadas que también retumbaron al interior del boliche.

Si quieres vivir libre de ataduras derrumba ese muro del ‘qué dirán’. Tener al frente un ‘qué dirán’ te hace mecánico y, a la larga, te haces robópata. Ese ‘qué dirán’ arrebata tu originalidad y tu naturaleza. Sé tú mismo.

El ‘qué dirán’ es la periferia y el ‘sé tú mismo’ es tu centro. El centro es siempre fresco y joven; la periferia genera sufrimiento, amargura, aburrimiento, malestar, porque nunca terminarás complaciendo a la multitud.

La multitud siempre te trata como si fueras un cadáver: te jala de las orejas, de los ojos, de los cabellos, de los pies, de las manos, de la cabeza; quiere bloquear tu luz y oscurecerte, quiere interferir en tu camino; es una verdadera piedra de tropiezo. No inmoles tu libertad, no la sacrifiques a costa de olvidarte de ti mismo. Enamórate de ti mismo pero perdida y profundamente.

La sociedad en la que vives solo te ofrece dos alternativas: quiere que seas eficaz como una máquina, por un lado y, por otro, quiere que seas ambicioso. Por eso todos los que conforman la sociedad donde vives están al asecho cuando llegas a este mundo. Todos quieren sacar su parte, todos quieren interferir en tu camino, no te dejan tranquilo, no quiere que hagas algo fuera de sus reglas de juego, no quiere que seas rebelde pues, si quieres serlo y valerte por ti mismo, ser original y creativo, a la vuelta de la esquina está la trampa y la espada. Por tanto: estás obligado a someterte a sus intenciones programáticas. Me gustaría que seas rebelde, porque a menos que surjan rebeldes los días de nuestra estadía, en este mundo, están contados.

Khishka
Testigo ambulante

PALABRA CÍNICA II

(Flores disecadas)

La profesora y sus alumnos estaban en clases de botánica. Casi terminada la lección, ella, les dijo:

- Para el último examen van a presentar un álbum de cuarenta clases de flores disecadas.

- ¿Cuarenta clases? Rezongó una de sus alumnas.

La respuesta de la profesora no se dejó esperar. Les dijo:

- Sí, dije cuarenta clases. No es mucho. Aquí, en Cochabamba hay una diversidad de flores; no por nada le llaman capital de las flores. A nosotros, cuando éramos como ustedes, el profesor nos pidió que coleccionáramos setenta clases de insectos. ¡Imagínense! Yo no recuerdo muy bien cómo lo hicimos, pero hemos presentado todos. Lo que les pido es casi el cincuenta por ciento menos de lo que nosotros hemos hecho. Desde ahora pueden empezar a coleccionar, tienen mucho tiempo, casi una cosa de tres meses.

Todos los alumnos/as se quedaron silenciosos y silenciosas pensando en el trabajo y cómo podrán llevarlo acabo. Algunos ya comenzaron a planificar para que, con ese pretexto, visiten los jardines de la ciudad, de la municipalidad, los cementerios, algunos lugares donde producen flores, etc. En ese momento llovió una serie de propuestas tanto que la clase parecía una reunión de moscas chirreando.

La profesora se dio cuenta y les dijo:

- ¡Siilencioo! Que aún no he terminado de explicar.

En el aula se escuchó un cierto mutismo luego de haber escuchado la autoritaria voz de la maestra. Y ésta continuó:

- El trabajo tiene que ser bien presentable. En hojas de papel bon, tamaño carta. En cada hoja, la flor, deberá ser pegada con carpicola y, además, deberá llevar el nombre de la flor como título de la página. Se calificará la puntualidad en la entrega, la presentación y el material.

Dicho esto terminó la lección y también el horario. Entonces todos los alumnos se fueron a sus casas y la profesora también hizo lo mismo.

Luego, después de unos dos meses y más, Zenón, uno de los alumnos más destacados, ya tenía listo el álbum, exactamente como la profesora había pedido. Como había llevado consigo el trabajo realizado sus compañeros/as no se aguantaron en observar todo cuanto había hecho Zenón. Éstas fueron algunas de las características: cada flor que había coleccionado había hecho secar entre las hojas de libros; así, todas ellas, habían conservado algo de su hermosura y su color; los había pegado justo en la parte central de la hoja; el nombre que debía llevar en la parte central y superior de la hoja estaba bien diseñada; en fin todo estaba puesta a la perfección. El trabajo era todo una obra de arte, bien hecho y bonito, por lo que, viendo el trabajo realizado por este alumno, todos quedaron admirados y sin palabras; en algunos provocó cierta envidia; otros le felicitaron por su labor y su desempeño al igual que la profesora.

Acto seguido, en media clase, la maestra, tomó el trabajo realizado y les mostró como modelo para que los y los/as demás ultimen detalles para la presentación, suponiendo que, el trabajo de colección, ya debían haber concluido todos. Y añadió:

El próximo fin de semana todos, sin falta, deben presentar, pues el tiempo se cumple. No habrá lugar para las postergaciones. Esa clase será la última y todos deben entregar.

Cumplido el tiempo todos presentaron sus trabajos, pero ninguno hizo mejor que Zenón. El trabajo de éste superó a todos por lo que tuvo que ser donado al museo de aquella institución educativa. El Director y todo el personal docente, que trabajaba en esa institución, otorgaron un premio en reconocimiento por el excelente trabajo realizado por el mentado alumno. Finalmente, el trabajo de Zenón, llegó a formar parte de las mejores presentaciones puestas en el gran muestrario del museo de aquella entidad.

Hay una organización mafiosa, muy extraña y antigua, que persiste hasta hoy. Su víctima ha sido la mujer en general. La tal institución organizada, a lo largo de los siglos, vino reduciendo a las mujeres en no más que ‘flores disecadas’ para guardadlas en la estantería o en el muestrario. Hoy, estas mujeres, son parte del gran museo, casi arqueológico, construido por dicha corporación tramposa.

La organización chovinista, al cual nos referimos en esta reflexión, ha hecho creer a las mujeres que tienen un esposo en lo alto de los cielos y que, por él, es necesario sacrificar e inmolar toda su maternidad, su existencia y su vida. ¿Qué clase de religión es esa, que promete cosas innecesarias y absurdas? La naturaleza y la existencia dan cosas necesarias al ser humano y al conjunto de los seres que habitamos este mundo, sin embargo, esas religiones y sus agentes solo han dado cosas innecesarias a la humanidad y, con ellas, sembró pecados, culpas que trajeron consigo el sufrimiento masivo.

La liberación de la mujer sólo se dará si esas religiones chovinistas desaparezcan de la faz de la tierra. No hay otra posibilidad. La humanidad actual necesita de la mujer y sus cualidades porque, radicalmente, ellas, no están interesadas en las guerras, destrucciones, rivalidades, lógicas, intransigencias, intolerancias y autoritarismos, porque ellas funcionan según el corazón, la compasión y el amor. Es decir, están más interesadas en el beso, la danza, el baile, la fiesta, la alegría, el arte, la pintura, la música, lo bello, el abrazo, el chisme y otros detalles de la vida que devuelven un rostro verdaderamente amigable y humoroso a la humanidad. Por eso digo que ellas son una verdadera reserva; en ellas hay esperanza; en ellas hay confianza; y en ellas está el futuro de la humanidad.

Para ellos necesitamos dar un giro de ciento ochenta grados a todos los paradigmas que han establecido los machistas conductores de la historia. Por eso estoy a favor de la liberación de la mujer, pero no al estilo de las que vienen propagándola porque, esos movimientos llamados de liberación, no son más que venganzas que los mismos chovinistas han promovido. Por eso, el movimiento por la liberación de la mujer que conocemos en occidente, es algo estúpido. Los varones que han promovido le dijeron a las mujeres: ‘ahora tenéis que ser libres e iguales a nosotros’ y, este dicho, se la creyeron las que están bien metidos en ese movimiento insensato. Ese movimiento está provisto de estrategias y tácticas para competir con los varones, pero como está trazado por los teólogos, no puede devolver la suavidad de la mujer a la humanidad.

La suavidad, la delicadeza, la sensibilidad, la cordialidad, la vulnerabilidad, la amigabilidad, el contacto con nuestro propio centro: el corazón, son cualidades de la mujer que solo, la mujer, puede llevarlas acabo. Con esas cualidades aún es posible salvar nuestro planeta de las garras de la razón y el pensamiento lógico, caso contrario, nuestros días en este mundo están contados. El varón tiene que volverse más femenino, lo que no quiere decir afeminado, sino que tiene que volver a la armonía esencial, a las raíces del ‘Todo’, raíces donde se produce la gran comunión vital de lo masculino y lo femenino. De hecho cada ser humano, sea varón o sea mujer, participa de ello. La feminidad no es exclusiva de las mujeres como la masculinidad tampoco es algo exclusivo de los varones. El sexo es algo accidental, por lo que, ya seas varón o mujer, eres parte de un polo, pero esencialmente, cada ser humano es parte del Todo, está provisto de los dos polos. He ahí la posibilidad de que el varón se vuelva un poco más femenino a que la mujer se vuelva más masculina.

El machismo se ha disparado demasiado lejos y por eso, hoy, nos estamos viendo completamente amenazados, no solo los seres humanos sino todos los que habitamos este planeta. Por lo tanto es necesario abandonar la idea de ‘varones y mujeres’, es decir, esa separación, para anteponer por encima de que: ‘todos somos seres humanos’. Ser varón o mujer, es solo accidental, por eso, superficial o sólo fisiológico. Sin embargo es necesario que la mujer sea la más femenina posible y que el varón sea profundamente masculino para que se de el verdadero encuentro beneficioso y bendito a favor de toda la humanidad.

Khishka
Testigo ambulante

EL RICO

(El gozo delaquí y ahora’)

En un país lejano, cuya población era de gente de clase media para abajo, había un solo hombre muy rico. El rico tenía todas las comodidades: casa lujosa, autos de último modelo, fincas, fábricas, servidumbres, amigos, etc.

Entre los muchos amigos/as figuraba uno que, de vez en cuando, solía acudir a su caridad y, él, no en contadas oportunidades, acostumbraba regalarle unas cuantas monedas que le sobraban en el bolsillo.

Un día se enteró, mediante otros amigos, que ese tal sujeto que solía ir a su puerta pidiendo caridad, tenía una singular simpatía para con las cantinas, andaba de chichería en chichería. Entonces, el tipo, no resultaba más que un borracho y un mendigo. Hasta entonces él no había caído en la cuenta de ello. Sin embargo tomó la decisión de seguirlo personalmente para poder constatar cuán verdad era lo que sus amigos revelaban.

Al otro día, por la mañana, después de que el mendigo vino a su casa, lo siguió de cerca hasta el lugar donde su amigo solía reunirse con sus compinches. Esperó un rato hasta que ese tal mendigo se implicara perdidamente en el evento que se realizaba en aquella chichería. Y viendo todo el asunto, en el momento preciso, el rico entró y le pilló al otro con las manos en la masa. En son de molestia y repudio, por lo que el borracho hacía, en voz alta, le dijo:

- ¡Oiga amigo! No es hora de beber. Es hora de ir a trabajar para ganar algo de dinero. ¿Qué estás haciendo aquí? Si trabajaras no tendrías que andar de puerta en puerta, pidiendo limosna.

El borracho, con un todo atrevido, contestó:

- ¿Trabajar? Y ¿para qué?

El otro dijo:

- ¡Cómo que para qué! Para ganar algo de dinero.

- ¿Dinero dijiste? Y ¿para qué?

El otro un poco incomodado respondió ante el atrevimiento de su amigo borracho. Dijo:

- ¿Vas a seguir con tu ‘para qué’? Pues te lo digo: para que tengas de qué vivir; para que tengas, aunque sea, una pequeña cuenta bancaria; no tengas que mendigar, y, después de haber trabajado bastante, tengas que descansar y celebrar tu prosperidad. El trabajo hace digno a la persona.

El borracho, lleno de sonrisa, le miró y le dijo:

- Yo, como ves, ya estoy descansando y, así como soy, soy digno. Ya estoy celebrando y disfrutando con mis amigos. ¡Con ahora me basta! No veo otra alternativa. ¡Quién sabe si mañana amanezco vivo! ¡Éste momento me brinda tanta belleza que me llena de dicha y alegría!

Con estas palabras, el rico, asombrado e incomodado, volcó la mirada y se fue sin decir nada pues, al parecer, las palabras del borrachín eran muy sensatas. Por eso, una cosa era cierta que, el borracho, a diferencia de él, se encontraba en una posición mejor y su rostro resplandecía un aura de dicha. Además se podía ver que no era un borracho corriente sino uno que vivía el ‘aquí y ahora’ intensamente.

Un hombre rico pospone el descanso para el futuro. Descansar es imposible para él. Y si descansar es imposible, menos posible será celebrar y ser dichoso ‘aquí y ahora’. Lo pospone todo. Trabaja aquí y ahora, se saca el lomo trabajando y metiéndose en un sin fin de problemas para proteger sus posesiones.

A menudo, la gente pudiente, suele acusar a los borrachines de ser gente floja, gente que no se esmera por su prosperidad y, la flojera, es la causa de su miseria. Pero no se da cuenta fácilmente que un borracho, no en pocas oportunidades, puede estar en una situación mejor que él. ¿Por qué sacrificar el gozo, la dicha, la fiesta, la alegría a costa de un trabajo forzoso, de una cuenta bancaria, de una jubilación o del embotamiento de la mente? Para después que te jubiles te habrás vuelto canoso y mañoso, el tiempo de celebrar y gozar habrá pasado porque, para entonces, tu mente estará completamente identificada con la riqueza que has acumulado. Y todo lo que acumulas tendrás que cuidarlo y protegerlo de todos los riesgos. Y si tienes que cuidar de todos los riesgos, precisamente por cuidar, tendrás una vida desdichada, una vida de un animal de carga, de un camello, una máquina o un robot. Y un robot no es algo vivo, sino un robot, una cosa muerta. Tu posesión te ha poseído, has sido poseído por las cosas y te has convertido en un robópata. Funcionas como una máquina. Y con razón tu vida es algo baldío y siempre estás mirando al cielo. Si tu vida es algo baldío y con visión de futuro no puedes ser un hombre religioso.

Definitivamente: el borracho, que al parecer no es un borracho corriente, se encuentra en una situación mejor. Es un religioso que goza del aquí y del ahora. ¡El momento es tan bello para él! Y lo único que tiene que hacer es celebrar con sus amigos. Su cielo está aquí y ahora, en éste momento, no en un futuro al lado de un Dios. ¡No! ¡Todo está al alcance de sus manos! Por eso él lo goza porque, como dice: ¡quién sabe si mañana amanezco vivo! La vida es un entrenamiento constante para gozar, saborear y disfrutar de sus delicias. Si hay una categoría absoluta es precisamente ésta: goza aquí y ahora, lo demás vendrá por añadidura.

Khishka
Testigo ambulante

domingo, 10 de agosto de 2008

ARAÑITA

(El juego de la vida)

Un día, Khishka, se encontraba sentado sobre una silla y disfrutando de la sombra del limonero. Llegó un momento en que alzó su brazo izquierdo y logró divisar una diminuta arañita que venía justo por el apoyadero de la silla.

Él le dijo:

- ¡Hola arañita!

Y ella se detuvo como si contestara ¡hola! Pero, la pícara, le incitó a Khishka al ‘juego de la pesca-pesca’ y, éste, logró comprender su lenguaje. Entonces comenzó la recreación.

Khishka le dijo:

- Eres muy diminuta, querida.

La arañita le contestó:

- Es verdad. Pero para que veas no soy tan pequeña como tú piensas. ¡Te reto! –le desafió–. Y comenzaron la competencia.

Khishka inició la partida con el dedo índice de su mano izquierdo. Le persiguió por el lado derecho y, la arañita, aparecía por el lado izquierdo. Entonces él atacó por el lado izquierdo y la otra aparecía por el lado derecho. Así una y otra vez. Cuanto más rápido era el ataque la arañita también resultaba tener una impresionante velocidad. Este juego se repitió durante un buen momento.

La arañita se puso muy insistente y vivaz.

Le dijo:

- Eres muy lento Khishka –dijo frotándose las manecitas–. Con esas palabras, la muy traviesa, le puso en jaque a su adversario. Y riéndose le dijo otra vez:

- ¡A que no me agarras! ¡Te reto!

Y Khishka pensó para sus adentros: –ahora va a ver la traviesa. Le voy a atacar por los dos lados. ¡Le voy a enseñar lo que es ser ganador de un juego!–. Luego le dijo:

- ¿Eres muy traviesa, no? Pues bien, ¡prepárate! ¡Ahí empieza el último round!

Como no le dijo que el juego iba a seguir del mismo modo o cambiaría de estrategia, Khishka, se sirvió de sus dos dedos y le atacó por los dos lados. Le dijo:

- ¡Ah…ha! ¡Te tengo pequeña travesura!

Ahora la que estaba en ‘jaque mate’ era la arañita. Y Khishka, al parecer, ya podía hacerse con la partida; ya no había alternativa. Poco a poco, acercó los dos dedos y justo, cuando iba a tomarlo, ¡plop! Saltó la arañita en dirección de una hoja seca de papaya que yacía en el suelo, diciendo:

- ¡¡Yu… hoo!! ¡Era sólo un juego! ¡A Dios…!

La belleza de la existencia es su eterno juego. No hay otra belleza. Preguntarse ¿si habrá o si hubo una belleza tal? es una simple estupidez. Todo lo que alienta, todo lo que vemos está inmerso en ese inconmensurable juego de la vida. La belleza de la existencia surge cuando la comparación cesa. No hay superior ni inferior. Toda la existencia es superior. La arañita es única y superior. Khishka es también único y superior. Todo está provisto de una superioridad intrínseca. Lo pequeño es grande y lo grande es pequeño. La vida es solo un juego, un eterno juego que va de eternidad a eternidad.

La comparación es estúpida. Fíjate: la mente erudita y estúpida pregunta: ¿por qué hay inteligentes e ignorantes? ¿Por qué hay guapos y feos? ¿Por qué hay diferencia entre los sagrado y lo profano? ¿Por qué la diferencia entre varón y mujer? ¿Por qué la diferencia entre animales y seres humanos? ¿Por qué hay santos y pecadores? ¿Por qué otros son más y otros menos? ¿Por qué hay perfectos e imperfectos? ¿Por qué hay ateos y teístas? Toda una masa de ¿por quééés…? Creados para ser respondidos con unas miserables respuestas aristotélicas, respuestas sin sentido y tontas.

Todas las comparaciones son erróneas, totalmente erróneas. Son hijas de su madre. Todas las comparaciones son hijas de tu equivocada educación, de tu pseudoreligión, de tu política, de tu sociedad. Desde temprana edad te han inculcado la comparación y, ésta, ha sido la causa de los dos complejos: el complejo de superioridad y el complejo de inferioridad de las cuales adolece la sociedad occidental.

Todo el mundo ha hecho lo que le han dicho que haga, te han educado de un modo tan estúpido que ahora te ves privado de la dicha y buscas refugio en consuelos que no son más que mentiras que has repetido durante toda una vida y que ahora parece una verdad; te han criado de tal modo que te has extraviado en las comparaciones: que alguien es más alto que tú, otra es más guapo/a que tú, otro es más inteligente que tú, siempre hay alguien más virtuoso que tú, otro alguien es más religioso que tú; alguien es más famoso que tú, alguno es más santo/a que tú; y en ese mar de comparaciones te pierdes y, ahora, adoleces de un complejo de inferioridad. Sufres.

Te han criado de tal modo que ahora te sientes erudito, nadie puede retar tu palabra, que siempre tú tienes la última, la que decide; te sientes todopoderoso porque manejas mucho dinero, tienes muchos bienes, tienes coches de último modelo, te sientes demasiado guapo pero, a la vuelta de la esquina, un mendigo puede ser más guapo que tú. Puedes ser presidente de una nación y tener todo el poder que necesitas para dominar y someter a tus enemigos, puedes ser primer ministro, puedes ser un famoso músico, etc., etc. y debido a que siempre comparas, estando en tales alturas, siempre te faltará algo. Nadie puede sentirse verdaderamente superior. Pero hay una única certeza: adoleces de un complejo de superioridad que tienes que defenderlo a toda costa. Esto es una mera ilusión. Por eso, igualmente, sufres. Entonces ¿para qué sirve la comparación? Toda comparación es simplemente una estupidez.

No te engañes. Este momento lo es todo. El juego de la vida es todo lo que hay; la danza de la vida es todo lo que hay; el baile de la vida es todo lo que hay; la fiesta de la vida es todo lo que hay. No hay un lugar a dónde ir. No lo hay. Si alguien te dice que existe Dios, como un caballero que te está esperando cuando concluya tu visita a este mundo, para premiarte o para castigarte, es un mentiroso. Sin embargo es exactamente eso lo que tus pseudoreligiones te han venido enseñando por milenios enteros. Y ahora lo tienen empañado casi a toda la humanidad en un fango de supersticiones. Es tiempo de que despiertes y te desembaraces de esas porquerías mortecinas.

Aprende a jugar el juego de la existencia. Simplemente juega porque es cuestión de saber jugar. Allí no hay ganadores ni perdedores. La arañita sabe jugar al mismo nivel que Khishka y éste sabe jugar al mismo nivel que la arañita. Ninguno es pequeño e incapaz. Ambos juegan espontáneamente porque ambos están enraizados en la existencia. Ambos son la existencia misma jugando, gozando, celebrando. Juega con los ríos, juega con las aves, juega con los árboles, juega con los cerros, juega con los animales, juega con todo y, jugando, regocíjate, es la única y eterna ley. No hay otro.

Lo único que te queda es fortalecer las raíces que te unen a la existencia. Ella es tu madre. No la traiciones a cambio de mentiras que te ha dado tu estúpida pseudoreligión, política, o sociedad. A tu madre, la existencia, le encantas, le importas mucho, le fascinas desbordantemente; ella se alegra contigo, goza contigo, celebra contigo pero, también, llora contigo. Una vez que descubres la raíz que te une a la existencia, descubrirás la suprema libertad y, la experiencia de la suprema libertad, te conduce a la eternidad, a las raíces del cosmos. ¡Eres eterno! Nunca naces, nunca mueres. Aquí solo estás de visita. ¡Aprovecha tu estadía!

Khishka
Testigo ambulante

CHOFER

(La gracia deno estar perdido’)

Un chofer paró su camión, de carga, en una carretera rural, llegando justo a un cruce de caminos. Uno iba hacia el sur, otro al norte, un tercero al sur oeste, un cuarto iba al este y un quinto iba al oeste.

El hombre bajó del camión, al parecer, confundido y perdido. Miró a sus alrededores y divisó a un muchacho, el joven Khishka, recostado y rascándose el ombligo, al lado de una granja solitaria. Por su puesto, era el granjero Khishka haciendo siesta. Acercándose un poco más, el chofer le gritó:

- ¡Hola! ¿Qué tan lejos estoy de Santa Cecilia?

Khishka lo pensó y le contestó:

- No lo sé.

Bueno, entonces ¿cuál de estos es el mejor camino para llegar allá? -Insistió-.

De nuevo, Khishka el granjero, lo pensó y respondió:

- No lo sé.

Entonces, el camionero, notablemente molesto, siguió diciendo:

- Al menos, dime: ¿dónde es la gasolinera más cercana para conseguir un mapa?

Khishka lo pensó más detenidamente y, de nuevo, reafirmó su posición:

- No sé.

Y el chofer de camión le dijo con desprecio:

- No sabes mucho ¿no? ¡Animal!

Khishka le contestó:

- ‘Yo no estoy perdido’.

La vida exige una mente amplia y abierta por todos los lados. Si no estás perdido, el cuchicheo de la multitud, poco importa. La multitud siempre se ha caracterizado por ser violenta e insana. La multitud se parece a un baúl llena de porquerías donde las moscas abundan y los parásitos festejan. Nunca fue ni lo será inteligente.

En Occidente el ego se ha convertido en un accesorio permanente. Se ha vuelto como respirar y, sin respirar, uno no puede seguir viviendo. Debido a ese ego la multitud o el grupo se ha vuelto absolutamente importante. El grupo resulta como un método eficaz para paliar o disolver el ego. Por eso, en Occidente, si quieres llevar adelante algo a nivel creativo y libre, te tachan de ‘egoísta’ porque tienen la mente saturada de la lógica y lo racional en todos los sentidos, sin embargo, la única carga que tienen es el ego. Esta es la razón del por qué los fenómenos fascistas e imperialistas han aflorado, en distintos niveles, en el Occidente. El fascismo solo pudo existir en Alemania porque es el país más egoísta del Occidente. No hay nada comparable con el ego alemán. Y, hoy por hoy, quienes tienen privatizado el pensamiento y la ortodoxia, lo académico y lo intelectual son, también, los alemanes. Por eso tienen peso sus teólogos y sus filósofos cuyos escritos deben ser obligatoriamente leídos casi en todas las universidades del mundo, aunque no en Oriente, a excepción del Japón.

Cuando la multitud resulta muy importante lo individual desaparece, es subsumido por el grupo. El desfile compuesto por la masa y liderado por un loco hipnótico puede ejecutar fenómenos como el fascismo occidental. Así es como fue posible un Hitler, personalidad carismática e hipnótica. No es que Hitler tenía una filosofía convincente para con los alemanes pues, si hay una cosa difícil en este mundo, es precisamente convencer a los alemanes. Con ellos, que tienen mentes alienadas con la lógica y lo racional, aristotélicos, tendrás que aplicar algo hipnótico para que, por lo menos, marees la perdiz y los tengas a tu disposición ya que, los alemanes, son muy buenos para hacer de títeres en cualquiera de los rubros de la vida, particularmente, en las universidades y no por nada, hoy, Alemania es la tierra de los profesores y los lógicos. Con ellos tendrás que hacer lo mismo que hacen las muy conocidas, aquí en Bolivia, la ‘pildoritas’, quienes hacen dormir a sus víctimas para arrebatarle sus bienes tan pronto como se duermen. Dales un elemento hipnótico y verás como bailan los títeres.

Para que te quede claro, la lógica ‘pildorita’ está escrita en la historia sanguinaria de Hitler, quien no convenció sino hipnotizó a los alemanes y éstos como son personas muy pero muy ‘yoístas’, y para aplacar esa carga que llevaban, le siguieron en caravanas y se perdieron así mismas en la banda, en el desfile, en la música hipnótica de Hitler e hicieron lo que hicieron. Hitler fue el titiritero y los alemanes fueron sus títeres. Aunque el líder o el titiritero diga bobadas o cosas tontas, los títeres o la masa, hipnotizada como estaba, le seguía como ganado detrás del pasto. Una vez metido allí el hipnotizado se siente bien, renovado, joven, feliz, aunque en el fondo es un simple accidente, una simple masa, una miserable marioneta. Pero el hecho de que no están solos les hacía olvidar sus penas, ansiedades, preocupaciones individuales, angustias y alienaciones. Su método hipnótico funcionó como una especie de liberación. Esta es una de las razones del por qué en Occidente fueron posibles el fascismo, el nazismo y todos los tipos de locura colectiva, propia de la multitud y de la masa, engendrados por su paradigmático representante Friedrich Nietzsche quien terminó en el manicomio pero produjo un loco o un titiritero como Hitler.

La gente en Oriente está hastiada de la comunidad, del grupo, perdido en el mar de la multitud y, por eso, quieren huir de la sociedad. Está harta de la masa. En occidente ocurre lo contrario: la gente corre hacia la multitud, hacia la sociedad, porque está harto de sí mismo y que por eso tienen odio al ‘egoísmo’. Todos condenan el egoísmo. Sin embargo mi punto de vista es una especie de síntesis, ante todo, observando el fantástico baile de la vida. En algunos escritos hemos dicho que la vida es paradójica, y lo es realmente. Unas veces se llora y otras veces se ríe; a veces se está triste y otras veces alegre; ciertas veces uno está enamorado y ciertas veces fastidiado; a veces relajado y a veces embotado. Las dos caras o polaridades, están juntos, no están separados, son connaturales de la vida. Es así la vida.

Mi postura resume ambas, pues no estoy en contra de la ‘comunidad’ ni del ‘egoísmo’, pero ambos son extremos. Sólo te pierdes y en multitud te pierdes. Para que no te pierdas es mejor sopesar o equilibrar de modo que se disuelvan los opuestos. Puedes estar en comunidad, que hará las veces de una muletilla, para que puedas estar perfectamente sólo y en silencio. Estar así será algo muy nutritivo. No serás un ‘corre-corre’ tampoco un ‘deja-deja’, es decir, no serás ni occidentalista ni orientalista.

Ahora una breve referencia a la anécdota contada al inicio. El camionero es sinónimo de la mente occidental, impaciente, calculador, intolerante, prepotente, loco y alterado. Khishka podría ser sinónimo de paciente, lento, dejado, característica de la mentalidad oriental, para quien la vida es enorme y vasta, pero no. Él, simplemente, ‘no está perdido’ ni alterado, esa es su belleza. El hecho de que no está alterado quiere decir, simple y llanamente, que está más allá de los extremos. El ‘yo no estoy perdido’ es algo altamente significativo porque supone no estar perdido en la multitud ni en absoluta soledad. Está sólo, simplemente, consigo mismo, está pleno, perfectamente equilibrado; está en estado de gracia; está en estado de divinidad, de virginidad tal que lo divino puede descender en cualquier momento.

Ahora bien quién está en el ‘justo medio’ no sólo está más allá de los extremos sino, también, está supremamente divinizado y bendecido. Lo cual no puede comprender el camionero preso de su loca prisa. Por eso yo digo: con que ‘no estés perdido’ es suficiente. Estás equilibrado. Y en ti mismo se expresa la confluencia, la síntesis de la totalidad multiversal, porque estás abierto a todos los lados y unido a la existencia y al cosmos. Está bendecido y tú eres el bendito.

Khishka
Testigo ambulante