viernes, 26 de septiembre de 2008

JORGE

(Travesuras que decepcionan)

Una profesora de escuela, en una de las lecciones de botánica, mandó sembrar una semilla a todos los niños de la clase. Uno de ellos era Jorge, el más talentoso, curioso y atento, pero que nunca antes había oído hablar de cómo nace una planta. Esta fue la razón del por qué estaba tan ansioso de tener una experiencia del nacimiento de una plantita. Acto continuo la profesora de clase, a cada cual, les dio una semilla recomendándoles un cuidado pormenorizado para no echar a perder la semilla.

El niño, muy obediente, cuidadoso y muy curioso por saber cómo es que germinan las semillas, terminada la clase, retornó a casa. Llegando allí, contó lo sucedido a su madre y a su padre. Luego, para cumplir prontamente con las órdenes de la profesora, preparó el terreno tal como ella les había indicado.

Posteriormente lo puso en una maseta y colocó también la semilla y, regadora en mano, añadió agua para que la semilla pueda brotar. Después del arduo trabajo se puso a descansar hasta el día siguiente. Cuando despertó por la mañana, fue a mirar la semilla si ya había empezado a germinar, pero verificó que nada había sucedido. Apenas se había ablandado. Y se fue a la escuela.

Durante la clase no pudo estar tranquilo, pues, se encontraba muy impaciente toda vez que se acordaba sobre la semilla puesta en la maseta. Al medio día, cuando regresó a casa, lo primero que hizo fue mirar la semilla puesta en la tierra, pero tampoco, no pasó nada con ella. Como era fin de semana tenía todo el tiempo para observar el proceso de cómo germinaba la nueva plantita de una semilla tan diminuta. De modo que, habiendo bastante tiempo, debido a su impaciencia y curiosidad, iba a mirar cada rato, pero nunca consiguió ver la germinación de la nueva plantita.

Poco a poco, pasado unos días, la semilla terminó secándose y no brotó nunca nada, pues su fuerza vital que le dio la madre naturaleza se había caducado. Jorge, a su vez, se quedó triste porque la semilla se secó y no brotó nunca. Se quedó decepcionado y frustrado.

Cada persona que llega a este mundo llega en estado de semilla. La semilla, para cumplir con las leyes de la naturaleza y de la existencia, tiene que germinar, crecer, florecer y dar fruto. No puede quedarse estático. Pero lo que ocurre es exactamente lo contrario. Esto es: desde tu tierna infancia todos te manipulan, no te dejan ser natural y creces con la idea de que, si has venido a este mundo, has venido a buscar tu sobrevivencia y, la vida, no es más que lucha por la sobrevivencia. Y si la vida es una lucha constante no podrás disfrutar, no podrás divertirte, no podrás celebrar, no podrás hacer fiesta, porque la sociedad donde has nacido te ha atado de pies y manos; te ha corrompido completamente. Eres presa de tu sociedad y sus instituciones.

Tienes que liberarte en cuanto tengas conciencia de ello. Date cuenta de que todas tus instituciones sólo te han dado cosas innecesarias pero, fíjate bien, la naturaleza, la existencia, ellas sí, dan cosas necesarias para que te regocijes de haber existido en este mundo y la vivas con intensidad. Entonces tu vida será una fiesta, un entretenimiento, un juego, una fiesta, un flujo natural donde cada instante se vuelve eterno y va de eternidad en eternidad.
Khishka
Testigo ambulante

JAVIER

(El ‘qué dirán’ te encadena)

Esto ocurrió con el hijo de una gran familia. Él se llamaba Javier; tenía, más o menos, treinta y ocho años; siempre vivió con sus padres; nunca tuvo coraje de hacer su vida aparte y, como era hijo único, los bienes de sus padres tenía que heredarlos él a como de lugar. Este modo de ser y de vivir despertó ciertos reparos en sus primos más jóvenes pues, éstos, a la edad de veintidós y veinticinco años, ya habían contraído esposas y tenían sus propios hijos.

Un día, con ocasión de una fiesta familiar, se reunieron los dos en la casa de Javier donde, éste, se encontraba muy ocupado en los preparativos de la fiesta. En cambio los dos primos se encontraban cuchicheando y contando chistes.

Entre tanto cuchicheo, uno de ellos, dirigiendo la vista a Javier, dijo al otro:

– A que no te animas a preguntarle a Javier la siguiente adivinanza: ¿qué será, una planta que nace, crece, madura y no da fruto?

A lo que el otro, antes que nada, contestó diciendo que –no se animaba–. Justo, en ese momento, entró el primo más extravagante quien se caracterizaba por hablar, como quien dice, ‘sin pelos en la lengua’. Sin duda, éste, fue escogido para hacer la adivinanza a Javier.

Le repitieron la pregunta y, él, dijo:

– La adivinanza está buena… Claro que yo le pregunto ahora mismo. No tengo ningún problema. ¡Observen!

Entonces se acercó disimuladamente a Javier, le saludó y le dijo:

– Oye Javier: hace mucho que quería hacerte la siguiente adivinanza porque creo que tú eres la persona indicada para responder.

El otro pensó y le dijo –adelante con tu pregunta–. Entonces el primo le expuso la adivinanza, diciendo:

– ¿Qué será, una planta que nace, crece, madura y no da fruto?

El otro entendió enseguida el contenido burlesco de la pregunta y le contestó con ira:

– ¡Qué sé yo po…! Su grito fue tan fuerte que retumbó al interior del local. Se dio la vuelta y se fue. Los otros primos, que estaban reunidos allí, irrumpieron en carcajadas que también retumbaron al interior del boliche.

Si quieres vivir libre de ataduras derrumba ese muro del ‘qué dirán’. Tener al frente un ‘qué dirán’ te hace mecánico y, a la larga, te haces robópata. Ese ‘qué dirán’ arrebata tu originalidad y tu naturaleza. Sé tú mismo.

El ‘qué dirán’ es la periferia y el ‘sé tú mismo’ es tu centro. El centro es siempre fresco y joven; la periferia genera sufrimiento, amargura, aburrimiento, malestar, porque nunca terminarás complaciendo a la multitud.

La multitud siempre te trata como si fueras un cadáver: te jala de las orejas, de los ojos, de los cabellos, de los pies, de las manos, de la cabeza; quiere bloquear tu luz y oscurecerte, quiere interferir en tu camino; es una verdadera piedra de tropiezo. No inmoles tu libertad, no la sacrifiques a costa de olvidarte de ti mismo. Enamórate de ti mismo pero perdida y profundamente.

La sociedad en la que vives solo te ofrece dos alternativas: quiere que seas eficaz como una máquina, por un lado y, por otro, quiere que seas ambicioso. Por eso todos los que conforman la sociedad donde vives están al asecho cuando llegas a este mundo. Todos quieren sacar su parte, todos quieren interferir en tu camino, no te dejan tranquilo, no quiere que hagas algo fuera de sus reglas de juego, no quiere que seas rebelde pues, si quieres serlo y valerte por ti mismo, ser original y creativo, a la vuelta de la esquina está la trampa y la espada. Por tanto: estás obligado a someterte a sus intenciones programáticas. Me gustaría que seas rebelde, porque a menos que surjan rebeldes los días de nuestra estadía, en este mundo, están contados.

Khishka
Testigo ambulante

PALABRA CÍNICA II

(Flores disecadas)

La profesora y sus alumnos estaban en clases de botánica. Casi terminada la lección, ella, les dijo:

- Para el último examen van a presentar un álbum de cuarenta clases de flores disecadas.

- ¿Cuarenta clases? Rezongó una de sus alumnas.

La respuesta de la profesora no se dejó esperar. Les dijo:

- Sí, dije cuarenta clases. No es mucho. Aquí, en Cochabamba hay una diversidad de flores; no por nada le llaman capital de las flores. A nosotros, cuando éramos como ustedes, el profesor nos pidió que coleccionáramos setenta clases de insectos. ¡Imagínense! Yo no recuerdo muy bien cómo lo hicimos, pero hemos presentado todos. Lo que les pido es casi el cincuenta por ciento menos de lo que nosotros hemos hecho. Desde ahora pueden empezar a coleccionar, tienen mucho tiempo, casi una cosa de tres meses.

Todos los alumnos/as se quedaron silenciosos y silenciosas pensando en el trabajo y cómo podrán llevarlo acabo. Algunos ya comenzaron a planificar para que, con ese pretexto, visiten los jardines de la ciudad, de la municipalidad, los cementerios, algunos lugares donde producen flores, etc. En ese momento llovió una serie de propuestas tanto que la clase parecía una reunión de moscas chirreando.

La profesora se dio cuenta y les dijo:

- ¡Siilencioo! Que aún no he terminado de explicar.

En el aula se escuchó un cierto mutismo luego de haber escuchado la autoritaria voz de la maestra. Y ésta continuó:

- El trabajo tiene que ser bien presentable. En hojas de papel bon, tamaño carta. En cada hoja, la flor, deberá ser pegada con carpicola y, además, deberá llevar el nombre de la flor como título de la página. Se calificará la puntualidad en la entrega, la presentación y el material.

Dicho esto terminó la lección y también el horario. Entonces todos los alumnos se fueron a sus casas y la profesora también hizo lo mismo.

Luego, después de unos dos meses y más, Zenón, uno de los alumnos más destacados, ya tenía listo el álbum, exactamente como la profesora había pedido. Como había llevado consigo el trabajo realizado sus compañeros/as no se aguantaron en observar todo cuanto había hecho Zenón. Éstas fueron algunas de las características: cada flor que había coleccionado había hecho secar entre las hojas de libros; así, todas ellas, habían conservado algo de su hermosura y su color; los había pegado justo en la parte central de la hoja; el nombre que debía llevar en la parte central y superior de la hoja estaba bien diseñada; en fin todo estaba puesta a la perfección. El trabajo era todo una obra de arte, bien hecho y bonito, por lo que, viendo el trabajo realizado por este alumno, todos quedaron admirados y sin palabras; en algunos provocó cierta envidia; otros le felicitaron por su labor y su desempeño al igual que la profesora.

Acto seguido, en media clase, la maestra, tomó el trabajo realizado y les mostró como modelo para que los y los/as demás ultimen detalles para la presentación, suponiendo que, el trabajo de colección, ya debían haber concluido todos. Y añadió:

El próximo fin de semana todos, sin falta, deben presentar, pues el tiempo se cumple. No habrá lugar para las postergaciones. Esa clase será la última y todos deben entregar.

Cumplido el tiempo todos presentaron sus trabajos, pero ninguno hizo mejor que Zenón. El trabajo de éste superó a todos por lo que tuvo que ser donado al museo de aquella institución educativa. El Director y todo el personal docente, que trabajaba en esa institución, otorgaron un premio en reconocimiento por el excelente trabajo realizado por el mentado alumno. Finalmente, el trabajo de Zenón, llegó a formar parte de las mejores presentaciones puestas en el gran muestrario del museo de aquella entidad.

Hay una organización mafiosa, muy extraña y antigua, que persiste hasta hoy. Su víctima ha sido la mujer en general. La tal institución organizada, a lo largo de los siglos, vino reduciendo a las mujeres en no más que ‘flores disecadas’ para guardadlas en la estantería o en el muestrario. Hoy, estas mujeres, son parte del gran museo, casi arqueológico, construido por dicha corporación tramposa.

La organización chovinista, al cual nos referimos en esta reflexión, ha hecho creer a las mujeres que tienen un esposo en lo alto de los cielos y que, por él, es necesario sacrificar e inmolar toda su maternidad, su existencia y su vida. ¿Qué clase de religión es esa, que promete cosas innecesarias y absurdas? La naturaleza y la existencia dan cosas necesarias al ser humano y al conjunto de los seres que habitamos este mundo, sin embargo, esas religiones y sus agentes solo han dado cosas innecesarias a la humanidad y, con ellas, sembró pecados, culpas que trajeron consigo el sufrimiento masivo.

La liberación de la mujer sólo se dará si esas religiones chovinistas desaparezcan de la faz de la tierra. No hay otra posibilidad. La humanidad actual necesita de la mujer y sus cualidades porque, radicalmente, ellas, no están interesadas en las guerras, destrucciones, rivalidades, lógicas, intransigencias, intolerancias y autoritarismos, porque ellas funcionan según el corazón, la compasión y el amor. Es decir, están más interesadas en el beso, la danza, el baile, la fiesta, la alegría, el arte, la pintura, la música, lo bello, el abrazo, el chisme y otros detalles de la vida que devuelven un rostro verdaderamente amigable y humoroso a la humanidad. Por eso digo que ellas son una verdadera reserva; en ellas hay esperanza; en ellas hay confianza; y en ellas está el futuro de la humanidad.

Para ellos necesitamos dar un giro de ciento ochenta grados a todos los paradigmas que han establecido los machistas conductores de la historia. Por eso estoy a favor de la liberación de la mujer, pero no al estilo de las que vienen propagándola porque, esos movimientos llamados de liberación, no son más que venganzas que los mismos chovinistas han promovido. Por eso, el movimiento por la liberación de la mujer que conocemos en occidente, es algo estúpido. Los varones que han promovido le dijeron a las mujeres: ‘ahora tenéis que ser libres e iguales a nosotros’ y, este dicho, se la creyeron las que están bien metidos en ese movimiento insensato. Ese movimiento está provisto de estrategias y tácticas para competir con los varones, pero como está trazado por los teólogos, no puede devolver la suavidad de la mujer a la humanidad.

La suavidad, la delicadeza, la sensibilidad, la cordialidad, la vulnerabilidad, la amigabilidad, el contacto con nuestro propio centro: el corazón, son cualidades de la mujer que solo, la mujer, puede llevarlas acabo. Con esas cualidades aún es posible salvar nuestro planeta de las garras de la razón y el pensamiento lógico, caso contrario, nuestros días en este mundo están contados. El varón tiene que volverse más femenino, lo que no quiere decir afeminado, sino que tiene que volver a la armonía esencial, a las raíces del ‘Todo’, raíces donde se produce la gran comunión vital de lo masculino y lo femenino. De hecho cada ser humano, sea varón o sea mujer, participa de ello. La feminidad no es exclusiva de las mujeres como la masculinidad tampoco es algo exclusivo de los varones. El sexo es algo accidental, por lo que, ya seas varón o mujer, eres parte de un polo, pero esencialmente, cada ser humano es parte del Todo, está provisto de los dos polos. He ahí la posibilidad de que el varón se vuelva un poco más femenino a que la mujer se vuelva más masculina.

El machismo se ha disparado demasiado lejos y por eso, hoy, nos estamos viendo completamente amenazados, no solo los seres humanos sino todos los que habitamos este planeta. Por lo tanto es necesario abandonar la idea de ‘varones y mujeres’, es decir, esa separación, para anteponer por encima de que: ‘todos somos seres humanos’. Ser varón o mujer, es solo accidental, por eso, superficial o sólo fisiológico. Sin embargo es necesario que la mujer sea la más femenina posible y que el varón sea profundamente masculino para que se de el verdadero encuentro beneficioso y bendito a favor de toda la humanidad.

Khishka
Testigo ambulante

EL RICO

(El gozo delaquí y ahora’)

En un país lejano, cuya población era de gente de clase media para abajo, había un solo hombre muy rico. El rico tenía todas las comodidades: casa lujosa, autos de último modelo, fincas, fábricas, servidumbres, amigos, etc.

Entre los muchos amigos/as figuraba uno que, de vez en cuando, solía acudir a su caridad y, él, no en contadas oportunidades, acostumbraba regalarle unas cuantas monedas que le sobraban en el bolsillo.

Un día se enteró, mediante otros amigos, que ese tal sujeto que solía ir a su puerta pidiendo caridad, tenía una singular simpatía para con las cantinas, andaba de chichería en chichería. Entonces, el tipo, no resultaba más que un borracho y un mendigo. Hasta entonces él no había caído en la cuenta de ello. Sin embargo tomó la decisión de seguirlo personalmente para poder constatar cuán verdad era lo que sus amigos revelaban.

Al otro día, por la mañana, después de que el mendigo vino a su casa, lo siguió de cerca hasta el lugar donde su amigo solía reunirse con sus compinches. Esperó un rato hasta que ese tal mendigo se implicara perdidamente en el evento que se realizaba en aquella chichería. Y viendo todo el asunto, en el momento preciso, el rico entró y le pilló al otro con las manos en la masa. En son de molestia y repudio, por lo que el borracho hacía, en voz alta, le dijo:

- ¡Oiga amigo! No es hora de beber. Es hora de ir a trabajar para ganar algo de dinero. ¿Qué estás haciendo aquí? Si trabajaras no tendrías que andar de puerta en puerta, pidiendo limosna.

El borracho, con un todo atrevido, contestó:

- ¿Trabajar? Y ¿para qué?

El otro dijo:

- ¡Cómo que para qué! Para ganar algo de dinero.

- ¿Dinero dijiste? Y ¿para qué?

El otro un poco incomodado respondió ante el atrevimiento de su amigo borracho. Dijo:

- ¿Vas a seguir con tu ‘para qué’? Pues te lo digo: para que tengas de qué vivir; para que tengas, aunque sea, una pequeña cuenta bancaria; no tengas que mendigar, y, después de haber trabajado bastante, tengas que descansar y celebrar tu prosperidad. El trabajo hace digno a la persona.

El borracho, lleno de sonrisa, le miró y le dijo:

- Yo, como ves, ya estoy descansando y, así como soy, soy digno. Ya estoy celebrando y disfrutando con mis amigos. ¡Con ahora me basta! No veo otra alternativa. ¡Quién sabe si mañana amanezco vivo! ¡Éste momento me brinda tanta belleza que me llena de dicha y alegría!

Con estas palabras, el rico, asombrado e incomodado, volcó la mirada y se fue sin decir nada pues, al parecer, las palabras del borrachín eran muy sensatas. Por eso, una cosa era cierta que, el borracho, a diferencia de él, se encontraba en una posición mejor y su rostro resplandecía un aura de dicha. Además se podía ver que no era un borracho corriente sino uno que vivía el ‘aquí y ahora’ intensamente.

Un hombre rico pospone el descanso para el futuro. Descansar es imposible para él. Y si descansar es imposible, menos posible será celebrar y ser dichoso ‘aquí y ahora’. Lo pospone todo. Trabaja aquí y ahora, se saca el lomo trabajando y metiéndose en un sin fin de problemas para proteger sus posesiones.

A menudo, la gente pudiente, suele acusar a los borrachines de ser gente floja, gente que no se esmera por su prosperidad y, la flojera, es la causa de su miseria. Pero no se da cuenta fácilmente que un borracho, no en pocas oportunidades, puede estar en una situación mejor que él. ¿Por qué sacrificar el gozo, la dicha, la fiesta, la alegría a costa de un trabajo forzoso, de una cuenta bancaria, de una jubilación o del embotamiento de la mente? Para después que te jubiles te habrás vuelto canoso y mañoso, el tiempo de celebrar y gozar habrá pasado porque, para entonces, tu mente estará completamente identificada con la riqueza que has acumulado. Y todo lo que acumulas tendrás que cuidarlo y protegerlo de todos los riesgos. Y si tienes que cuidar de todos los riesgos, precisamente por cuidar, tendrás una vida desdichada, una vida de un animal de carga, de un camello, una máquina o un robot. Y un robot no es algo vivo, sino un robot, una cosa muerta. Tu posesión te ha poseído, has sido poseído por las cosas y te has convertido en un robópata. Funcionas como una máquina. Y con razón tu vida es algo baldío y siempre estás mirando al cielo. Si tu vida es algo baldío y con visión de futuro no puedes ser un hombre religioso.

Definitivamente: el borracho, que al parecer no es un borracho corriente, se encuentra en una situación mejor. Es un religioso que goza del aquí y del ahora. ¡El momento es tan bello para él! Y lo único que tiene que hacer es celebrar con sus amigos. Su cielo está aquí y ahora, en éste momento, no en un futuro al lado de un Dios. ¡No! ¡Todo está al alcance de sus manos! Por eso él lo goza porque, como dice: ¡quién sabe si mañana amanezco vivo! La vida es un entrenamiento constante para gozar, saborear y disfrutar de sus delicias. Si hay una categoría absoluta es precisamente ésta: goza aquí y ahora, lo demás vendrá por añadidura.

Khishka
Testigo ambulante