domingo, 10 de agosto de 2008

ARAÑITA

(El juego de la vida)

Un día, Khishka, se encontraba sentado sobre una silla y disfrutando de la sombra del limonero. Llegó un momento en que alzó su brazo izquierdo y logró divisar una diminuta arañita que venía justo por el apoyadero de la silla.

Él le dijo:

- ¡Hola arañita!

Y ella se detuvo como si contestara ¡hola! Pero, la pícara, le incitó a Khishka al ‘juego de la pesca-pesca’ y, éste, logró comprender su lenguaje. Entonces comenzó la recreación.

Khishka le dijo:

- Eres muy diminuta, querida.

La arañita le contestó:

- Es verdad. Pero para que veas no soy tan pequeña como tú piensas. ¡Te reto! –le desafió–. Y comenzaron la competencia.

Khishka inició la partida con el dedo índice de su mano izquierdo. Le persiguió por el lado derecho y, la arañita, aparecía por el lado izquierdo. Entonces él atacó por el lado izquierdo y la otra aparecía por el lado derecho. Así una y otra vez. Cuanto más rápido era el ataque la arañita también resultaba tener una impresionante velocidad. Este juego se repitió durante un buen momento.

La arañita se puso muy insistente y vivaz.

Le dijo:

- Eres muy lento Khishka –dijo frotándose las manecitas–. Con esas palabras, la muy traviesa, le puso en jaque a su adversario. Y riéndose le dijo otra vez:

- ¡A que no me agarras! ¡Te reto!

Y Khishka pensó para sus adentros: –ahora va a ver la traviesa. Le voy a atacar por los dos lados. ¡Le voy a enseñar lo que es ser ganador de un juego!–. Luego le dijo:

- ¿Eres muy traviesa, no? Pues bien, ¡prepárate! ¡Ahí empieza el último round!

Como no le dijo que el juego iba a seguir del mismo modo o cambiaría de estrategia, Khishka, se sirvió de sus dos dedos y le atacó por los dos lados. Le dijo:

- ¡Ah…ha! ¡Te tengo pequeña travesura!

Ahora la que estaba en ‘jaque mate’ era la arañita. Y Khishka, al parecer, ya podía hacerse con la partida; ya no había alternativa. Poco a poco, acercó los dos dedos y justo, cuando iba a tomarlo, ¡plop! Saltó la arañita en dirección de una hoja seca de papaya que yacía en el suelo, diciendo:

- ¡¡Yu… hoo!! ¡Era sólo un juego! ¡A Dios…!

La belleza de la existencia es su eterno juego. No hay otra belleza. Preguntarse ¿si habrá o si hubo una belleza tal? es una simple estupidez. Todo lo que alienta, todo lo que vemos está inmerso en ese inconmensurable juego de la vida. La belleza de la existencia surge cuando la comparación cesa. No hay superior ni inferior. Toda la existencia es superior. La arañita es única y superior. Khishka es también único y superior. Todo está provisto de una superioridad intrínseca. Lo pequeño es grande y lo grande es pequeño. La vida es solo un juego, un eterno juego que va de eternidad a eternidad.

La comparación es estúpida. Fíjate: la mente erudita y estúpida pregunta: ¿por qué hay inteligentes e ignorantes? ¿Por qué hay guapos y feos? ¿Por qué hay diferencia entre los sagrado y lo profano? ¿Por qué la diferencia entre varón y mujer? ¿Por qué la diferencia entre animales y seres humanos? ¿Por qué hay santos y pecadores? ¿Por qué otros son más y otros menos? ¿Por qué hay perfectos e imperfectos? ¿Por qué hay ateos y teístas? Toda una masa de ¿por quééés…? Creados para ser respondidos con unas miserables respuestas aristotélicas, respuestas sin sentido y tontas.

Todas las comparaciones son erróneas, totalmente erróneas. Son hijas de su madre. Todas las comparaciones son hijas de tu equivocada educación, de tu pseudoreligión, de tu política, de tu sociedad. Desde temprana edad te han inculcado la comparación y, ésta, ha sido la causa de los dos complejos: el complejo de superioridad y el complejo de inferioridad de las cuales adolece la sociedad occidental.

Todo el mundo ha hecho lo que le han dicho que haga, te han educado de un modo tan estúpido que ahora te ves privado de la dicha y buscas refugio en consuelos que no son más que mentiras que has repetido durante toda una vida y que ahora parece una verdad; te han criado de tal modo que te has extraviado en las comparaciones: que alguien es más alto que tú, otra es más guapo/a que tú, otro es más inteligente que tú, siempre hay alguien más virtuoso que tú, otro alguien es más religioso que tú; alguien es más famoso que tú, alguno es más santo/a que tú; y en ese mar de comparaciones te pierdes y, ahora, adoleces de un complejo de inferioridad. Sufres.

Te han criado de tal modo que ahora te sientes erudito, nadie puede retar tu palabra, que siempre tú tienes la última, la que decide; te sientes todopoderoso porque manejas mucho dinero, tienes muchos bienes, tienes coches de último modelo, te sientes demasiado guapo pero, a la vuelta de la esquina, un mendigo puede ser más guapo que tú. Puedes ser presidente de una nación y tener todo el poder que necesitas para dominar y someter a tus enemigos, puedes ser primer ministro, puedes ser un famoso músico, etc., etc. y debido a que siempre comparas, estando en tales alturas, siempre te faltará algo. Nadie puede sentirse verdaderamente superior. Pero hay una única certeza: adoleces de un complejo de superioridad que tienes que defenderlo a toda costa. Esto es una mera ilusión. Por eso, igualmente, sufres. Entonces ¿para qué sirve la comparación? Toda comparación es simplemente una estupidez.

No te engañes. Este momento lo es todo. El juego de la vida es todo lo que hay; la danza de la vida es todo lo que hay; el baile de la vida es todo lo que hay; la fiesta de la vida es todo lo que hay. No hay un lugar a dónde ir. No lo hay. Si alguien te dice que existe Dios, como un caballero que te está esperando cuando concluya tu visita a este mundo, para premiarte o para castigarte, es un mentiroso. Sin embargo es exactamente eso lo que tus pseudoreligiones te han venido enseñando por milenios enteros. Y ahora lo tienen empañado casi a toda la humanidad en un fango de supersticiones. Es tiempo de que despiertes y te desembaraces de esas porquerías mortecinas.

Aprende a jugar el juego de la existencia. Simplemente juega porque es cuestión de saber jugar. Allí no hay ganadores ni perdedores. La arañita sabe jugar al mismo nivel que Khishka y éste sabe jugar al mismo nivel que la arañita. Ninguno es pequeño e incapaz. Ambos juegan espontáneamente porque ambos están enraizados en la existencia. Ambos son la existencia misma jugando, gozando, celebrando. Juega con los ríos, juega con las aves, juega con los árboles, juega con los cerros, juega con los animales, juega con todo y, jugando, regocíjate, es la única y eterna ley. No hay otro.

Lo único que te queda es fortalecer las raíces que te unen a la existencia. Ella es tu madre. No la traiciones a cambio de mentiras que te ha dado tu estúpida pseudoreligión, política, o sociedad. A tu madre, la existencia, le encantas, le importas mucho, le fascinas desbordantemente; ella se alegra contigo, goza contigo, celebra contigo pero, también, llora contigo. Una vez que descubres la raíz que te une a la existencia, descubrirás la suprema libertad y, la experiencia de la suprema libertad, te conduce a la eternidad, a las raíces del cosmos. ¡Eres eterno! Nunca naces, nunca mueres. Aquí solo estás de visita. ¡Aprovecha tu estadía!

Khishka
Testigo ambulante

CHOFER

(La gracia deno estar perdido’)

Un chofer paró su camión, de carga, en una carretera rural, llegando justo a un cruce de caminos. Uno iba hacia el sur, otro al norte, un tercero al sur oeste, un cuarto iba al este y un quinto iba al oeste.

El hombre bajó del camión, al parecer, confundido y perdido. Miró a sus alrededores y divisó a un muchacho, el joven Khishka, recostado y rascándose el ombligo, al lado de una granja solitaria. Por su puesto, era el granjero Khishka haciendo siesta. Acercándose un poco más, el chofer le gritó:

- ¡Hola! ¿Qué tan lejos estoy de Santa Cecilia?

Khishka lo pensó y le contestó:

- No lo sé.

Bueno, entonces ¿cuál de estos es el mejor camino para llegar allá? -Insistió-.

De nuevo, Khishka el granjero, lo pensó y respondió:

- No lo sé.

Entonces, el camionero, notablemente molesto, siguió diciendo:

- Al menos, dime: ¿dónde es la gasolinera más cercana para conseguir un mapa?

Khishka lo pensó más detenidamente y, de nuevo, reafirmó su posición:

- No sé.

Y el chofer de camión le dijo con desprecio:

- No sabes mucho ¿no? ¡Animal!

Khishka le contestó:

- ‘Yo no estoy perdido’.

La vida exige una mente amplia y abierta por todos los lados. Si no estás perdido, el cuchicheo de la multitud, poco importa. La multitud siempre se ha caracterizado por ser violenta e insana. La multitud se parece a un baúl llena de porquerías donde las moscas abundan y los parásitos festejan. Nunca fue ni lo será inteligente.

En Occidente el ego se ha convertido en un accesorio permanente. Se ha vuelto como respirar y, sin respirar, uno no puede seguir viviendo. Debido a ese ego la multitud o el grupo se ha vuelto absolutamente importante. El grupo resulta como un método eficaz para paliar o disolver el ego. Por eso, en Occidente, si quieres llevar adelante algo a nivel creativo y libre, te tachan de ‘egoísta’ porque tienen la mente saturada de la lógica y lo racional en todos los sentidos, sin embargo, la única carga que tienen es el ego. Esta es la razón del por qué los fenómenos fascistas e imperialistas han aflorado, en distintos niveles, en el Occidente. El fascismo solo pudo existir en Alemania porque es el país más egoísta del Occidente. No hay nada comparable con el ego alemán. Y, hoy por hoy, quienes tienen privatizado el pensamiento y la ortodoxia, lo académico y lo intelectual son, también, los alemanes. Por eso tienen peso sus teólogos y sus filósofos cuyos escritos deben ser obligatoriamente leídos casi en todas las universidades del mundo, aunque no en Oriente, a excepción del Japón.

Cuando la multitud resulta muy importante lo individual desaparece, es subsumido por el grupo. El desfile compuesto por la masa y liderado por un loco hipnótico puede ejecutar fenómenos como el fascismo occidental. Así es como fue posible un Hitler, personalidad carismática e hipnótica. No es que Hitler tenía una filosofía convincente para con los alemanes pues, si hay una cosa difícil en este mundo, es precisamente convencer a los alemanes. Con ellos, que tienen mentes alienadas con la lógica y lo racional, aristotélicos, tendrás que aplicar algo hipnótico para que, por lo menos, marees la perdiz y los tengas a tu disposición ya que, los alemanes, son muy buenos para hacer de títeres en cualquiera de los rubros de la vida, particularmente, en las universidades y no por nada, hoy, Alemania es la tierra de los profesores y los lógicos. Con ellos tendrás que hacer lo mismo que hacen las muy conocidas, aquí en Bolivia, la ‘pildoritas’, quienes hacen dormir a sus víctimas para arrebatarle sus bienes tan pronto como se duermen. Dales un elemento hipnótico y verás como bailan los títeres.

Para que te quede claro, la lógica ‘pildorita’ está escrita en la historia sanguinaria de Hitler, quien no convenció sino hipnotizó a los alemanes y éstos como son personas muy pero muy ‘yoístas’, y para aplacar esa carga que llevaban, le siguieron en caravanas y se perdieron así mismas en la banda, en el desfile, en la música hipnótica de Hitler e hicieron lo que hicieron. Hitler fue el titiritero y los alemanes fueron sus títeres. Aunque el líder o el titiritero diga bobadas o cosas tontas, los títeres o la masa, hipnotizada como estaba, le seguía como ganado detrás del pasto. Una vez metido allí el hipnotizado se siente bien, renovado, joven, feliz, aunque en el fondo es un simple accidente, una simple masa, una miserable marioneta. Pero el hecho de que no están solos les hacía olvidar sus penas, ansiedades, preocupaciones individuales, angustias y alienaciones. Su método hipnótico funcionó como una especie de liberación. Esta es una de las razones del por qué en Occidente fueron posibles el fascismo, el nazismo y todos los tipos de locura colectiva, propia de la multitud y de la masa, engendrados por su paradigmático representante Friedrich Nietzsche quien terminó en el manicomio pero produjo un loco o un titiritero como Hitler.

La gente en Oriente está hastiada de la comunidad, del grupo, perdido en el mar de la multitud y, por eso, quieren huir de la sociedad. Está harta de la masa. En occidente ocurre lo contrario: la gente corre hacia la multitud, hacia la sociedad, porque está harto de sí mismo y que por eso tienen odio al ‘egoísmo’. Todos condenan el egoísmo. Sin embargo mi punto de vista es una especie de síntesis, ante todo, observando el fantástico baile de la vida. En algunos escritos hemos dicho que la vida es paradójica, y lo es realmente. Unas veces se llora y otras veces se ríe; a veces se está triste y otras veces alegre; ciertas veces uno está enamorado y ciertas veces fastidiado; a veces relajado y a veces embotado. Las dos caras o polaridades, están juntos, no están separados, son connaturales de la vida. Es así la vida.

Mi postura resume ambas, pues no estoy en contra de la ‘comunidad’ ni del ‘egoísmo’, pero ambos son extremos. Sólo te pierdes y en multitud te pierdes. Para que no te pierdas es mejor sopesar o equilibrar de modo que se disuelvan los opuestos. Puedes estar en comunidad, que hará las veces de una muletilla, para que puedas estar perfectamente sólo y en silencio. Estar así será algo muy nutritivo. No serás un ‘corre-corre’ tampoco un ‘deja-deja’, es decir, no serás ni occidentalista ni orientalista.

Ahora una breve referencia a la anécdota contada al inicio. El camionero es sinónimo de la mente occidental, impaciente, calculador, intolerante, prepotente, loco y alterado. Khishka podría ser sinónimo de paciente, lento, dejado, característica de la mentalidad oriental, para quien la vida es enorme y vasta, pero no. Él, simplemente, ‘no está perdido’ ni alterado, esa es su belleza. El hecho de que no está alterado quiere decir, simple y llanamente, que está más allá de los extremos. El ‘yo no estoy perdido’ es algo altamente significativo porque supone no estar perdido en la multitud ni en absoluta soledad. Está sólo, simplemente, consigo mismo, está pleno, perfectamente equilibrado; está en estado de gracia; está en estado de divinidad, de virginidad tal que lo divino puede descender en cualquier momento.

Ahora bien quién está en el ‘justo medio’ no sólo está más allá de los extremos sino, también, está supremamente divinizado y bendecido. Lo cual no puede comprender el camionero preso de su loca prisa. Por eso yo digo: con que ‘no estés perdido’ es suficiente. Estás equilibrado. Y en ti mismo se expresa la confluencia, la síntesis de la totalidad multiversal, porque estás abierto a todos los lados y unido a la existencia y al cosmos. Está bendecido y tú eres el bendito.

Khishka
Testigo ambulante

sábado, 9 de agosto de 2008

EL ESPEJO DE ROBERTA

(Lavado de cerebro)

Roberta era una muchacha de colegio que se caracterizaba por ser una joven muy cuidadosa con la limpieza de su cuarto y de su casa. Era una colegiala hacendosa. Como a toda muchacha le gustaba cuidar su belleza, andaba siempre bien ‘pituca’ (bien arreglada y presentable). Era muy querida para su familia y muy admirada en su colegio. En su cuarto solía tener un espejo del tamaño de su estatura donde, con frecuencia, acostumbraba echarle un vistazo a su propia fachada para, de ese modo, cuidar su belleza. De modo que estando sola, al interior de su cuarto, ensayaba incluso algunas poses propias y originales.

Se preocupaba por su modo de caminar, los movimientos propiamente femeninos, el manejo de las manos, la mirada, la sonrisa, etc. Todo lo practicaba al interior de su pieza. Le gustaba vestirse de la mejor forma, estaba siempre al día con la moda, usaba los mejores instrumentos de estética corporal.

La otra cosa que le caracterizaba fue que el espejo siempre lo mantenía reluciente ya que no admitía suciedad alguna pues, éste, era considerado como uno de sus amigos más íntimos en la cual podía mirarse a sí misma. Como frecuentaba mucho ante el espejo, naturalmente, tenía que velar también por su limpieza. Por eso, antes de usarla, cada vez que quería mirarse, tuvo que estar percatada de que el espejo no tenga ni una pizca de polvo o mancha a fin de que, en lo mínimo, no distorsione la realidad de su belleza corporal. Esa fue una de sus adicciones más elementales.

Esa adicción elemental influyó en sus labores diarias. Su casa estaba en la orilla de la ciudad por donde, justamente, pasaban los acueductos de la urbe donde vivía. Una de sus labores cotidianas era, desde muy temprano y antes de marcharse al colegio, arreglárselas con las cucarachas que manaban de los acueductos hacia su casa pues las autoridades de aquella ciudad eran muy dejadas. Por tanto su tarea era ahuyentarlas con escobas o, en su defecto, eliminarlos con la ayuda de algunos elementos químicos. A veces solían hacer ese trabajo en familia para mantener alejados la presencia de las cucarachas en su casa.

El espejo y la casa representan la consciencia humana. Las cucarachas, la polvareda, la suciedad y las manchas representan todo lo que imprimen tus padres, tus costumbres, tradiciones, virtudes, tus líderes políticos y religiosos, tu sociedad, tu educación, tus profesores, desde tu tierna infancia, en la casa o en el espejo de tu conciencia. Decimos así porque, en cuanto a consciencia se refiere, la limpieza es sumamente necesaria. Puede que aparezca como adicción en el caso específico de Roberta pero, como mi punto de vista no es moral sino mostrar una realidad simplemente, yo digo que las adicciones a toda belleza, a la poesía, al teatro, a la escultura, a la pintura, deberían ser promovidas. No juzgadas desde un punto de vista moral. En cambio la adicción que debe abandonarse definitivamente es aquello que te hace inconsciente, te mata, te embota, te hace robópata y te corrompe desde tu más tierna infancia, y no aquello que estimula el espíritu.

Se suele decir que ‘la limpieza está cerca de Dios’, y es verdad. Cuando sólo queda la limpieza, la limpieza es Dios mismo y por eso, el lavado de cerebro es, perfectamente, medicinal. Esto significa eliminar todas las cucarachas que haz almacenado en tu cerebro. Y una vez que limpies tu cerebro y expulses a todas tus cucarachas, no permitirás, absolutamente a nadie que, en tu recinto sagrado, bote basura o porquería alguna. Esa es la cualidad de Roberta, quien era celosa de la limpieza de su espejo y de su casa para que la suciedad, la polvareda o las cucarachas no distorsionen la realidad. Por tanto el ‘lavado de cerebro’ es perfectamente sano y debería ser promovido para que sea de uso cotidiano. La gente recobraría su rostro original y su cara de felicidad; andaría más gozosa y más dichosa. Abandonaría, definitivamente, todos sus ‘complejos de culpa’ que le han inculcado desde pequeños.

Las ortodoxias, supersticiones, tradiciones, creencias, sean éstas, cristianas, mahometanas o hindúes…, no son más que cucarachas que codician tu espejo y quieren apoderarse de tu casa, es decir, de tu conciencia para distraerte y distorsionar la realidad. Es el polvo que se acumula en el espejo, es la multitud que ensucia tu mente y ensuciar la consciencia de otras personas es un crimen, pero los líderes religiosos y políticos es lo único que han venido haciendo: empolvar y meter cucarachas en tu cerebro.

No estoy hablando del lavado de cerebro que se usa en terminología militar o lo que usan tus líderes religiosos y políticos. No. No se trata de eso. Tampoco se trata del ‘lavado de cerebro que aparece en las enciclopedias’. Estos entes mal usan de ese término. Con ello encubre lo que es, simple y llanamente, embotar la mente, llenar la mente de cucarachas, de polvo, de parásitos, hasta el colmo de cubrir todos sus espacios, habidos y por haber, de modo que ya no haya espacio alguno para lo esencial. Y a eso llaman ¿‘lavado de cerebro’? Es, sin duda, lo contrario lo que llaman ‘lavado de cerebro’.

Estoy hablando en términos de ‘higiene mental’ (no al modo de los hipócritas que se autodenominan espirituales); en términos de limpieza interior; de clarividencia; de luz; de tábula rasa, con la cual llegaste a este mundo. Así que ‘lavar el cerebro’ es un trabajo perfectamente sano. Limpiar diariamente tu espejo o tu casa, es decir, tu consciencia, es una labor divinamente sana y digna. Ese es lo único que te garantiza el hecho de hacerte, más y más, maestro de tu propia vida y existencia.

Khishka
Testigo ambulante

GRICELDA

(Clarividencia de un vástago)

Khishka, cuando era niño, estaba pasando con su madre en medio del alboroto de la gente. Se trataba de una turba que, acurrucados en círculo, miraban una pareja de payasos que hacían sus payasadas. Su madre se distrajo con las payasadas y sus comadres que reían a carcajadas. En ese momento, el niño, se extravió entre la turba que se distraía con los payasos y sus ocurrencias. Al verse sólo, sin su madre, se asustó y gritó con todas sus fuerzas:

- ¡Griselda, Griselda…!

La entretenida turba, e incluso los payasos, reaccionaron y volcaron sus miradas hacia el vástago gritando: ¡Griselda, Griselda!

No pasaron unos segundos, su mamá estaba presta para socorrerle. Ella demostraba un poco de vergüenza debido a toda la gente que había centrado su atención en el pequeño Khishka. Luego le preguntó, a su hijo, con una voz tímida:

- ¿Por qué me gritaste de mi nombre? Nunca antes lo habías hecho. Siempre me dices ‘mami’ (término propio de los hijos respecto de sus madres). La turba te habrá dicho que eres un niño raro, muy poco común, que grita por su nombre a su madre.

El niño contestó:

- Es cierto. Pero si te llamaba como siempre ‘mami’ supongo que no me ibas a escuchar porque veo que hay muchas ‘mamis’ en este lugar. Por eso me pareció mejor gritar tu nombre.

La infancia tiene su propia belleza porque no conoce la etiqueta, las máscaras y toda esa basura que se han tragado las ratas de las bibliotecas. El niño es simple, inocente y espontáneo. Es pura inteligencia. Sus ojos irradian profundidad, divinidad, pureza y clarividencia. Esa cualidad lo tenía Khishka y por eso sale al paso su clarividencia y no se equivoca pues, estaba en lo cierto que, había muchas ‘mamis’ en ese lugar público. Frente a un niño, un adulto, casi siempre queda mal parado, en ridículo y en vergüenza. El niño siempre gana porque su claridad es inocente, venido de la divinidad.

El comportamiento de Khishka es lúdico, infantil e inocente. Su comportamiento es un comportamiento supremo, por eso, religioso y espiritual. No sólo humano sino, también, divino. Todo niño llega a este mundo ‘tabula rasa’, no tiene pasado sobre lo que pensar. En cambio un viejo tiene toda la carga de su pasado y se caracteriza por ser culta y ordenada. Una persona culta, simplemente, ha ocultado su ignorancia inocente con palabras, teorías ideologías, dogmas, credos, filosofías y teologías. Estas basuras son la muralla china que construye una lejanía abismal con la divinidad. En cambio el niño es sinónimo de clarividencia. Es un espejo donde te puedes ver la cara y describirte lo apestante que te cae la máscara que llevas.

Khishka
Testigo ambulante

viernes, 8 de agosto de 2008

EL COCINERO

(Límites de la erudición)

Freddy era un cocinero internacionalmente conocido. Trabajó en los hoteles más famosos del mundo y de su país. Sabía preparar toda clase de comidas nacionales e internacionales.

Un día cayó enfermo, tenía una especie de infección estomacal, por la que tuvo que estar en cama varios días. Llamaron al médico y éste le dijo que –necesita reposar bastante y, en lo posible, privarse de frituras y otros alimentos que contengan bastante grasa–. También le recomendó algunos medicamentos farmacéuticos y otros calmantes para poder aplacar el dolor de estómago.

Después de unas dos semanas de reposo el médico le dio luz verde para que, poco a poco, baya normalizando la comida. Así lo hizo. Pero le estaba prohibido hacer trabajos de cocina y otras actividades que le puedan despertar su estímulo para comer. De modo que en el hotel que trabajaba, debido a la recomendación del médico, tuvieron que contratar eventualmente otro cocinero hasta que se recomponga definitivamente.

Freddy vivía en el hotel y era muy querido por todo el personal que trabajaba en ese ente público. Pero durante todo ese tiempo de reposo tuvo que comer, sin querer, la comida que el otro cocinero preparaba. Siempre reclamaba: en una ocasión decía que faltaba sal, que la lechuga no estaba bien puesta, que la carne le falta esto o aquello, etc, etc. No admitía la comida preparada por otros sino estrictamente lo suyo. Siempre faltaba algo o siempre algo estaba por demás.

Por eso solía rezongar diciendo:

- Si yo cocinara, el menú tendría un gusto diferente; sería exquisita; daría ganas de comer un montón, pero como estoy enfermo esto no es posible –se lamentaba–.

Esta enfermedad del cocinero, quien solo es capaz de aceptar la comida preparado por sus manos, es también la enfermedad del erudito, para quien sus construcciones racionales suelen ser absolutas y sólo ellas son viables. Dice el dicho: ‘cada panadero alaba su pan’. Esto es una gran verdad. Sin embargo, por alabar su pan, se pierde la exquisitesis que brinda la vida multiversal o plural. Este paradigma nos pone al frente de diferentes clases de comida que están puestas en la mesa del universo al que todos, sin excepción, estamos invitados para degustar lo que nos brinda este hermoso mundo que por sí mismo es sagrado, gracia y bendición.

No nos conviene ser como el cocinero internacional, que solo sabe apreciar la comida preparado por sus manos sino que, todos, mirándonos a nosotros mismos, esto es, a nuestros vicios, costumbres, tradiciones, y todo lo que tenemos y hemos aprendido, podamos considerarlas como naturalmente relativas frente a lo que nos supera, a lo que es mayor e inconmensurable, pues no hay nada absoluto ni en lo propio ni en lo ajeno. La verdadera sabiduría está en cómo caemos en la cuenta de nuestras robopatías, estos es, lo que hemos aprendido por repetición, para dejar de ser mediocres y empezar a ser comensales en todos los ámbitos.

Khishka
Testigo ambulante

NIÑOS

(Los que hacen leyes)

Pepito, Jaimito y Juancito fueron a jugar a la playa durante toda una tarde. Llevaron consigo unos cartones, juguetes, ositos de peluche… y, estando ya en la playa, juntaron unas piedritas y otros elementos que había en las cercanías del río.

Con todos los elementos recogidos decidieron, por unanimidad, construir unos hermosos castillos, como les apetecía y como veían conveniente. Después de un arduo ajetreo terminaron el muro del supuesto castillo. Luego lo techaron con unos palillos secos recogidos del bosquecillo cercano a la ribera, los cartones que habían llevado de la aldea, añadieron unas ventanas, etc. Al interior del castillo colocaron sus juguetes, sus ositos de peluche y todo cuanto habían llevado.

Junto con los muchachos estaba también Juanita quien tuvo la idea de hacer notar un detalle importante. Les dijo:

- ¡Le falta algo muy esencial a nuestro castillo!

- ¿Qué falta? –Preguntaron en coro los otros–.

Y ella contestó:

- Así como está nuestro castillo se ve feo, desértico, sin vida. Le falta jardines, árboles, una cascada, su fuente de agua, también le falta una piscina, un pequeño parque para los niños y un espacio para hacer juegos domésticos ¿No les parece?

La observación de Juanita fue bien acogido por lo que todos dejaron, por un momento, el castillo y se fueron en busca de toda clase de elementos accesoriales para materializar el jardín, la piscina, el sector de juegos y diversiones. Las ramas de algunas plantas sirvieron de árboles, unas bolsas plásticas para hacer la fuente de agua, la piscina y otros elementos, como las algas extraídas de la sombra de los árboles, sirvieron para hacer las áreas de pasto verde.

Todo funcionó a la perfección. El ingenio de los muchachos fue concretizado en una bella obra de arte. Fue un verdadero derroche de creatividad. Parecía una maqueta de presentación (como hacen los estudiantes de arquitectura en la universidad) hecha por verdaderos artistas y, nada menos, en plenas orillas del río. Los niños que estaban alborotados y afanados con la construcción, al fin, dieron por concluida la obra. La gente que pasaba por la zona y que se daba cita para disfrutar del sol caliente se quedaba pasmada por todo lo que los niños habían hecho.

Estando al frente de su obra maestra, Pepito, Jaimito, Juanito y Juanita, de repente, irrumpieron en risas y, entre carcajadas y risotadas, uno de ellos, en este caso Pepito, tumbó con un manazo el techo y el castillo quedó sin él. Los otros no se quedaron atrás con sus ocurrencias pues, entre risas y griteríos, Juancito destruyó los jardines que habían acabado de hacer, otro le dio patadas a las murallas y otra se las hizo con las cascadas y el pasto. El castillo y sus implementos, el parquecito, el mismo jardín y todo, absolutamente todo lo que habían edificado durante toda la tarde, quedó hecha trizas. Y Los artífices desataron en unos alborotos y carcajadas incontrolables, parecían unos niños locos, verdaderos idiotas, que han hecho y desecho lo que han edificado.

Terminado todo el bochinche volvieron a casa, sanos y salvos, después de haber pasado una espléndida tarde de ocupación, deleite y diversión a orillas del río, aunque todos estaban notablemente embarrados, tostados por el sol y sucios. Pero volvieron complacidos de haber pasado una tarde sumamente divertida.

Los que hacen las leyes se parecen a estos niños que se han complacido edificando el castillo y se han deleitado, más aún, destruyéndolas. Algunos psicólogos se han dado la molestia de analizar el coeficiente intelectual de los juristas y estuvieron sorprendidos por los resultados obtenidos. Por eso indicaron que éstos tienen un coeficiente intelectual de muchachos de doce a catorce años porque se deleitan haciendo leyes y se complacen en quebrantarlas entre risotadas. Un coeficiente intelectual así es suficiente para mantener a un mundo en constante guerra tanto a nivel social y a nivel teórico. A ese nivel intelectual pertenecen nuestros políticos bolivianos que no hacen otra cosa sino ‘pelear’. Esto es un completo disparate. ¿Quién puede prohibir al río que cante? ¿Quién puede ordenar a la gaviota que no eche a volar? ¿Quién puede mandar a la semilla para que deje de germinar en plena primavera y cuando el campo está mojado?

Khishka
Testigo ambulante

MIGRANTES

(Mi carga esligth’)

Eran dos jóvenes que se cansaron de su país. Habían buscado un trabajo rentable pero no habían logrado encontrar. Anduvieron por todos los rincones de su país pero nada. Un día decidieron marcharse al país vecino donde, al parecer, la vida se pintaba buena para los trabajadores eventuales. Pero, como no tenían suficiente recurso económico, optaron por llevar acabo esa decisión por la vía ilegal, ya que el otro país exigía pasaporte, visa, y una serie de cosas.

A los dos países separaba sólo un gran bosque virgen y, éste, había que pasar sólo de noche para no ser vistos por los carabineros del otro país que guardaban la frontera.

Cuando llegó el día de emprender la marcha, los dos jóvenes, estaban preparados para irse al país vecino y de ese modo mejorar su calidad de vida. Llegado el atardecer y la hora de partir se despidieron de sus familiares, amigos y parientes, quienes les desearon ¡mucha suerte! a los dos. Ellos, lanzados a la aventura, se fueron caminando y, poco a poco, se alejaron de su pueblo y se perdieron en el entramado del bosque cerrado, oscuro, y peligroso. La noche en el bosque era totalmente oscura, parecía todo cubierto por un inmenso manto negro.

Pero en medio de ese bosque cerrado solo había un sendero estrecho que conducía hasta cierta parte y luego se partía en dos direcciones: uno iba hacia el Sur y el otro hacia el Norte. No había otro sendero. Si estos se desviaban podía caer presa de los animales del monte.

El primer joven, que más había averiguado sobre la ruta que conducía, llevaba la delantera llegando a guiar a su compañero y, gracias a la luz de su linterna, llegaron al cruce y no se detuvieron mucho porque el tiempo estaba bien calculado para llegar a los objetivos, las metrópolis del Norte y de del Sur de la nación vecina. Se detuvieron ambos por breves instantes escuchando el poderoso rugir del bosque, vieron cómo los animales nocturnos cruzaban de un lado para otro, los mosquitos, los silbidos de la noche, maullidos, aullidos, chirreos, canturreos y toda clase de ruidos del monte.

Cuando llegó la hora de separarse se despidieron con un fuerte abrazo y un deseo de ¡mucha suerte! Ya que, ambos, no iban a la misma ciudad y obligadamente tuvieron que distanciarse. El primero siguió el sendero que iba al Sur y el otro buscó enseguida su linterna y, a la luz de ella, se dirigió hacia el Norte. Cada cual emprendió una aventura individual guiada por su propia luz.

Ambos caminaron toda la noche y al día siguiente llegaron, tanto el uno como el otro, a la respectiva ciudad. Habían pasado la noche caminando y cada cual se buscó un alojamiento y la gente, del otro lado, resultó ser muy generoso y acogedor. Les preguntaron cuál era su especialidad y, según ella, les ayudaron a encontrar el trabajo prontamente.

La ciencia oriental habla del ‘tercer ojo’ que está situado entre las dos cejas y en la hendidura de nuestra frente. Está relacionada con la glándula pineal y pituitaria. Ambas glándulas se alimentan de luz. Otros lo denominan ‘ojo de la visión etérea’ u ‘ojo del alma’ relacionado con los ojos, el cerebro, con los colores índigo y púrpura. Representan así la percepción, la intuición y el conocimiento.

Con ésa intuición están de acuerdo, incluso, los científicos más agudos. Quizá por eso muchas plantas, en completa oscuridad, se mueren aunque tengan agua en abundancia. Necesitan un mínimo de luz como los animales. Una plantita puesta en la oscuridad tiende siempre hacia la luz. ¡Somos seres de luz! No hay duda. Estamos cargados de luz y nos alimentamos de la luz. La energía, la luz, son parte de nuestra ración diaria.

De hecho Jesús dijo: mi carga es ‘ligth’ (luz, ligero). No quiere decir que mi carga no es pesada… como nos lo han enseñado. Está diciendo simplemente ‘luz’. Está dando realce a nuestra naturaleza. En otra ocasión dijo también ‘yo soy la luz del mundo’. Evidentemente, la luz, es la carga que cada ser humano como cada ser vivo transporta. Y la luz, indudablemente, no pesa. Es ligera. Es lo más veloz que existe y, al mismo tiempo, lo más inmaterial. Esa es nuestra luz interior. Esa es nuestra consciencia. Esa luz no viene de las escrituras pasadas: Gita, Corán, Biblia, Torah, Talmud, etc. No. Es propia de nuestra naturaleza. Es cuestión de ver y de observar lo que sucede en este bello universo.

Ahora bien: cada cual estamos provisto de luz y, por eso, todo ser humano tiene un camino individual para alcanzar su destino. No dependas pues de la luz de otro ya que, incluso, tu propia oscuridad es mejor. Tu luz es tu ser mismo, es tu misma realidad. Los ciegos de nacimiento tienen su luz y por eso no se caen, pueden caminar por todo el mundo aunque a ti te cueste porque ya te has acostumbrado. A la gran mayoría de la humanidad le encanta caminar con una luz prestada pero, yo te digo, cuando te sea arrebatada esa luz ajena ¿qué harás? Si dependes de otra luz estás tramando tu propio suicidio.

No puedes entrar en el Reino de Dios con Avemarías prestadas o con dinero prestado. Es imposible. No puedes sobornar a los guardias que están guardando la seguridad de la puerta. No. Son mentirosas las religiones que te dicen que nosotros somos los responsables de tu camino. No hay camino –dice el poeta-. Se hace camino al andar. Por lo tanto, ‘sé tú mismo’. No hagas caso al que te dice sigue al judaísmo, al islamismo, al cristianismo, jainismo, hinduismo… pues todas ellas solo están interfiriendo tu propia luz porque les deleita bloquear tu consciencia. Esa es su fuente de supervivencia. La única belleza posible es ‘ser tú mismo’. Ser tú mismo de una forma pura, inocente, virgen pues, aunque a tientas, descubrirás tu propia luz y se disiparán las tinieblas. ¡No dependas de una luz prestada!

Con lo antedicho no intento enseñarte nada a lo que aferrarte, solo intento mostrarse la realidad así como es y compartir contigo los frutos de mi cosecha. Siento un infinito placer este modo de compartir y bendigo este momento que nos ha tocado compartir. Es la única dicha que siento. Y soy honesto en decirte que ‘yo tengo una luz’, ‘tú también tienes tu luz’; mi camino no es tu camino ni el tuyo es mío; mientras caminamos juntos puede que mi luz te alumbre, pero llegará el momento en que nos hemos de separar y tú tendrás que seguir guiado por tu propia luz. En ese caso, sólo en es caso, puede que mi luz encienda el tuyo para que sigas tu propio camino.

Esa es, reitero, la única belleza posible ‘ser tu propia luz’ porque eres parte de la mayor Luz. Y ‘la luz es Dios’. A menudo te han enseñado que Dios está en el horizonte de todo pero, yo te digo, Dios no está en ningún horizonte. Dios no está lejos. Dios está exactamente donde tú estás, aquí y ahora. Dios es vida, es amor, es energía vital. Toca tu corazón y siente que está latiendo. Ahí está Dios. Allí es un árbol, aquí es una flor, allá es un río cantando, allí es un pajarillo trinando, al frente es el Tunari (el cerro famoso de Cochabamba - Bolivia), allí es roca, piedra, greda, montaña. Ahí es tú y aquí es yo.

Se pierde el sol y las estrellas empiezan a brillar. Tú estás en el campo, en una colina, y ves que esa estrella está tan cerquita, vas allí y la estrella se pone al frente, cruzando la quebrada. Sigues yendo, llegas al otro extremo de esa quebrada y la estrella se ha puesto al frente del siguiente barranco. Es un trabajo inútil. Aunque recorras kilómetros y kilómetros nunca alcanzarás la estrella. Aunque des la vuelta a toda la tierra no la alcanzarás. No te engañes. Dios no está lejos. No es inalcanzable. Está donde tú estás exactamente ahora. Él te envuelve ahora. Está latiendo en tu interior. Él me está hablando y yo lo estoy escuchando.

¿Ves? ¿Estás de acuerdo? Jesús dijo: ‘mi carga es ligth’ (luz) y está en lo cierto. Dios es luz, tú eres luz, yo soy luz, Jesús es luz, Buda es luz, Hotei es luz, Sócrates es luz… La única carga que transportamos es la luz. Esa es nuestra naturaleza suprema.


Khishka
Testigo ambulante

EQUILIBRIO

(La llave secreta del misterio de la vida)

Pedro y Pablo eran dos soldados que llegaron a la última prueba militar. De ello dependía su ascenso de categoría.

La prueba debía llevarse acabo en un precipicio donde estaba extendida una cuerda floja. El precipicio inspiraba mucho miedo pues, según testimonios anteriores, el soldado que se caía no podía ser rescatado. De modo que se trataba de una prueba de vida o muerte.

Estando ambos, preparados y animados, el instructor los puso al frente de la gran prueba. El primero logró cruzar al otro lado. El segundo se quedó mirando, en el mismo lugar, sin decir nada.

Después de un momento le dijo al otro que ya había cruzado:

- Dime, camarada: ¿cómo lograste cruzar? Y el primero le contestó:

- No lo sé. Me es difícil explicártelo. Lo que te puedo decir es que: en cuanto sentía que me tambaleaba demasiado hacia la derecha, me inclinaba yo hacia el lado izquierdo. Lo mismo hacía cuando me inclinaba mucho hacia la izquierda. Es así como me mantuve en el centro, equilibrado. Eso es todo.

Como el segundo no se animó terminó la prueba. El primero cruzó y el segundo no. Luego todos regresaron.

La sabiduría está en el equilibrio y, el equilibrio, es la llave secreta del misterio de la vida. El equilibrio no está en los extremos: ni en éste ni en el otro lado. En la vida ‘hay solo dos clases de personas: los que mantienen su derecha y los que mantienen su izquierda’. Yo te propongo ‘mantener tu centro’ porque en el centro está la gracia, esto es, en el equilibrio entre los dos extremos. Solo si mantienes tu centro te alcanzará la bendición. Solo si estás equilibrado Dios y su gracia descenderán sobre ti. Dios estará a tu disposición sólo si mantienes el equilibrio, tu centro. No hay otra forma.

Estar en equilibro es estar en contacto con la vida. La vida nunca se convierte en conocimiento, no se puede enseñar, más bien, permanece como una experiencia sumergida. Y esta experiencia es siempre individual.

La vida es paradójica (misterio) y vivir es como saber tambalear en la cuerda floja de la vida: difícil y fácil, se ríe y se llora, se está alegre y se está triste, se triunfa y se fracasa… Ambas polaridades naturalmente suceden y forman parte esencial de la vida. ¡No seas extremista! No seas derechista ni izquierdista. Mantén el centro como Jesús, el hombre más equilibrado que ha conocido el mundo: iba con la gente más común y corriente hasta que la gente erudita tuvo que tacharlo de borracho y glotón pero, al mismo tiempo, se retiraba para estar solo, en silencio, dedicado plenamente a sí y a Dios. Esto es, en otras palabras, no entregarse mucho al placer pero tampoco practicar, con demasía, la renuncia. ¡Mantén tu centro, mantén el equilibrio!

El soldado que cruzó pudo haber dicho: la vida no se puede enseñar, como mucho te puedo dar pistas, es decir, te puedo contar mi experiencia, lo que he sentido en carne propia al tambalear en la cuerda. Es como si dijera: la vida hay que vivirla tal como es. La única manera de saber la vida es viviendo con todos los peligros que esto implica.

Khishka
Testigo ambulante