miércoles, 5 de noviembre de 2008

ELÍAS

(El tesoro escondido)

Elías era un hombre muy importante del pueblo. Era alto de estatura y siempre andaba rengo. A los niños de su pueblo les gustaba verle especialmente cuando bailaba en las fiestas. Viéndole, los niños, disfrutaban de cómo ese hombre se las arreglaba. Era todo un espectáculo.

Era un hombre sumamente soñador. Tenía muchos bienes: terrenos, casas, ganado y estancias. Siempre andaba entusiasmado con los minerales y sus precios. Abría minas por aquí y por allá, en distintos lugares, buscando metales preciosos.

Un día se fue a Santa María, una estancia bastante alejada de su pueblo. Fue sólo con la esperanza de encontrar algún mineral precioso. En el lugar había muy poca gente trabajando, tan solo unos cuantos, quienes solían lavar oro en las aguas de un pequeño arroyo que había por allí.

Como Santa María estaba a los pies de un cerro, cuando llegó Elías, pensó: –el oro que trabajan estos paisanos debe tener una fuente; más arriba, en el cerro mismo, debe de haber una beta de oro–. Entonces se aventuró en indagar las faldas de ese cerrito haciendo una especie socavoncitos por aquí y por allá. Hace muchos días estuvo buscando, como unas quince jornadas y, por fin, encontró lo que buscaba. Su intuición había funcionado.

Después de encontrar, se alegró mucho –su rostro irradiaba una satisfacción plena–, volvió a casa, vendió sus bienes y con todo el dinero que adquirió, empezó a hacer los trámites legales para hacerse con el lugar. Las gestiones fueron todo un éxito. Y, después de un poco más de tiempo, compró aquel terreno y empezó a explotar.

El tesoro de la existencia está escondido dentro de ti. Cada individuo lleva en sí un Dios escondido. ¡Eres Dios! Tu condición divina es tu tesoro. Solo es cuestión de emprender el camino de la ciencia subjetiva.

Hay dos clases de ciencias: la ciencia objetiva y la ciencia subjetiva. La primera es un camino hacia la exterioridad, es el camino propio de la tecnología y la ciencia actuales. La segunda es el camino de la ciencia interior. Ambos son un camino científico, por eso, ambos son ciencia. Toda ciencia tiene una base: la experiencia. La experiencia es la señera de la tecnología y, también, la experiencia, es guía y maestra que te conduce hacia tu centro, hacia tu divinidad. La ciencia en sus dos niveles es el mayor logro que, hasta hoy, ha desarrollado la humanidad. En la ciencia reside la gloria y la divinidad del ser humano.

Khishka
Testigo ambulante

EL CIELO

(Fantasía o realidad)

Era una familia muy católica y muy pobre que ya no tenía qué comer y estaba por dormir. El padre no llegaba aún y el niño de tres años, junto a su madre, estaba acostándose para dormir. Mientras lo hacía no lograba dormir porque estaba con hambre y no había nada que comer. Entonces dijo a su madre:

- Mamita: ¿en el cielo tendremos mucha comida?

La madre le respondió:

- Sí hijito, en el cielo tendremos comida abundante.

Pasaron unos minutos y, el niño, preguntó nuevamente a su madre que estaba recostada a su lado. Dijo otra vez:

- Mamita: ¿en el cielo habrán muchos chocolates y también ositos de peluche?

La madre respondió afirmativamente a la pregunta del pequeño:

- Sí hijo, habrán chocolates, ositos de peluche, leche, yogurt, salteñas. Todo lo demás.

- Mi hermanito mayor –intervino el niño– que ya está en el cielo debe estar feliz y contento, sin hambre, teniendo todo eso. ¡Imagínate! ¿Por qué no le mandamos una carta diciendo que nos mande galletas, chocolates, comidas… por el correo central?

La madre, algo desconcertada, le respondió:

Sí hijito: tu hermanito debe estar muy feliz, pero es difícil mandar cartas y que nos mande algo de comida, chocolates y galletas. Quizá no llegaría nunca. El lugar donde está es muy lejos.

Y el niño dijo:

- He visto a mucha gente recoger y mandar encomiendas y otras cosas por correos. Parece que da buenos resultados el mandar cartas pidiendo que te envíen aunque sea las sobritas. Una buena carta nos vendría bien mamá. Además no solo está mi hermanito, también está mi tío, el abuelito y la abuelita. Si todos nos enviaran algo tendríamos más que suficiente y mi papá no tendría que salir a buscar trabajo todos los días.

La madre le dijo:

Ya mi hijito. ¡Duérmete ya! ¡Estás imaginando demasiado!

Pero mamá –dijo el niño– ¡tengo hambre! No tengo sueño. Y empezó a lloriquear.

Sí. Estás imaginando demasiado porque desde tu tierna infancia te han enseñado a imaginar cosas, a ser hipócrita y, con ella, te han privado del contacto directo con la realidad, con la existencia y con la naturaleza. Tu contacto con ella está carcomido y en cualquier momento puedes transformarte en un perfecto esquizofrénico, un loco caído por debajo de la racionalidad incluso, porque ya te he visto a carreras por la calle no sé con qué objetivo, estresado y sin tiempo alguno para relajarte, tranquilizarte, estar calmado, para entrar y celebrar en tu propia morada.

En lo único que puedes invertir toda tu energía es en la realidad, en la Existencia y en la naturaleza. Olvídate de los sueños y los consuelos que te ofrecen tus líderes políticos y religiosos. No les hagas caso. Rebélate con coraje y valor, porque la vida es vida para aquellos que tienen agallas.

Khishka
Testigo ambulante

KHISHKA

(La irrelevancia de las divisiones)

Alex era un joven que por motivos familiares viajó al extranjero a temprana edad, es decir, justo durante su adolescencia. En cambio Khishka, su contemporáneo, como era de familia pobre, no tenía posibilidades de viajar a otros lados. Apenas tenía para el estudio y la comida que sus padres le daban. Él siguió los estudios como podía y, de paso, ayudando a sus padres en los trabajos cotidianos.

Después de varios años Alex regresó a su pueblo todo cambiado; había crecido en estatura más que casi todos sus compañeros. Un día se encontró con Khishka que casi no había crecido nada y que solo se había vuelto un poco más robusto.

Estando por la calle ambos, se encontraron, se saludaron y, a Alex, viendo la su condición física, le dedicó la siguiente ironía:

- ¡Khishka, te has quedado corto! ¿Te alcanzó la helada? ¡No haz crecido nada! ¿Qué te ha pasado?

El afectado entendió perfectamente su ironía y dijo:

- Así es, me alcanzó la helada, pero ‘más vale ser cabeza de ratón que cola de león’. Dijo porque sabía muy bien que su compañero había vivido en el extranjero una vida disoluta a costillas de sus tíos.

Por eso, Alex, no dijo palabra alguna porque sabía muy bien que el otro, aunque no salió a ningún país extranjero, estaba aprovechando el tiempo de su juventud para adquirir al menos una profesión. En cambio él, teniendo todas las posibilidades, solo se había dedicado a unos trabajos eventuales para aparecer de vez en cuando y gastar su dinero en borracheras.

Seas rico o pobre, feo o bonito, bajo o alto, negro o blanco, seas lo que seas, el ser humano es uno como el lugar donde vive es uno. Todas esas divisiones tienen relevancia a causa de estar dirigidos por bárbaros políticos y religiosos. En realidad somos aún bárbaros o monos que no hemos logrado evolucionar y eso se nota claramente en que seguimos dependiendo de las decisiones de gobiernos y ministros estúpidos.

Tenemos el reto de desarrollar mucha inteligencia para darnos perfecta cuenta de ello caso contrario seguiremos hundidos en la ingenuidad: dando nuestro voto a los chimpancés, aliento a los payasos del circo, enarbolando a los parásitos del siglo….

Khishka
Testigo ambulante

LOS CIEMPIÉS Y LA CULEBRA

Cierto día, un clan de ciempiés, había cultivado una gran amistad con una pequeña culebra. Todos ellos llegaron a tener una particular estima por la culebrita, tanto que ésta se hizo parte del clan. No era ciempiés pero vivía con ellos y participaba en todo como miembro de la familia.

En el clan no faltaron unos ciempiés compasivos más que otros y, uno de ellos, comenzó a sentir lástima luego de haber hecho un viaje largo:

- ¡Pobrecita... –dijo–. Sin pies y condenado a arrastrarse!

Otro ciempiés apuntó:

- Nosotros tenemos muchos pies y la pobrecita no tiene ni una sola. Si fuera posible yo le prestaría unas cuantas y estoy segura que otros también lo harían para que, la pobre, tenga sus propios pies y no tenga que arrastrarse como una desgraciada.

Entre tantos hubo otra que sugirió:

- ¿Qué os parece? Detrás de la casa tenemos un taller para hacer pies ortopédicos para aquellos que por X motivo pierden uno, aunque generalmente no sucede. Yo sugiero que, puesto que donar nuestros pies es algo imposible, hagamos tantos pies sean necesarios y que sean parecidas a las nuestras ya que, con la tecnología que hay ahora, se pueden hacer maravillas. ¡Yo me brindo para empezar ese trabajo! Solo es cuestión de implementar el taller con máquinas de última tecnología.

El cabecilla del clan, señaló:

- ¡De acuerdo! Apoyo la sugerencia. ¡Entonces manos a la obra muchachos!

En ese momento todos los ciempiés, sin excepción, se sensibilizaron y comenzaron a ponerse manos a la obra. Unos fueron al mercado para adquirir las máquinas más sofisticadas e implementar, antes que nada, el taller y, otros, comenzaron a poner las cosas en orden dentro del recinto.

Cuando todo estaba preparado comenzaron a fabricar los pies ortopédicos y ya estando todo completo, después de un breve tiempo, le propusieron la idea a la culebrita y ésta, a tanta insistencia, por complacer a las razones del clan terminó aceptando la propuesta. Es así como se puso a disposición de los ciempiés.

Luego le instalaron los pies ortopédicos y, todos, festejaron la culminación del trabajo, con comidas, bebidas, bailes y toda clase de diversiones y se olvidaron de la pobre culebrita. Los ciempiés terminaron ebrios y dormidos; y la pobre reptil no pudiendo ni siquiera reptar se puso a hacer grandes esfuerzos con la finalidad de deshacerse de las patas ortopédicas forcejeando de un lado para otro, retorciéndose en el suelo, pero como estaban bien puestas, no pudo conseguir ningún resultado favorable.

Todo el resto de la noche sufrió con ella, pidió auxilio, pero todos estaban borrachos y dormidos. En la madrugada, cuando se escuchaban los ronquidos, ella se encontraba casi inconsciente dando los últimos indicios de vida que le quedaban. Y a la hora de la llegada del astro rey, por fin, un ciempiés despertó escuchando sus últimos alaridos y, éste intentó auxiliarle lo más pronto posible pero ya había sido tarde. Trajo el botiquín de la enfermería lleno de sueros, anestesias, calmantes, instrumentos, medicamentos y otros pero, la pobre reptil, ya había exhalado su último aliento. Había muerto.

No te amarres a nada, a ninguna seguridad, sea política o religiosa. Ten siempre abiertas todas las puertas posibles. Si te amarras caerás en las garras de la multitud y te convertirás en su esclavo, en su víctima. Cuando seas esclavo tendrás que obedecer ciegamente cualquier disparate que crea la masa porque, ella, carece absolutamente de consciencia.

Tu cristianismo, tu islamismo, tu hinduismo, tu budismo, con todas sus manifestaciones exteriores, no son sino fenómenos sociales y, por eso, todo lo que estos han venido haciendo, a lo largo de la historia, es una historia de inconsciencia. Te han puesto patas artificiales, absolutamente innecesarias, cuando tu naturaleza es distinta. Tú eres natural, no eres artificial, no necesitas patas ortopédicas, auque fueran cien. Lo único que necesitas es abrir lo ojos y mirar que eres uno con el flujo de la existencia, es decir, con tu madre.

No seas suicida siguiendo los consejos de esos fenómenos sociales, compuesto por necios, así te hablen de Dios pues, su Dios, es también artificial igual que ellos. Constantemente te están diciendo sigue a Jesucristo, sigue a Mahoma, a Moisés, a Gandhi, a Buda… sigue esto y lo otro, pero yo te pregunto ¿qué pecado haz cometido para seguir, como un condenado, durante toda tu vida a un Jesucristo o a un Zaratustra? Yo no creo que el hombre es pecador como para seguir a unos hombres que no existen ya y que cuando les llegó el turno hicieron su parte ¿y tú porqué quieres lavarte las manos siguiendo fantasmas que no existen más que en tu psicología?

Estoy a favor de un hombre nuevo, real, natural y existencial, valiente y coraje, cuya única moral es fluir con la naturaleza y ser una ola en el inmenso océano de la Existencia. Estoy a favor del advenimiento del ‘rebelde’ porque todas las artimañas de los supuestos religiosos han sido o están siendo desenmascarados por la ciencia y la tecnología. Esto es, sin duda, una gran bendición. No le auguro mucha vida a la religión organizada porque ha hecho de Dios una ‘profesión’ y un objeto de ‘tráfico’, de compra y venta, de mercado.

Y ésta es mi apuesta: estoy a favor de un ser humano capaz de lograr la dignidad de un individuo libre, libre de convertirte en un Cristo o un Buda, un Sócrates o un Zaratustra, un Mahoma o un Moisés, pero con ello no estoy diciendo que se debe seguir a estas individualidades sino que se debe alcanzar su estado de ser sin importar, en el proceso, la forma o el estilo porque, para mí, ser Cristo es un ‘estado de ser’ como es un ‘estado de ser’ el ser un Zaratustra.

Khishka
Testigo ambulante