miércoles, 30 de septiembre de 2009

LA NOTA DE KHISHKA

(Mi camino, es el camino de los vientos del Sur)

El presidente de un país comenzó a buscar un sabio para colmar con sus intereses estatales y los proyectos que iba a realizar en toda la nación. Preguntó a los suyos si en todo el país podía encontrar un sabio digno de confianza. Ellos contestaron afirmativamente. Dijeron:

- Su nombre es Khishka y vive en el Estado del Sur.

El presidente les ordenó:

- ¡Traedlo inmediatamente!

Y todos los de la comitiva se lanzaron en su búsqueda. Cuando llegaron a la aldea donde solía vivir él y sus familiares, preguntaron a uno de sus hermanos:

- Hemos escuchado hablar a cerca de un hombre llamado Khishka y estamos en su búsqueda. ¿Podría decirnos a cerca de su paradero?

Su hermano les contestó:

- Antes que nada, han dado con la persona adecuada. Como han dicho: Khishka es mi hermano. Pero no sé su paradero exacto. Él se mueve como el viento. No sabría decirles con exactitud.

Entonces dijeron los de la comitiva:

- El presidente ha ordenado que requiere de su ayuda en el palacio y, a más tardar, pasado mañana, hasta medio día, tenemos que cumplir con la orden. Así que tienes que ayudarnos.

Él hombre dijo:

- Ya les dije que él se mueve como el viento. Ayer estuvo por aquí. Pero como les digo: de estar aquí, está aquí. Sin embargo, no sabría decirles dónde está exactamente. O arriba en su hacienda, o abajo en el charco, o en su estancia, o en el cerro, o en el río, o en la quebrada del frente, o en algún pueblo cercano… No sabría decirles. Pero, yo mismo les puedo ayudar a buscar. Y comenzaron a buscar.

Buscaron toda la noche y al día siguiente, temprano llegaron a una aldea que se alzaba a la orilla de un río. Preguntaron a la gente y estos dijeron que Khishka, en ese momento, estaba en el río pescando; consigo tenía tan sólo un perro y su sh’uspa (una especie de talega) de coca. Y toda la comitiva, más su hermano, se trasladaron al río y, ciertamente, la encontraron pescando.

El representante se acercó y le dijo:

- ¡Al fin te hallamos! El presidente pregunta por ti y necesita de tu colaboración, ya que tú eres la única persona indicada. ¿Vendrás con nosotros al palacio? Has sido nombrado el miembro máximo del consejo consultivo del presidente. ¿Qué dices? ¿Aceptas la propuesta?

Y Khishka, con su sonrisa que le caracterizaba, respondió:

- ¡Esperen! ¡Déjenme pensarlo! Denme sólo veinticuatro horas y tendrán mi respuesta.

Como la comitiva sabía que su presidente solía ser muy respetuoso con los sabios, fueran de donde fueran, dieron curso a la petición de Khishka y esperaron la respuesta hasta el día siguiente. Se retiraron del lugar para acomodarse y pasar el día y la noche en aquella aldea. En cambio, Khishka, se quedó sólo a la orilla del río.

Al día siguiente, cuando regresaron en busca de la respuesta, no encontraron a Khishka sino una nota que decía:

- Mi camino, es el camino de los vientos del Sur. Mi camino, es el camino de las nubes blancas vagando en el cielo infinito. No tengo hogar, ni dirección, ni nada. ¡Vuestro palacio no me interesa! ¡Quedáoslo con él! Atte: Khishka. Y una glosa al margen, dirigida a los mensajeros, decía: ‘dadle esta nota a vuestro presidente’.

El camino espiritual es el sendero de los vientos y de las nubes del cielo. Nadie sabe de dónde viene y a dónde va. Esa es la cualidad de un Maestro. Y un Maestro es una gota que ha caído en el mar, es el río que ha llegado al océano. Profundidad y superficie, en él, son una misma cosa. No hay separación alguna. Es el camino de la ciencia de la religión; es el sendero de la suprema libertad; es la vía del universo interior. Ese camino eminentemente científico es, absolutamente, imprevisible para los ojos de la lógica, del poder, la ambición, la respetabilidad, los reconocimientos y honores. El camino interior es un viaje de silencio en silencio, de dicha en dicha, de regocijo en regocijo, de eternidad en eternidad.

Khishka

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