viernes, 26 de diciembre de 2008

EL GUERRERO MEDIEVAL

(La moral…)

Los guerreros medievales siempre suelen estar en las cruzadas. Los cristianos se iban a matar musulmanes o a matar judíos, o a convertirlos al cristianismo. Si uno quería permanecer vivo, la única posibilidad era hacerse cristiano, pues lo otro significaba su propio final, es decir, morir.

Un guerrero francés se iba a una cruzada, pero tenía una esposa bella. De modo que, para conservar intacta a su esposa tuvo que hacer algo. Como todos los guerreros, acudió a la fábrica de candados especiales para que, mientras se ausente, durante la guerra o por unos días, no tenga que perecer la infidelidad de su esposa. A ese candado especial, los medievales, lo llamaban: ‘cinturón de castidad’. Era un cinturón con un cerrojo. Algunas fábricas desarrollaron unos cerrojos extraños de modo que daba más seguridad a que nadie pueda hacer el amor con la mujer del guerrero. De ahí que los cerrojos utilizados por los más pudientes incluso tenían un cuchillo dentro. Si algún objeto se introducía en el cierre, el cuchillo le caía encima. ¡Válgame Dios! Esa cosas parecen ridículas, invenciones o mentiras, pero son ciertas. Están escritas en las páginas de nuestra historia universal y, para testimonio, esos cinturones están expuestos en los grandes museos de Europa, especialmente en Londres.

Al guerrero francés le tocó ausentarse durante seis meses, tal vez más, quien sabe. Pero lo cierto es que fue quien le aplicó el instrumento a su esposa. Le preocupaba llevarse la llave consigo porque iba a la guerra y, si se perdía la llave, sería muy difícil abrir el cerrojo. Necesitaría llamar a algún cerrajero o alguien que pudiera fabricar otra llave. Pero sería vergonzoso. Entonces llamó a su mejor amigo y le dijo:

- Amigo: voy a una cruzada. Quien sabe si regreso vivo. Pero confío en ti; eres mi mejor amigo, así que guarda ésta llave. Cuando regrese me la devolverás. Es la llave del candado de mi esposa.

El amigo le dijo:

- No te preocupes. Y se quedó con la llave.

Sólo cinco minutos después de que el guerrero partiera en su caballo, vio a su amigo llegar rápidamente en el suyo. El Guerrero se detuvo y le pregunto:

- ¿Qué pasa?

El hombre, su amigo, contestó:

- Me has dado la llave equivocada.

Imagínense. ¡Sólo después de cinco minutos!

Todo ese suceso era un hecho moral reconocido en aquella sociedad en sus diferentes niveles, es decir, tanto a nivel político y religioso, pero ahora, para nuestro tiempo, no es más que una estupidez. Una estupidez patriarcal, podríamos decir, cuando la mujer era absoluta propiedad privada del varón… aunque aún en muchas partes del mundo sigue vigente aunque con matices diferentes. Eso revela los ‘candados’ que están en los grandes museos de Europa, especialmente en Londres.

No existe una moral establecida para todo tiempo. Sencillamente no lo hay. La moral que conocemos no es más que una conveniencia social y, las conveniencias sociales, son las religiones centradas en la idea ‘Dios’. Las religiones organizadas no deberían llamarse religiones porque son simplemente una colección de preceptos morales que aparecen en tus escrituras primitivas. No hay nada de religiosidad allí.

Los mahometanos recibieron el legado de Mahoma. Allí les dice a los varones: ‘podéis casaros con cuatro mujeres’. Mahoma tenía su razón ya que lo decía en tiempos en que los varones guerreaban constantemente. Y es lógico que las mujeres fueran, en cantidad, más que los varones. Por entonces la sociedad era tribal, cada tribu peleaba contra otra tribu. A los varones los mataban y las mujeres sobrevivían. En ese contexto el precepto de Mahoma funcionaba, se la puede entender a él, pues era mejor que un varón se case con cuatro mujeres a que las damas comenzaran a hacer amoríos con esposos de otras mujeres o se convirtieran en prostitutas o se pelearan entre ellas por un varón. Se armaba un problema enorme. Por tanto era razonable el precepto de Mahoma. Pero no se lo puede entender a los mahometanos estúpidos de ahora que siguen aplicando ese precepto, porque ahora la proporción, entre varones y mujeres, es casi la misma con pequeñas diferencias matemáticas en algunos países.

Otro ejemplo. En algunos países, como China, el aborto se aconseja porque hay demasiada gente y, cuando la gente se ha multiplicado en exceso, no suele haber suficiente comida para todos. Muchos pasan hambre. De modo que el nacimiento de uno supone el hambre de muchos. Entonces lógicamente se recomienda tener máximo dos hijos y si hay otros abortarlos, para que otros no puedan quedar privados de su ración. Y en ese caso el aborto es casi una virtud. Sin embargo esa moral no sería aplicable en nuestro país, en Bolivia, porque aquí hay mucho terreno baldío, hay mucho espacio, pues si fueran un poco más inteligentes nuestros políticos, nadie sufriría de hambre y habría comida para todos. En ese caso faltaría gente que la habite. Así tanto el aborto como la esterilización, en muchos casos, pueden ser evidentemente, en cuanto a moral se refiere, acciones totalmente detestables. En Bolivia necesitamos más gente y no hay necesidad de abortos ni de esterilizaciones. Sin embargo esto no quiere decir que estoy a favor del aborto, no. No me mal interpretes. Simplemente estoy diciendo que cualquier moral es siempre relativa, es decir, lo que es aconsejable en un país o región, puede ser condenable en otro. Depende del contexto y las circunstancias.

En Francia los amantes suelen decir a sus amadas: ‘quiero comerte entera’ y ellas se suelen sentir inmensamente felices escuchando la frase. Pero si la misma frase le dices a una india (una mujer de la India) saltará de espanto y horror pues, aunque te expliques diciendo que –sólo quería decirte que ‘te amo’– no te va a entender. Solo por esa frase puedes ir a parar en la policía o en la cárcel.

En ciertos lugares, en menor grado hoy, especialmente en el Tibet, cuyo precepto moral es bañarse una sola vez al año es absolutamente necesario y más que eso es condenable y peligroso, no funciona. Específicamente hablando, lo que acabamos de mencionar, puede ser que funcione con los monjes del Tibet, porque seguramente hace mucho frío allí. Sus escrituras de hecho lo dicen: Más vale apestar que ir al infierno. Pero en realidad si apestas ni el diablo te va ha recibir porque ninguna religión dice que el diablo es apestante, excepto Hugo Chávez (Presidente de Venezuela), quien dijo en una ocasión, con motivo de la visita del presidente Norteamericano a un país latinoamericano. Quien se sentó en una silla, y al día siguiente le tocó sentarse, a Chávez, en la misma. Éste exclamó, antes de ocuparla: -¡ayer estuvo sentado aquí el príncipe de los demonios. Todavía huele a azufre! Solo en ese caso, pero, especialmente en los mitos se presenta como un tipo muy agradable y simpático. Seguro que si las mujeres lo ven se derretirían y caerían redondas en sus brazos. Además si uno observa la moralidad de los monjes tibetanos se volverá nada más que un apestoso pordiosero. Y cuando un tibetano toque la puerta del infierno, el diablo la olfateará y le cerrará la puerta definitivamente, pondrá un seguro y listo. Le dirá: ¡aquí no se reciben apestosos! ¿Qué hará un monje tibetano?

De la misma manera, en alguna parte, el accidentalista occidental, Gabriel Marcel, dijo que ‘el suicidio es la única cuestión verdaderamente filosófica’. Los filósofos Occidentales que se llaman a sí mismo existencialistas, que no lo son en absoluto, muchos se han enloquecido, han terminado en manicomios y otros se han suicidado. En ese caso la pregunta por el suicidio resulta ser verdaderamente la más auténtica de todas porque, su mal llamado existencialismo, de lo único que nos habla y nos sigue hablado es del sufrimiento, el dolor, la angustia, la peste, la guerra, la muerte, el sinsentido de la vida, lo absurdo… y han convertido al ser humano en mero accidente. Por eso la palabra adecuada para ellos sería ‘accidentalistas’ en ves de ‘existencialistas’ porque no hay razones que le den sustento. Esa sería su verdadera definición.

En Oriente existe una religión, quizá la más antigua, el Jainismo. Ésta es la única religión en el mundo que respeta el suicidio. Por eso es muy violento y cruel; es la religión más ascética del mundo; es la más masoquista y sádica, a diferencia de las religiones de Occidente. Muchos de los que defienden la libertad de morir se fundamentan en ese principio jaina. Al mismo principio, directa o indirectamente, se oponen las religiones más occidentalizadas. Y por eso han acuñado otro principio que dice favorecer a la vida y estar en contra de la muerte. Debido a ese principio muchos hospitales están llenos de personas en estado vegetativo pagando el suministro de los médicos. Esto sin duda es una gran injusticia contra el flujo de la naturaleza. Por eso, antes o después, hay una gran necesidad de que todas las constituciones del mundo tendrán que aceptar tanto el derecho al nacimiento y el derecho a morir para dejar de ser injustos con la naturaleza. Como vemos, hasta en las religiones, en el caso del suicidio, para unos será moral y para otros inmoral, y consiguientemente pueden aprobar o reprobar. Entonces todas las religiones o supersticiones, por más que sean finamente organizadas, también son relativas. Ninguna goza de carácter absoluto aunque lo pretendieran.

No existe una moral absoluta, inamovible, indiscutible. No sé si se pueden denominar fragmentos de…, es peligroso, porque casi todas las grandes religiones siempre han estado empeñados en expandirse y marcar a las personas como si fueran ganado. Esa actitud, visto desde nuestro punto de vista, es absolutamente inmoral. Los climas, las regiones, los contextos, las fes, en fin toda la diversidad en general terminan generando diferentes tipos de moralidad. Esas morales no son más que basuras.

Sin embargo existe una moral más allá de todos esos preceptos y acertijos moralistas. La única moral que existe es fluir en el río de la naturaleza. Ese fluir sin más no es sino espontáneo y, lo espontáneo, tiene autenticidad, tiene honestidad, tiene naturalidad, tiene esplendor y bellaza. Y la naturalidad confiere al ser humano la dignidad de ser la consciencia más evolucionada de toda la existencia. Por tanto fluir en el río de la naturaleza es la única acción moral eterna. No hay otra. Y fruir en el río de la naturaleza depende de ti, no de agentes extraños.
Khishka
Testigo ambulante

COMPLEJO DE NAPOLEÓN

(Cualquier diferencia es relativa)

Napoleón Bonaparte era conocido por ser un hombre de muchas proezas militares. Pero sufría debido a su estatura que era de sólo un metro y sesenta y cinco centímetros. Sus guardaespaldas solían medir dos metros de altura. Un día se puso a colgar un cuadro en la pared, pero no alcanzaba. Entonces su guardaespaldas le dijo:

- No tienes que molestarte. Yo soy más alto que usted. Eso puedo hacer yo.

Napoleón le advirtió:

- ¡Cállate. No uses las palabras ‘más alto’! Di que eres más crecido que yo, pero no vuelvas a repetir esas dos palabras. Quedas terminantemente prohibido –sentenció–.

El guardaespaldas, sin querer, casi se mete en líos. Pero lo cierto es que, a su general, se le había tocado la herida o la llaga más vulnerable de toda su vida. Pero como el guardaespaldas no era más que su subalterno tuvo que tomar en cuenta su sentencia.

Todas las ideas de alto y bajo, negro o blanco, luz y oscuridad, vida y muerte, caliente y frío, Dios y diablo, bien y mal, superior e inferior, día y noche… son sólo relativas. Pero cuando cada uno de ellos se convierte en polos diferentes, uno opuesto al otro, y no como caras de una misma moneda, comienza a surgir el ‘complejo de napoleón’. Napoleón se sentía innecesariamente inferior frente a su guardaespaldas cuya estatura era de dos metros, comparado con la suya que era tan sólo de un metro con sesenta y cinco centímetros.

Toda diferencia es sólo relativa. Por ejemplo: para los animales diurnos todo es oscuridad cuando no hay luz y para los animales nocturnos, en cambio, todo es luz cuando hay oscuridad. Es decir, la oscuridad es como menos luz y la luz es como menos oscuridad. La diferencia es solamente relativa.

Esas diferencias relativas funcionan en conjunto en toda la existencia entera. Por tanto el éxito no depende de si tú eres capaz o incapaz, mejor o peor, santo o pecador, alto o bajo, etc. Esos excesivos énfasis en las diferencias, te conducen al estado de fracasado, al estado de enfermo mental y, con ese estado, te aíslas al lado contrario de la existencia. Y no haces otra cosa sino sufrir. Asimismo todas las jerarquías, religiosas o políticas, subsisten gracias al complejo de Napoleón, es decir, gracias a esa manía de enfatizar en las diferencias relativas que van adquiriendo un cierto carácter individual, al margen del otro polo. Pero ello no es más que un autoengaño, una ficción mental, son alucinaciones que revelan tu distancia entre la existencia y tú. Y es así como se produce el complejo de inferioridad y tú te conviertes en un desdichado.

Pero si no haces énfasis en esas diferencias relativas te unes a la Existencia y, siempre que estés unido a ella, gozarás del éxito y el latido de tu corazón será el latido del corazón de todo el universo. Por tanto tu éxito consiste en estar unido a la existencia y tu fracaso consiste en estar separado de ella. ¡No la traiciones a tu madre, la Existencia! a costa de las porquerías que te han enseñado o te lo han dicho.
Khishka
Testigo ambulante

SAMUEL, EL FUMATÉRICO

(La interdependencia esencial)

En cierta aldea de cinco familias vivía un fumatérico solitario, un adicto al cigarrillo. Él se llamaba Samuel. Las familias tenían, junto a sus casas, sus propios jardines con algunos árboles. Samuel tenía también lo suyo y, en medio de su jardín, un árbol de esbelto follaje que brindaba una abundante sombra.

Él fumaba todos los días, terminaba cinco cajetillas de cigarro al día, el cigarrillo era casi su absoluta adicción. Su boca estaba muy acostumbrada al pitillo y sus manos le temblaban; a su lado solía tener un basurero lleno de collillas y un cenicero rebalsando de cenizas; además estaba casi siempre acompañado por su perro que, durante las noches, solía ladrar o advertir algún peligro.

Sucedía algo raro. Se dedicaba muy poco al mantenimiento de su jardín pero lo sorprendente era que, el árbol, bajo el cual acostumbraba fumar, siempre estaba vestido de un follaje espléndido y, de tiempo en tiempo, se vestía de infinidad de flores cuyas semillas caían al suelo y algunas solían ser llevadas por el viento al resto del jardín.

La gente que vivía en la aldea tenía envidia del majestuoso follaje de su árbol y de sus hermosas flores, del jardín en general, cubierto de un exuberante verdor. Su jardín, sin mayores cuidados, parecía un verdadero paraíso, pues muchas aves, insectos, mariposas, etc. se cobijaban, hacían sus nidos y vivían dichosos.

En cambio, los jardines de los otros vecinos que tenían más árboles parecían menos dichosos, que las del fumatérico, aunque sus dueños le cuidaban a menudo. Por eso, ese raro acontecer, sugería en ellos una pregunta indiscutible: ¿por qué el árbol bajo el cual Samuel fuma diariamente era tan espléndida? Y muchos iban a preguntarle para obtener el secreto. Pero Samuel no solía contestar nada, simplemente decía:

- No lo sé. –Y eso era todo–. Le doy un poco de agua todos los días y eso basta. Él está feliz con mi compañía y yo con el suyo. Somos amigos.

Un día murió y todos los aldeanos, como solían acostumbrar, le dieron una sepultura digna en el cementerio de la aldea. Pasaron los días, semanas, algunos meses y, el arbolito de su jardín empezó a marchitarse, perdió su belleza y se puso triste. Todos se preguntaban ¿qué sucedía? Algunos solían decir que ‘le extraña a su amigo’; otros decían: ‘hasta el árbol le quería’; unos decían: ‘ese jardín se ha vuelto triste’, etc. Los rumores empezaron a rondar por toda la aldea. Poco a poco, con el correr del tiempo, Samuel se volvió un personaje mítico, aunque era un verdadero adicto, y hoy, como la aldea ya no es una simple aldea sino un pueblo grande, los más ancianos aún cuentan sobre Samuel, su adicción y el hecho misterioso que ocurrió entre Samuel y el árbol de su jardín. En realidad ¿qué es lo que pudo haber sucedido? Nadie podía dar una respuesta.

Finalmente un botánico, tras haber escuchado el caso inédito de Samuel y de su árbol, se puso a hacer algunas investigaciones y llegó a la siguiente conclusión: entre el fumatérico y el árbol existía una interdependencia esencial. ¿Cómo se explica? Un hombre (varón o mujer), cuando fuma, expulsa ‘dióxido de carbono’ y de éste elemento se nutren naturalmente los árboles. Lo mismo sucede con los árboles y demás: ellos constantemente expulsan oxígeno, elemento que para los humanos es imprescindible y esencial. Entonces podemos hablar de una interdependencia esencial entre el vicioso al tabaco y el árbol. ¿Un vicioso que es casi la encarnación del mal ante los ojos de un moralista, colabora con lo suyo a la ecología? Parece una broma, pero es cierta. Pues lo único que hay al interior de toda esta vasta existencia es interdependencia y es una interdependencia esencial… Todo está interrelacionado esencialmente. Nada y nadie está aislado o separado.

Se dice actualmente que el mundo está siendo reducido a una aldea gracias a la ciencia y a la tecnología. Hoy tenemos la dicha de estar comunicados desde cualquier parte del mundo. Casi toda la gente usa el teléfono celular, por ejemplo, y es fácil estar comunicado. Sin embargo, éste bien tiene lo suyo, es decir, lo que es un bien para nosotros para otros seres, como las abejas, casi llega a ser un perjuicio o un mal. Así de claro. A consecuencia de las líneas magnéticas que nosotros no podemos percibir a simple vista o tacto y que nos son beneficiosas, las abejas no pueden llegar a su destino, terminan desviándose y, por su puesto, lejos de casa, muriendo.

Estuve en un colegio donde un profesor, viendo a una muchacha que llevaba un teléfono celular en la cintura, le dijo abiertamente:

- ¡Saca eso de ahí! Pon en tu mochila, aunque sea. ¿No quieres ser madre? ¡Infórmate! ¡Para eso están los periódicos!

Esa voz de alerta parecía absurda pero, en el fondo, quería reconocer esa interdependencia esencial, pues los celulares estando muy cerca de las partes íntimas de una mujer puede volverla estéril, aún ésta sea una simple conjetura de los científicos, acertada o desacertada. Pero lo cierto es que, los teléfonos celulares, no son aptos para los que tienen problemas cardíacos. Fíjate bien, cuando manejas tu teléfono móvil con mucha frecuencia, en el bolsillo izquierdo de tu camisa que da justo al lado donde está tu corazón, te provocará una especie de cosquillas y tú corazón empezará a latir con más intensidad, y sus consecuencias pueden ser hasta nefastas ya que pronto estarías expuesto a padecer paros cardíacos. No pierdes nada. Has la prueba y verás que no te estoy mintiendo.

He escuchado decir que en Suiza, durante la Segunda Guerra Mundial, un hombre recibió un disparo en uno de sus oídos. La bala fue extirpada y el oído curado. Pero el hombre, extrañamente, comenzó a escuchar la emisora de radio más cercana, todo el día. Nada podía apagarla. Decía: ¡me estoy volviendo loco! ¡No puedo ni dormir con esa radio que suena en mi oído! ¡Por favor hagan algo! Los médicos y las enfermeras no podían creérselas. Decían: ¡Ese tipo se está volviendo loco! Pero el se negaba porque era verdad. Les pidió hacer un experimento para que se convenzan. Y a duras penas, el cuerpo de médicos, tuvo que aceptar para satisfacer la petición del hombre. Le dijeron:

- Escriba todo lo que oiga.

Entre tanto uno de los médicos, en la otra sala, sintonizó la misma emisora y, en el mismo horario, escribió. Luego compararon las notas y éstas coincidieron exactamente. Enterado de la situación le dieron la razón al hombre y procedieron con la operación de su oído para devolverle la normalidad.

Es decir, el hecho de que estemos tan interrelacionados, una cosa mínima en desarmonía, dentro nuestra constitución fisiológica y natural, podría alterar seriamente nuestra conexión con el conjunto de la existencia.

Recientemente, los científicos, se dieron cuenta de que los árboles, como cualquier ser vivo tienen inteligencia, algo de sensibilidad. Han fabricado un instrumento parecido al cardiógrafo, el cual suelen colocar alrededor del árbol para detectar su sensibilidad. Vieron cómo cuando el sol sale, soplan los vientos y las nubes echan un poco de rocío, los árboles, bailan al viento y al sol, y cuando cae el rocío se sienten verdaderamente feliz. Esa armonía se podía detectar claramente con ese instrumento. Pero cuando un hombre se acercaba con moto cierra con la intención de cortarlo, alteraba completamente la armonía que aparecía en el gráfico. Luego se dieron los modos de conectarse con otros árboles y vieron que, cuando uno de ellos se sentía amenazado por la intención del motosierrista, los demás sentían compasión por el que estaba a punto de ser cortado porque de él se había apoderado el pánico y, al mismo tiempo, se agitaban, por el hecho de que el otro iba a ser cortado. Lo que provocaba estos fenómenos era la intención del motosierrista. Pero si alguien pasaba por su lado sin ninguna intención de esa naturaleza la armonía volvía al gráfico que mostraba la máquina. Esto quiere decir que los árboles y todos los vegetales deben de tener algún modo de percibir incluso nuestras intenciones.

Estos y muchos ejemplos nos demuestran, a ciencia cierta, cómo estamos interconectados con la totalidad del cosmos, la existencia, la naturaleza. Somos Todo y Uno al mismo tiempo. Estamos conectados con nuestra madre, la Existencia. De ella dependemos. En nuestro cuerpo está el agua de los océanos, los ríos y los lagos; en nuestro cuerpo está la energía o el fuego de las estrellas, los soles y los planetas; en nuestro cuerpo está el aire; nuestro cuerpo está hecho de tierra y la tierra está empapada de la Existencia Maternal y maravillosa. Y lo único que existe al interior de ese conjunto eternamente vivo, del cual nosotros somos solo una parte mínima, es: la interdependencia esencial. ¡Qué milagro más grande! ¡Qué otro milagro puede haber! ¡Qué otro milagro puedes esperar!
Khishka
Testigo ambulante

EL REBELDE

(Una lección para nuestro tiempo)

El presidente de un gran país escuchó hablar de un hombre rebelde, cuyo pueblo estaba dispuesto a ejecutarlo porque las autoridades políticas no podían tolerarlo. Entonces decidió hacer una encuesta para saber exactamente cuánta gente apoyaba la ejecución. Hecha la encuesta se percató que, los que estaban de acuerdo, eran solamente las autoridades políticas y no así la gente común y corriente pues estos tenía una especial estima por su sabiduría, su inteligencia y su capacidad de administrar justicia.

Entonces, el presidente de aquel país, fue personalmente a encontrarse con él y descubrió que el hombre era un gran sabio poco común. Inmediatamente pensó que el hombre podía ser de gran utilidad siendo jefe del tribunal supremo de justicia de su país. Entonces le dijo:

- Necesito una persona como tú para ser jefe del tribunal supremo del país, porque hasta ahora no he hallado la persona adecuada para que ejerza ese cargo. Necesito uno como tú para guiar las leyes del país.

El rebelde le contestó con toda claridad:

- ‘No soy la persona adecuada’.

Pero el presidente siguió insistiendo y, a tanta insistencia, el rebelde apuntó:

- Si no quiere usted escucharme, te digo que con un solo día, que pase ejerciendo ese cargo, te convencerás de que ‘no soy la persona adecuada’, porque el sistema que sostiene el país es erróneo. Es más: o yo existo o su ley, su sociedad y su orden, pero no podemos existir ambos.

El presidente no logró captar el sentido de lo que decía. Lo tomó como un simple pretexto para no aceptar su oferta. De modo que, haciendo caso omiso de ello, dijo:

- ¡No importa! ¡Intentémoslo!

Entonces el rebelde fue trasladado a la oficina del tribunal superior de justicia del país y asumió el cargo. Durante las primeras horas de trabajo le trajeron a un ladrón que había robado casi la mitad de la fortuna del hombre más rico de aquel país. Acto seguido, el hombre rico y su comitiva, presentó sus argumentos conforme a la constitución del país para que el ladrón sea puesto en la cárcel durante cinco años.

El rebelde escuchó atentamente los argumentos y dirigiéndose al rico y a su comitiva, indicó:

- Tanto el ladrón como el hombre más rico de este país tendrán que ir a la cárcel durante cinco años. Ni el uno más ni el otro menos.

El rico comenzó a decir con fuerte voz:

- ¿Qué está diciendo señor juez? Me han robado, me han saqueado… ¡Te estoy pidiendo justicia! Yo no he hecho nada para que a mí también me condene al igual que al ladrón. ¿Qué clase de justicia es esa? ¿Acaso la víctima y el victimador son iguales? ¡No entiendo!

Y el juez contestó diciendo:

- En realidad, no estoy siendo justo con el ladrón. Usted tiene más necesidad de estar en la cárcel porque ha acumulado tanto dinero para sí mismo y ha privado a tanta gente de dinero. Miles de personas están en la miseria y usted sigue acumulando más y más. ¿Para qué? Su propia avaricia está creando tantos ladrones. De modo que usted es el único responsable. Por tanto, el primer delito es suyo.

El rico, apresuradamente, comenzó a decirle al rebelde:

- Antes de que me envíe a la cárcel quiero ver al presidente porque esto no es conforme con la ‘Constitución’; no es democrático ni conforme con la ley de nuestro país.

El rebelde replicó:

- Eso es cosa de la Constitución y de la Ley, es decir, de papeles. Yo no soy responsable de ello. Vaya a ver al presidente.

El rico llegó donde el presidente e informó todo el suceso ocurrido en el tribunal superior de justicia y con el nuevo juez. Dijo:

- Escuche señor presidente: ese hombre debería ser depuesto de su cargo inmediatamente. Es peligroso. Hoy yo voy a ir a la cárcel y mañana será usted. Si quieres salvarte, echa a ese hombre porque es absolutamente peligroso. Y es muy racional su argumento. Lo que dice es correcto; lo entiendo perfectamente. Pero si no le echas, ahora mismo, corremos el riesgo de ser destruidos.

El presidente comprendió perfectamente la exposición del rico y, al rato, eximió del cargo al rebelde.

Antes de separarse el rebelde le dijo:

- Se lo advertí, señor presidente: Me estas haciendo perder el tiempo innecesariamente. Le dije que ‘no soy la persona adecuada’. Tu sociedad, tu ley y tu constitución necesitan de gente errónea para hacer funcionar el sistema erróneo del país. Pero, definitivamente, no necesitan de mí.

Hay dos clases de ladrones en el mundo: los ladrones legales y los ladrones ilegales. Los legales son los que están autorizados y aprobados, los respetables y reconocidos por la constitución, y por los estamentos jurídicos; los ilegales son los que roban por cuenta y riesgo propio. Los primeros son respetados y los segundos no, por ir contra las normas. Los dos son maniáticos del dinero, producto de la mentalidad mercantilista.

Los ladrones legales, a su vez, se clasifican en dos bandos: ladrones políticos y ladrones religiosos. Los ladrones políticos han creado hábilmente grandes compañías, corporaciones, transnacionales, organismos, empresas, instituciones y mafias, a nivel mundial, nacional e internacional, para robar a la gente legalmente. Los ladrones religiosos han desarrollado astutamente ciertos mecanismos para arrebatar la consciencia, la libertad, la responsabilidad, la dignidad y el amor, de la gente. Los primeros explotan a la gente en el campo material y los segundos en el campo espiritual. Tanto las grandes transnacionales como los mecanismos espirituales son formas legales de robar y explotar a la gente, pero son aprobados y respetados al interior de la sociedad cuyo sistema es erróneo.

Vivimos en una sociedad construida y conducida por vivarachos y sibaritas, ladrones y astutos. Esa es la única razón del por qué hay, por un lado, millones de pobres y, por otro, otros millones de desdichados y ladrones ilegales. Los ladrones ilegales son el subproducto de los ladrones legales. La ilegalidad es el subproducto de la legalidad. Por eso para terminar con los ladrones ilegales habrá que erradicar a los ladrones legales. He ahí la raíz del problema. Pero esto parece imposible en una sociedad con una mentalidad de mercado porque su sistema es erróneo y quienes la conducen son gente errónea, corrupta y enferma.

Los ladrones legales están en contra de los que roban dinero. Pero ¿cómo es que tienen tanto dinero como para que los roben? ¿Cómo lo han conseguido? La única respuesta es que lo han robado a alguien de una u otro forma. Testigos concretos de ello son las personas que pasan hambre y los ladrones ilegales que, ahora, están organizados y, un día, serán paralelamente poderosos como los ladrones legales. Todo eso es posible en este mundo de locos.

La raíz de esta sociedad está podrida, la enfermedad es demasiada, su ‘Constitución’ es falsa, su Democracia es un nido de ladrones, su Ley es injusta y, por eso, es muy raro y extraño ver un rebelde que tenga la capacidad de ver las cosas tal como son. ¿Cómo puede un ciego querer guiar a otro ciego? ¿Cómo un ladrón puede querer juzgar a otro ladrón? ¡Imposible! Pero en un contexto como Bolivia, el teatro es válido. Allí todos hablan de legalidad y, todos, por la puerta trasera, actúan ilegalmente. De ahí la necesidad del hombre nuevo, la alternativa única, el rebelde. Él es el único capacitado para administrar justicia, conducir el mundo, derrumbar el sistema actual, devolver inteligencia y traer algo nuevo, al ser humano verdadero, eliminando ciertamente al que se cree ser humano cuando no es mas que un robot.

En una sociedad corrupta ver a un rebelde es muy raro pues, evidentemente, no es la persona adecuada, porque ve claramente que la propia avaricia de los ladrones legales está generando ladrones ilegales y, por si fuera poco, está produciendo millones de pobres. La democracia por la cual abogan los ladrones legales no es más que una etiqueta que oculta las mil y una formas de chupar la sangre de los débiles, de los vulnerables. Y como esa gente viciada está metida en los tribunales, gente corrupta, parecen necesarios a los ojos de la gran mayoría, para que un sistema erróneo funcione.

Sin embargo un rebelde, ese hombre nuevo, renunciará a los ideales, a la moral, a las democracias, a las filosofías, teologías, rituales, supersticiones de la sociedad hábilmente elaborado por los ladrones legales. Sí, el rebelde luchará contra la estupidez de los santos y sabios, políticos y demócratas, cuya superstición está muy arraigada en cada religión, en cada tradición y en cada sociedad. Él luchará contra esa sociedad como un valiente guerrero, en contra de todo lo inhumano y lo equivocado, contra lo estúpido y lo anticientífico, pero amará profundamente el mundo y, por eso, será afirmativo frente a la vida.

Su única religión será su profunda reverencia por la vida y por la existencia. Así el mundo ya no será condenado, sino respetado. El rebelde honrará a la existencia en todas sus formas, se inclinará con inmensa reverencia y gratitud ante la vida. Su reverencia será grande ante todos los varones, mujeres, árboles, plantas, flores, animales, montañas, estrellas, ríos, océanos… Esa profunda reverencia cósmica, gratitud, oración, religión, será una revolución que traerá una forma de vida completamente nueva. Y el esplendor de su consciencia irradiará a la totalidad del universo.
Khishka
Testigo ambulante

miércoles, 10 de diciembre de 2008

PAREJA JOVEN

(Dios, una idea vacía)


Una pareja joven durante la luna de miel se habían dicho, uno a la otra y viceversa, las cosas más románticas y poéticas que jamás habían oído. De todas ellas solo sobró una, la más repetida: ‘Te amo’.

Él tenía un trabajo en el centro de la ciudad, en una oficina. Y ella, por lo pronto, según habían acordado, tuvo que quedarse en casa para dedicarse a las tareas domésticas. Él antes de irse al trabajo solía decirle, a su esposa, ‘te amo’. Esto sucedía no sólo cuando se iba al trabajo sino también toda vez que siempre salía y llegaba a casa.

Pasaron los días y el esposo seguía con lo mismo. Le decía: ‘te amo…’. Luego ésta expresión se convirtió en una costumbre, una cosa de todos los días y todos los momentos. Con el tiempo, más las cosas que sucedían entre ellos, la expresión se fue volviendo, progresivamente, en una palabra vacía, sin contenido alguno.

- ¡Te amo… te amo… te amo…! ¿Todos los días y todos los momentos? ¡Eso empalaga! Pepe ¿por qué no eres un poco más creativo? Concluyó fastidiada la esposa.

‘Dios’ es una hermosa idea convertido en algo inútil y vacuo. Con la hermosa idea ‘Dios’ ocurrió exactamente como con la joven pareja. En el esposo están representados los teólogos, los filósofos, los religiosos, los sacerdotes y todos los agentes que han hablado de él a lo largo de los siglos: ¡Dios… Dios… Dios…! ¿Cada vez? La idea ya se ha vuelto apestante.

Inicialmente era hermosa para expresar lo inexpresable, lo innombrable, lo misterioso, lo que escapa a nuestro raciocinio. Ahora está completamente prostituida. Se ha metido con malas compañías y, por eso, en torno a él solo se han proliferado argumentos, raciocinios, filosofías, teologías, ideologías, pruebas prefabricadas, evidencias imaginarias, hipótesis, es decir, mentiras que sustentan a la mentira más grande. Y lógicamente una mentira solo produce mentiras.

La idea o la hipótesis ‘Dios’ es la mayor mentira que existe y por eso a generado muchas mentiras en torno así. Toda mentira necesita de argumentos y por eso entra en conflicto con la verdad. Sin embargo, la Verdad, se sostiene sola y no necesita argumento alguno. Todo aquello que necesita argumentos es una mentira que, repetida por siglos y siglos, ha adquirido una especie de verdad. Pero, en el fono, una mentira es una mentira y no otra.

De la misma manera, la idea ‘Dios’ se ha vuelto un insulto para la humanidad porque elimina completamente la libertad, la responsabilidad, la creatividad, y convierte al ser humano en una marioneta, en un títere, en un simple accidente. Por eso la tal idea prostituida es vacua, no tiene ni ton ni son; ya ni siquiera funciona como un consuelo sino como costumbre o como tradición llevado a cabo por fanáticos, inconscientes y enfermos mentales.


La idea ‘Dios’ al igual que la bonita frase ‘Te amo’ se ha metido con malas compañías y se ha vuelto algo vacío e inútil. Es bueno que ello ocurra. Sólo así el ser humano podrá recuperar su dignidad, su libertad y, con ella, su responsabilidad de encarar la vida por cuenta y riesgo propio para escalar las cumbres más elevadas de su divinidad. Ello traerá alegría, bendición, luz, celebración, regocijo para el universo entero. Quien quiera que escale hacia esas cumbres altas será un verdadero Evangelio Viviente y su vida será llena de gracia, pureza e inocencia. Será una Alma Virgen.


Khishka
Testigo ambulante

KHISHKA, EL ANCIANO

(La única ley: fluir…)

El anciano Khishka, tras quedar viudo a sus noventa años, se casó con una joven de diecinueve años. Tenía un hijo de sesenta y cinco años, y otro de cincuenta.

Los hijos le dijeron, al saber que su padre tenía la intención de casarse:

- Ya no es tiempo de casarse. Para ti el tiempo ha pasado. Deberías dedicar el resto del tiempo que te queda a Dios y rezarle para que tengas buena muerte. No nos hagas quedar mal ante la gente. Todos se van ha reír de nosotros.

El contestó:

- No es cosa de ustedes que vuelva o no a casarme. Me he enamorado de ella y me voy a casar. Además, se sorprenderán, ella está muy de acuerdo.

Y se casó. Y su médico, enterado del asunto, le propuso:

- Está bien que te hayas casado… pero es muy peligroso a tu edad. Por eso sería mejor que te consigas un huésped joven para que se ocupe de tu esposa.

Casualmente, después de nueve meses, el anciano y su médico, se encontraron en el mercado haciendo compras. El médico le preguntó:

- ¿Cómo van las cosas?

Khishka le contestó:

- ¡Una maravilla…! Justo ayer acaba de nacer mi tercer hijo. Y hoy vine a comprarle unas sorpresas para mi esposa por haberme dado un hijo más.

El doctor, admiradísimo, preguntó:

- ¿Y qué pasó con el huésped?

El anciano contestó:

- Ella también está embarazada. Va por el sexto mes.

¡Esa es vida! Por eso mi única recomendación es que fluyas en el río de la vida. No luches contra ella. Fluye… fluye… fluye… Esa es la única ley natural y existencial. Tu vida será total, natural, sin religión, sin Dios, sin diablo, sin líderes religiosos. Tu única religión será fluir en el río de la vida. Y no habrá quien te explote imponiéndote toda clase de miedos y mentiras; no habrá quien destruya tu inteligencia; y no habrá quien te vuelva patológico y enfermizo.

Si fluyes… fluyes… y fluyes… vivirás, como dicen los científicos, por lo menos trescientos años. Tu cuerpo está capacitado para vivir tantos años. ¡Imagínate! La vida se reduce a setenta y cinco años a causa de que el ser humano ha aprendido a luchar contra la naturaleza o por que se ha vuelto demasiado artificial. Ha olvidado su naturaleza y se ha alejado de su origen. Está despistado. Por eso te lo repito: ¡fluye… fluye… y fluye…! Y fluir es la única ley natural que existe.


Khishka
Testigo ambulante

AMEBAS

(El único monje célibe)

Estando en un reconocido laboratorio, un naturalista, se puso a observar la reproducción de las amebas. No sólo observó cómo se multiplicaban sino también su rutina vital constante y a todo cuanto hacían estos microorganismos, cuya única labor era, según el observador, comer y comer, moverse y moverse, y nada más.

Conforme comían y comían, se engordaban más y más. Se volvían tan gordas que llegaba un momento en que ya no podían moverse. En ese momento se dividían en dos. Eso era todo. Luego las dos partes, independientemente una de la otra, empezaban a hacer lo mismo: comer y comer, moverse y moverse, y nada más.

A través de esa rutina constante también comenzaron a engordar y engordar, ambas, hasta no poder moverse. Y llegado el momento se dividía en dos cada cual, y las dos partes, cada una independientemente, comenzaba con la misma rutina, comer y comer, moverse y moverse, engordar y engordar, y finalmente dividirse. Es así como se reproducían rápidamente que, sin duda, era una forma diferente de generarse, un modo muy matemático de procrear.

Después de la observación, el naturalista concluyó: las amebas no son seres sexuados, por tanto, son seres inmortales. Su reproducción no involucra el sexo, pues no hay ni hembra ni macho y, por eso, se podría decir que es el único monje célibe que existe. Dios debe estar inmensamente feliz con las amebas por que son perfectamente santas y célibes, además inmortales porque no mueren. La ameba puede vivir de eternidad en eternidad si la ciencia médica no la asesina.

La ameba es, tal vez, el único animal inmortal porque no es un subproducto del sexo, a diferencia de otros animales que nacen del sexo incluido el ser humano. Ahora bien, todo animal que nace del sexo muere, no puede ser inmortal naturalmente. El ser humano nace del sexo, por lo tanto, tiene que morir. El sexo y la muerte están indiscutiblemente relacionados.

Sin embargo, tanto el sexo como la muerte, se han convertido en tabúes, siendo dos polos de la misma energía, es decir, el sexo está al comienzo y al final está la muerte; el sexo te trajo a la vida y, al final, la vida termina con la muerte. Y entre los dos está lo que llamamos vida. El sexo y la muerte son como dos caras de la misma moneda. Y la conclusión es clara: el sexo es la que trae la muerte. Pero el ser humano, a lo largo de su historia, ha venido constantemente ocultando estas dos cosas: el sexo y la muerte. Decía: -de eso no se habla-. Por eso ambos se han convertido en tabúes.

A lo largo de la historia de las religiones la famosa idea ‘Dios’ ha servido para ocultar, precisamente, tanto el sexo como la muerte. Por eso, aún en nuestros días, se habla de ellos con cierta reserva, indirectamente, con precaución, etc., pero no se habla de ellos directa y naturalmente.

Por tanto es necesaria la comprensión natural de ambos para colaborar a la evolución del ser humano hacia su condición infinita y eterna dentro del océano de la existencia. Tenemos hoy una enorme responsabilidad de sanar a la humanidad de sus esquizofrenias, patologías, creadas en base a los dos más grandes tabúes: el sexo y la muerte. ¿Qué hacer? Primero: el sexo es algo absolutamente vital para la supervivencia de las especies y, frente a ella, hay que eliminar las represiones de todo tipo establecidas por las mentes enfermizas. Segundo: puesto que venimos del sexo, con excepción de la ameba, por ende mortales, hay que eliminar la idea de que la muerte es enemiga de la vida contra la que luchar. Y la medicina, para que éstos dos dejen de ser tabúes, está en las gratuitas manos de la Existencia y de la naturaleza, y el ser humano lo único que necesita es dejarse llevar por el flujo de la naturaleza. Solo así volverá a casa, a su origen.

Khishka
Testigo ambulante

PADRE DE FAMILIA

(El precio de la consciencia del tiempo)

Un hombre fracasó en su afán de ser un famoso astrólogo. Luego contrajo familia y tuvo un hijo, en quién proyectó todo su anhelo frustrado. Decía:

- Ésta posibilidad no tengo que dejar escapar de mis manos. Haré de mi hijo un gran astrólogo. Con mi ayuda, él, llegará a consumar mis sueños: ser un famoso astrólogo, mundialmente conocido ya que, yo, no tuve coraje suficiente para alcanzar ese sueño.


A medida que iba creciendo le compró unos regalos que le estimulen, al niño, hacia la ciencia de la astrología. El niño jugaba con esos juguetes que, a menudo, su padre le compraba. Luego, un día de esos, se marchó de casa debido a su trabajo en el país vecino. Se fue por bastante tiempo.

Un día regresó justo el día en que el niño cumplía cuatro años. Desde el exterior le trajo un gran regalo. El regalo consistía en un telescopio por la cual se podía mirar toda clase de fenómenos, todo con la intención de que el niño se vaya familiarizando con los astros. Era un telescopio de último modelo y de precio alto.

Hizo la entrega de la máquina, al niño, a la vista de sus amigos y otros que se habían dado cita para el cumpleaños del vástago. Entre tanto, el pequeño, se encontraba absorto y, al mismo tiempo sorprendido y agradecido por el regalo extraño y enorme de su padre ya que, los demás, le habían traído gran cantidad de juguetes, entre peluches, dulces, camioncitos, soldados, avioncitos y otros. Luego su padre le enseñó por dónde se debía mirar y qué cosas podía observar con él. Pasado el día regresó a su lugar de trabajo.

No pasaron unas horas y el niño, como era dueño y señor de la máquina, empezó a explorar todo lo que traía el telescopio. Poco a poco fue sacando las partes. Llevaba por todos los rincones de la casa y muchos de ellos fueron recogidos junto con la basura por su madre. El telescopio, en poco tiempo, quedó desmantelado e inútil.

Cuando volvió su padre, después de un tiempo, le llamó la atención a su madre y al niño, pero todo era inútil. Las partes del telescopio ya no se pudieron recuperar. Tuvieron que tenerlo como recuerdo en un rincón de la casa el resto de la máquina. El niño siguió creciendo. Se hizo jovencito. Fue al colegio y terminó la secundaria. En su último año, le dijo a su padre:

- Papá, quiero ser ‘hippie. Me gusta llevar ropa vieja, sucia, cabellos largos, barba larga. Tengo apoyo de mis profesores, compañeros y amigos. Solo necesito tu aprobación.

Después de haber escuchado la propuesta del hijo los sueños de su padre quedaron en la nada; él quedó frustrado sin una palabra que decir, pues toda su vida había deseado que su hijo fuera un gran astrólogo, mundialmente conocido, aquello que él no pudo lograr.

Los racionalistas han dicho que el hombre es la ‘culminación de la existencia’, es ‘lo superior’, lo ‘más refinado’, a diferencia de los otros seres. Sin embargo los árboles y las flores son más dichosos que los hombres y, en general, todos los animales son más felices, por ejemplo, los pájaros cantan, festejan, celebran y son dichosos. ¿Por qué, siendo la ‘culminación de la existencia’, el hombre es más desdichado a diferencia de los otros seres? ¿Cuál es el problema?

El problema original está en que sólo el hombre es consciente y eso crea todos los demás problemas. No debería ser así pues el hombre es ‘lo superior’, lo ‘más elevado’ en cuanto a consciencia se refiere. La existencia otorgó al hombre la consciencia y, la consciencia, es como una espada de doble filo, corta por ambos lados, es decir, puede transformarse en una bendición o en una maldición. Así de simple.

El hombre es consciente. Al volverse consciente se torna consciente también de su fin, de que va a morir. Se vuelve consciente del mañana, del tiempo, y cae en la cuenta de que tarde o temprano llegará el fin. Esa consciencia del tiempo ha generado toda clase de enfermedades. Por ejemplo: considera a la muerte como opuesta a la vida y, la vida, se ha vuelto una lucha constante o una guerra contra la muerte, pero la realidad es que, la vida, sea de la clase que sea, te conduce a la muerte. La muerte es lo único cierto que existe y la lucha contra ella no es más que una batalla perdida de antemano. Seas pobre, rico, sabio, necio, ignorante, fracasado, pecador o santo, seas lo que seas, estás caminando hacia la muerte. ¿Para que luchar? La vida y la muerte son las dos caras de la misma moneda.

Lo mismo sucede respecto al amor ya que, debido a las instituciones que se ha fabricado, que ahora son más fuertes que el mismo ser humano, el amor no es más que posesividad, no es más que apego. Al estar en contra de la muerte te aferras al amor, a la vida, pero la muerte cada día se torna más cierta y tú estás condenado al fracaso. Vives temeroso, te vuelves violento, pierdes la cabeza, estás siempre de prisa, estás correteando de un lugar a otro, estás estresado, estás tenso, y el tiempo se te hace cada vez más corto porque eres excesivamente consciente del tiempo.

Así que cuanto más consciente te haces de la muerte, te tornas más consciente del tiempo. Tiempo y muerte son una misma cosa. Y el único problema es la muerte. Y como la muerte es el ‘único problema’ quieres evitarlo a toda costa. Esto es, en otras palabras, utilizar la consciencia erróneamente. Estás utilizando el telescopio al revés, estás observando por el extremo equivocado, exactamente como el niño que no sabe qué es un telescopio y para qué sirve. Lo estás usando erróneamente.

La humanidad entera, con menor porcentaje en el Oriente, tiene un concepto equivocado sobre la muerte: la muerte es enemiga de la vida. Y como es enemiga hay que combatir y luchar con ella. Así la vida se convierte en lucha constante y, dentro de esa lucha, supervive el más apto. Pero el día que comprendamos que la muerte no es lo opuesto a la vida sino parte de ella, una parte intrínseca, nos daremos cuenta de la inutilidad de separar entre la vida y la muerte. Y una vez que aceptas la muerte como amiga, habrás alcanzado tu transformación, te habrás transfigurado, pues sólo cuando la muerte se convierte en amiga la vida también se tornará en amiga.

Ahora bien: cuando la muerte se convierta en amiga dejarás de luchar con tu origen y tu destino. Estarás en armonía con tu centro más profundo y tu muerte será el clímax, la cumbre de tu vida, su culminación misma. Solo entonces se podrá comprender nuestra naturaleza propia porque el telescopio será manejado adecuadamente, es decir, la consciencia ya no será una maldición sino una gran bendición. Y un ser humano con ese nivel de consciencia disfrutará tanto como pueda. Fluirá. No se preocupará por el mañana que nunca llega. En su interior sabrá que, al final, solo ha de obtener una cosa: a si mismo. Si todo lo vives y lo haces total y plenamente, pronto entrarás en contacto contigo mismo y alcanzarás tu divinidad. Serás uno con la Existencia.

Khishka
Testigo ambulante