jueves, 16 de julio de 2009

LINCOLN

(Un zapatero memorable)

Su padre era zapatero, quizá el mejor zapatero de todos los tiempos. Su propio oficio le brindó respeto y dignidad de la gente. Abrahán Lincoln era su hijo, un hijo que llegó a ser presidente de los EE. UU. Cuando el hijo llegó a la presidencia, toda la aristocracia norteamericana estaba escandalizada por que tendrían que vivir bajo la presidencia de un zapatero. El senado estaba ocupado por aristócratas, de gente muy rica.

Cuando ganó las elecciones le tocó hacer su primer discurso y, en él, fue interrumpido por un arrogante aristócrata que levantando sus zapatos, dijo:

- Señor Lincoln: accidentalmente Ud. llegó a la presidencia. Pero nunca olvide que su padre fue un zapatero. De hecho, su padre solía venir a hacer los zapatos a todos en la familia. El zapato que le estoy mostrando fue hecho por su padre.

Lo dijo con ganas de humillarlo en público y, de hecho, todo el senado irrumpió en carcajadas. Pero Lincoln con lágrimas en los ojos y, muy cautamente, declaró:

- Le estoy inmensamente agradecido por recordármelo a ese hombre que fue mi padre. El fue un zapatero perfecto y yo sé que no puedo ser tan perfecto como presidente. Y como se suele decir: el hijo no puede ser más que el padre como el discípulo más que el maestro, no lo puedo superar. Pero haré lo mejor posible por acercarme a su grandeza.

Todo el Senado dejó de reír y un silencio inesperado se apoderó de ellos. Entre tanto continuó Lincoln:

- Y en lo que concierne a su familia y los zapatos que mi padre hizo, informo a todo el Senado y a todas las familias aristocráticas, a quienes mi padre solía hacer zapatos: él me enseñó el oficio de zapatero, el arte de hacer zapatos; si vuestros zapatos no les quedan bien, si les aprietan mucho o son muy grandes, se los puedo arreglar. Soy su propio hijo. Yo mismo se los garantizo. Me siento orgulloso de ser su hijo. Sólo avísenme. Iré y haré lo mejor que pueda. Por supuesto, lo que hago no será igual al de mi padre, porque él era el mejor.

Toda la sala irrumpió en un gran silencio... El cuerpo de senadores no podía creer lo que acababan de escuchar ya que, la humillación y el insulto, habían sido transformados, por Lincoln, en un gran respeto. Se preguntaban muy íntimamente sorprendidos:

- ¿De qué materia está hecho este hombre?

La sociedad está enferma de neurosis. Existe sobre bases neuróticas. Quienes la conducen son también neuróticos. El gatillo es siempre un aspecto sectario: la raza, la clase, la ideología, la religión, la moral… Hay quien dice que mi país es el mejor, hay quien dice que mi religión es la mejor porque está expandida por todo el mundo, hay quien dice que mi democracia es la mejor, hay quien dice que mi verdad es la verdad, etc. Todo eso es neurosis. Por eso, la historia de la sociedad es una historia de locura, violencia, guerra, destrucción. En tres mil años hubo cinco mil guerras. Es realmente estúpido.

Esa neurosis ha calado hasta la misma sangre y los huesos, y la gente se ha vuelto enormemente insensible. Por ejemplo: en el mercado ‘La Pampa’ (sucedido en la madrugada del 15 de julio del 2009, en Cochabamba - Bolivia) hubo un incendio enorme de doscientas casetas a las dos de la mañana. Los bomberos no pudieron hacer casi nada. Las llamas devoraron todas las cosas que había a su paso: quemó ropa, muebles, aparatos electrónicos, víveres, etc. Todo terminó carbonizado. Se recogieron camionadas de escombros. Mucha gente perdió todo su capital, porque de ello dependía su subsistencia. Sin embargo, para la gente que no tenía nada que ver con el asunto, fue un verdadero espectáculo. ¡Una película de desastre en vivo! Al parecer no había ni un Cantinflas salvando, por lo menos, un peluche de trapo; pero si había gente aprovechando la oportunidad de robar. ¡Qué desastre! Todo se quemó. La sociedad se ha vuelto insensible. Le importa más la destrucción y el espectáculo. ¡Padece neurosis! Parece que el único modo de subsistir en ella es volviéndose insensible. Y cuando empiezas a desentonar un poco con ella, debido a tu sensibilidad e inteligencia, te declara loco. ¡Qué clase de sociedad es esa!

Precisamente ese tipo de sociedad ha creado ciertos paradigmas neuróticos que ha seleccionado a la gente y con ella ha eliminado toda posibilidad de crecimiento. Es un juego podrido y apestante. Es una sociedad que señala que a determinada clase social pertenece exclusivamente la dirigencia y a la otra le corresponde ser esclavo; a una mínima parte le corresponde ser rico a costa de hundir en la pobreza a la gran mayoría; una parte es declarado santo y otra parte es marginada como mendiga… Y si un esclavo de mala muerte tiene apoyo y llega de repente a la dirigencia nacional, los que no la aceptan hacen todo lo posible para no tenerlo allí porque no soportan ser dirigidos por un simple obrero, un zapatero, un panadero, un ambulante o un mendigo.

Nos han enseñado a vivir de una forma tan estúpida, determinada, de una manera fragmentaria donde lo mejor se contrapone a lo peor pero según un paradigma neurótico, un punto de vista enfermizo, trazado todo desde una multitud mafiosa y organizada, que ha olvidado completamente lo esencial. La competencia, en diferentes rubros, se ha vuelto una enfermedad generalizada. Y donde hay competencia lo esencial siempre es pisoteada o sepultada. Pero donde prima lo esencial la cualidad individual es siempre valorada, tiene un lugar privilegiado, lo cual parece más utopía que realidad.

De ahí el hecho de tener al frente la posibilidad de aceptar a todos tal como son, que sus cualidades individuales sean valoradas y que haya conciencia de que todos son necesarios. Aunque en realidad puede ser que llegue un tiempo donde no se necesiten presidentes, ni fronteras, ni ministros, ni gobiernos, pero zapateros siempre serán necesarios, como los que limpian los baños, los que cocinan, los que producen sustento, porque sirven a la humanidad de una manera fundamental y esencial. Ellos son más esenciales.
Lincoln, un hombre de profunda comprensión; un hombre capaz de de convertir un insulto en un gran respeto; un hombre que trajo lo esencial a este mundo; un varón simple; un ser humano… Un zapatero memorable.

Khishka

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