viernes, 3 de julio de 2009

CELIBATO

(Un hazmerreír mundial)

Al presidente paraguayo le apodaron en uno de los titulares de periódicos: ‘el conejo paraguayo’, porque, al parecer, siendo bastante cotizado entre las mujeres paraguayas, no fue casual que tuviera varios hijos/as y los ‘sopencos de la comunicación’ se han jactado en difundir la noticia a diestra y siniestra, haciendo aparecer al menos un hijo por día.

La gente de toda Latinoamérica, que se confiesa católica, estaba espantada de saber la noticia y lo que ocurría en EE. UU., con lo del padre Alberto. Los católicos del mundo entero suelen llamar ‘padre’ a sus sacerdotes pero cuando uno de ellos quiere ser ‘padre’ de verdad, les cuesta digerir. ¡Vaya ironía! Si fueran un poco más evolucionadas esas tonterías ya deberían haber dejado.

Un día, estos hechos salidos a flote en Latinoamérica alarmaron en gran medida a todo el Vaticano, es decir, a todo el cuerpo purpurado: el Papa y sus secuaces, los cardenales. Todos estaban preocupados por lo que sucedía en Paraguay y EE. UU. aunque problemas de esa índole no era sino el pan cotidiano, es decir, el problema había sido muy antiguo y muy nuevo porque, como quien dice, no se puede tapar el sol con un dedo. Debido a ello, entre los miembros del cuerpo purpurado, se especulaba, conjeturaba, argumentaba y se murmuraba queriendo buscar alguna solución a los problemas que acarreaba el celibato y cómo se podría promoverlo. Y, en eso, el papa llama a su secretario de prensa, el obispo Ben Dicción, y le ordena preparar una campaña de encubrimiento, pues era la única salida, a fin de preservar la imagen de la Iglesia. Y Ben respondió:

- Su Santidad, he pensado mucho sobre eso del celibato, las historias de sexo y sus perversiones entre nuestros sacerdotes. Estoy convencido de que necesitamos cambiar nuestra vestimenta. Ahora la gente nos mira y todo lo que ve es un montón de hábitos sucios. ¡Nuestra indumentaria purpurada ya no funciona! ¡La ‘noche de brujas’ no parece haber pasado para nosotros!

El Papa contestó:

- Sí, yo también había pensado en eso. Tal vez tenga razón usted. ¿Qué debemos hacer?

El secretario Ben repuso:

- ¡Muy simple! Lo que tengo en mente es un cambio total de imagen…

- Continúa –dijo el Papa–:

- ¡Cubriremos las ciudades más grandes y donde hay más católicos con posters de una monja en vikini!

El papa, todo espantado, vociferó:

- ¿Cómo? ¿Qué disparate estás diciendo? ¿Será posible? ¿Una monja en vikini? ¿Cómo va a promover eso el celibato en todo el mundo?

Ben Dicción complementó:

- Pues bien, ¡la modelo para la foto ha de ser exacta a la madre Teresa! ¡Eso sí, promoverá el celibato!

Las cosas le están saliendo mal a la iglesia católica, está mellando su imagen con historias de sexo, pedofilia, homosexualismo y demás perversiones entre sus sacerdotes. Su celibato ahora no es más que un verdadero hazmerreír a nivel mundial. Pero lo más raro es que sigan empeñados en propagar cuando la ciencia ha dicho y hecho lo suyo.

Si el caso de Lugo y del padre Alberto es una preocupación para la jerarquía, lo es también para todos los católicos a nivel mundial, porque sus sacerdotes representaban su moralidad y, por eso, les parecían las personas más santas, más fieles y más dignas, y cualquiera podía creer que uno que observaba el celibato era intachable e iba directamente al cielo. Solía ser considerada la persona más reputada a nivel de religión.

Pero las cosas han cambiado. La conciencia de la gente ha madurado bastante gracias a la ciencia. Ahora un extravagante, de aguda observación, que no ha pisado ni siquiera la universidad de Harvard de EE. UU. ni la Gregoriana de Roma, puede ver con claridad.

Un día, un disparatero, estaba de paso quien, por decisión propia, había abandonado la multitud. Pero esta vez, estando de paso por la calle, se encontró con unos conocidos y fue invitado a compartir un suculento almuerzo. El hombre no se resistió a la invitación y fue con ellos. Aquellos conocidos eran todos católicos y, casualmente, estaban muy consternados por las últimas noticias que mostraban los medios de comunicación. Le preguntaron:

- ¿Qué opinas de los hijos del presidente de Paraguay? ¡Un ex-padrecito! Cada día le están encontrando un hijo… En los periódicos le dicen el ‘conejo paraguayo’…

Él hombre les preguntó simplemente:

- ¿Les parece raro? Y continuó: yo no encuentro nada de especial en ello…

Todos se pusieron más atentos aún para escuchar la respuesta del extravagante. Y siguió diciendo:

- Pues bien, ¿os habéis fijado en esto? ‘La naturaleza es derrochadora’. Fíjense sólo en esto: cada varón viene con la potencialidad de poblar todo el mundo. Un varón, en un orgasmo, libera millones y millones de células que, si todas ellas tendrían un óvulo disponible para fecundar, poblaría todo el mundo rápidamente, faltaría comida para los nuevos seres humanos. Y de fondo vemos que lo que sucede es sólo el derroche de la naturaleza, de tantos millones y millones sólo uno tiene que ser fecundado. ¿Se imaginan de qué magnitud de potencialidad estamos hablando? Y eso sucede en todos los seres vivos. ¿Qué es eso en comparación con los cinco o diez o treinta o, finalmente, trescientos sesenta y cinco hijos/as, si para Lugo fuera posible, en comparación con semejante derroche natural? Definitivamente, no hay comparación y ¿estáis escandalizados por tan poca cosa? ¡Qué diminuta comprensión tenéis vosotros…!

Todos quedaron pasmados por la respuesta que jamás habían escuchado y, el hombre, continuó diciendo:

- Fíjense también en las mujeres paraguayas, cuan dichosas habrán sido, más si son católicas, habrán quedado perfectamente santificadas si son un poquito supersticiosas. Semejante lujo está reservado a las más pícaras y atrevidas como las paraguayas y, de ese lujo, en el mundo entero sólo han sabido disfrutar las prostitutas. Y mucho más, no sólo porque Lugo era una autoridad religiosa de jerarquía sino también, ahora, es el mayor político del país y para todas se abre la posibilidad de ser, sin hacer mucho mérito, la ‘primera dama de la nación’. ¿No les parece?

Escuché una vez, estando en el santuario de Copacabana, con ocasión de paseo, tiempo en que tomó la presidencia de nuestro país, Don Juan Evo Morales Ayma, a unas mujeres aimaras que decían: ‘Yo me casaría con el Evo. ¡Sería la ‘primera dama de la nación’. Viviría en el palacio y todos me saludarían como me la merezco!’

Como el público se puso más absorto, el disparatero siguió contando:

- A propósito de mujeres. Sucedió en Nueva York, en una sauna de puro varones; sonó un teléfono celular y uno de los que estaba más cerca contestó:

La voz decía:

- ¿…Querido?

Y el hombre contestó:

- ¡…Querida! ¿Cómo estás?

Y la voz continuó:

- Querido, te hablaba para decirte que estoy en un shopping del frente y quería preguntarte si me dejas comprarme un tapado de visón, vale nada más que cinco mil dólares. ¿Qué hago? ¿Me lo compro?

El hombre dijo:

- Bueno querida cómpralo, pero ¿fíjate si es muy bonito… no?

- ¡Gracias querido! –respondió la otra–. Y siguió: ‘ah me olvidé decirte que pasé por la concesionaria de autos y vi un ‘mercedes’ divino ¡fíjate! Sale nada más que noventa mil dólares. ¿Qué hago? ¿Me lo compro?’.

El otro sin dar mucha importancia dijo afirmativamente:

- Bueno querida, pero fíjate que sea el color que tanto te gusta.

La otra respondió:

- ¡Gracias mi vida! ¡Te quiero mucho! Y continuó: ¡Ah! Por último, pasé por la inmobiliaria y vi una casa en un barrio muy bonito, privado, sale nada más que quinientos mil dólares. ¿Qué hago? ¿Lo compro?

El hombre siguió aprobando:

- ¡Bueno mi amor! Pero que te hagan un descuento ¿Sí?

Y la mujer se despidió:

- Tesoro, te quiero con toda mi alma. ¡Sabía que no me ibas a negar! Bueno chauu mi vida, chauu mi amor… ¡Eres lo máximo!

Después de terminar de hablar, el hombre apaga el celular y pregunta a los otros:

- ¿Es de alguno de ustedes éste teléfono celular?

Así es como sucede con las mujeres. Son muy pícaras y atrevidas. Y todas las que postulan para ser la primera dama de la nación paraguaya, si llegaran a consumar, tendrían quizá todos esos lujos y Lugo tal vez, en ese caso, haría que se cumpla los sueños de alguna de ellas.

Juan Jacobo Rousseau solía decir: ‘toda mujer es siempre un gran niño’ porque, por ejemplo, si con tu niño vas al Shopping te pedirá que compres todos los juguetes que quiera, a él no le importará el precio que tengas que pagar y, mientras tenga lo que quiere, estará absorto y ocupado. Es la única manera de evitarse de problemas… Lo mismo sucede con las mujeres, por decir, si quieres cortejarla a una muchacha de clase alta ¡imposible! De antemano te entregará una lista de requisitos para casarse con ella. Por eso son muy contados los jóvenes de clase baja que se han casado con muchachas de rango social reputable. Tienes que ser de su misma clase o de un rango más superior para que puedas colmar con todas sus exigencias.

Así que estás condenado a casarte, aunque quisieras, con una de tu misma clase. A la mujer le encantan los lujos, hacerse ver con la gente, exhibirse, ¿quieres saber quiénes son las que más exigen realizar el rito de casamiento? Son las mujeres, porque esas cosas les encanta, es parte de su naturaleza, así han sido diseñadas: les gusta lucirse de blanco, hacerse esperar, sobresalir, que les vea mucha gente, familiares, amigos y un sin fin de detalles. Sólo así estarán conformes y, si no has hecho lo que ha querido ella, ¡acuérdate! Eso va a ser el gatillo para crearte problemas por el resto de tu vida. Así que de entrada, si piensas casarte, prevé todos esos asuntos.

En eso, una de las mujeres que estaban en el lugar suspiró diciendo: ‘nos gusta pues; qué vamos a hacer’, como confirmando lo que acababa de decir el extravagante. Y éste añadió algo más:

- Para ver las cosas así sólo tienes que observar la vida, así como ocurre. ¡Despréndanse de su moralidad! De aquello que les han enseñado en la iglesia, en el culto, en los santuarios, sus sacerdotes, sus mismos obispos, sus monjitas, sus pastores, y aprendan a mirar la vida con claridad. El problema no está en cómo acatan ciertas personas el celibato que es sólo parte de un teatro y, un teatro, pueden hacer hasta los payasos o los chimpancés, sino desde qué ángulo tú observas como un testigo el ‘derroche de la naturaleza’ a cada paso y a cada instante. Tú mismo eres, simplemente, un acierto de ese derroche natural.

Siempre sucede así: cuando se necesita una flor, mil y una flores brotarán. Si pides uno, te da millones. Pero cuando vives determinado por una moralidad, por decir, si en este momento vivieras en la China, estarías limitado a tener un solo hijo, probablemente dos, porque en China hay demasiada gente y la comida ya no alcanza para todos. Por eso hasta las cucarachas son un buen menú, lo mismo que los alacranes y las tarántulas. Casi lo mismo sucede si vives en Occidente, especialmente en EE. UU. y Europa: te limitas a tener dos o tres hijos, debido a la moralidad y a la mente legal de tu sociedad, donde cuatro o cinco será demasiado y si tienes diez y en diez mujeres, serás tachado de ‘conejo’, es decir, lo que antes de que aparezca la televisión era normal diez, quince o veinte hijos ahora resulta poco civilizado. Si en eso alguien como Lugo es un poco primitivo ¡qué importa! ¿Se han fijado? Es cuestión de cómo miras y, el cómo miras, depende de la sociedad donde vives y sobre qué clase de moralidad están asentados tus pies.

Además Lugo está colaborando mucho a su pueblo con sus hijos/as. Por lo menos un voto más para los políticos de Paraguay –pero eso si le sale un retrasado mental– ya es mucho. Él está simplemente en las riendas de la naturaleza –eso quiero decir– aprovechando la oportunidad que tiene y eso no creo que sea extraño a ninguna persona con un poco de inteligencia y que vive en este siglo tecnológico. Solo puede resultar escandaloso para los que no están en sus cabales, para los esquizofrénicos, para las personas divididas, los dogmáticos, los moralistas, para aquellos que se han creído en un disparate como el ‘celibato’. Si tú tienes un mínimo de inteligencia ¿en qué te puede afectar? ¡Una sonrisa y basta!

Dicho esto, el disparatero se despidió de sus amigos y siguió su camino.

Entre todos los seres vivos sólo las ‘amebas’ son ‘monjes célibes’: una ameba empieza a comer y comer, tanto comer, llega un momento en que se divide y cada una de las partes hacen la misma operación y se dividen, y es así como se multiplican y superviven. Pero a parte de las amebas ningún ser vivo es célibe. Y si alguien se las da de célibe tendrá que estar fuera de sus cabales o le falta un tornillo. Lo que no existe en la naturaleza, no existe.

La vida existe gracias al encuentro de dos polaridades que son como las dos caras de una misma moneda. Amor y odio conviven y cualquiera que te diga que ‘sólo tienes que preferir el amor’ está mal de la cabeza o que para él este mundo no es más que un manicomio; lo mismo sucede con aquella persona que sólo odia. Todo ser humano pleno encierra en sí las cuatro estaciones del año y vivirlas todas es un verdadero lujo, el lujo supremo de la vida: unas veces se está en primavera, otras veces se está en verano, ciertas veces se está en otoño y algunas veces se está en pleno invierno. Al modo de saber vivirlas e integrarlas ambas, llamo yo religión. Y por eso estoy a favor de ese ser humano que sabe odiar y sabe amar. Sólo así alcanzará, por sí mismo, el supremo equilibrio y la suprema libertad pues, de lo contrario, la vida sería aburrida, monótona, mecánica y robótica.

Por lo tanto un individuo pleno y derecho tiene que caminar así entre los profundos valles y las cumbres más altas, entre la luz y la oscuridad, entre el día y la noche, entre el verano y el invierno ya que, ambas, mirándola en profundidad, colaboran a la madurez y conducen a la totalidad o a la unión con el Todo. Y escalar esas alturas no depende de la edad en absoluto, porque un anciano puede ser un perfecto infantil, alguien que ha caído por debajo de su humanidad, razón por la cual existen viejos que tienen envidia de las jóvenes. Por eso, así como no se puede caminar cómodamente sino con los pies izquierdo y derecho; así como no se puede esperar un nuevo ser vivo sino por la intervención de un varón y de una mujer; así también, en el mundo psicológico, lo que parece opuesto no es más que la manifestación de una misma cosa, aunque en diferentes niveles. Y todo eso depende mucho de cómo miras y, el cómo miras, depende de los condicionamientos de tu pasado y, de ese pasado, necesitas liberarte para mirar la vida así como lo ve un niño.

En ese proceso de transformación hacia la inocencia, conforme son profundizadas las polaridades, se diluyen todos los disparates morales junto con ellos, el celibato, el masoquismo, el puritanismo, el sadismo, la represión, etc. porque el individuo ha trascendido más allá o más acá del Bien y del Mal, se ha vuelto religioso, puro, virgen, inmenso… Si no has saboreado y vivido las polaridades ¿cómo puedes trascender? ¿Cómo puedes ser inconmensurable?
Khishka

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