viernes, 3 de julio de 2009

KHISHKA II

(Hacer lo necesario)

Khishka solía caminar de pueblo en pueblo viendo los límites pues, por encargo de la comunidad donde vivía, tuvo que desempeñar con diligencia la tarea encomendada. Él era un hombre muy religioso.

No faltó un hombre que se fijó en su particular modo de ser y una mañana, aprovechando la llegada de Khishka al pueblo, acercándose, expuso:

- Yo soy ateo. No creo en Dios. Tú ¿qué opinas?

Khishka mirándolo fija y penetrantemente respondió:

- Sólo Dios es. Estamos inundados de Dios. Es más, no hay más que Dios en todas partes.

El otro sorprendido dijo:

- A mí me han dicho que eres un tipo que no cree, que eres ateo, que no crees en Dios.

Khishka repuso:

- Pues, como ves, te han informado mal, te han engañado. Y continuó: -yo soy teísta, el mayor teísta que jamás ha existido en este planeta. Por eso, por mi mismo, te digo: solo Dios es, y no hay nada más que Dios.

El hombre, incomodado por la respuesta de Khishka, se retiró del lugar y se perdió entre otros mirones que, al parecer, eran sus seguidores. Entre tanto Khishka siguió caminando.

Al medio día se acercó otro hombre y, dirigiéndose a Khishka, planteó:

- Soy creyente, creo firmemente en Dios, soy enemigo de ese tipo que vino a visitarte por la mañana. Quería preguntarte ¿qué me dices de la existencia de Dios…?

Khishka, con la mirada fija y penetrante que le caracterizaba, respondió categóricamente:

- ¿Dios? ¿De qué estas hablando? ¿Es un acertijo a algo así? Ni lo hay, ni lo habrá, ni lo fue. Dios no existe, en absoluto. Es más, ¡tu pregunta es absolutamente absurda e irrelevante!

El tipo no podía creer lo que estaba escuchando y dijo:

- Yo pensé que tú eras un hombre religioso, porque todo el mundo dice que ‘un religioso está de paso’. Y por eso vine a hablar contigo sobre la existencia de Dios.

Khishka dijo más:

- ¿Me has dicho hombre religioso? ¿Creyente? ¿Qué disparate estás diciendo? Yo soy el mayor ateo que ha pisado este planeta.

El hombre quedó confuso y avergonzado. Se retiró de su presencia sin decir nada.

La gente de aquel pueblo era muy creyente, pero siempre sucede así: donde hay más creyentes, obviamente surge la contraparte, los no creyentes. Ateos y teístas son los extremos del río. Ambos son un fragmento. Por eso tanto el supuesto ateo y el supuesto creyente, al no querer aceptar su vergüenza, se quejaron al alcalde y éste, acompañado de un sacerdote y su comitiva, vinieron y dijeron a Khishka:

- Estás confundiendo y corrompiendo a nuestra gente. ¡No te necesitamos aquí! ¡Márchate ahora mismo! Nuestro pueblo es muy democrático: unos pueden creer en Dios, otros no. Eso es relativo. Lo más importante es que gracias a los dos hay progreso, paz, seguridad, y bienestar para sus autoridades civiles y religiosos. Así que ¡déjenos en paz!

Khishka, viéndolos tan enardecidos, guardó silencio… Después de un momento, dijo: ‘sólo hice lo necesario’. Y se marchó a otro pueblo.

Sacerdotes y políticos, son dos mafias que han dividido a la humanidad. La humanidad es su fuente de supervivencia. Viven de dividir a la gente. Por eso, en el mundo, hay dos clases de personas: los que creen en Dios y los que no creen; los creyentes y los ateos. Para mantener ese status quo es necesario que persistan esos dos bandos pues, de lo contrario, sacerdotes y políticos, tendrían que desaparecer.

Si la gente fuera atea y creyente al mismo tiempo, y tuviera la suficiente consciencia para armonizar ambas, sería sin más religiosa. El que sólo cree en Dios es inmaduro, le falta equilibrio; y el que no cree en Dios también es inmaduro, le falta equilibrio. Ambos son extremos. Lo que Khishka hizo era evidentemente ‘lo necesario’: hacer titubear el convencimiento, pues el que llega a una certeza no es más que un suicida o un cadáver ambulante. Y para que la no-certidumbre de la vida siga su curso, el viaje prosiga y la búsqueda continúe, era necesario enseñar el equilibrio porque la misma búsqueda y el mismo viaje es la meta.

La vida es un equilibrio constante. Por tanto, ser ateo es ser un iceberg y ser un creyente es también ser un iceberg, es decir, ser ateo es estar solidificado y ser creyente también es estar solidificado. En una palabra: muerto. Este estado se llama falta de equilibrio. Y a falta de equilibrio la humanidad se ha vuelto esquizofrénica, es decir, o atea o creyente. Una identidad dividida. Y muy raro que, a costa de esa división, sigan nutriéndose sacerdotes y políticos. Debido a esos buitres existen fronteras, provincias, estados, departamentos, sectas, religiones, y toda clase de divisiones a nivel social, intelectual, psicológico, etc. Estos dos buitres han congelados a la gente y han convertido el mundo en una auténtica heladera. ¿Cómo es posible que, a estas alturas de la historia, sigamos dominados por la conciencia enfermiza de esos buitres?
Khishka

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