viernes, 26 de diciembre de 2008

EL GUERRERO MEDIEVAL

(La moral…)

Los guerreros medievales siempre suelen estar en las cruzadas. Los cristianos se iban a matar musulmanes o a matar judíos, o a convertirlos al cristianismo. Si uno quería permanecer vivo, la única posibilidad era hacerse cristiano, pues lo otro significaba su propio final, es decir, morir.

Un guerrero francés se iba a una cruzada, pero tenía una esposa bella. De modo que, para conservar intacta a su esposa tuvo que hacer algo. Como todos los guerreros, acudió a la fábrica de candados especiales para que, mientras se ausente, durante la guerra o por unos días, no tenga que perecer la infidelidad de su esposa. A ese candado especial, los medievales, lo llamaban: ‘cinturón de castidad’. Era un cinturón con un cerrojo. Algunas fábricas desarrollaron unos cerrojos extraños de modo que daba más seguridad a que nadie pueda hacer el amor con la mujer del guerrero. De ahí que los cerrojos utilizados por los más pudientes incluso tenían un cuchillo dentro. Si algún objeto se introducía en el cierre, el cuchillo le caía encima. ¡Válgame Dios! Esa cosas parecen ridículas, invenciones o mentiras, pero son ciertas. Están escritas en las páginas de nuestra historia universal y, para testimonio, esos cinturones están expuestos en los grandes museos de Europa, especialmente en Londres.

Al guerrero francés le tocó ausentarse durante seis meses, tal vez más, quien sabe. Pero lo cierto es que fue quien le aplicó el instrumento a su esposa. Le preocupaba llevarse la llave consigo porque iba a la guerra y, si se perdía la llave, sería muy difícil abrir el cerrojo. Necesitaría llamar a algún cerrajero o alguien que pudiera fabricar otra llave. Pero sería vergonzoso. Entonces llamó a su mejor amigo y le dijo:

- Amigo: voy a una cruzada. Quien sabe si regreso vivo. Pero confío en ti; eres mi mejor amigo, así que guarda ésta llave. Cuando regrese me la devolverás. Es la llave del candado de mi esposa.

El amigo le dijo:

- No te preocupes. Y se quedó con la llave.

Sólo cinco minutos después de que el guerrero partiera en su caballo, vio a su amigo llegar rápidamente en el suyo. El Guerrero se detuvo y le pregunto:

- ¿Qué pasa?

El hombre, su amigo, contestó:

- Me has dado la llave equivocada.

Imagínense. ¡Sólo después de cinco minutos!

Todo ese suceso era un hecho moral reconocido en aquella sociedad en sus diferentes niveles, es decir, tanto a nivel político y religioso, pero ahora, para nuestro tiempo, no es más que una estupidez. Una estupidez patriarcal, podríamos decir, cuando la mujer era absoluta propiedad privada del varón… aunque aún en muchas partes del mundo sigue vigente aunque con matices diferentes. Eso revela los ‘candados’ que están en los grandes museos de Europa, especialmente en Londres.

No existe una moral establecida para todo tiempo. Sencillamente no lo hay. La moral que conocemos no es más que una conveniencia social y, las conveniencias sociales, son las religiones centradas en la idea ‘Dios’. Las religiones organizadas no deberían llamarse religiones porque son simplemente una colección de preceptos morales que aparecen en tus escrituras primitivas. No hay nada de religiosidad allí.

Los mahometanos recibieron el legado de Mahoma. Allí les dice a los varones: ‘podéis casaros con cuatro mujeres’. Mahoma tenía su razón ya que lo decía en tiempos en que los varones guerreaban constantemente. Y es lógico que las mujeres fueran, en cantidad, más que los varones. Por entonces la sociedad era tribal, cada tribu peleaba contra otra tribu. A los varones los mataban y las mujeres sobrevivían. En ese contexto el precepto de Mahoma funcionaba, se la puede entender a él, pues era mejor que un varón se case con cuatro mujeres a que las damas comenzaran a hacer amoríos con esposos de otras mujeres o se convirtieran en prostitutas o se pelearan entre ellas por un varón. Se armaba un problema enorme. Por tanto era razonable el precepto de Mahoma. Pero no se lo puede entender a los mahometanos estúpidos de ahora que siguen aplicando ese precepto, porque ahora la proporción, entre varones y mujeres, es casi la misma con pequeñas diferencias matemáticas en algunos países.

Otro ejemplo. En algunos países, como China, el aborto se aconseja porque hay demasiada gente y, cuando la gente se ha multiplicado en exceso, no suele haber suficiente comida para todos. Muchos pasan hambre. De modo que el nacimiento de uno supone el hambre de muchos. Entonces lógicamente se recomienda tener máximo dos hijos y si hay otros abortarlos, para que otros no puedan quedar privados de su ración. Y en ese caso el aborto es casi una virtud. Sin embargo esa moral no sería aplicable en nuestro país, en Bolivia, porque aquí hay mucho terreno baldío, hay mucho espacio, pues si fueran un poco más inteligentes nuestros políticos, nadie sufriría de hambre y habría comida para todos. En ese caso faltaría gente que la habite. Así tanto el aborto como la esterilización, en muchos casos, pueden ser evidentemente, en cuanto a moral se refiere, acciones totalmente detestables. En Bolivia necesitamos más gente y no hay necesidad de abortos ni de esterilizaciones. Sin embargo esto no quiere decir que estoy a favor del aborto, no. No me mal interpretes. Simplemente estoy diciendo que cualquier moral es siempre relativa, es decir, lo que es aconsejable en un país o región, puede ser condenable en otro. Depende del contexto y las circunstancias.

En Francia los amantes suelen decir a sus amadas: ‘quiero comerte entera’ y ellas se suelen sentir inmensamente felices escuchando la frase. Pero si la misma frase le dices a una india (una mujer de la India) saltará de espanto y horror pues, aunque te expliques diciendo que –sólo quería decirte que ‘te amo’– no te va a entender. Solo por esa frase puedes ir a parar en la policía o en la cárcel.

En ciertos lugares, en menor grado hoy, especialmente en el Tibet, cuyo precepto moral es bañarse una sola vez al año es absolutamente necesario y más que eso es condenable y peligroso, no funciona. Específicamente hablando, lo que acabamos de mencionar, puede ser que funcione con los monjes del Tibet, porque seguramente hace mucho frío allí. Sus escrituras de hecho lo dicen: Más vale apestar que ir al infierno. Pero en realidad si apestas ni el diablo te va ha recibir porque ninguna religión dice que el diablo es apestante, excepto Hugo Chávez (Presidente de Venezuela), quien dijo en una ocasión, con motivo de la visita del presidente Norteamericano a un país latinoamericano. Quien se sentó en una silla, y al día siguiente le tocó sentarse, a Chávez, en la misma. Éste exclamó, antes de ocuparla: -¡ayer estuvo sentado aquí el príncipe de los demonios. Todavía huele a azufre! Solo en ese caso, pero, especialmente en los mitos se presenta como un tipo muy agradable y simpático. Seguro que si las mujeres lo ven se derretirían y caerían redondas en sus brazos. Además si uno observa la moralidad de los monjes tibetanos se volverá nada más que un apestoso pordiosero. Y cuando un tibetano toque la puerta del infierno, el diablo la olfateará y le cerrará la puerta definitivamente, pondrá un seguro y listo. Le dirá: ¡aquí no se reciben apestosos! ¿Qué hará un monje tibetano?

De la misma manera, en alguna parte, el accidentalista occidental, Gabriel Marcel, dijo que ‘el suicidio es la única cuestión verdaderamente filosófica’. Los filósofos Occidentales que se llaman a sí mismo existencialistas, que no lo son en absoluto, muchos se han enloquecido, han terminado en manicomios y otros se han suicidado. En ese caso la pregunta por el suicidio resulta ser verdaderamente la más auténtica de todas porque, su mal llamado existencialismo, de lo único que nos habla y nos sigue hablado es del sufrimiento, el dolor, la angustia, la peste, la guerra, la muerte, el sinsentido de la vida, lo absurdo… y han convertido al ser humano en mero accidente. Por eso la palabra adecuada para ellos sería ‘accidentalistas’ en ves de ‘existencialistas’ porque no hay razones que le den sustento. Esa sería su verdadera definición.

En Oriente existe una religión, quizá la más antigua, el Jainismo. Ésta es la única religión en el mundo que respeta el suicidio. Por eso es muy violento y cruel; es la religión más ascética del mundo; es la más masoquista y sádica, a diferencia de las religiones de Occidente. Muchos de los que defienden la libertad de morir se fundamentan en ese principio jaina. Al mismo principio, directa o indirectamente, se oponen las religiones más occidentalizadas. Y por eso han acuñado otro principio que dice favorecer a la vida y estar en contra de la muerte. Debido a ese principio muchos hospitales están llenos de personas en estado vegetativo pagando el suministro de los médicos. Esto sin duda es una gran injusticia contra el flujo de la naturaleza. Por eso, antes o después, hay una gran necesidad de que todas las constituciones del mundo tendrán que aceptar tanto el derecho al nacimiento y el derecho a morir para dejar de ser injustos con la naturaleza. Como vemos, hasta en las religiones, en el caso del suicidio, para unos será moral y para otros inmoral, y consiguientemente pueden aprobar o reprobar. Entonces todas las religiones o supersticiones, por más que sean finamente organizadas, también son relativas. Ninguna goza de carácter absoluto aunque lo pretendieran.

No existe una moral absoluta, inamovible, indiscutible. No sé si se pueden denominar fragmentos de…, es peligroso, porque casi todas las grandes religiones siempre han estado empeñados en expandirse y marcar a las personas como si fueran ganado. Esa actitud, visto desde nuestro punto de vista, es absolutamente inmoral. Los climas, las regiones, los contextos, las fes, en fin toda la diversidad en general terminan generando diferentes tipos de moralidad. Esas morales no son más que basuras.

Sin embargo existe una moral más allá de todos esos preceptos y acertijos moralistas. La única moral que existe es fluir en el río de la naturaleza. Ese fluir sin más no es sino espontáneo y, lo espontáneo, tiene autenticidad, tiene honestidad, tiene naturalidad, tiene esplendor y bellaza. Y la naturalidad confiere al ser humano la dignidad de ser la consciencia más evolucionada de toda la existencia. Por tanto fluir en el río de la naturaleza es la única acción moral eterna. No hay otra. Y fruir en el río de la naturaleza depende de ti, no de agentes extraños.
Khishka
Testigo ambulante

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