jueves, 22 de enero de 2009

KHISHKA Y EL AMOR

(Navidad, memoria y palabra mágica)

Cierta vez existía un anciano bonachón llamado Khishka, cuya característica era llevarse de lo mejor con sus nietos. El mayor de ellos tenía trece años, la que le seguía tenía diez años, y el último tenía ocho. El mayor había entrado ya en la adolescencia y los otros eran aún niños.

Un día, el adolescente, en su club de amigos, estando en el colegio, había aprendido de sus compañeros a dibujar un corazón atravesado por una flecha. Y al centro llevaba escrita una palabra: ‘amor’. Esa obra de arte, conforme los planes que tenía, había pensado obsequiar a una de sus amigas. Pero, como esa mañana no tenían razones para ir al colegio porque los profesores habían empezado ha hacer una huelga de cuarenta y ocho horas, no pudo consumar el anhelado plan.

El muchacho todo curioso y, como el abuelo estaba de buena honda, se puso ansioso de saber qué significaba ‘amor’ para el anciano. Por eso le preguntó:

- Abuelo, ¿te puedo hacer una pregunta?

- Con confianza hijo –respondió el abuelo–.

Pero Khishka no se esperaba la pregunta. Sin embargo el chico, aunque con un poco de vergüenza y titubeo, planteó la cuestión:

- ¿Qué es el ‘amor’?

Escuchando la pregunta, el abuelo, cerrando sus ojos por unos momentos, hizo silencio y, mirándole fijamente, dijo:

- Hijo mío, no es fácil definir, no sería capaz, tampoco me gustaría corromperlo dándole una definición. Merece respeto. Pero permíteme darte un ejemplo para que tú saques tus propias conclusiones.

Mientras los otros se tapaban la boca porque, al parecer, la pregunta era respetable y seria, tal como el abuelo lo manifestaba.

- ¡Espérenme un momento. Ya vuelvo! –Les dijo–.

El anciano fue a su cuarto y después de un momento volvió. Trajo consigo una tijera y una aguja. Luego entregó a su nieto mayor los dos instrumentos y, éste, algo tembloroso, recibió las herramientas en sus manos. En ese momento se le cayó la telita, donde estaba dibujado un corazón atravesado por una flecha. El abuelo, sin preguntar nada, lo tomó en sus manos y les entregó a sus hermanos menores. Y dijo al mayor:

- Esa tela es una verdadera obra de arte. ¡Te felicito por la pintura! Pero te voy a pedir que con la tijera, que te di, la cortes por la mitad.

El muchacho no podía creer lo que estaba sucediendo. Sin preguntar nada miró a los ojos agudos de su abuelo y a los de sus hermanos, tomó la tijera y, simplemente, cortó la tela en dos partes.

Y el anciano dijo:

-¡Bien hecho muchacho! Ahora haz el siguiente paso: toma la aguja y el hilo que tienes, y une lo que has cortado.

El muchacho, en silencio, obedeciendo las palabras del abuelo, unió las partes y, así, reparó su misma obra de arte. Luego se la entregó al abuelo.

El abuelo lo recibió y dijo:

- ¿Habéis observado el ejemplo? Pues bien: el amor es como la aguja que une las cosas y, la mente, es como la tijera que separa las cosas al cortarlas. ¡Abre tu corazón al amor!

Y el muchacho, tras haber sido el protagonista del ejemplo y haber escuchado las palabras finales del abuelo, se retiró de su presencia junto a sus hermanos menores.

Mi insistencia es muy clara: mírate hacia adentro si estás entero o dividido. Toma consciencia de ello porque, ella, es lo básico para amar. Observa esto:

La mente es lógica y analítica (es como la tijera) por eso divide o separa entre: cuerpo y alma, cielo e infierno, Dios y diablo, santo y pecador, bien y mal, buenos y malos, puros e impuros, sucio y limpio, día y noche, luz y tinieblas… Se caracteriza por su ‘prejuicio’, por eso juzga, premia y condena… La mente lógica y analítica ha convertido el amor en un negocio y un contrato.

Pero el amor no es un negocio porque la Existencia no sabe de negocios. Todo lo hermoso que hay en el amor es absolutamente innegociable, es un regalo de la naturaleza. Por ejemplo: las rosas florecen y te brindan su fragancia, no es un negocio; los ríos cantan, no negocian y, tú, no tienes que pagar nada por escuchar su canto; los pájaros cantan y, tú, no tienes que pagar por desfrutar de su concierto mañanero, no te exige matrícula alguna; las estrellas brillan, pero no te cobran nada. Así es el amor.

El amor tampoco es un contrato porque no es, en absoluto, relación. En el momento en que el amor se vuelve una relación, se convierte en esclavitud, porque hay expectativas, metas, objetivos, exigencias y frustraciones, y un esfuerzo de ambos lados para dominar y someter. Se convierte en una lucha por el poder... Así es como el amor se pervierte.

El amor es como la fragancia de una flor cuya aroma y belleza es sublime y divina. Es aquello que (como la aguja) sencillamente une, junta, articula, vincula, conecta, repara lo que está roto, une lo que, aparentemente, está separado. El amor te lleva a la comunión cósmica y existencial, es una profunda necesidad de unión y fusión; es aquello que te une con el Todo, es decir, con esta vasta Existencia que nos envuelve.

El amor le devuelve su original unidad e integridad al ser humano. Le devuelve su inocencia. Por tanto: abre tu corazón al amor y el amor te hará uno y entero; te hará una unidad orgánica y, con ella, recobrarás tu rostro original.

Al celebrar un nuevo aniversario del nacimiento de Jesús no podemos olvidar lo que trajo: el amor, un amor que une, que te recuerda que eres Uno con el Todo. Ya no eres huérfano, ya no eres separado, ya no eres una isla. Todo lo que hay aquí es parte de ti. En tu cuerpo están las aguas de los océanos, la belleza de las flores, el fuego de los soles y las estrellas, la melodía de los pajarillos, el canto de los ríos, de los árboles, de los vientos, el paseo de las nubes. Todo es regocijo, todo es fiesta, todo es motivo de alegría porque en la raíz de todo está el amor. El amor es el motor que hace funcionar esa Totalidad

Esa alegría cósmica no puede expresarse sino bajo la forma de expresiones simbólicas: en tarjetas de felicitación con toda su carga simbólica; en exclamaciones como ¡Feliz Navidad!; se convierte en regalos y juegos para los niños; se convierte en abrazos y besos que embellecen nuestra vida cotidiana; en programas de telemaratón para discapacitados; en canastotes para las familias que necesitan; en panetones de navidad; en arbolitos de navidad; en pesebres; en encuentro de familiares; llamadas por celular; dedicatorias amorosas, chats por Internet… En fin son innumerables las maneras de expresar esa alegría que provoca el amor.

Navidad en la lluvia, en la arena, en el corazón, en el mar, en los montes, en los árboles, en los animales, Navidad en todo… Navidad, una palabra mágica que define nuestra alegría y nuestra fiesta; navidad, todo el cosmos se alegra. ¡Feliz Navidad! Y el 2009 sea el año más dichoso para ti.
Khishka
Testigo ambulante

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