viernes, 13 de junio de 2008

FANÁTICO

(¿Por qué no te suicidas?)

El pasado viernes, 9 de mayo, del 2008, los centros educativos de ‘Fe y Alegría’ tuvieron sus festejos conmemorativos en las afueras del templo de la parroquia San Juan Bautista. Como había bastante alboroto, por el civismo notable en la voz de los que ejecutaban el programa, miré por la ventana y divisé los diversos trabajos que habían realizado los alumnos. Los presentes estaban delicadamente pegados en las mallas metálicas que protegen el parque infantil ubicado al frente de la mencionada casa religiosa.

Los trabajos expuestos eran de pintura, recortes de revistas y periódicos, mensajes actuales, frases célebres, etc. que, habilidosamente hechas, formaban la figura de rostro y busto de una madre; en otros casos reflejaban la realidad social; el corazón que irradiaba la cordialidad; manos juntas que significaban solidaridad; algunos eran dedicatorias a los santos y santas representativos y fundadores de las comunidades religiosas a las cuales pertenecían las hermanas religiosas que hacían de directoras o que trabajaban en aquellos centros educativos que estaban de fiesta.

Entre ironías y ganas de salir a observar los trabajos artísticos de los alumnos, viendo cómo estaban ubicados, tanto los conductores del programa como los profesores y los alumnos, dije: –los alumnos expuestos al sofocante sol y la mayoría de los profesores y los ejecutores del programa acurrucadas en las escasas sombras que había… ¿A eso le llaman educación? ¡Parece un completo disparate!–.

Ésta visión propia compartí con algunos conocidos, entre ellos, la hermana Zelinda (de la congregación de la Hermanas de San José de Chamberí) que, con una cámara fotográfica digital en mano, estaba sacando fotos para el recuerdo tanto de lo que hacían en ese preciso momento como los estupendos trabajos de arte que habían realizado los alumnos.

La hermana Zelinda y yo, nos pusimos a apreciar los trabajos y, como era bastante numerosa y extensiva, miramos una a una y sacamos foto de las más significativas. Entre nosotros y otros había también un observador con su bicicleta y en ella llevaba cargada unas dos arrobas de harina. Y éste tipo, mirándonos fijamente, se puso a decirnos: –hay dos cosas que faltan aquí–.

La religiosa, con quien estaba, no le tomó mucha atención a las palabras del metiche y siguió adelante. En cambio yo, me quedé escuchando sus palabras ya que sentí una especie de curiosidad por saber a dónde quería ir el personaje con sus apreciaciones, al parecer, intransigentes. Le pregunté:

-¿Por qué dices que faltan dos cosas en estos trabajos?

Parecía bastante instruido el hombre. Me contestó:

- Primero: porque los padres de familia, en su mayoría, cuando comienzan las clases en los colegios, llevan a sus hijos a las librerías y se los compran todos los útiles escolares, los libros que le han pedido los profesores y se olvidan de comprar el ‘libro de los libros’, la Santa Biblia, la Santa Palabra de Dios. Eso falta y por eso estamos como estamos hoy.

Escuchando atentamente su primera intervención, le dije: –ya veo que tú eres bastante fanático, pero me parece interesante tu observación. Y ¿cuál es la segunda cosa que le falta a todos estos trabajos expuestos?–.

- La segunda cosa que falta es ‘Jesús’. Se han olvidado completamente de él. En ninguno de los trabajos aparece. Y si no hay estas dos cosas, siempre será así, todo andará mal. Faltan esas dos cosas y por eso estamos peleando los bolivianos. Por eso también la situación de nuestro país está preocupante porque se han olvidado de Dios y de su Santa Palabra.

- ¿Así? –Le dije–. ¿Y tú que estás haciendo aquí perdiendo el tiempo? Jesús ya murió hace tiempo y la Biblia ha sido escrito hace miles de años. ¿Cómo puedes tú decir que esas dos cosas faltan? El pasado no nos hace falta. Lo que nos hace falta, siendo realistas, sería: limpiar la conciencia de nuestros fanatismos y de los prejuicios que vienen, precisamente, del pasado.

El tipo se puso en apuros y me contestó un tanto furioso:

- ¿Cómo vas a decir eso? Eso no se puede decir. Jesús es Dios y la Biblia lo dice. Porque no tomamos en cuenta a él y su Palabra estamos yendo de mal en peor. Hay tanta destrucción, terremotos, huracanes, sismos, familias enteras peleadas, la pobreza, miseria, mujeres abandonadas, niños en la calle, borracheras, drogadicción, en fin ‘todo está mal’.

Yo le repliqué diciendo:

- Así que para ti todo está mal. Entonces, así como está, ¿te gusta éste mundo?

Él me dijo:

- ¡No me gusta porque está lleno de pecados. Han ofendido a Dios completamente con sus maldades. No puede haber otro mundo más malo que éste!

Y le rematé declarando:

- Y si no te gusta este mundo porque está lleno de pecado, porque ofendió a tu Dios y porque no puede haber otro mundo más malo que éste ¿qué sentido tiene seguir viviendo? Mejor ¿por qué no te suicidas? Suicídate y la maleza del mundo habrá terminado para ti. ¿Para qué amargarse tanto la vida? ¿Para qué vivir desdichadamente en medio de mundanos? Tienes la única alternativa: ¡Suicídate! ¡Pero ya! ¿Si acabas de decir que este mundo no te gusta y está lleno de pecados; que ni tu Dios le perdonará? ¡Suicídate y punto! Todo habrá terminado.
El evangélico cayó en la cuenta de haberse topado con un hombre peligroso; se puso a temblar; los nervios le atacaron de pies a cabeza; sudoroso y refunfuñando, para los cuatro vientos, montó su bicicleta y se fugó sin noticia alguna.

Khishka
Testigo ambulante

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