sábado, 9 de agosto de 2008

GRICELDA

(Clarividencia de un vástago)

Khishka, cuando era niño, estaba pasando con su madre en medio del alboroto de la gente. Se trataba de una turba que, acurrucados en círculo, miraban una pareja de payasos que hacían sus payasadas. Su madre se distrajo con las payasadas y sus comadres que reían a carcajadas. En ese momento, el niño, se extravió entre la turba que se distraía con los payasos y sus ocurrencias. Al verse sólo, sin su madre, se asustó y gritó con todas sus fuerzas:

- ¡Griselda, Griselda…!

La entretenida turba, e incluso los payasos, reaccionaron y volcaron sus miradas hacia el vástago gritando: ¡Griselda, Griselda!

No pasaron unos segundos, su mamá estaba presta para socorrerle. Ella demostraba un poco de vergüenza debido a toda la gente que había centrado su atención en el pequeño Khishka. Luego le preguntó, a su hijo, con una voz tímida:

- ¿Por qué me gritaste de mi nombre? Nunca antes lo habías hecho. Siempre me dices ‘mami’ (término propio de los hijos respecto de sus madres). La turba te habrá dicho que eres un niño raro, muy poco común, que grita por su nombre a su madre.

El niño contestó:

- Es cierto. Pero si te llamaba como siempre ‘mami’ supongo que no me ibas a escuchar porque veo que hay muchas ‘mamis’ en este lugar. Por eso me pareció mejor gritar tu nombre.

La infancia tiene su propia belleza porque no conoce la etiqueta, las máscaras y toda esa basura que se han tragado las ratas de las bibliotecas. El niño es simple, inocente y espontáneo. Es pura inteligencia. Sus ojos irradian profundidad, divinidad, pureza y clarividencia. Esa cualidad lo tenía Khishka y por eso sale al paso su clarividencia y no se equivoca pues, estaba en lo cierto que, había muchas ‘mamis’ en ese lugar público. Frente a un niño, un adulto, casi siempre queda mal parado, en ridículo y en vergüenza. El niño siempre gana porque su claridad es inocente, venido de la divinidad.

El comportamiento de Khishka es lúdico, infantil e inocente. Su comportamiento es un comportamiento supremo, por eso, religioso y espiritual. No sólo humano sino, también, divino. Todo niño llega a este mundo ‘tabula rasa’, no tiene pasado sobre lo que pensar. En cambio un viejo tiene toda la carga de su pasado y se caracteriza por ser culta y ordenada. Una persona culta, simplemente, ha ocultado su ignorancia inocente con palabras, teorías ideologías, dogmas, credos, filosofías y teologías. Estas basuras son la muralla china que construye una lejanía abismal con la divinidad. En cambio el niño es sinónimo de clarividencia. Es un espejo donde te puedes ver la cara y describirte lo apestante que te cae la máscara que llevas.

Khishka
Testigo ambulante

No hay comentarios: