sábado, 9 de agosto de 2008

EL ESPEJO DE ROBERTA

(Lavado de cerebro)

Roberta era una muchacha de colegio que se caracterizaba por ser una joven muy cuidadosa con la limpieza de su cuarto y de su casa. Era una colegiala hacendosa. Como a toda muchacha le gustaba cuidar su belleza, andaba siempre bien ‘pituca’ (bien arreglada y presentable). Era muy querida para su familia y muy admirada en su colegio. En su cuarto solía tener un espejo del tamaño de su estatura donde, con frecuencia, acostumbraba echarle un vistazo a su propia fachada para, de ese modo, cuidar su belleza. De modo que estando sola, al interior de su cuarto, ensayaba incluso algunas poses propias y originales.

Se preocupaba por su modo de caminar, los movimientos propiamente femeninos, el manejo de las manos, la mirada, la sonrisa, etc. Todo lo practicaba al interior de su pieza. Le gustaba vestirse de la mejor forma, estaba siempre al día con la moda, usaba los mejores instrumentos de estética corporal.

La otra cosa que le caracterizaba fue que el espejo siempre lo mantenía reluciente ya que no admitía suciedad alguna pues, éste, era considerado como uno de sus amigos más íntimos en la cual podía mirarse a sí misma. Como frecuentaba mucho ante el espejo, naturalmente, tenía que velar también por su limpieza. Por eso, antes de usarla, cada vez que quería mirarse, tuvo que estar percatada de que el espejo no tenga ni una pizca de polvo o mancha a fin de que, en lo mínimo, no distorsione la realidad de su belleza corporal. Esa fue una de sus adicciones más elementales.

Esa adicción elemental influyó en sus labores diarias. Su casa estaba en la orilla de la ciudad por donde, justamente, pasaban los acueductos de la urbe donde vivía. Una de sus labores cotidianas era, desde muy temprano y antes de marcharse al colegio, arreglárselas con las cucarachas que manaban de los acueductos hacia su casa pues las autoridades de aquella ciudad eran muy dejadas. Por tanto su tarea era ahuyentarlas con escobas o, en su defecto, eliminarlos con la ayuda de algunos elementos químicos. A veces solían hacer ese trabajo en familia para mantener alejados la presencia de las cucarachas en su casa.

El espejo y la casa representan la consciencia humana. Las cucarachas, la polvareda, la suciedad y las manchas representan todo lo que imprimen tus padres, tus costumbres, tradiciones, virtudes, tus líderes políticos y religiosos, tu sociedad, tu educación, tus profesores, desde tu tierna infancia, en la casa o en el espejo de tu conciencia. Decimos así porque, en cuanto a consciencia se refiere, la limpieza es sumamente necesaria. Puede que aparezca como adicción en el caso específico de Roberta pero, como mi punto de vista no es moral sino mostrar una realidad simplemente, yo digo que las adicciones a toda belleza, a la poesía, al teatro, a la escultura, a la pintura, deberían ser promovidas. No juzgadas desde un punto de vista moral. En cambio la adicción que debe abandonarse definitivamente es aquello que te hace inconsciente, te mata, te embota, te hace robópata y te corrompe desde tu más tierna infancia, y no aquello que estimula el espíritu.

Se suele decir que ‘la limpieza está cerca de Dios’, y es verdad. Cuando sólo queda la limpieza, la limpieza es Dios mismo y por eso, el lavado de cerebro es, perfectamente, medicinal. Esto significa eliminar todas las cucarachas que haz almacenado en tu cerebro. Y una vez que limpies tu cerebro y expulses a todas tus cucarachas, no permitirás, absolutamente a nadie que, en tu recinto sagrado, bote basura o porquería alguna. Esa es la cualidad de Roberta, quien era celosa de la limpieza de su espejo y de su casa para que la suciedad, la polvareda o las cucarachas no distorsionen la realidad. Por tanto el ‘lavado de cerebro’ es perfectamente sano y debería ser promovido para que sea de uso cotidiano. La gente recobraría su rostro original y su cara de felicidad; andaría más gozosa y más dichosa. Abandonaría, definitivamente, todos sus ‘complejos de culpa’ que le han inculcado desde pequeños.

Las ortodoxias, supersticiones, tradiciones, creencias, sean éstas, cristianas, mahometanas o hindúes…, no son más que cucarachas que codician tu espejo y quieren apoderarse de tu casa, es decir, de tu conciencia para distraerte y distorsionar la realidad. Es el polvo que se acumula en el espejo, es la multitud que ensucia tu mente y ensuciar la consciencia de otras personas es un crimen, pero los líderes religiosos y políticos es lo único que han venido haciendo: empolvar y meter cucarachas en tu cerebro.

No estoy hablando del lavado de cerebro que se usa en terminología militar o lo que usan tus líderes religiosos y políticos. No. No se trata de eso. Tampoco se trata del ‘lavado de cerebro que aparece en las enciclopedias’. Estos entes mal usan de ese término. Con ello encubre lo que es, simple y llanamente, embotar la mente, llenar la mente de cucarachas, de polvo, de parásitos, hasta el colmo de cubrir todos sus espacios, habidos y por haber, de modo que ya no haya espacio alguno para lo esencial. Y a eso llaman ¿‘lavado de cerebro’? Es, sin duda, lo contrario lo que llaman ‘lavado de cerebro’.

Estoy hablando en términos de ‘higiene mental’ (no al modo de los hipócritas que se autodenominan espirituales); en términos de limpieza interior; de clarividencia; de luz; de tábula rasa, con la cual llegaste a este mundo. Así que ‘lavar el cerebro’ es un trabajo perfectamente sano. Limpiar diariamente tu espejo o tu casa, es decir, tu consciencia, es una labor divinamente sana y digna. Ese es lo único que te garantiza el hecho de hacerte, más y más, maestro de tu propia vida y existencia.

Khishka
Testigo ambulante

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