domingo, 10 de agosto de 2008

CHOFER

(La gracia deno estar perdido’)

Un chofer paró su camión, de carga, en una carretera rural, llegando justo a un cruce de caminos. Uno iba hacia el sur, otro al norte, un tercero al sur oeste, un cuarto iba al este y un quinto iba al oeste.

El hombre bajó del camión, al parecer, confundido y perdido. Miró a sus alrededores y divisó a un muchacho, el joven Khishka, recostado y rascándose el ombligo, al lado de una granja solitaria. Por su puesto, era el granjero Khishka haciendo siesta. Acercándose un poco más, el chofer le gritó:

- ¡Hola! ¿Qué tan lejos estoy de Santa Cecilia?

Khishka lo pensó y le contestó:

- No lo sé.

Bueno, entonces ¿cuál de estos es el mejor camino para llegar allá? -Insistió-.

De nuevo, Khishka el granjero, lo pensó y respondió:

- No lo sé.

Entonces, el camionero, notablemente molesto, siguió diciendo:

- Al menos, dime: ¿dónde es la gasolinera más cercana para conseguir un mapa?

Khishka lo pensó más detenidamente y, de nuevo, reafirmó su posición:

- No sé.

Y el chofer de camión le dijo con desprecio:

- No sabes mucho ¿no? ¡Animal!

Khishka le contestó:

- ‘Yo no estoy perdido’.

La vida exige una mente amplia y abierta por todos los lados. Si no estás perdido, el cuchicheo de la multitud, poco importa. La multitud siempre se ha caracterizado por ser violenta e insana. La multitud se parece a un baúl llena de porquerías donde las moscas abundan y los parásitos festejan. Nunca fue ni lo será inteligente.

En Occidente el ego se ha convertido en un accesorio permanente. Se ha vuelto como respirar y, sin respirar, uno no puede seguir viviendo. Debido a ese ego la multitud o el grupo se ha vuelto absolutamente importante. El grupo resulta como un método eficaz para paliar o disolver el ego. Por eso, en Occidente, si quieres llevar adelante algo a nivel creativo y libre, te tachan de ‘egoísta’ porque tienen la mente saturada de la lógica y lo racional en todos los sentidos, sin embargo, la única carga que tienen es el ego. Esta es la razón del por qué los fenómenos fascistas e imperialistas han aflorado, en distintos niveles, en el Occidente. El fascismo solo pudo existir en Alemania porque es el país más egoísta del Occidente. No hay nada comparable con el ego alemán. Y, hoy por hoy, quienes tienen privatizado el pensamiento y la ortodoxia, lo académico y lo intelectual son, también, los alemanes. Por eso tienen peso sus teólogos y sus filósofos cuyos escritos deben ser obligatoriamente leídos casi en todas las universidades del mundo, aunque no en Oriente, a excepción del Japón.

Cuando la multitud resulta muy importante lo individual desaparece, es subsumido por el grupo. El desfile compuesto por la masa y liderado por un loco hipnótico puede ejecutar fenómenos como el fascismo occidental. Así es como fue posible un Hitler, personalidad carismática e hipnótica. No es que Hitler tenía una filosofía convincente para con los alemanes pues, si hay una cosa difícil en este mundo, es precisamente convencer a los alemanes. Con ellos, que tienen mentes alienadas con la lógica y lo racional, aristotélicos, tendrás que aplicar algo hipnótico para que, por lo menos, marees la perdiz y los tengas a tu disposición ya que, los alemanes, son muy buenos para hacer de títeres en cualquiera de los rubros de la vida, particularmente, en las universidades y no por nada, hoy, Alemania es la tierra de los profesores y los lógicos. Con ellos tendrás que hacer lo mismo que hacen las muy conocidas, aquí en Bolivia, la ‘pildoritas’, quienes hacen dormir a sus víctimas para arrebatarle sus bienes tan pronto como se duermen. Dales un elemento hipnótico y verás como bailan los títeres.

Para que te quede claro, la lógica ‘pildorita’ está escrita en la historia sanguinaria de Hitler, quien no convenció sino hipnotizó a los alemanes y éstos como son personas muy pero muy ‘yoístas’, y para aplacar esa carga que llevaban, le siguieron en caravanas y se perdieron así mismas en la banda, en el desfile, en la música hipnótica de Hitler e hicieron lo que hicieron. Hitler fue el titiritero y los alemanes fueron sus títeres. Aunque el líder o el titiritero diga bobadas o cosas tontas, los títeres o la masa, hipnotizada como estaba, le seguía como ganado detrás del pasto. Una vez metido allí el hipnotizado se siente bien, renovado, joven, feliz, aunque en el fondo es un simple accidente, una simple masa, una miserable marioneta. Pero el hecho de que no están solos les hacía olvidar sus penas, ansiedades, preocupaciones individuales, angustias y alienaciones. Su método hipnótico funcionó como una especie de liberación. Esta es una de las razones del por qué en Occidente fueron posibles el fascismo, el nazismo y todos los tipos de locura colectiva, propia de la multitud y de la masa, engendrados por su paradigmático representante Friedrich Nietzsche quien terminó en el manicomio pero produjo un loco o un titiritero como Hitler.

La gente en Oriente está hastiada de la comunidad, del grupo, perdido en el mar de la multitud y, por eso, quieren huir de la sociedad. Está harta de la masa. En occidente ocurre lo contrario: la gente corre hacia la multitud, hacia la sociedad, porque está harto de sí mismo y que por eso tienen odio al ‘egoísmo’. Todos condenan el egoísmo. Sin embargo mi punto de vista es una especie de síntesis, ante todo, observando el fantástico baile de la vida. En algunos escritos hemos dicho que la vida es paradójica, y lo es realmente. Unas veces se llora y otras veces se ríe; a veces se está triste y otras veces alegre; ciertas veces uno está enamorado y ciertas veces fastidiado; a veces relajado y a veces embotado. Las dos caras o polaridades, están juntos, no están separados, son connaturales de la vida. Es así la vida.

Mi postura resume ambas, pues no estoy en contra de la ‘comunidad’ ni del ‘egoísmo’, pero ambos son extremos. Sólo te pierdes y en multitud te pierdes. Para que no te pierdas es mejor sopesar o equilibrar de modo que se disuelvan los opuestos. Puedes estar en comunidad, que hará las veces de una muletilla, para que puedas estar perfectamente sólo y en silencio. Estar así será algo muy nutritivo. No serás un ‘corre-corre’ tampoco un ‘deja-deja’, es decir, no serás ni occidentalista ni orientalista.

Ahora una breve referencia a la anécdota contada al inicio. El camionero es sinónimo de la mente occidental, impaciente, calculador, intolerante, prepotente, loco y alterado. Khishka podría ser sinónimo de paciente, lento, dejado, característica de la mentalidad oriental, para quien la vida es enorme y vasta, pero no. Él, simplemente, ‘no está perdido’ ni alterado, esa es su belleza. El hecho de que no está alterado quiere decir, simple y llanamente, que está más allá de los extremos. El ‘yo no estoy perdido’ es algo altamente significativo porque supone no estar perdido en la multitud ni en absoluta soledad. Está sólo, simplemente, consigo mismo, está pleno, perfectamente equilibrado; está en estado de gracia; está en estado de divinidad, de virginidad tal que lo divino puede descender en cualquier momento.

Ahora bien quién está en el ‘justo medio’ no sólo está más allá de los extremos sino, también, está supremamente divinizado y bendecido. Lo cual no puede comprender el camionero preso de su loca prisa. Por eso yo digo: con que ‘no estés perdido’ es suficiente. Estás equilibrado. Y en ti mismo se expresa la confluencia, la síntesis de la totalidad multiversal, porque estás abierto a todos los lados y unido a la existencia y al cosmos. Está bendecido y tú eres el bendito.

Khishka
Testigo ambulante

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