jueves, 29 de octubre de 2009

LO ABSOLUTAMENTE ESENCIAL

(Sobre eltrabajo correcto’)

A las parejas que suelen tener numerosos hijos, la gente acostumbra llamarlos ‘conejos’, en Quechua ‘kututus’; algunos suelen decir también que ‘la tal pareja es bastante trabajadora’ o ‘ellos sí, trabajan bastante’. Esa gente ha captado lo esencial que es el trabajo a nivel de relación de pareja para procrear pero, en algunos casos, suele ocurrir que hasta esa relación llega a ser disfrazada por un tabú. Y esto es lo que ocurre:

Un día se encontraron un niño pobre y otro rico. Ambos se pusieron a comparar sus familias.
El niño rico decía:
-Nosotros somos tres y tenemos todo, no nos falta nada. Mamá a dicho que a nosotros nos trajo la cigüeña y por eso somos tan ricos.
Y el niño pobre intervino diciendo:
-Nosotros, en cambio, somos tan pobres, que mi propio padre los hace los niños.

Los padres nunca han sido honestos con sus hijos. Les han inventado toda clase de mentiras para apagar su sed de verdad, con la que vinieron a este mundo. Por ejemplo: cuando los niños preguntan de cómo ha llegado aquí, de dónde ha venido, cómo apareció en esta casa, etc. siempre les han dicho que les trajo la cigüeña, que Dios les mandó como un regalo, que su ángel de la guarda les trajo, que eres un regalo de la virgencita o cosas así. Nunca les han dicho la verdad. Siempre han dicho que ‘eso es cosa de mayores, los niños no deben enterarse de esas cosas’ y que, por eso, sólo se darán cuenta más tarde, quizá tanteando, erróneamente, cuando sea demasiado tarde.

Albert Camús en una de sus cartas pronosticaba: ‘llegaría un momento en que la gente empezaría a pedirles a sus sirvientes que hicieran el amor por ellos’. Pudo haberlo dicho de manera sarcástica, pero encierra una gran verdad en la medida en que, si somos poco sinceros con nuestros niños, puede que, con el tiempo, suceda ello. ¿Qué problema hay con que un patrón le pida a su sirviente que, en vez de él, haga el amor con su esposa? Porque el sexo implica trabajo, esto es, creatividad, habilidad, libertad, amor, entrega, etc. El sexo tiene muchos matices que exige de un trabajo previo, porque es esencial para la vida.

Ya nadie quiere trabajar, porque han encontrado que otros trabajen por ellos. Ahora ya tienes gente que haga todo en tu lugar. Y el amor es lo único que lo estás haciendo tú mismo y, eso también, con el tiempo, puede que se convierta en un acto vergonzoso como cualquier trabajo físico, y los pobres estarán avergonzados por hacer el amor ellos mismos. Vivimos en una extraña sociedad donde hemos designado a otros para que recen por nosotros, para que hagan actos de asistencia caritativa, realice rituales, haga culto, lave tu ropa, limpie tu casa, te peine los cabellos y te lustre los zapatos.

Una mañana, Lincoln se estaba limpiando los zapatos en la acera de su casa. Y uno de sus amigos, que esa mañana fue a visitarle, le dijo:
-¡Lincoln! ¿Qué estás haciendo? ¿Te limpias tus propios zapatos? Ahora eres un personaje importante. Ya no eres el hijo de un simple zapatero. Eres Presidente de esta nación. Por tanto, no te corresponde hacer esas cosas. Eso les corresponde a tus sirvientes.
Lincoln respondió:
-¡Me sorprendes! Yo me limpio mis zapatos ¿Tú les limpias los zapatos a los demás?
El amigo dijo:
-No, no. Por supuesto que no. ¡Yo les digo a los demás que me limpien los zapatos! Además es deber de mis sirvientes.
Lincoln dijo:
-Que los demás te limpien los zapatos es aún peor que limpiarle los zapatos a los demás.
El otro, completamente desconcertado, interrogó:
-¿Qué quieres decir?
Y Lincoln respondió:
-Quiero decir que estamos per­diendo el contacto directo con la vida. El contacto directo con la vida es el que tenemos a través del trabajo, por ejemplo: limpiarse los propios zapatos.

El cuerpo del ser humano ha sido diseñado para hacer una determinada cantidad de trabajo, por eso, Hesiodo, habrá dicho: ‘ningún trabajo es vergonzoso, sólo el ocio es una vergüenza’. Un trabajo físico es vital para la vida y, por eso, un trabajo correcto es esencial para la salud mental, para el despertar y la agudeza de la consciencia del ser humano. ¿Por qué es esencial? Porque a través de él estás en contacto directo con la vida. Es bien notable que, en nuestros tiempos, se ha perdido la mística del trabajo físico pues, se ha empezado a llamar afortunados a los que no hacen ningún trabajo físico y desafortunados a los que hacen trabajo físico. Y todo el mundo apunta hacia ese paradigma, de no hacer ningún trabajo, pareciera que estamos hastiados con él.

Hay gente que no trabaja nada, hay gente que trabaja demasiado. Si los que no trabajan nada, trabajarían algo, no habría tanta gente que tiene que trabajar de sol a sol y sentir el trabajo como una condena. Sin embargo, puesto que son la mayoría los que trabajan más, el trabajo físico se ha vuelto un acto vergonzoso, porque la gente que trabaja demasiado muere antes, es un suicidio lento, es decir, trabajar demasiado es suicida como trabajar demasiado poco o nada, es también suicida. Estamos diseñados para una determinada cantidad de trabajo, esto es, el trabajo correcto.

Para un trabajo correcto se tiene que dejar de lado esos tabúes que desde nuestra tierna infancia nos han inculcado. Por ejemplo: ‘comerás el pan con el sudor de tu frente’, como si el trabajo fuera un castigo o una condena; ‘con dolor parirás a tu hijos’, como si ser mujer fuera una desgracia o una condena para sufrir el dolor; o como el ‘dominen la tierra y sométanla’, como si el ser humano estaría destinado a imponer su capricho a toda la naturaleza. Por eso, los consejos de las sagradas escrituras tienen que ser dejadas de lado, porque no hay necesidad de observarlas. Esos tabúes han propiciado la fragmentación de la consciencia humana y que, debido a ello, estamos divididos en dos bandos estúpidos: entre los que no trabajan nada y los que trabajan demasiado. Por eso es necesario dejarlos en el baúl del pasado.

He escuchado decir a un misionero en los EE. UU. Él decía:
-Todo trabajo es ley de Dios, aunque no todo. Pero dormir es casi perder el tiempo. ¡Imagínate! Yo duermo cinco horas, a veces ni eso. Muchas veces a la una de la mañana bajo a trabajar sólo, mientras los empleados duermen, –concluía–.
Después de un mes, nos encontramos nuevamente. Lo encontré padeciendo un dolor insoportable en la espalda. Él dijo:
-Si se pudiera arrancar mi espalda, lo haría, y a esta hora estaría trabajando como Dios manda.
Esos días llamamos al médico, le hicieron los análisis, y los resultados decían que el hombre tenía cáncer en los riñones.

Eso es lo que ocurre cuando se excede en el trabajo. El ‘exceso de trabajo’ es un suicidio lento como lo es, también, el ‘no hacer ningún trabajo’. El trabajo tiene que ser correcto y, sólo será correcto, si es realizado no a través de las proyecciones de la cabeza ni a través del corazón. La mente y el corazón son extremos y, por eso, tiran cada cual a su favor. Siempre se mueven en los extremos. En cambio para trabajar no son necesarios ni la cabeza ni el corazón. Es absolutamente indispensable dirigirse a nuestro centro vital, esto es, dejando a la mente y el corazón, a nuestro ombligo. ¿Por qué? Porque la energía para trabajar deriva directamente del ombligo, por eso quien no tiene una dieta correcta no puede trabajar correctamente. En el ombligo reside la fuerza de voluntad para trabajar. En el ombligo está la fuerza de voluntad.

Hay mucha gente que está obligadamente obsesionada por el trabajo: se levantan a las cinco de la mañana, pasan todo el día en el trabajo, vuelven a las seis de la tarde y luego retorna al trabajo hasta la media noche, con el único pretexto: ‘hay que gastar la vida en beneficio de los demás’; ‘hay que dar la vida por los otros’ y toda una serie de disparates mentales.

A propósito de dar la vida:

Cierta vez, un club de boxeadores fueron a visitar al Papa en el Vaticano. El Papa se sorprendió al escuchar, de la boca de su secretario, el recado de que: ‘unos jóvenes boxeadores querían visitarle’. Él aceptó y pidió que pasaran a su despacho.
Luego, los boxeadores, se presentaron en su despacho con toda reverencia.
Uno de ellos dijo:
-Su Santidad. Venimos a pedirle su santa bendición, ya que somos muy católicos y que nuestra profesión está bien fundamentada en la Biblia.
El Papa dijo:
-Decidme hijos míos ¿cuál es el fundamente de vuestra profesión que en la Santa Escritura aparece? Sólo decidme, no tendréis que explicarme. Luego obtendréis mi bendición.
Entonces uno de ellos respondió:
-‘MEJOR ES DAR QUE RECIBIR’.

Mejor es dar que recibir’, es el tabú que ha creado un montón de manías psicológicas. Por eso existen misioneros/as dispersos en todo el mundo sirviendo a los pobres y, éstos, son beneficiados; haciendo hospitales, para beneficiar a los enfermos; haciendo escuelas, para educar a los niños; construyendo aldeas, para beneficiar a niños pobres. En fin, están haciendo toda clase de cosas en bien de los demás. Sin duda, todo ello, parece una gran labor social, y de hecho lo es, pero todas ellas son falsas. ¿Por qué? Primero: porque hace más de dos mil años con ese lema o ideal no se ha conseguido nada, las cosas siguen igual y, de hecho, hoy más que nunca, nadie quiere compartir.

Un rabino muy santo estaba agonizando en su lecho. La autoridad de aquella comunidad judía, viendo las circunstancias, dijo a los suyos:
-Ahora, según nuestras leyes y costumbres, nos queda una cosa por hacer: donar nuestras vidas. Donemos algunos días o años a este gran santo que está agonizando. Y, como casi todos eran judíos, uno dijo:
-Yo, donaré cinco años.
Otro dijo:
-Yo, donaré dos años.
Un tercero dijo:
Yo, donaré dos meses.
Un cuarto dijo:
Yo, donaré dos minutos.
Hasta el más avaro dijo:
Yo, donaré un minuto.
De repente, entre muchos, un extranjero levantó la mano y dijo:
-Yo, donaré veinte años.
Y todos tornaron la vista hacia el extranjero. Uno de ellos le increpó:
-¡Estás loco o qué! ¿Cómo puedes donar veinte años? Que yo sepa, nadie hizo semejante donación.
Y el extranjero contestó:
-Es verdad, nadie donó tanto. Yo mismo no lo haría. Pero estoy dispuesto a donar veinte años de la vida de mi esposa.

A veces, tanto insistir en ideales como ‘mejor es dar que recibir’, se ha terminado aburriendo a la gente y, ahora, nadie quiere compartir. La gente se ha vuelto aún más mezquina. Cada cual jala según su interés y el intento de compartir no consiguió fruto alguno. Ha sido un completo fracaso.

Segundo: porque el ‘trabajo correcto’ no tiene nada que ver con el servicio social, por grande que sea. Al contrario, tiene que ver contigo, es decir, debes trabajar por tu propio bien, no por el bien de otros. Para alguien con un poco de inteligencia es absolutamente absurdo trabajar por el bien de otros. En realidad no tienes por qué beneficiar a los demás. Pero si de ese trabajo que realizas se beneficia alguien puede ocurrir, eso no es importante. Lo más básico es que tú tienes que trabajar, o mover el esqueleto, por tu propio bien. Ese es el trabajo correcto.

Churchill, después de haberse jubilado, se estaba dedicando a arreglar su jardín: a veces cavando pozos, para poner nuevas plantas; otras veces, plantando flores; algunas veces recogiendo semillas, etc.

Un día de esos, fue uno de sus amigos y le preguntó:
- Estimado amigo: tú que has sido un gran político y, a mí, me han ofrecido un gran puesto en el senado, que tal si hablamos un momento de política y, así, me compartes tu experiencia.
Churchill respondió:
-¡Deja ya esas cosas! ¡Eso se acabó! Ahora me puedes preguntar de la Biblia, pues leo todos los días; me puedes preguntar sobre jardinería, porque a menudo estoy en mi jardín; me puedes preguntar sobre herramientas, pozos, flores, semillas. La política ya no me interesa. El tiempo ha pasado. Ahora me estoy dedicando a trabajar y a rezar.
El amigo no pudo entender la clase de hombre que era Churchill, por eso se fue sin decir nada.

Algunos hombres, por grandes que hayan sido en la política, han caído en la cuenta de que es esencial dedicarse a uno mismo. Decir ‘ahora me estoy dedicando a trabajar y a rezar’ es un gran paso hacia el trabajo correcto. De hecho el trabajo correcto sólo podrás lograr cuando tu trabajo se convierta en oración. Trabajo y oración son sinónimos, tienen el mismo significado. Un poco de trabajo físico es absolutamente esencial para la salud corporal, para la agudeza de la mente y para el despertar de la consciencia. No es necesario que el trabajo sea productivo, puede ser improductivo, es decir, un mero ejercicio. El trabajo físico tiene una importancia y utilidad para el buscador, para el aventurero, para el maestro de su propia vida.
El trabajo correcto no es para obtener algo, sino que cuando te implicas en algún trabajo, estás más centrado, más ventilado, más ameno, más lleno de vida. Si bien los tradicionales religiosos y las clases respetables han dirigido sus vidas hacia otra dirección, nosotros tenemos la oportunidad de descubrir la cantidad de trabajo físico que tendríamos que hacer para gozar de una buena salud, hacer que cada respiración sea dichosa, que tú mismo seas una explosión de vitalidad y humor. Una persona que no goza de una buena salud, o porque trabaja demasiado o porque no trabaja nada, no puede aceptar ni vivir agradecida por todas las bendiciones que la Existencia nos ofrece. Sólo habrá enfado y resistencia hacia la vida, y, por tanto, rechazo y condena. Por eso es sumamente importante un trabajo correcto como una dieta correcta, para un ser humano lozano y completo. ¡Afortunados son los que tienen el ‘trabajo correcto’!
Khishka

5 comentarios:

Al Herrera dijo...

Me llegó una invitación por correo a leer este blog. No puedo leer más por ahora, pero me quedé con las reflexiones, bastante interesantes.

Tenga por seguro que seguiré leyendo de vez en vez. Por ahora, buenas lunas.

Mariana dijo...

CLARO que si,el descanso es necesario pero el trabajo es fundamental para comprender y relajarse en el momento de ocio.El Dr.RENE FAVALORO decia:"el dia tiene 24 hs. 8 para trabajar 8 para estudiar 8 para divertirse 8 para dormir"...creo que es perfecto para sostener la Salud.
saludos!!

Vicky Cateura dijo...

Gracias por invitarme a conocer el blog. Lo voy a ir leyendo despacio.

Un placer seguirlo. Saludos

Leonor Rodríguez Rodríguez dijo...

Me ha gustado vuestro blog. muy interesante y buenas reflexiones.

Gracias por tan estupendos escritos

Leonor

Khishka dijo...

Les agradecemos a nuestros gratos amigos/as por exponer su comentario. En realidad el trabajo, por mínimo que él sea, es algo que nos mantiene conectados con la vida, con la Totalidad. Así como el niño, en el vientre de su madre, está conectado a través del ombligo con la vida y con la Existencia, la persona que ya no está en el seno materno sino fuera, en el mundo, está conectado a través del trabajo. Así, el trabajo, es el cordón umbilical que nos une a esta vasta Existencia.

Gracias amigos/as