miércoles, 31 de marzo de 2010

SENTIDO DEL TIEMPO

(‘La Existencia se parece más a la mujer’)

Desde mi balcón observé una anécdota. El marido se encontraba en el auto tocando la bocina. Tocaba y tocaba. Por fin, a la ventana se asomó la mujer exclamando:

-¡Ya voy… Dame sólo un minuto!

El tipo miraba su reloj una y otra vez, movía la cabeza de un lado para otro. Estaba perdiendo todo lo que se llama paciencia. Golpeaba el volante y demás. Otra vez con la bocina. Parecía que se estaba haciendo tarde, sudaba de nervios y comenzaba a echar pestes para su esposa. Y la esposa una vez más se asomó a la ventana y dijo nuevamente:

-¡Ya voy. Enseguida bajo!

Y nada. El hombre ya estaba por perder los estribos, golpeaba una y otra vez el volante, luego una patada a las llantas del auto, se paseaba, volvía a sentarse. Pero al fin, la mujer miró otra vez por la ventana y el hombre ya no quiso escuchar el mismo cuento. Se tapó los oídos y golpeó su cabeza en el volante. ¡Pobre volante! Tuvo que resistir todos los golpes. La esposa vociferó esta vez muy enfadada.

-¡Ya te dije mil veces que bajo en un minuto! ¿Que no entiendes?

¡‘Mil veces’! Para ella era más importante el maquillaje, sin él estaba incompleta; era más importante lucir frente al espejo que bajar incompleta; los collares, los aretes, el bolso, verse guapa, arreglada como para llamar la atención del mundo entero, etc. Todo debía estar en el lugar adecuado sino estaría incompleta.

Así es la mujer: ella no tiene sentido del tiempo. Usan relojes, pero son de adorno. No son relojes realmente, son adornos. Ellas no tienen prisa. En cambio el varón es siempre aquel que está apurado y precipitado.

Luego salí a la calle pues el tipo era conocido mío, un vecino. Le saludé y pregunté:

-Pareces muy apurado. ¿A dónde vas?

Él, simuló, se encogió de hombros, y luego dijo:

-Al Cine.

¿Tanto alboroto para ir al Cine? Yo pensé que era una cuestión de vida o muerte, o va a perder algo enormemente grande.

Pero así es como ocurren las cosas. Nuestra gente está totalmente acelerada, no sabe a dónde va tan apurado, siempre correteando, metiéndose en esto y en aquello, a carrera, como si estaría escapando de la muerte. Ya no sabe estar consigo mismo, más calmado, más tranquilo, más pacífico, en casa, porque su mente está completamente alborotada. Pareciera que en éste mundo hay ‘millón y una’ cosas que hacer cuando una sola es fundamental: conocerse a sí, explorar todos los rincones de la geografía interior. El no saber qué hacer consigo mismo es una enfermedad creada por el varón, porque las sociedades, culturas, religiones, psicologías, costumbres, leyes que han florecido en el Occidente, han sido creadas por varones. Y las mujeres que han entrado en ese ritmo ahora han empezado a contraer una enfermedad psicológica y que, por eso, según las estadísticas, hay más mujeres haciendo consultas con los psicoanalistas.

Sin embargo, la Existencia entera se mueve sin ningún sentido del tiempo. Todo está en su hogar, a pesar del calentamiento global que hemos provocado con nuestra mentalidad depredadora. Los árboles no usan relojes, los pajarillos tampoco, ni los ríos ni las montañas, ni las flores ni los vientos. Todo es un movimiento espontáneo y natural. Pero la mente masculina nunca está aquí, en casa, siempre está fuera, siempre ambulando, aunque esto le sea natural, pero está siendo llevado al extremo y ya estamos comenzando a sentir sus efectos. Se necesita un equilibrio. En cambio la mujer cuando tiene un poco de calidez en su entorno, un hogar, alguien con quien reír, alguien a quien amar, alguien que la ame, comida y cobijo, le es suficiente para estar equilibrada y en casa. Sus necesidades parecen pequeñas y lo son. Por eso no hay una mujer que ha creado una religión o una ciencia, porque su mismo ser es ‘religión’.

En cambio el varón ha creado la religión, la ciencia, debido a su naturaleza, pero esto se está poniendo cada vez más serio, se está yendo al extremo mismo. El varón está tenso, tiene que hacer algo, porque siempre está fuera, nunca en casa. Pero la relajación, la tranquilidad, sucederán solo cuando tú no tienes control, sino la naturaleza. En ese sentido, la mujer, va más acode con la naturaleza porque en ella la naturaleza toma el control y su cuerpo comienza a latir de gozo, de un gozo desconocido. Por eso es más extática, es más total, no está preocupado en probarse como el varón –que si esto o aquello– ella se siente perfecta en medio de cosas pequeñas. Se parece más a un niño. En eso tiene mucha razón Lao Tze, quien dice: ‘la existencia se parece más a la mujer’, es más femenina, porque ella –la Existencia– es un equilibrio armónico. Y ésta analogía es hermosa.


Khishka

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