miércoles, 5 de noviembre de 2008

LOS CIEMPIÉS Y LA CULEBRA

Cierto día, un clan de ciempiés, había cultivado una gran amistad con una pequeña culebra. Todos ellos llegaron a tener una particular estima por la culebrita, tanto que ésta se hizo parte del clan. No era ciempiés pero vivía con ellos y participaba en todo como miembro de la familia.

En el clan no faltaron unos ciempiés compasivos más que otros y, uno de ellos, comenzó a sentir lástima luego de haber hecho un viaje largo:

- ¡Pobrecita... –dijo–. Sin pies y condenado a arrastrarse!

Otro ciempiés apuntó:

- Nosotros tenemos muchos pies y la pobrecita no tiene ni una sola. Si fuera posible yo le prestaría unas cuantas y estoy segura que otros también lo harían para que, la pobre, tenga sus propios pies y no tenga que arrastrarse como una desgraciada.

Entre tantos hubo otra que sugirió:

- ¿Qué os parece? Detrás de la casa tenemos un taller para hacer pies ortopédicos para aquellos que por X motivo pierden uno, aunque generalmente no sucede. Yo sugiero que, puesto que donar nuestros pies es algo imposible, hagamos tantos pies sean necesarios y que sean parecidas a las nuestras ya que, con la tecnología que hay ahora, se pueden hacer maravillas. ¡Yo me brindo para empezar ese trabajo! Solo es cuestión de implementar el taller con máquinas de última tecnología.

El cabecilla del clan, señaló:

- ¡De acuerdo! Apoyo la sugerencia. ¡Entonces manos a la obra muchachos!

En ese momento todos los ciempiés, sin excepción, se sensibilizaron y comenzaron a ponerse manos a la obra. Unos fueron al mercado para adquirir las máquinas más sofisticadas e implementar, antes que nada, el taller y, otros, comenzaron a poner las cosas en orden dentro del recinto.

Cuando todo estaba preparado comenzaron a fabricar los pies ortopédicos y ya estando todo completo, después de un breve tiempo, le propusieron la idea a la culebrita y ésta, a tanta insistencia, por complacer a las razones del clan terminó aceptando la propuesta. Es así como se puso a disposición de los ciempiés.

Luego le instalaron los pies ortopédicos y, todos, festejaron la culminación del trabajo, con comidas, bebidas, bailes y toda clase de diversiones y se olvidaron de la pobre culebrita. Los ciempiés terminaron ebrios y dormidos; y la pobre reptil no pudiendo ni siquiera reptar se puso a hacer grandes esfuerzos con la finalidad de deshacerse de las patas ortopédicas forcejeando de un lado para otro, retorciéndose en el suelo, pero como estaban bien puestas, no pudo conseguir ningún resultado favorable.

Todo el resto de la noche sufrió con ella, pidió auxilio, pero todos estaban borrachos y dormidos. En la madrugada, cuando se escuchaban los ronquidos, ella se encontraba casi inconsciente dando los últimos indicios de vida que le quedaban. Y a la hora de la llegada del astro rey, por fin, un ciempiés despertó escuchando sus últimos alaridos y, éste intentó auxiliarle lo más pronto posible pero ya había sido tarde. Trajo el botiquín de la enfermería lleno de sueros, anestesias, calmantes, instrumentos, medicamentos y otros pero, la pobre reptil, ya había exhalado su último aliento. Había muerto.

No te amarres a nada, a ninguna seguridad, sea política o religiosa. Ten siempre abiertas todas las puertas posibles. Si te amarras caerás en las garras de la multitud y te convertirás en su esclavo, en su víctima. Cuando seas esclavo tendrás que obedecer ciegamente cualquier disparate que crea la masa porque, ella, carece absolutamente de consciencia.

Tu cristianismo, tu islamismo, tu hinduismo, tu budismo, con todas sus manifestaciones exteriores, no son sino fenómenos sociales y, por eso, todo lo que estos han venido haciendo, a lo largo de la historia, es una historia de inconsciencia. Te han puesto patas artificiales, absolutamente innecesarias, cuando tu naturaleza es distinta. Tú eres natural, no eres artificial, no necesitas patas ortopédicas, auque fueran cien. Lo único que necesitas es abrir lo ojos y mirar que eres uno con el flujo de la existencia, es decir, con tu madre.

No seas suicida siguiendo los consejos de esos fenómenos sociales, compuesto por necios, así te hablen de Dios pues, su Dios, es también artificial igual que ellos. Constantemente te están diciendo sigue a Jesucristo, sigue a Mahoma, a Moisés, a Gandhi, a Buda… sigue esto y lo otro, pero yo te pregunto ¿qué pecado haz cometido para seguir, como un condenado, durante toda tu vida a un Jesucristo o a un Zaratustra? Yo no creo que el hombre es pecador como para seguir a unos hombres que no existen ya y que cuando les llegó el turno hicieron su parte ¿y tú porqué quieres lavarte las manos siguiendo fantasmas que no existen más que en tu psicología?

Estoy a favor de un hombre nuevo, real, natural y existencial, valiente y coraje, cuya única moral es fluir con la naturaleza y ser una ola en el inmenso océano de la Existencia. Estoy a favor del advenimiento del ‘rebelde’ porque todas las artimañas de los supuestos religiosos han sido o están siendo desenmascarados por la ciencia y la tecnología. Esto es, sin duda, una gran bendición. No le auguro mucha vida a la religión organizada porque ha hecho de Dios una ‘profesión’ y un objeto de ‘tráfico’, de compra y venta, de mercado.

Y ésta es mi apuesta: estoy a favor de un ser humano capaz de lograr la dignidad de un individuo libre, libre de convertirte en un Cristo o un Buda, un Sócrates o un Zaratustra, un Mahoma o un Moisés, pero con ello no estoy diciendo que se debe seguir a estas individualidades sino que se debe alcanzar su estado de ser sin importar, en el proceso, la forma o el estilo porque, para mí, ser Cristo es un ‘estado de ser’ como es un ‘estado de ser’ el ser un Zaratustra.

Khishka
Testigo ambulante

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