miércoles, 5 de noviembre de 2008

EL CIELO

(Fantasía o realidad)

Era una familia muy católica y muy pobre que ya no tenía qué comer y estaba por dormir. El padre no llegaba aún y el niño de tres años, junto a su madre, estaba acostándose para dormir. Mientras lo hacía no lograba dormir porque estaba con hambre y no había nada que comer. Entonces dijo a su madre:

- Mamita: ¿en el cielo tendremos mucha comida?

La madre le respondió:

- Sí hijito, en el cielo tendremos comida abundante.

Pasaron unos minutos y, el niño, preguntó nuevamente a su madre que estaba recostada a su lado. Dijo otra vez:

- Mamita: ¿en el cielo habrán muchos chocolates y también ositos de peluche?

La madre respondió afirmativamente a la pregunta del pequeño:

- Sí hijo, habrán chocolates, ositos de peluche, leche, yogurt, salteñas. Todo lo demás.

- Mi hermanito mayor –intervino el niño– que ya está en el cielo debe estar feliz y contento, sin hambre, teniendo todo eso. ¡Imagínate! ¿Por qué no le mandamos una carta diciendo que nos mande galletas, chocolates, comidas… por el correo central?

La madre, algo desconcertada, le respondió:

Sí hijito: tu hermanito debe estar muy feliz, pero es difícil mandar cartas y que nos mande algo de comida, chocolates y galletas. Quizá no llegaría nunca. El lugar donde está es muy lejos.

Y el niño dijo:

- He visto a mucha gente recoger y mandar encomiendas y otras cosas por correos. Parece que da buenos resultados el mandar cartas pidiendo que te envíen aunque sea las sobritas. Una buena carta nos vendría bien mamá. Además no solo está mi hermanito, también está mi tío, el abuelito y la abuelita. Si todos nos enviaran algo tendríamos más que suficiente y mi papá no tendría que salir a buscar trabajo todos los días.

La madre le dijo:

Ya mi hijito. ¡Duérmete ya! ¡Estás imaginando demasiado!

Pero mamá –dijo el niño– ¡tengo hambre! No tengo sueño. Y empezó a lloriquear.

Sí. Estás imaginando demasiado porque desde tu tierna infancia te han enseñado a imaginar cosas, a ser hipócrita y, con ella, te han privado del contacto directo con la realidad, con la existencia y con la naturaleza. Tu contacto con ella está carcomido y en cualquier momento puedes transformarte en un perfecto esquizofrénico, un loco caído por debajo de la racionalidad incluso, porque ya te he visto a carreras por la calle no sé con qué objetivo, estresado y sin tiempo alguno para relajarte, tranquilizarte, estar calmado, para entrar y celebrar en tu propia morada.

En lo único que puedes invertir toda tu energía es en la realidad, en la Existencia y en la naturaleza. Olvídate de los sueños y los consuelos que te ofrecen tus líderes políticos y religiosos. No les hagas caso. Rebélate con coraje y valor, porque la vida es vida para aquellos que tienen agallas.

Khishka
Testigo ambulante

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