viernes, 26 de septiembre de 2008

PALABRA CÍNICA II

(Flores disecadas)

La profesora y sus alumnos estaban en clases de botánica. Casi terminada la lección, ella, les dijo:

- Para el último examen van a presentar un álbum de cuarenta clases de flores disecadas.

- ¿Cuarenta clases? Rezongó una de sus alumnas.

La respuesta de la profesora no se dejó esperar. Les dijo:

- Sí, dije cuarenta clases. No es mucho. Aquí, en Cochabamba hay una diversidad de flores; no por nada le llaman capital de las flores. A nosotros, cuando éramos como ustedes, el profesor nos pidió que coleccionáramos setenta clases de insectos. ¡Imagínense! Yo no recuerdo muy bien cómo lo hicimos, pero hemos presentado todos. Lo que les pido es casi el cincuenta por ciento menos de lo que nosotros hemos hecho. Desde ahora pueden empezar a coleccionar, tienen mucho tiempo, casi una cosa de tres meses.

Todos los alumnos/as se quedaron silenciosos y silenciosas pensando en el trabajo y cómo podrán llevarlo acabo. Algunos ya comenzaron a planificar para que, con ese pretexto, visiten los jardines de la ciudad, de la municipalidad, los cementerios, algunos lugares donde producen flores, etc. En ese momento llovió una serie de propuestas tanto que la clase parecía una reunión de moscas chirreando.

La profesora se dio cuenta y les dijo:

- ¡Siilencioo! Que aún no he terminado de explicar.

En el aula se escuchó un cierto mutismo luego de haber escuchado la autoritaria voz de la maestra. Y ésta continuó:

- El trabajo tiene que ser bien presentable. En hojas de papel bon, tamaño carta. En cada hoja, la flor, deberá ser pegada con carpicola y, además, deberá llevar el nombre de la flor como título de la página. Se calificará la puntualidad en la entrega, la presentación y el material.

Dicho esto terminó la lección y también el horario. Entonces todos los alumnos se fueron a sus casas y la profesora también hizo lo mismo.

Luego, después de unos dos meses y más, Zenón, uno de los alumnos más destacados, ya tenía listo el álbum, exactamente como la profesora había pedido. Como había llevado consigo el trabajo realizado sus compañeros/as no se aguantaron en observar todo cuanto había hecho Zenón. Éstas fueron algunas de las características: cada flor que había coleccionado había hecho secar entre las hojas de libros; así, todas ellas, habían conservado algo de su hermosura y su color; los había pegado justo en la parte central de la hoja; el nombre que debía llevar en la parte central y superior de la hoja estaba bien diseñada; en fin todo estaba puesta a la perfección. El trabajo era todo una obra de arte, bien hecho y bonito, por lo que, viendo el trabajo realizado por este alumno, todos quedaron admirados y sin palabras; en algunos provocó cierta envidia; otros le felicitaron por su labor y su desempeño al igual que la profesora.

Acto seguido, en media clase, la maestra, tomó el trabajo realizado y les mostró como modelo para que los y los/as demás ultimen detalles para la presentación, suponiendo que, el trabajo de colección, ya debían haber concluido todos. Y añadió:

El próximo fin de semana todos, sin falta, deben presentar, pues el tiempo se cumple. No habrá lugar para las postergaciones. Esa clase será la última y todos deben entregar.

Cumplido el tiempo todos presentaron sus trabajos, pero ninguno hizo mejor que Zenón. El trabajo de éste superó a todos por lo que tuvo que ser donado al museo de aquella institución educativa. El Director y todo el personal docente, que trabajaba en esa institución, otorgaron un premio en reconocimiento por el excelente trabajo realizado por el mentado alumno. Finalmente, el trabajo de Zenón, llegó a formar parte de las mejores presentaciones puestas en el gran muestrario del museo de aquella entidad.

Hay una organización mafiosa, muy extraña y antigua, que persiste hasta hoy. Su víctima ha sido la mujer en general. La tal institución organizada, a lo largo de los siglos, vino reduciendo a las mujeres en no más que ‘flores disecadas’ para guardadlas en la estantería o en el muestrario. Hoy, estas mujeres, son parte del gran museo, casi arqueológico, construido por dicha corporación tramposa.

La organización chovinista, al cual nos referimos en esta reflexión, ha hecho creer a las mujeres que tienen un esposo en lo alto de los cielos y que, por él, es necesario sacrificar e inmolar toda su maternidad, su existencia y su vida. ¿Qué clase de religión es esa, que promete cosas innecesarias y absurdas? La naturaleza y la existencia dan cosas necesarias al ser humano y al conjunto de los seres que habitamos este mundo, sin embargo, esas religiones y sus agentes solo han dado cosas innecesarias a la humanidad y, con ellas, sembró pecados, culpas que trajeron consigo el sufrimiento masivo.

La liberación de la mujer sólo se dará si esas religiones chovinistas desaparezcan de la faz de la tierra. No hay otra posibilidad. La humanidad actual necesita de la mujer y sus cualidades porque, radicalmente, ellas, no están interesadas en las guerras, destrucciones, rivalidades, lógicas, intransigencias, intolerancias y autoritarismos, porque ellas funcionan según el corazón, la compasión y el amor. Es decir, están más interesadas en el beso, la danza, el baile, la fiesta, la alegría, el arte, la pintura, la música, lo bello, el abrazo, el chisme y otros detalles de la vida que devuelven un rostro verdaderamente amigable y humoroso a la humanidad. Por eso digo que ellas son una verdadera reserva; en ellas hay esperanza; en ellas hay confianza; y en ellas está el futuro de la humanidad.

Para ellos necesitamos dar un giro de ciento ochenta grados a todos los paradigmas que han establecido los machistas conductores de la historia. Por eso estoy a favor de la liberación de la mujer, pero no al estilo de las que vienen propagándola porque, esos movimientos llamados de liberación, no son más que venganzas que los mismos chovinistas han promovido. Por eso, el movimiento por la liberación de la mujer que conocemos en occidente, es algo estúpido. Los varones que han promovido le dijeron a las mujeres: ‘ahora tenéis que ser libres e iguales a nosotros’ y, este dicho, se la creyeron las que están bien metidos en ese movimiento insensato. Ese movimiento está provisto de estrategias y tácticas para competir con los varones, pero como está trazado por los teólogos, no puede devolver la suavidad de la mujer a la humanidad.

La suavidad, la delicadeza, la sensibilidad, la cordialidad, la vulnerabilidad, la amigabilidad, el contacto con nuestro propio centro: el corazón, son cualidades de la mujer que solo, la mujer, puede llevarlas acabo. Con esas cualidades aún es posible salvar nuestro planeta de las garras de la razón y el pensamiento lógico, caso contrario, nuestros días en este mundo están contados. El varón tiene que volverse más femenino, lo que no quiere decir afeminado, sino que tiene que volver a la armonía esencial, a las raíces del ‘Todo’, raíces donde se produce la gran comunión vital de lo masculino y lo femenino. De hecho cada ser humano, sea varón o sea mujer, participa de ello. La feminidad no es exclusiva de las mujeres como la masculinidad tampoco es algo exclusivo de los varones. El sexo es algo accidental, por lo que, ya seas varón o mujer, eres parte de un polo, pero esencialmente, cada ser humano es parte del Todo, está provisto de los dos polos. He ahí la posibilidad de que el varón se vuelva un poco más femenino a que la mujer se vuelva más masculina.

El machismo se ha disparado demasiado lejos y por eso, hoy, nos estamos viendo completamente amenazados, no solo los seres humanos sino todos los que habitamos este planeta. Por lo tanto es necesario abandonar la idea de ‘varones y mujeres’, es decir, esa separación, para anteponer por encima de que: ‘todos somos seres humanos’. Ser varón o mujer, es solo accidental, por eso, superficial o sólo fisiológico. Sin embargo es necesario que la mujer sea la más femenina posible y que el varón sea profundamente masculino para que se de el verdadero encuentro beneficioso y bendito a favor de toda la humanidad.

Khishka
Testigo ambulante

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