jueves, 23 de julio de 2009

EL MAESTRO DIJO...

(Sobre la amistad)

Entre la multitud surgió un joven diciendo:

- ¡Maestro, háblanos de la amistad!

Y el Maestro dijo:

- ¡Oh juventud! La amistad no te pertenece, porque ella es la música de la existencia. A menos que hayáis despertado no podréis ver la amistad. La amistad está ahí, ¡abre tus ojos! Es tu naturaleza, es tu ser, es la fragancia de la existencia escondida en ti. Es el baile de la naturaleza danzando ritmos diferentes.

La amistad te está abrazando siempre, es como el aire que respiras, es como el fuego de los soles y las estrellas ardiendo dentro de tu ser, la amistad es como el rocío de la mañana acariciando las rosas, la amistad es como el gorrión trinando en el jardín, es como la nube blanca meciéndose en el vasto cielo azul, es como el río cantando, es como el viento silbando, como un ave volando en el espacio infinito, como los árboles bailando al ritmo del viento. La amistad es la música de la existencia; está pululando en todas partes, en la anchura y longura de la vida. ¡Escúchala y deleítate!

Amistad es la inocencia natural que habéis olvidado, es salvaje, es la armonía primigenia de la existencia, es el vínculo más profundo con las raíces de la vida. La amistad es el centro más profundo de la vida, es tu alimento, es tu vida, toda la humanidad se nutre de ella, es la instancia última del camino, es el último paso a la divinidad.

En esa instancia última del camino el hijo del carpintero de Nazareth ha dicho a los suyos: ‘ya no los llamo siervos, los llamo amigos’; habéis escuchado también las últimas palabras inocentes y sagradas del maestro de Atenas: ‘he conocido la vida y he aprendido mucho de ella. Ahora me gustaría conocer, tan pronto como fuera, la muerte y aprender de ella.’; asimismo habéis escuchado al Buda decir a su discípulo más cercano, Sariputra: ‘ido, ido, ido más allá, ido totalmente más allá. ¡Oh qué despertar! ¡Aleluya!’. Sólo dando el último paso llegará el ‘despertar’ a la amigabilidad universal. La amistad es eterna, inmensa e infinita. Y tú ¡has vuelto a casa! Eres uno con el Todo, el círculo se ha completado. ¡La unidad primera se ha recobrado!

Luego una joven preguntó:

- ¡Maestro, háblanos del amor!

Y el maestro dijo:

- La amistad no se cultiva, el amor sí; tampoco se logra, el amor sí; la amistad no es un sortilegio, el amor sí. El amor es el vínculo que existe entre la madre y el hijo, es el vínculo entre marido y la esposa, es el vínculo que surge entre hermanos. El amor es el vínculo que surge del corazón.

El amor puede acabarse, pero la amistad nunca acaba. Mañana puedes odiar a la persona que has amado hoy. Pero si alguien es amigable, tarde o temprano, volverá al estado de divinidad.

El amor ata, la amistad te da alas, te da libertad. El amor puede esclavizar, puede poseer, puede convertirse en tu amo. La amistad no, nunca se convierte en el amo de nadie, no retiene a nadie. No condiciona a nadie. No impone nada. No te aprisiona, simplemente, te libera. El amor se convierte en una esclavitud por­que los amantes se empeñan en creer que el otro no debería amar a nadie más que a ellos. El amor es exclusivo, insistente, persecutorio. El amor, tarde o temprano, acaba.

Surgió también un profesor. Preguntó:

- ¡Maestro! ¿Se puede pensar el amor?

Y el maestro dijo:

- Pensar el amor es el error más grande que se ha cometido. Por pensar el amor se ha destruido tanta belleza, se ha sepultado tanta inocencia. De hecho, el amor se ha convertido en un pretexto para fabricar cárceles. Te contaré para que lo medites:

Cierto día Khishka y su esposa estuvieron sentados en la mesa charlando y discutiendo de sus cosas, y, junto a ellos, muy relajados, estaban descansando el perro y el gato. La mujer, dirigiéndose a su esposo, exclamó:

- ¡Eh… Khishka, fíjate! El gato y el perro están juntos, tan pacíficos y relajados. Nosotros, ¿por qué no podemos vivir así?

El hombre contestó:

- Sí, así es. Pero ahora, ¡átelos juntos, y verás!

Sí, eso es lo que ha ocurrido. El amor se ha vuelto un pretexto para atar a la gente y, ahora, esa visión errónea ha subido a la cabeza, a la mente. El ser humano piensa incluso el amor y pensar el amor es una enfermedad. El amor se ha vuelto una operación de la cabeza, se ha vuelto una filosofía, se ha vuelto caridad. Y a diario vemos sus fenómenos pervertidos: divorcio, odio, celos, riñas, peleas, huérfanos y demás. Vemos también otros como: prostitución, pornografía, violaciones y demás. También está a la luz del día expuestas las caras largas, tensiones y obsesiones. La mente del hombre se ha vuelto sexual. Es así como se ha distorsionado el amor.

Cuando el sexo se apodera de la mente, el hombre se vuelve sexomaníaco y neurótico. La comida es esencial para la vida, pero pensar en la comida es una enfermedad. Y eso es exactamente lo que ha ocurrido con el sexo. El sexo ha entrado en la mente de todo el mundo, se ha vuelto horrible. Ha perdido su belleza, su pulcritud original y natural. Por eso la prostitución es una fuente lucrativa; por eso los matrimonios son una fuente lucrativa, también los divorcios; por eso la pornografía es una fuente lucrativa; por eso el cuerpo del ser humano se ha vuelto negocio de los medios de comunicación y de la tecnología. Se piensa el amor, y se pervierte el amor. Habéis convertido la cabeza en la base de vuestra vida, en el centro vital de vuestra existencia. ¡Y la humanidad, que habéis creado hasta ahora, está patas arriba!

El pensamiento es el veneno del alma y por eso es necesario llegar a no tener pensamiento alguno, para recobrar la virginidad original. ¡El pensamiento es la corrupción de la inocencia! Todo pensamiento sucede en la cabeza y produce vínculos fríos entre profesor y el alumno. Un vínculo intelectual. Pero los vínculos del corazón no surgen del pensamiento, surgen del sentimiento que existe entre la madre y el hijo, por eso son efusivos. A eso lo llamo yo vínculos cordiales. Donde suceden los vínculos cordiales no interviene para nada el pensamiento, es decir, lo que comes no es digerido a través del pensamiento, la sangre no circula por tu cuerpo gracias al pensamiento, y tu respiración no funciona según el pensamiento. Por eso, los vínculos del corazón, son más profundos que los vínculos intelectuales.

Sin embargo existe un vínculo mucho más profundo a través del cual estamos unidos a la existencia y a la vida. Estos vínculos tienen lugar en tu ombligo, pero es un vínculo indescriptible, mucho menos expuesta a la intemperie, porque está enraizado en el subsuelo de la existencia vital de donde extrae la energía vital. Para entendernos llamaremos vínculos de amigabilidad. Están más allá de los vínculos del amor, estás en las profundidades mismas de la vida. Por este vínculo el individuo que se hace amigo de todos se transformará, cualquier momento, en un amigo/a universal por haberse vinculado con el ombligo del universo.

¡Amigos y amigas! Desarrollad vuestros vínculos con el ombligo del universo y hallaréis descanso en vuestras almas. ¡Cread centros, escuelas y universidades para desarrollar los vínculos con la energía vital de nuestra madre, la Existencia, y te unirás a la eterna fiesta de la vida!

Dicho esto, el maestro montó su borrico y se fue por el sendero en dirección de las montañas. Su lento caminar y los brazos de las montañas se entretejieron en un mismo ritmo, y flores, y flores, y flores se derramaron del cielo y cubrieron el sendero al caer la tarde.

Khishka

MÚSICO

(Nuestro centro vital)

Khishka era un hombre rudo, coraje, un verdadero león que habitó en las pampas de Los Lípez. Él no hablaba, solamente rugía, tenía un aspecto salvaje. No era sofisticado, era duro y crudo. Su figura molestaba y, al mismo tiempo, su presencia solía ser medicinal para muchos. Por eso le apodaron Khishka. Tenía una blandura enorme y era una roca también. Su modo de ser dependía de las circunstancias: su voz era una verdadera tormenta, un fuego que quemaba, un rayo o un trueno en las rocas. Cuando hablaba los cimientos de las casas temblaban. Cuando tenía que golpear golpeaba y cuando tenía que tocar su Arpa se perdía en su melodía. Su vida misma irradiaba coraje y música.

Sólo llevaba consigo algo de coca y unas migajas de pan en un morral y su música encantaba a la gente del lugar. Él caminaba a pie de pueblo en pueblo, revisando las fronteras de cada uno de ellos porque, la titulación de tierras de la región, a él le había sido encomendada.

Fue acusado por hurto de tierras por un abogado del ministerio de tierra y territorio de su país, motivo por la cual fue convocado y enjuiciado en la ciudad capital. Él se presentó allí y, debido a su aspecto salvaje y rústico, fue alojado en un gallinero; atendido como un perro; se refugió en la fuerza de su coca que había llevado consigo. Estuvo en el juicio durante meses y arreglóse como podía. Era analfabeto, apenas sabía hacer su firma. Durante todo el proceso los jueces determinaron que en el hombre no había ninguna irregularidad, era completamente inocente y había obrado según la justicia. Y fallaron contra el acusador y le pidieron el resarcimiento de bienes por haber provocado perjuicios a Khishka. Sin duda era una suma cuantiosa que el acusador debería pagar, pero, esa última noche lo dejaron escapar al abogado y Khishka se quedó sin nada, abandonado a su suerte. El juez que tenía algo de conciencia pagó su pasaje de regreso, a su pueblo.

De regreso a su casa, pasó por un centro minero donde la gente se estaba volviendo loca con la plata, riqueza que generaba esa entidad minera. La desaparición de todos y la destrucción era inminente ya que, según los que aún permanecían conscientes, un monstruo diabólico había tomado posesión de toda la gente que trabajaba en ella. Cada día desaparecía una persona en las profundidades de la mina.

Y como Khishka se caracterizaba por su valía, coraje y que un aura de sagrado y divinidad le rodeaban, con él al frente, todos recobraron coraje para hacer frente al mal que reinaba y que al interior del socavón provocaba encantos en ciertas personas. Fueron a su encuentro, buscando dar con el fiero monstruo y en cuanto estuvieron muy profundamente penetrados, llegó un momento en que Khishka se detuvo y se dio la vuelta, nadie pudo detenerlo. Y sin decir, palabra alguna, salió del fondo. Nadie sabía por qué, todos quedaron consternados y alarmados. Ocurrió algo misterioso. Estando ya afuera todo el mundo quiso preguntar qué es lo que había sucedido y qué es lo que había visto, pero nada, no dio respuesta alguna. Y al fin cayeron en la cuenta de que estaba mudo. El hombre había quedado mudo y todos permanecieron estupefactos.

Le trasladaron a su pueblo, le llevaron toda clase de médicos y curanderos, y nada. Vivió por algunos años más y luego se preparó para bien morir. Los últimos años de su vida fueron años de completa inocencia. Todo hacía como un niño. En el patio de su casa solía bañarse desnudo, completamente desnudo. La gente que pasaba por el lugar no podía comprender lo que hacía. Algunos le tachaban de loco y maniático. Pero tan solo estando cerca de él la gente sencilla solía recobrar alegría. Siempre que la gente iba a visitar se sentía feliz a su lado. Su esposa, una mujer de infinita paciencia, solía cuidar de él cual si fuera su propio niño.

Una mañana se quedó en cama, su mirada irradiaba un aura de divinidad, radiante de alegría y, asistido por su esposa, tomó su desayuno con mucha celebración. Luego trajeron la vieja arpa del pueblo que se encontraba en el templo y él, tomándolo con profusa delicadeza, asomó su rostro sobre ella y comenzó a tocar una bella melodía que nunca antes habían escuchado los pueblerinos.

Como vivía muy cerca de la plaza, toda la gente se agolpó escuchando la algarabía de los suyos. Vieron a Khishka, desnudo y semi-cubierto, tocando su arpa. Su cuerpo fulguraba luminosidad. Toda la gente bailó, jóvenes y viejos, mujeres y niños, todos, durante varías horas bailaron en completo éxtasis y se regocijaron porque, una vez más, el músico había traído tanta celebración a la comarca. Mientras la multitud bailaba, se alegraba, celebraba, se deleitaba con la música, poco a poco se apoderó de ellos un aire de relajación y entraron en una especie de infinito descanso y, Khishka, abrazado de su arpa, había muerto. El jefe del pueblo dedicóle el siguiente epitafio: HOY HA FENECIDO NUESTRO CENTRO VITAL, NUESTRO CORAZÓN Y NUESTRA CABEZA. NOSOTROS SOLOS, ¿QUÉ HAREMOS? Y apoyándose suavemente en el cuerpo del maestro, derramó unas lágrimas de cristal.

La música escoltó su nacimiento, la música acompañó su vida, la música custodió su descanso, la música extasió a los suyos, él mismo fue una música, la música de la eternidad. Así canta los últimos versos de una poesía declamada, posteriormente, por un niño de aquella aldea.

Occidente ha sublimado la cabeza y esto trajo serias consecuencias para nuestra mal llamada civilización. Si le preguntas a un varón ¿cuál es la parte más importante del cuerpo? Responderá: la cabeza. Quizá algunas mujeres, a la misma pregunta, contestarán: el corazón. Pero ambos no son el centro vital, puede ser el corazón pero no lo es, aún es superficial. Por ejemplo si fuera la cabeza el centro vital, el niño dentro del seno de la madre tendría que estar conectado a través de la cabeza con la energía vital de la madre, pero no ocurre así. De la misma manera, si fuera el corazón tendría que estar conectado a través del corazón, cosa que tampoco sucede. De esta observación se arguye que ni la cabeza, ni el corazón son el centro vital energético del ser humano. ¡Nuestro centro vital ha sido olvidado y siempre se está a vueltas con él!

El ser humano es igual que un árbol: tiene flores, ramas y raíz. Las flores son la parte más superficial del árbol; las ramas son la parte menos superficial del árbol; y la raíz es la parte más fundamental del árbol. En ese sentido la cabeza –esto es la mente– es la parte más superficial del ser humano. Y toda la vida, especialmente a partir de Aristóteles y su lógica, hemos funcionado a través de la cabeza. ¡Por eso estamos patas arriba! Hemos creado escuelas, colegios, universidades, institutos y demás para desarrollar la mente. Ese es el gran error que se ha cometido. Todo su mecanismo ha ido contra el cuerpo. El cuerpo no está vivo gracias a la cabeza.

Las ramas y el tallo representan el mundo sentimental, emocional, lo intuitivo del ser humano, es decir, todo aquello que tiene que ver con el corazón. Pero tampoco es éste medio por el cual estamos unidos con la energía vital. Y nuestro cuerpo no está vivo gracias a nuestro corazón. Evidentemente es importante pero no lo fundamental. Tenemos que ver que hay un lugar de nuestro cuerpo por la cual estamos unidos con la energía vital. ¿Cuál es esa parte fundamental? Es el ombligo. Un feto está conectado con la energía vital de la madre a través del ombligo, no a través de la cabeza ni del corazón. Por tanto ese es el lugar de nuestra raíz, por él cual nuestro cuerpo extrae la sabia, la energía vital del alma. A través de ese centro vital, olvidado e secundado por siglos y siglos, estamos conectados a la existencia, esto es, el ombligo. Y gracias a esto el cuerpo se mantiene vivo.

Ahora bien en función a ese centro vital y fundamental tendremos que empezar a crear escuelas, colegios, institutos, universidades y otros centros, que supondrán abandonar definitivamente la enfermedad capital que padecemos: nuestro aristotelitis. Estamos urgidos en traer un nuevo ser humano con esas cualidades, porque nuestra llamada educación está conduciendo a la locura porque está asentado en una parte equivocada como es la mente. Es consecuencia de ello que el país más culto y civilizado como EE. UU. tiene el mayor porcentaje de locos. Los psicólogos norteamericanos dicen que de aquí a unos cien años quizá no habrá por lo menos una persona sana. Según los análisis de cuatro personas se encuentran en un estado dudoso de sanidad mental. ¡Por eso un estadounidense tendrá que sentirse orgulloso de ser del país de los locos-locos! Esa es también la razón de por qué están aumentando psicoanalistas en EE. UU. Pues, quien sabe, de aquí a muy poco tiempo cada persona necesitará un psicoanalista. Todo eso es a causa de haber cimentado la civilización en base a la cabeza y la mente. Está apunto de colapsar la mente en los EE. UU. Los setenta millones de nervios que están en la cabeza pueden explotar en cualquier momento porque la mente es una máquina muy delicada y está ahora, más que nunca, demasiada tensa.

Hay que emprender el camino de regreso a nuestras raíces, esto es, al alma del ser humano que está conectada al ombligo, no a la mente ni al corazón. El corazón y la cabeza son posteriores a lo fundamental, al ombligo. El ombligo es el centro. De él se desprenden las ramas del corazón y florece el pensamiento. Por ejemplo: cuando comes, lo que comes primero va al ombligo y luego se distribuye por el resto del cuerpo. Cuando tienes un susto enorme, el primer impacto sientes en el estómago. De repente eres acuchillado y sientes un estremecimiento en el ombligo. El mismo niño nace del obligo, no nace de la cabeza ni del corazón de la madre y su vida termina a través de él.

Debemos descender de la mente al corazón, del corazón al ombligo, porque las raíces de la vida están conectadas desde ahí; deberíamos prestar mucha atención; crear centros para desarrollar el ombligo; y dar, quizá, absoluta atención al ombligo. El ombligo es el centro de la vida. Por tanto: ¡cuida tu ombligo, tu único centro vital!
Khishka

FANTASMAS

(La piedrita mágica)

Sucedió que un cierto tipo tenía mucho miedo de los fantasmas. Para el colmo su casa estaba ubicada detrás del cementerio y todos los días tenía que atravesar tanto para ir y como para volver. Un día tuvo tanto miedo que tuvo que pasar por el lugar chillando y gritando como otros días solía hacer cantando, corriendo o haciendo cualquier cosa para ahuyentar el miedo.

Durante la noche no podía dormir pues, poco a poco, empezó a soñar con fantasmas, comenzó a ver siempre que salía hacia fuera, de noche tocaba su puerta, se movía dentro de la casa, escuchaba sus pisadas y susurros, algunas veces solía tomarle por la espalda, le dejaba sin respiración. En fin su vida se fue haciendo una constante tortura.

Posteriormente, viendo que ya superaba sus fuerzas, una mañana, acudió Khishka que no pocas veces acostumbraba remediar esa clase de fenómenos. Fue donde Khishka y expuso todo el mal que padecía.

Después de haberlo escuchado, éste dijo:

- Eso no es nada joven. Peores cosas han sucedido. Pero lo bueno es que has dado con la persona adecuada. Toma ésta piedrita que tiene mucho poder. Esto te protegerá de todos los fantasmas, pero con una condición: téngalo siempre en el bolsillo de tu camisa. Con eso se arreglará todo y los fantasmas no volverán a molestarte nunca más.

El joven se fue y ese día, con la piedrita en el bolsillo, pasó cual paseandero por la mitad del cementerio. Y, evidentemente, la piedrita funcionó, no hubo fantasma alguno que le saliera al encuentro. Todavía miró de un lado para otro por si aparecía alguno, pero nada. Con ese coraje tranquilamente volvió a su casa. Estando allí durmió tranquilo después de mucho tiempo. Ya nadie le molestaba, ni susurraba, ni hacía aullidos, ni nada.

Sin embargo se hizo muy dependiente de la piedrita: dormía con ella, iba al baño con ella, iba a trabajar con ella, comía con ella, iba de compras con ella y todo con ella. ¡Se estaba volviendo loco! Con el tiempo el miedo se estaba apoderando de él porque se hacía muy cercana la posibilidad de extraviar, un día, el material milagroso y, con él, podría perder su fuente de seguridad. Pensaba para sí:

- Si un día pierdo esta piedrita poderosa todos los fantasmas se vendrán contra mí y me matarán.

Casualmente, esos días de intenso miedo, se encontró con Khishka quien preguntó como iban las cosas.

El hombre contestó:

- La piedrita funcionó y todo va perfectamente bien pero, ahora, tengo otro miedo: no puedo dormir pensando que, si algún día extravío la piedrita que me has dado, todos los fantasmas se vendrán contra mí y me matarán. ¡Tengo mucho miedo! ¡Los fantasmas se vengarán!

Khishka, con firmeza, profirió:

- Muy bien. Ahora voy a darte otra. Pero primero bota esa piedra. ¡Bótala!

El hombre, mirando los ojos penetrantes del maestro, se agarró fuertemente de la piedrita y exclamó:

- ¿Cómo? ¡Si es mi única seguridad! ¿Quién me va a defender de los fantasmas?

Y el maestro replicó:

- Esos fantasmas no existen más que en tu cabeza, por haber tomado tan a pecho lo que te han dicho. Esos fantasmas solo existen en tu imaginación. Si verdaderamente existieran no tendrían miedo alguno de la piedrita. ¡Son sólo ideas tuyas! Que haya funcionado la piedrita significa que no existen los fantasmas. Ahora ¡tírala!

Tus sueños, tus imaginaciones, tus creencias, ideas, celos, ambiciones, avaricias, seguridades, pseudo-libertades, son sólo piedritas mágicas de tu cultura, es decir, son sólo ideas falsas. Y cuando se quita lo falso aparece la verdad y ‘la verdad os hará libres’, una máxima de Jesús contra tus ficciones. El maestro está para eso para curar tus enfermedades irreales que tú mismo, por cuestiones culturales, te lo has creado por creer en el chismorreo de la gente.

Por tanto: deja todas tus ideas, incluso aquella que crees fundamental como la idea de Dios. Ese es el obstáculo más grande que necesita ser derribado. El Vacío y la Nada son requisitos para recibir la visita de la verdad, la eternidad y la infinitud. ¡Deja de aferrarte a lo falso!

Khishka

EL MOMENTO ES LA PUERTA

(¡No vivas sólo en el sexto piso!)

Eran dos hombres que vivían en el mismo edificio. Ambos tenían su familia. El edificio era de siete pisos. Brindaba todas las comodidades. Pagaban ambos una mensualidad de doscientos dólares. El primero, con toda su familia, durante toda su vida, vivió en el sexto piso, hasta que un día murió, fue velado en la funeraria del barrio y sus restos trasladados al cementerio general.

El segundo era más aventurero y arriesgado, él y su familia. Los primeros años de su matrimonio habitaron en el segundo piso, luego se mudaron al quinto llegando a vivir allí dos años. Consecutivamente se cambiaron al séptimo piso que tenía todas las comodidades. Ocuparon también la terraza aunque con ella más aumentaba la mensualidad.

Luego vino una crisis económica en el país y los precios en vez de bajar habían subido. Los doscientos dólares ya no alcanzaron para pagar por alguno de los departamentos y, debido a esa razón, tuvieron que alquilar el sótano. Allí vivieron cinco años.

Posteriormente se trasladaron al primer piso y allí se quedaron tres años, vivieron cómodos, y la crisis poco a poco se fue alejando. Cuando volvieron los años prósperos al país se mudaron al tercer piso y allí moraron más de diez años. Y habiendo muerto el otro inquilino, que había vivido sólo en el sexto piso, toda la familia del segundo también moró allí por buenos años y, finalmente, residieron también en el cuarto piso por muchos años.

Este es mi mandamiento: ¡No vivas solo en el sexto piso! Vive en todos los pisos posibles del edificio del mundo. Solo así te visitará la eternidad en este preciso momento. Aquí y ahora. ¡Tienes que vivir a lo largo y ancho, por todas partes! ¡Ésta es tu casa! ¡No tienes otra! El piso sétimo está bien como lo está el sótano. De la misma manera el piso cuarto está tan confortable como la primera planta, no tienes donde perderte. Todos los pisos del edificio son bellos, incluso el sótano. ¡Vive en todos los sitios posibles del edificio! No postergues para el futuro. ¡Vive este momento tan totalmente como puedas!

Éste es mi segundo mandamiento: ¡No vivas la vida de una bicicleta!

Khishka fue acompañado de su esposa al sastre. Llegaron al puesto. Él dijo:

- Señor: quisiera que me haga un pantalón a mi medida.

El sastre dijo:

- Muy bien señor. Te tomaré las medidas.

El sastre, inmediatamente, tomó todas las medidas necesarias y preguntó, mientras la esposa de Khishka aguardaba a su lado:

- ¿La bragueta quieres con botones o con cierre?

Khishka contestó:

- Con cierre.

El sastre preguntó nuevamente:

- ¿De tres o de diez pulgadas?

Contestó Khishka:

- De diez pulgadas.

Acordaron cuanto será el costo y qué día iba a ir a recoger. Luego se despidieron y Khishka y su esposa se dirigieron hacia su casa. Mientras iban por la calle su esposa suspiró dirigiéndole la vista:

- Tú, ¡tú y tu cierre de diez pulgadas! Me recuerdas al vecino que baja por la mañana, abre su garaje de tres metros y saca su bicicleta.

Por eso yo te digo: ¡No vivas la vida de una bicicleta! La bicicleta siempre está en el garaje toda su existencia. Ha sido creado por el hombre para que siempre esté en el garaje. Lo mismo si tienes un auto, aunque sea de último modelo, siempre lo guardas en el garaje. ¡No vivas la vida de un coche! Tú eres hijo de esta tierra, no eres un objeto. ¡Vive la vida en su multidimencionalidad! Así no crearás utopías inútiles. ¡No postergues nada para el futuro!

Un periodista le preguntó a una viejecita de ochenta y más años.

Preguntó él:

- Señora, si tuviera que vivir de nuevo ¿cómo viviría?

La anciana contestó:

- Si tuviera que vivir de nuevo me atrevería a cometer más errores. Me haría más sensible. Sería un poco más tonta de lo he sido. La vida la tomaría menos en serio, viajaría, escalaría montañas, cruzaría nadando ríos. Aprovecharía todas las oportunidades. Iría a los bailes. Iría a los cines con mis amigos. Conocería más hombres. Iría a la playa cada fin de semana… ¡Uy…! Comería helado y chocolates. Yo misma me los haría más problemas y dejaría todos los imaginarios que hasta ahora las tengo.

Siguió preguntando el periodista:

- ¿Cómo califica su vida hasta ahora?

Ella contestó:

- Ahora soy una persona culta, sensata. Asisto a un club donde van muchas amigas, pero todas somos de la misma edad. Algunas padecemos enfermedades de la vejez, etc. En fin, ahora por ejemplo, cuido mi imagen de prudente, de alta clase social, hora tras hora, día tras día, porque así los acostumbré a todos los que me conocen. Pero eso a veces aburre demasiado. He tenido buenos momentos, pero si viviera de nuevo tendría muchos más buenos momentos. Me esforzaría por tener sólo buenos momentos.

Esa es la realidad: la gente vive de imaginarios, de utopías, de ideales, de sueños. Por eso yo te doy mi tercer mandamiento: ¡No vivas la vida de un filósofo! Esto es: ¡No seas idealista en absoluto! El filósofo, sea espiritualista o materialista, es siempre un idealista, vive de pura porquería.

Tú vive la vida de tal forma que no necesites arrepentirte, nunca. ¡Atrapa éste momento como al toro por los cuernos! ¡Éste momento es la puerta de la eternidad! Éste es el único tiempo, no existe otro. Si no caes en la cuenta de ello vivirás la vida de un filósofo, de una bicicleta y en el mismo piso de siempre, como un perro volviendo su propio vómito. ¡No vivas la vida de un perro!

Te lo digo así, con toda confianza, porque éste trabajo de mostrarte, de hacerte ver la vida, a mí me ha sido encomendado. He venido para eso y sólo estoy haciendo lo necesario. Si me conoces de vista o por oídas y con el nombre que me han impuesto quienes me han abierto camino para mi venida a este mundo, ¡ten al menos un poco de vergüenza, porque puedes estar insultándome! ¡Yo no soy eso en absoluto! Algún día, a su tiempo, te diré qué soy y porqué te digo estas palabras.

Khishka

jueves, 16 de julio de 2009

CLEPTÓMANO

(La sabiduría de Khishka)

El padre de familia, sabiendo que su hijo era un cleptómano, se acercó a Khishka diciendo:

- ¡Tienes que hacer algo por mi hijo!

Entonces Khishka preguntó:

- ¿Qué es lo que sucede?

El hombre explicó:

- No sé que le pasa a mi hijo, se ha vuelto cleptómano: roba cosas inútiles. Es su único defecto, por lo demás todo marcha bien. No lo hace por necesidad ya que tiene todo, no le falta nada.

Khishka inmediatamente captó lo que quería decir y por eso indagó:

- ¿Qué cosas roba?

- Roba cosas inservibles –repuso el hombre–. Por ejemplo: un solo guante, un solo zapato, en fin, cualquier cosa que se le ocurre. Luego las guarda en el armario, marcadas con la fecha y el nombre de la persona a quién pertenece. Parece muy estúpido lo que hace. ¿No lo cree?

Como Khishka era de buen carácter comenzó a hacerse amigo del muchacho quien sólo tenía catorce años. Su padre había sido un católico practicante, un hombre muy religioso y culto, y, por esa misma razón, no permitía que su hijo hiciera amistad con una chica y, en repulsa a esa oposición, el solía hacer cosas que parecían extravagantes. Por eso, después de haber observado con calma, dijo al jovenzuelo:

- Oye… Me gustaría ver tu colección…

El muchacho replicó muy sorprendido:

- ¿Verdad? –Y añadió–: todos me dicen cosas: unos me condenan, otros están planeando llevarme al psicólogo…, me dicen ladrón. En cambio tú has dicho la palabra correcta y tienes razón: es una ‘colección’, lo que ellos llaman robo.

Y Khishka, con confianza, siguió:

- De ninguna manera es robo. Es más, tú no necesitas nada; tienes todo en casa; ¿cómo puede ser robo? Es una colección preciosa que demuestra tu inteligencia, tu habilidad, tu originalidad y tu creatividad. ¿De cuántas personas te habrás reído eh?

El muchacho dijo sonriente:

- Sí, de muchos…

Luego, insistentemente, el sabio propuso:

- Enséñame tu colección; has despertado mi inquietud.

¡Genial! –exclamó el jovenzuelo–. Y continuó: es más, nunca permito a nadie ver mi colección. ¡Serás el primero! –Concluyó–.

Luego llegando a su casa, se dirigieron a su cuarto, abrieron el armario, y vieron que estaba lleno de cosas. Entre ellas había una chinela, una montura de bicicleta, una llanta de moto, incluso un calcetín, una bota y, Khishka, viendo solo un zapato nuevo y caro, preguntó:

- ¿Y el otro? ¿Dónde está?

El muchacho repuso:

- Lo dejé para su dueño… Porque yo no necesito zapatos, ni siquiera me hace, no es mi número.

Pero dime –insistió el sabio– ¿por qué has traído sólo un zapato?

- Ese profesor se cree un gran genio –respondió el muchacho–. Sabes, ese profesor de botánica tan arrogante –ese día llevaba unos zapatos nuevos. Tuve que esperar durante horas alrededor de su casa, espiándole, para que cuando saliera..., cogiera uno de ellos, y desde ese día se lo pasó buscando por todo lado… ja, ja, ja… ¡Vieras cómo buscaba el tipo!

Khishka replicó:

- ¡Es una colección histórica y genial…! Y logrando ver, entre otras cosas, algunos botones, un trozo de estilográfica, un sombrero de alguien, una cadena, cada cual con sus etiquetas donde, ciertamente, decía la fecha y quién era el dueño, salió del cuarto y se dirigió donde su padre para platicar a solas. Le dijo:

- Su hijo no es un ladrón, porque dentro de toda su colección no hay nada que sea de valor. Es simplemente un modo original de entretenimiento. Está invirtiendo su energía a su propio estilo porque tú no le permites exteriorizarla.

El padre del jovenzuelo prorrumpió:

- ¡Santo Dios! ¿Qué estás diciendo?

El sabio continuó:

- ¡Déjale que se busque una novia!

- ¡Éste es el colmo! ¡Lo corromperás! –Reclamó enérgicamente el padre–.

Y Khishka afirmó contundentemente:

- ¡No… De ninguna manera! Lo corregiré. Eres tú quien lo corrompiste. Así que dame una oportunidad, lo corregiré. Si ahora no lo hago, por culpa tuya, un día, será un gran ladrón y olvidará con qué propósito ha empezado todo este juego.

Así con el tiempo, el muchacho consiguió una novia y dejó de robar. Es más, su colección quedó en el olvido. Y un día preguntó a Khishka:

- Oye… ¿qué te parece? Lo estuve pensando: quisiera devolver la colección a sus dueños porque es absolutamente inútil tenerlas…

¡Buena idea! –dijo Khishka–. Y añadió: ¡será una verdadera alegría! Sus dueños lo disfrutarán. Sí ¡devuélvelo todo!

El muchacho dijo finalmente:

- Lo tengo todo anotado, incluso la fecha y a quién pertenece cada una de las cosas.

Y es así fue. El problema quedó solucionado.

En la raíz de todos los males está siempre una autoridad, dicha autoridad o es un hombre o un ente ficticio revestido de ideas. De ahí la necesidad de mirar por qué suceden las cosas como suceden. Por qué un hombre es ladrón, otro es homicida, alguien es mendigo, alguno es cleptómano, un cuarto es criminal, un quinto es capitalista, un sexto es racista, un séptimo es pedófilo, etc.

La sabiduría de Khishka está en saber ir a la raíz de los problemas. A él no le importan los prejuicios morales, las ideas como justicia, libertad, democracia, derechos, dignidad, respetabilidad, seguridad, y cosas por el estilo. Su trabajo es simple, es compasivo, es profundamente humano, es comprensivo, es amoroso. Es simplemente un destello de la amistad universal.
Khishka

LINCOLN

(Un zapatero memorable)

Su padre era zapatero, quizá el mejor zapatero de todos los tiempos. Su propio oficio le brindó respeto y dignidad de la gente. Abrahán Lincoln era su hijo, un hijo que llegó a ser presidente de los EE. UU. Cuando el hijo llegó a la presidencia, toda la aristocracia norteamericana estaba escandalizada por que tendrían que vivir bajo la presidencia de un zapatero. El senado estaba ocupado por aristócratas, de gente muy rica.

Cuando ganó las elecciones le tocó hacer su primer discurso y, en él, fue interrumpido por un arrogante aristócrata que levantando sus zapatos, dijo:

- Señor Lincoln: accidentalmente Ud. llegó a la presidencia. Pero nunca olvide que su padre fue un zapatero. De hecho, su padre solía venir a hacer los zapatos a todos en la familia. El zapato que le estoy mostrando fue hecho por su padre.

Lo dijo con ganas de humillarlo en público y, de hecho, todo el senado irrumpió en carcajadas. Pero Lincoln con lágrimas en los ojos y, muy cautamente, declaró:

- Le estoy inmensamente agradecido por recordármelo a ese hombre que fue mi padre. El fue un zapatero perfecto y yo sé que no puedo ser tan perfecto como presidente. Y como se suele decir: el hijo no puede ser más que el padre como el discípulo más que el maestro, no lo puedo superar. Pero haré lo mejor posible por acercarme a su grandeza.

Todo el Senado dejó de reír y un silencio inesperado se apoderó de ellos. Entre tanto continuó Lincoln:

- Y en lo que concierne a su familia y los zapatos que mi padre hizo, informo a todo el Senado y a todas las familias aristocráticas, a quienes mi padre solía hacer zapatos: él me enseñó el oficio de zapatero, el arte de hacer zapatos; si vuestros zapatos no les quedan bien, si les aprietan mucho o son muy grandes, se los puedo arreglar. Soy su propio hijo. Yo mismo se los garantizo. Me siento orgulloso de ser su hijo. Sólo avísenme. Iré y haré lo mejor que pueda. Por supuesto, lo que hago no será igual al de mi padre, porque él era el mejor.

Toda la sala irrumpió en un gran silencio... El cuerpo de senadores no podía creer lo que acababan de escuchar ya que, la humillación y el insulto, habían sido transformados, por Lincoln, en un gran respeto. Se preguntaban muy íntimamente sorprendidos:

- ¿De qué materia está hecho este hombre?

La sociedad está enferma de neurosis. Existe sobre bases neuróticas. Quienes la conducen son también neuróticos. El gatillo es siempre un aspecto sectario: la raza, la clase, la ideología, la religión, la moral… Hay quien dice que mi país es el mejor, hay quien dice que mi religión es la mejor porque está expandida por todo el mundo, hay quien dice que mi democracia es la mejor, hay quien dice que mi verdad es la verdad, etc. Todo eso es neurosis. Por eso, la historia de la sociedad es una historia de locura, violencia, guerra, destrucción. En tres mil años hubo cinco mil guerras. Es realmente estúpido.

Esa neurosis ha calado hasta la misma sangre y los huesos, y la gente se ha vuelto enormemente insensible. Por ejemplo: en el mercado ‘La Pampa’ (sucedido en la madrugada del 15 de julio del 2009, en Cochabamba - Bolivia) hubo un incendio enorme de doscientas casetas a las dos de la mañana. Los bomberos no pudieron hacer casi nada. Las llamas devoraron todas las cosas que había a su paso: quemó ropa, muebles, aparatos electrónicos, víveres, etc. Todo terminó carbonizado. Se recogieron camionadas de escombros. Mucha gente perdió todo su capital, porque de ello dependía su subsistencia. Sin embargo, para la gente que no tenía nada que ver con el asunto, fue un verdadero espectáculo. ¡Una película de desastre en vivo! Al parecer no había ni un Cantinflas salvando, por lo menos, un peluche de trapo; pero si había gente aprovechando la oportunidad de robar. ¡Qué desastre! Todo se quemó. La sociedad se ha vuelto insensible. Le importa más la destrucción y el espectáculo. ¡Padece neurosis! Parece que el único modo de subsistir en ella es volviéndose insensible. Y cuando empiezas a desentonar un poco con ella, debido a tu sensibilidad e inteligencia, te declara loco. ¡Qué clase de sociedad es esa!

Precisamente ese tipo de sociedad ha creado ciertos paradigmas neuróticos que ha seleccionado a la gente y con ella ha eliminado toda posibilidad de crecimiento. Es un juego podrido y apestante. Es una sociedad que señala que a determinada clase social pertenece exclusivamente la dirigencia y a la otra le corresponde ser esclavo; a una mínima parte le corresponde ser rico a costa de hundir en la pobreza a la gran mayoría; una parte es declarado santo y otra parte es marginada como mendiga… Y si un esclavo de mala muerte tiene apoyo y llega de repente a la dirigencia nacional, los que no la aceptan hacen todo lo posible para no tenerlo allí porque no soportan ser dirigidos por un simple obrero, un zapatero, un panadero, un ambulante o un mendigo.

Nos han enseñado a vivir de una forma tan estúpida, determinada, de una manera fragmentaria donde lo mejor se contrapone a lo peor pero según un paradigma neurótico, un punto de vista enfermizo, trazado todo desde una multitud mafiosa y organizada, que ha olvidado completamente lo esencial. La competencia, en diferentes rubros, se ha vuelto una enfermedad generalizada. Y donde hay competencia lo esencial siempre es pisoteada o sepultada. Pero donde prima lo esencial la cualidad individual es siempre valorada, tiene un lugar privilegiado, lo cual parece más utopía que realidad.

De ahí el hecho de tener al frente la posibilidad de aceptar a todos tal como son, que sus cualidades individuales sean valoradas y que haya conciencia de que todos son necesarios. Aunque en realidad puede ser que llegue un tiempo donde no se necesiten presidentes, ni fronteras, ni ministros, ni gobiernos, pero zapateros siempre serán necesarios, como los que limpian los baños, los que cocinan, los que producen sustento, porque sirven a la humanidad de una manera fundamental y esencial. Ellos son más esenciales.
Lincoln, un hombre de profunda comprensión; un hombre capaz de de convertir un insulto en un gran respeto; un hombre que trajo lo esencial a este mundo; un varón simple; un ser humano… Un zapatero memorable.

Khishka

TICTAC

(La filofía…)

Roly, un niño de dos años y medio que estaba fascinado con el tictac del reloj de su padre. Conforme iba creciendo, se fue volviendo cada vez más obsesivo por descubrir cómo es que ese pequeño aparato podía funcionar al mismo ritmo.

Un día tuvo la oportunidad de quedarse sólo y con la ayuda de una silla y un taburete quiso tomar el reloj más preciado de su padre que estaba encima del armario. Pero como su tamaño no le fue de gran ayuda, estando ya arriba, quiso estirarse para dar con el reloj pero, como se movieron las bases donde estaban asentados sus pies, se vino para abajo y cayó. Y como no había nadie más que él, no lloró, pues no había a quien quejarse.

Sin embargo, siendo más fuerte la curiosidad y la obsesión por el reloj, buscó un pequeño banquillo que podría permitirle hacerse con el objeto. Así, con la ayuda del banquillo, logró dar con la máquina. Lo bajó e hizo de las suyas. Sentado en la cama comenzó a desmontar con el auxilio de un desarmador y otros objetos a su haber, todo con la intención de descubrir qué es lo que le permitía marcar el tictac del reloj.

A medida que iba desarmando y extrayendo las partes del reloj éste se detuvo porque, el vástago, sin darse cuenta, ya había retirado las pilas. Entonces se paró el tictac y las partes del aparato quedaron expuestas encima de la cama. Y el niño, al no encontrar nada, todo él frustrado, se preguntó: ¿dónde está el tictac? Pero el tictac había desaparecido completamente. No había vuelta que dar. Era solo un producto derivado. Nada más.

La vida es un producto derivado, es una combinación de muchas cosas. Varias cosas funcionando juntas creando el tictac. La vida es una verdadera sinfonía, una auténtica armonía, un ritmo, un compás, un baile donde intervienen infinidad de cosas.

Los filósofos, los teólogos, psicólogos y demás camellos, han estado buscando por siglos enteros las razones del tictac y, por el hecho mismo de querer dar con él, se han alejado cada vez más de él. Y esto, naturalmente, provoca frustración, desencanto, obsesión, suicidio y letargo. Lo cual explica el correteo de la gente, de un lado para otro, y no puede estar ni un momento en calma o relajación. No puede bailar; su vida ya no es una sinfonía, ya no es poesía; su vida se ha entristecido. Se ha vuelto completamente sordo al tictac sinfónico de la vida; la liquidez de la vida se vuelto un iceberg.

Por tanto toda filosofía, teología, ideología…, no es más que un obstáculo para atascar la ciencia del ver, del escuchar, del tocar, del gustar, del oler y del sentir. Nos estamos refiriendo al advenimiento de una nueva ciencia, la filosía, la única ciencia natural que expone la vida tal como es: llena, desbordante, danzante, festiva, alegre, regocijante, bendita, extática, orgásmica… Es ciencia en minúscula; es verbo, no sustantivo.
La filosía, a diferencia de las otras ciencias, no está empeñada en hacer análisis, en hacer conjeturas, fabricar hipótesis, creencias, ideales, acertijos, etc. porque no está asentada en la lógica aristotélica. La filosía es, simplemente, la ‘capacidad de ver’, de gustar, de oler, de palpar, de sentir, cómo se exterioriza, cómo se da el Todo en la parte. Es ciencia natural, es ciencia salvaje, es ciencia del grillo, de la rana, del pájaro, es ciencia del bosque. Es experiencia pura del Cosmos, del Universo, de la Existencia, de la Totalidad. Filosía es la ciencia suprema y total jamás mentada en Occidente.
Khishka

SÓCRATES

(Un sabio memorable)

Literalmente Sócrates representa el suicidio de los griegos. Los griegos envenenando a Sócrates apagaron su espíritu, su espíritu científico. Y lo abstracto se apoderó de ellos.

Sócrates era devoto del espíritu científico y por eso frecuentaba decir: que nada fuera aceptado a no ser que sea comprobado individualmente. Solo pedía una cosa: que nada fuera creído. Su sinceridad era enorme y tenía una gran humildad que quizá nadie la tuvo en este mundo, ni siquiera Jesús. Fue uno de los varones más humildes que pisaron esta tierra. Sus mayores pecados, según la multitud, fueron: corromper a la juventud haciendo que deje el camino viejo de los antiguos; dar valor para ser libres y opinar con libertad; ser natural; era la prueba de que los hombres pueden ser inocentes, sinceros, vitales y felices.

Por eso, debido a su experiencia y sabiduría, gente de toda laya acudía a él para pedirle consejo. Cierta vez un hombre fue a verle y preguntó:

- Me gustaría casarme. Soy joven. ¿Qué me sugieres? Pues he oído muchas historias sobre tu vida matrimonial. Eres la persona más experimentada en ese campo. Quisiera tu consejo. ¿Qué debería hacer? ¿Está bien casarme, o es bueno seguir soltero? ¿Qué es más extático?

Sócrates respondió:

- ¡Mejor cásate!

El joven replicó:

- ¡Me sorprendes Sócrates!

Y él añadió:

- No tienes por qué sorprenderte –añadió Sócrates–. Es sencillo. Fíjate bien: si consigues una mujer tal como la que yo tengo, te convertirás en un gran filósofo. ¡A mí me ha sucedido! ¿Y por qué no a ti? ¡Fue por pura necesidad! Sólo para sobrevivir me he tenido que volver tranquilo, meditativo, y silencioso. Eso me ha ayudado inmensamente. Por tanto, si logras una buena esposa serás feliz, si consigues una mala esposa te convertirás en filósofo. ¡De ambas formas serás beneficiado! ¡Tú sales ganando! ¡Cásate!

Un consejo lleno de sabiduría pues, al fin y al cabo, la vida depende de cómo uno lo encara y uno siempre sale ganando si está de su lado.
Sin embargo la vida, visto desde un punto de vista ajeno al del propio sabio, no en pocos casos, suele resultar arbitraria, como sucedió con Sócrates, el varón más humilde que jamás ha conocido el mundo: buenos maridos siempre encuentran malas mujeres y buenas mujeres siempre encuentran malos maridos. En caso de Sócrates fue así. Su mujer debió de ser una verdadera monstruo. ¿Una persona tan maravillosa casado con una monstruo como Xanthippe? Quizá otro varón no hubiera vivido con ella ni un solo minuto.

Un día cuando estaba enseñando a sus discípulos ella se acercó furiosa porque él solía hablar de libertad, de la verdad, de ser sincero y, sin embargo, no le dedicaba tiempo alguno. Se sentía rechazada e ignorada. Quería su atención. Luego fue y preparó agua caliente, hirviendo para preparar el té… Estuvo esperando y la hora del té había pasado, y como la mujer estaba muy enfadada, le echó el agua de la tetera por la cabeza, le quemó media cara y la quemadura fue tanto que quedó la cicatriz para siempre. Pero él continuó con la enseñanza y los que presenciaron el acto quedaron estupefactos. Algunos le dijeron:

- Padeciendo semejante quemadura ¿todavía recuerdas de lo que estábamos hablando?

Sócrates dijo:

- Por su puesto que sí.

Y Alguien musitó más:

- Pero lo de tu mujer no deberías tolerar.

Él respondió:

- Eso es su problema, no el mío.

Y continuó dialogando.

Era un hombre tan original, silencioso, meditativo, tranquilo, calmado, relajado; era una verdadera roca donde se estrellaban los perros rabiosos de Xanthippe. Y con razón, respecto a sus adversarios, les decía en cara: seguiré hablando de la verdad y provocando a la gente para que sea natural y no se vuelva hipócrita. Su misma presencia entre la gente de buena reputación, entre los ortodoxos, los supuestos sabios, entre representantes de la institucionalidad griega, era un verdadero insulto. No podía tolerar su presencia. Por eso le dieron un ultimátum con tres alternativas:

La primera fue que se marchara de Atenas, irse con los que tienen simpatía, tener su escuela lejos, fuera de las fronteras.

La segunda era dejar de enseñar, viviendo en Atenas, dejar de hablar de la verdad, de la necesidad de ser sincero y auténtico.

La tercera alternativa era que aceptase tomar la cicuta, la cual fue aceptada por él diciendo:

- Moriré por una buena causa. He vivido en la gloria absoluta y moriré en un momento culminante.

¡Qué hombre! Era un inocente campeón incluso cuando estaba muriéndose y seguía siendo vulnerable como un niño; era un niño-niño, dispuesto a aprender, incluso a ¡aprender la muerte! Estaba muy entusiasmado para tomar la cicuta a las seis de la tarde. Con ansia esperaba la hora. En sus ojos se notaba una inmensa curiosidad, un tal entusiasmo, un tal éxtasis, una pasión orgásmica que generó la inquietud de los suyos.

Por eso uno de ellos preguntó:

- ¿Qué es lo que te entusiasma tanto? ¡Vas a morir!

Y Sócrates contestó:

- He conocido la vida y he aprendido mucho de ella. Ahora me gustaría conocer, tan pronto como fuera, la muerte y aprender de ella. Eso me causa un enorme entusiasmo.

Era un verdadero niño dispuesto a aprender. Solía decir: cuando era joven creía que los sabía todo y a medida que fue pasando el tiempo, me di cuenta de que sé cada vez menos. Y, evidentemente, antes de exhalar el último aliento suspiró: ‘no se nada’. Por eso fue declarado: el hombre más sabio del mundo, aunque dicha declaración le había causado risa cuando aún estaba en vida.

¡Oh… insensatos griegos. Envenenando a Sócrates matasteis vuestro espíritu científico y os habéis vendido a la hipocresía! ¡Habéis vendido vuestro destino a un traidor! ¡Oh… griegos insensatos!
Khishka

viernes, 3 de julio de 2009

CELIBATO

(Un hazmerreír mundial)

Al presidente paraguayo le apodaron en uno de los titulares de periódicos: ‘el conejo paraguayo’, porque, al parecer, siendo bastante cotizado entre las mujeres paraguayas, no fue casual que tuviera varios hijos/as y los ‘sopencos de la comunicación’ se han jactado en difundir la noticia a diestra y siniestra, haciendo aparecer al menos un hijo por día.

La gente de toda Latinoamérica, que se confiesa católica, estaba espantada de saber la noticia y lo que ocurría en EE. UU., con lo del padre Alberto. Los católicos del mundo entero suelen llamar ‘padre’ a sus sacerdotes pero cuando uno de ellos quiere ser ‘padre’ de verdad, les cuesta digerir. ¡Vaya ironía! Si fueran un poco más evolucionadas esas tonterías ya deberían haber dejado.

Un día, estos hechos salidos a flote en Latinoamérica alarmaron en gran medida a todo el Vaticano, es decir, a todo el cuerpo purpurado: el Papa y sus secuaces, los cardenales. Todos estaban preocupados por lo que sucedía en Paraguay y EE. UU. aunque problemas de esa índole no era sino el pan cotidiano, es decir, el problema había sido muy antiguo y muy nuevo porque, como quien dice, no se puede tapar el sol con un dedo. Debido a ello, entre los miembros del cuerpo purpurado, se especulaba, conjeturaba, argumentaba y se murmuraba queriendo buscar alguna solución a los problemas que acarreaba el celibato y cómo se podría promoverlo. Y, en eso, el papa llama a su secretario de prensa, el obispo Ben Dicción, y le ordena preparar una campaña de encubrimiento, pues era la única salida, a fin de preservar la imagen de la Iglesia. Y Ben respondió:

- Su Santidad, he pensado mucho sobre eso del celibato, las historias de sexo y sus perversiones entre nuestros sacerdotes. Estoy convencido de que necesitamos cambiar nuestra vestimenta. Ahora la gente nos mira y todo lo que ve es un montón de hábitos sucios. ¡Nuestra indumentaria purpurada ya no funciona! ¡La ‘noche de brujas’ no parece haber pasado para nosotros!

El Papa contestó:

- Sí, yo también había pensado en eso. Tal vez tenga razón usted. ¿Qué debemos hacer?

El secretario Ben repuso:

- ¡Muy simple! Lo que tengo en mente es un cambio total de imagen…

- Continúa –dijo el Papa–:

- ¡Cubriremos las ciudades más grandes y donde hay más católicos con posters de una monja en vikini!

El papa, todo espantado, vociferó:

- ¿Cómo? ¿Qué disparate estás diciendo? ¿Será posible? ¿Una monja en vikini? ¿Cómo va a promover eso el celibato en todo el mundo?

Ben Dicción complementó:

- Pues bien, ¡la modelo para la foto ha de ser exacta a la madre Teresa! ¡Eso sí, promoverá el celibato!

Las cosas le están saliendo mal a la iglesia católica, está mellando su imagen con historias de sexo, pedofilia, homosexualismo y demás perversiones entre sus sacerdotes. Su celibato ahora no es más que un verdadero hazmerreír a nivel mundial. Pero lo más raro es que sigan empeñados en propagar cuando la ciencia ha dicho y hecho lo suyo.

Si el caso de Lugo y del padre Alberto es una preocupación para la jerarquía, lo es también para todos los católicos a nivel mundial, porque sus sacerdotes representaban su moralidad y, por eso, les parecían las personas más santas, más fieles y más dignas, y cualquiera podía creer que uno que observaba el celibato era intachable e iba directamente al cielo. Solía ser considerada la persona más reputada a nivel de religión.

Pero las cosas han cambiado. La conciencia de la gente ha madurado bastante gracias a la ciencia. Ahora un extravagante, de aguda observación, que no ha pisado ni siquiera la universidad de Harvard de EE. UU. ni la Gregoriana de Roma, puede ver con claridad.

Un día, un disparatero, estaba de paso quien, por decisión propia, había abandonado la multitud. Pero esta vez, estando de paso por la calle, se encontró con unos conocidos y fue invitado a compartir un suculento almuerzo. El hombre no se resistió a la invitación y fue con ellos. Aquellos conocidos eran todos católicos y, casualmente, estaban muy consternados por las últimas noticias que mostraban los medios de comunicación. Le preguntaron:

- ¿Qué opinas de los hijos del presidente de Paraguay? ¡Un ex-padrecito! Cada día le están encontrando un hijo… En los periódicos le dicen el ‘conejo paraguayo’…

Él hombre les preguntó simplemente:

- ¿Les parece raro? Y continuó: yo no encuentro nada de especial en ello…

Todos se pusieron más atentos aún para escuchar la respuesta del extravagante. Y siguió diciendo:

- Pues bien, ¿os habéis fijado en esto? ‘La naturaleza es derrochadora’. Fíjense sólo en esto: cada varón viene con la potencialidad de poblar todo el mundo. Un varón, en un orgasmo, libera millones y millones de células que, si todas ellas tendrían un óvulo disponible para fecundar, poblaría todo el mundo rápidamente, faltaría comida para los nuevos seres humanos. Y de fondo vemos que lo que sucede es sólo el derroche de la naturaleza, de tantos millones y millones sólo uno tiene que ser fecundado. ¿Se imaginan de qué magnitud de potencialidad estamos hablando? Y eso sucede en todos los seres vivos. ¿Qué es eso en comparación con los cinco o diez o treinta o, finalmente, trescientos sesenta y cinco hijos/as, si para Lugo fuera posible, en comparación con semejante derroche natural? Definitivamente, no hay comparación y ¿estáis escandalizados por tan poca cosa? ¡Qué diminuta comprensión tenéis vosotros…!

Todos quedaron pasmados por la respuesta que jamás habían escuchado y, el hombre, continuó diciendo:

- Fíjense también en las mujeres paraguayas, cuan dichosas habrán sido, más si son católicas, habrán quedado perfectamente santificadas si son un poquito supersticiosas. Semejante lujo está reservado a las más pícaras y atrevidas como las paraguayas y, de ese lujo, en el mundo entero sólo han sabido disfrutar las prostitutas. Y mucho más, no sólo porque Lugo era una autoridad religiosa de jerarquía sino también, ahora, es el mayor político del país y para todas se abre la posibilidad de ser, sin hacer mucho mérito, la ‘primera dama de la nación’. ¿No les parece?

Escuché una vez, estando en el santuario de Copacabana, con ocasión de paseo, tiempo en que tomó la presidencia de nuestro país, Don Juan Evo Morales Ayma, a unas mujeres aimaras que decían: ‘Yo me casaría con el Evo. ¡Sería la ‘primera dama de la nación’. Viviría en el palacio y todos me saludarían como me la merezco!’

Como el público se puso más absorto, el disparatero siguió contando:

- A propósito de mujeres. Sucedió en Nueva York, en una sauna de puro varones; sonó un teléfono celular y uno de los que estaba más cerca contestó:

La voz decía:

- ¿…Querido?

Y el hombre contestó:

- ¡…Querida! ¿Cómo estás?

Y la voz continuó:

- Querido, te hablaba para decirte que estoy en un shopping del frente y quería preguntarte si me dejas comprarme un tapado de visón, vale nada más que cinco mil dólares. ¿Qué hago? ¿Me lo compro?

El hombre dijo:

- Bueno querida cómpralo, pero ¿fíjate si es muy bonito… no?

- ¡Gracias querido! –respondió la otra–. Y siguió: ‘ah me olvidé decirte que pasé por la concesionaria de autos y vi un ‘mercedes’ divino ¡fíjate! Sale nada más que noventa mil dólares. ¿Qué hago? ¿Me lo compro?’.

El otro sin dar mucha importancia dijo afirmativamente:

- Bueno querida, pero fíjate que sea el color que tanto te gusta.

La otra respondió:

- ¡Gracias mi vida! ¡Te quiero mucho! Y continuó: ¡Ah! Por último, pasé por la inmobiliaria y vi una casa en un barrio muy bonito, privado, sale nada más que quinientos mil dólares. ¿Qué hago? ¿Lo compro?

El hombre siguió aprobando:

- ¡Bueno mi amor! Pero que te hagan un descuento ¿Sí?

Y la mujer se despidió:

- Tesoro, te quiero con toda mi alma. ¡Sabía que no me ibas a negar! Bueno chauu mi vida, chauu mi amor… ¡Eres lo máximo!

Después de terminar de hablar, el hombre apaga el celular y pregunta a los otros:

- ¿Es de alguno de ustedes éste teléfono celular?

Así es como sucede con las mujeres. Son muy pícaras y atrevidas. Y todas las que postulan para ser la primera dama de la nación paraguaya, si llegaran a consumar, tendrían quizá todos esos lujos y Lugo tal vez, en ese caso, haría que se cumpla los sueños de alguna de ellas.

Juan Jacobo Rousseau solía decir: ‘toda mujer es siempre un gran niño’ porque, por ejemplo, si con tu niño vas al Shopping te pedirá que compres todos los juguetes que quiera, a él no le importará el precio que tengas que pagar y, mientras tenga lo que quiere, estará absorto y ocupado. Es la única manera de evitarse de problemas… Lo mismo sucede con las mujeres, por decir, si quieres cortejarla a una muchacha de clase alta ¡imposible! De antemano te entregará una lista de requisitos para casarse con ella. Por eso son muy contados los jóvenes de clase baja que se han casado con muchachas de rango social reputable. Tienes que ser de su misma clase o de un rango más superior para que puedas colmar con todas sus exigencias.

Así que estás condenado a casarte, aunque quisieras, con una de tu misma clase. A la mujer le encantan los lujos, hacerse ver con la gente, exhibirse, ¿quieres saber quiénes son las que más exigen realizar el rito de casamiento? Son las mujeres, porque esas cosas les encanta, es parte de su naturaleza, así han sido diseñadas: les gusta lucirse de blanco, hacerse esperar, sobresalir, que les vea mucha gente, familiares, amigos y un sin fin de detalles. Sólo así estarán conformes y, si no has hecho lo que ha querido ella, ¡acuérdate! Eso va a ser el gatillo para crearte problemas por el resto de tu vida. Así que de entrada, si piensas casarte, prevé todos esos asuntos.

En eso, una de las mujeres que estaban en el lugar suspiró diciendo: ‘nos gusta pues; qué vamos a hacer’, como confirmando lo que acababa de decir el extravagante. Y éste añadió algo más:

- Para ver las cosas así sólo tienes que observar la vida, así como ocurre. ¡Despréndanse de su moralidad! De aquello que les han enseñado en la iglesia, en el culto, en los santuarios, sus sacerdotes, sus mismos obispos, sus monjitas, sus pastores, y aprendan a mirar la vida con claridad. El problema no está en cómo acatan ciertas personas el celibato que es sólo parte de un teatro y, un teatro, pueden hacer hasta los payasos o los chimpancés, sino desde qué ángulo tú observas como un testigo el ‘derroche de la naturaleza’ a cada paso y a cada instante. Tú mismo eres, simplemente, un acierto de ese derroche natural.

Siempre sucede así: cuando se necesita una flor, mil y una flores brotarán. Si pides uno, te da millones. Pero cuando vives determinado por una moralidad, por decir, si en este momento vivieras en la China, estarías limitado a tener un solo hijo, probablemente dos, porque en China hay demasiada gente y la comida ya no alcanza para todos. Por eso hasta las cucarachas son un buen menú, lo mismo que los alacranes y las tarántulas. Casi lo mismo sucede si vives en Occidente, especialmente en EE. UU. y Europa: te limitas a tener dos o tres hijos, debido a la moralidad y a la mente legal de tu sociedad, donde cuatro o cinco será demasiado y si tienes diez y en diez mujeres, serás tachado de ‘conejo’, es decir, lo que antes de que aparezca la televisión era normal diez, quince o veinte hijos ahora resulta poco civilizado. Si en eso alguien como Lugo es un poco primitivo ¡qué importa! ¿Se han fijado? Es cuestión de cómo miras y, el cómo miras, depende de la sociedad donde vives y sobre qué clase de moralidad están asentados tus pies.

Además Lugo está colaborando mucho a su pueblo con sus hijos/as. Por lo menos un voto más para los políticos de Paraguay –pero eso si le sale un retrasado mental– ya es mucho. Él está simplemente en las riendas de la naturaleza –eso quiero decir– aprovechando la oportunidad que tiene y eso no creo que sea extraño a ninguna persona con un poco de inteligencia y que vive en este siglo tecnológico. Solo puede resultar escandaloso para los que no están en sus cabales, para los esquizofrénicos, para las personas divididas, los dogmáticos, los moralistas, para aquellos que se han creído en un disparate como el ‘celibato’. Si tú tienes un mínimo de inteligencia ¿en qué te puede afectar? ¡Una sonrisa y basta!

Dicho esto, el disparatero se despidió de sus amigos y siguió su camino.

Entre todos los seres vivos sólo las ‘amebas’ son ‘monjes célibes’: una ameba empieza a comer y comer, tanto comer, llega un momento en que se divide y cada una de las partes hacen la misma operación y se dividen, y es así como se multiplican y superviven. Pero a parte de las amebas ningún ser vivo es célibe. Y si alguien se las da de célibe tendrá que estar fuera de sus cabales o le falta un tornillo. Lo que no existe en la naturaleza, no existe.

La vida existe gracias al encuentro de dos polaridades que son como las dos caras de una misma moneda. Amor y odio conviven y cualquiera que te diga que ‘sólo tienes que preferir el amor’ está mal de la cabeza o que para él este mundo no es más que un manicomio; lo mismo sucede con aquella persona que sólo odia. Todo ser humano pleno encierra en sí las cuatro estaciones del año y vivirlas todas es un verdadero lujo, el lujo supremo de la vida: unas veces se está en primavera, otras veces se está en verano, ciertas veces se está en otoño y algunas veces se está en pleno invierno. Al modo de saber vivirlas e integrarlas ambas, llamo yo religión. Y por eso estoy a favor de ese ser humano que sabe odiar y sabe amar. Sólo así alcanzará, por sí mismo, el supremo equilibrio y la suprema libertad pues, de lo contrario, la vida sería aburrida, monótona, mecánica y robótica.

Por lo tanto un individuo pleno y derecho tiene que caminar así entre los profundos valles y las cumbres más altas, entre la luz y la oscuridad, entre el día y la noche, entre el verano y el invierno ya que, ambas, mirándola en profundidad, colaboran a la madurez y conducen a la totalidad o a la unión con el Todo. Y escalar esas alturas no depende de la edad en absoluto, porque un anciano puede ser un perfecto infantil, alguien que ha caído por debajo de su humanidad, razón por la cual existen viejos que tienen envidia de las jóvenes. Por eso, así como no se puede caminar cómodamente sino con los pies izquierdo y derecho; así como no se puede esperar un nuevo ser vivo sino por la intervención de un varón y de una mujer; así también, en el mundo psicológico, lo que parece opuesto no es más que la manifestación de una misma cosa, aunque en diferentes niveles. Y todo eso depende mucho de cómo miras y, el cómo miras, depende de los condicionamientos de tu pasado y, de ese pasado, necesitas liberarte para mirar la vida así como lo ve un niño.

En ese proceso de transformación hacia la inocencia, conforme son profundizadas las polaridades, se diluyen todos los disparates morales junto con ellos, el celibato, el masoquismo, el puritanismo, el sadismo, la represión, etc. porque el individuo ha trascendido más allá o más acá del Bien y del Mal, se ha vuelto religioso, puro, virgen, inmenso… Si no has saboreado y vivido las polaridades ¿cómo puedes trascender? ¿Cómo puedes ser inconmensurable?
Khishka

PEREGRINO

(Los beneficios de la movilidad humana)

Un joven tenía la vocación de peregrino. Y un día preparó su mochila, su cantimplora, un libro, y todas las provisiones necesarias para la gran aventura. Se despidió de los aldeanos y se puso en marcha.

Caminó durante toda la media jornada y llegó a un arroyo donde descansó un rato, tomó agua, se mojó la cabeza, se puso el sombrero y siguió adelante. Al final de la jornada llegó a una gran aldea, entró en la plaza y, en uno de los asientos, se sentó y disfrutó de la brisa fresca que circulaba por el sector.

Había chicos y chicas que pasaban, algunos volvían del colegio, niños y niñas jugando en el parque, haciendo deporte, las venteras desarmaban sus puestos de venta, recogían sus productos de comercio en carretillas y carretones, algunos cargaban en sus espaldas, otros tenía sus cargadores. En la aldea no había automóviles, entre taxis y colectivos. Él descansó un rato y buscó alojamiento para pasar la noche. Por suerte encontró, casi al salir de la aldea, un aldeano muy generoso y lo acogió en su casa.

Durante la noche hablaron de muchas cosas y, entre las más importantes, fue la confesión del peregrino que, lo que estaba haciendo, era una de las aventuras más grandes de su historia personal. Había deseado durante toda su niñez y que en su juventud tenía que llevar acabo. Su objetivo era caminar y conocer las aldeas más cercanas y lejanas de su país.

Al día siguiente, antes de despedirse, al buen acogedor, le regaló uno de sus libros favoritos: ‘El libro de los abrazos’ de Eduardo Galeano. El buen hombre se quedó muy agradecido y, él también, no queriendo quedarse atrás le regaló su collar hecho de semillas del campo queriendo significar la hospitalidad de toda la gente de la aldea. Y así, el joven, partió rumbo a otro pueblo.

Estando ya en camino, se encontró con unos pastores de cabras que iban al campo a pastar sus animales. Estos, al verlo, se pusieron a conversar con él. Hablaron sobre la aventura de pastorear, los animales dañinos, el cuidado de las cabras, los beneficios de criarlos, etc. Y después de haber acompañado un buen trecho el peregrino siguió adelante en la marcha. Pero, antes de despedirse, los pastores le ofrecieron queso y tostadillas; en cambio, el joven peregrino, unas galletas. Tras el momento de compartir se separaron deseándose un buen viaje.

El peregrino siguió caminando y caminando hasta dar con otro pueblo, esta vez un pueblo viejo, del que sus abuelos habían hablado tanto y que, ahora, debido a la migración de la gente a las ciudades, mostraba un rostro envejecido y sin futuro. Parecía un pueblo sin vida. Entró por sus calles y, en una de ellas, había gente reunida y bebiendo. Había música y un poco de baile. Parecía una sala de diversiones donde se podía beber chicha, jugar cacho, contar chistes, bailar con las muchachas del pueblo. El joven se incorporó a la banda y, entre otras cosas, contó lo siguiente:

Cierta vez, en una especie de boliche, estaban reunidos un alemán, un francés, y un Boliviano, discutiendo sobre aquello que era ‘lo más veloz del mundo’. El alemán comenzó diciendo que ‘lo más veloz del mundo’ era el rayo, porque nadie puede calcular en qué tiempo, exactamente, un rayo cae en su objetivo. Entre tanto, el francés decía que ‘lo más veloz del mundo’ era la luz cuyo efecto no se puede calcular en qué velocidad cubre toda la tierra, por decir, el sol. Y finalmente tocó proferir al boliviano, sobre lo que era ‘lo más veloz del mundo’. Éste dijo que: ‘lo más veloz del mundo’ es la diarrea y lo que habían dicho antes estaba equivocado. Además añadió: ‘lo digo por experiencia’. El alemán y el francés se quedaron un tanto atónitos y preguntaron:

- ¿Por qué dices que es la diarrea?

El boliviano contestó:

- Porque, el otro día, corrí como un rayo, encendí la luz, y ya me había cagado…

Cuando esto contó a los de la banda, todos irrumpieron en carcajadas y se sirvieron un buen tutumazo de chicha. Estaban todos bastante entonados y empezaron a hablar de los chinos. Y entre ellos, uno de los bandoleros contó:

Resulta que un chino estaba aprendiendo español. El restaurante donde solía acudir era también español y, como era el único lugar donde servían comida china, llegado la hora de comer, acercándose a la ventanilla de atención preguntó:

- Señol, ¿tiene aloz flito?

El mesero, que era griego y trabajaba allí, se hizo al tonto y queriendo escuchar otra vez, pidió que repitiera su pronunciación graciosa. Dijo entonces:

- ¿Podría repetir señor?

El chino tuvo que repetir una vez más. Luego, el griego, que se moría de la risa, trajo lo pedido y, el chino, se sirvió semi-gustosamente. Dijo para sí: voy a intensificar mis cursos de fonética y, en la siguiente, no seré víctima de este garzón. Practicaré muy bien la pronunciación’. Así lo hizo y, después de unos días, regresó al mismo restaurante, aunque esta vez estaba bien preparado.

Llamó a la puerta y dijo:

- Señor, ¿tiene arroz frito?

Y otra vez, el garzón griego, hizo oídos sordos y emitió:

- Señor, ¿podría repetir por favor, qué plato dijo?

El chino se dio cuenta de que era una burla más del día. Se sintió mal y, sobre todo, se molestó. Por eso vociferó:

- ¡Me estás entendiendo gliego de mielda!

Una vez más les causó mucha gracia a los integrantes de la banda. Rieron todos y el peregrino dijo:

- Ese chiste es nuevo para mí. Nunca había escuchado.

El joven aprendió un chiste más en su vida y lo que más recordaba era la reacción última del chino: ‘gliego de mielda’. Con la sonrisa en los labios confesó que le gustó. Y como él se sentía ya cansado y como la chicha había empezado a surtir efectos pidió descansar. Los bandoleros, muy empeñosamente, concedieron una habitación y una cama donde pasar la noche.

Cuando uno de los de la banda le mostró la cama, el peregrino estaba sorprendido, pues del techo colgaba una espada sujetada por un hilo muy transparente. Parecía una espada puesta en el aire. El pobre joven, al ver la espada, no podía creer una hospitalidad semejante. Intentó dormir, pero no podía; sólo pensaba en la espada que parecía estar a punto de caerse. A causa de la espada no durmió toda la noche. Y se preguntaba: ¿de qué se trata? ¿Quiénes son los que me dieron alojamiento? El hecho sugería un montón de especulaciones. Entonces decidió sentarse en la silla y allí pudo dormir una cosa de media hora. En ese lapso, uno de los bandoleros, por la rendija de la puerta, había introducido un mensaje que decía: ‘Gracias por el chiste: ‘lo más veloz del mundo… ja, ja, ja… Pero si eres peregrino, estáte despierto donde sea que vayas. Buen viaje amigo’. Él cuando abrió los ojos vio el mensaje salió de la habitación e inspeccionó el lugar donde había pasado la noche con los amigos y vio que no había nadie. Todos se habían marchado a sus quehaceres cotidianos. Solo había una mujer que cuidaba la casa. Entonces agradeció a ella y mediante ella a los otros, y siguió su camino.

En el camino decía él: ‘una experiencia rara. Esa gente goza y, al mismo tiempo, trabaja. ¡Buen ejercicio!’. Yendo por el camino, vio que partía un sendero hacia la izquierda y tenía un letrero que decía: “¡Cuidado con el perro!”. Pero él se armó de coraje y, con cierto espíritu aventurero, siguió el sendero. Siguiendo y siguiendo dio con una granja e, inmediatamente, fue recibido por el dueño con un: ¡Bienvenido…! Enseguida le convidó un vaso de agua y, mirándole detenidamente, dijo:

- ¡Usted se nota muy cansado señor viajero!

Él contestó:

- Sí, es verdad. No dormí durante toda la noche y, ahora, tengo un sueño que me consume.

Y viendo como el granjero tenía consigo un perrito pequeño, el peregrino, preguntó:

- Y suponiendo que tenía otro más grande y más fiero, interrogó: ¿Tienes otro perro? Quería conocerlo –complementó–.

El granjero dijo:

- Este es el único, no tengo otro.

Acto seguido, el joven siguió:

- A la entrada he visto un letrero que decía: ‘Cuidado con el perro’, ¿por qué? Ese que tienes ahí no inspira miedo –dijo señalando al perrito–.

El granjero contestó lleno de humor:

- Sí, es verdad. Éste no inspira miedo, pero el letrero sí. Es la única forma de cuidarse de los eventuales ladrones…

Luego le mostró el lugar donde podía descansar. El peregrino durmió toda la tarde y al final, antes de que se ponga el sol, dijo el granjero.

- Yo, aquí, sólo tengo para ofrecerte un poco de pan y un poco de vino. La próxima vez tendré algo más, si vuelves.

Ambos comieron un poco de pan, bebieron vino, y, el mismo peregrino ofreció unas galletas, pan, etc. En eso el joven bebió también un poco de agua de su hermosa cantimplora. Entre tanto, entre charla y charla, el granjero se enamoró de su cantimplora. Luego pregunto el granjero:

- ¿Cuánto vende eso?

- Esto no es para vender –contestó el otro–. Si tuviera otro, te regalaría. Pero es el único.

El granjero dijo:

- Yo tengo, entre las cosas que más quiero, esta bota, donde se conserva el vino. Y tengo otras en la aldea y, a ésta, no le falta vino. ¿Qué te parece si cambiamos tu cantimplora con mi bota?

El otro, todo sorprendido, dijo:

- Trato hecho, además esta bota será más cómodo para ubicar en mi mochila.

Cambiaron lo suyo y así, entre otras cosas, durmieron. La noche los cubrió y amaneció el siguiente día. Un día radiante de sol, suponían ambos. Luego llegó la hora de despedirse y un brindis de despedida, hizo que concluyera la visita a la granja. El peregrino siguió su camino con otro rumbo.

Iba caminando y caminando, y haciendo memoria cómo en cada encuentro se encontraba con una novedad, él lo recibía y, también, daba algunas cosas, según las circunstancias.

Esa interesante aventura estaba siendo llevada con éxito. Y las personas, con quienes se encontraba, parecían estupendas, llenas de vida, aunque cada cual con su ocupación particular.

El era la ‘gente del camino’, pues a temprana edad descubrió su vocación de peregrino y siguió su consejo.

Los peregrinos se caracterizan por ser ‘gentes del camino’ y, por eso mismo, simbolizan nuestra movilidad humana. Esta movilidad tiene sus propios beneficios, es decir, favorece a la disolución de nuestras absurdas fronteras políticas y religiosas. Si uno migra a otra ciudad, de Sur a Norte, del Este a Oeste, de Oriente a Occidente y viceversa, podrá observar que siempre se deja algo y se lleva consigo otro algo. Es una constante de nuestra humanidad: dejar algo y llevarse algo.

La vida siempre es una aventura constante y esa es su belleza y su encanto. Parece que eso está escrito en nuestra naturaleza humana. Y tomar conciencia de nuestra condición mobiliaria es un gran paso hacia la Unidad porque, finalmente, el ser humano es uno y la tierra es una. Los fenómenos masivos de movilidad, en estos últimos años, han sido de Sur a Norte. Por ejemplo, de Bolivia, muchos migraron hacia España por diferentes motivos, sobre todo económicos. Pero lo interesante de ello es que muchos han llevado lo suyo y ha llegado a adoptar ciertos modos de vivir y de ser. Esto es muy beneficioso. En otras palabras se está colaborando a la construcción de una nueva conciencia de ser humano.

Esa nueva consciencia será fruto de la interrelación, de la interdependencia, de la disolución de nuestras divisiones absurdas
Khishka

KHISHKA II

(Hacer lo necesario)

Khishka solía caminar de pueblo en pueblo viendo los límites pues, por encargo de la comunidad donde vivía, tuvo que desempeñar con diligencia la tarea encomendada. Él era un hombre muy religioso.

No faltó un hombre que se fijó en su particular modo de ser y una mañana, aprovechando la llegada de Khishka al pueblo, acercándose, expuso:

- Yo soy ateo. No creo en Dios. Tú ¿qué opinas?

Khishka mirándolo fija y penetrantemente respondió:

- Sólo Dios es. Estamos inundados de Dios. Es más, no hay más que Dios en todas partes.

El otro sorprendido dijo:

- A mí me han dicho que eres un tipo que no cree, que eres ateo, que no crees en Dios.

Khishka repuso:

- Pues, como ves, te han informado mal, te han engañado. Y continuó: -yo soy teísta, el mayor teísta que jamás ha existido en este planeta. Por eso, por mi mismo, te digo: solo Dios es, y no hay nada más que Dios.

El hombre, incomodado por la respuesta de Khishka, se retiró del lugar y se perdió entre otros mirones que, al parecer, eran sus seguidores. Entre tanto Khishka siguió caminando.

Al medio día se acercó otro hombre y, dirigiéndose a Khishka, planteó:

- Soy creyente, creo firmemente en Dios, soy enemigo de ese tipo que vino a visitarte por la mañana. Quería preguntarte ¿qué me dices de la existencia de Dios…?

Khishka, con la mirada fija y penetrante que le caracterizaba, respondió categóricamente:

- ¿Dios? ¿De qué estas hablando? ¿Es un acertijo a algo así? Ni lo hay, ni lo habrá, ni lo fue. Dios no existe, en absoluto. Es más, ¡tu pregunta es absolutamente absurda e irrelevante!

El tipo no podía creer lo que estaba escuchando y dijo:

- Yo pensé que tú eras un hombre religioso, porque todo el mundo dice que ‘un religioso está de paso’. Y por eso vine a hablar contigo sobre la existencia de Dios.

Khishka dijo más:

- ¿Me has dicho hombre religioso? ¿Creyente? ¿Qué disparate estás diciendo? Yo soy el mayor ateo que ha pisado este planeta.

El hombre quedó confuso y avergonzado. Se retiró de su presencia sin decir nada.

La gente de aquel pueblo era muy creyente, pero siempre sucede así: donde hay más creyentes, obviamente surge la contraparte, los no creyentes. Ateos y teístas son los extremos del río. Ambos son un fragmento. Por eso tanto el supuesto ateo y el supuesto creyente, al no querer aceptar su vergüenza, se quejaron al alcalde y éste, acompañado de un sacerdote y su comitiva, vinieron y dijeron a Khishka:

- Estás confundiendo y corrompiendo a nuestra gente. ¡No te necesitamos aquí! ¡Márchate ahora mismo! Nuestro pueblo es muy democrático: unos pueden creer en Dios, otros no. Eso es relativo. Lo más importante es que gracias a los dos hay progreso, paz, seguridad, y bienestar para sus autoridades civiles y religiosos. Así que ¡déjenos en paz!

Khishka, viéndolos tan enardecidos, guardó silencio… Después de un momento, dijo: ‘sólo hice lo necesario’. Y se marchó a otro pueblo.

Sacerdotes y políticos, son dos mafias que han dividido a la humanidad. La humanidad es su fuente de supervivencia. Viven de dividir a la gente. Por eso, en el mundo, hay dos clases de personas: los que creen en Dios y los que no creen; los creyentes y los ateos. Para mantener ese status quo es necesario que persistan esos dos bandos pues, de lo contrario, sacerdotes y políticos, tendrían que desaparecer.

Si la gente fuera atea y creyente al mismo tiempo, y tuviera la suficiente consciencia para armonizar ambas, sería sin más religiosa. El que sólo cree en Dios es inmaduro, le falta equilibrio; y el que no cree en Dios también es inmaduro, le falta equilibrio. Ambos son extremos. Lo que Khishka hizo era evidentemente ‘lo necesario’: hacer titubear el convencimiento, pues el que llega a una certeza no es más que un suicida o un cadáver ambulante. Y para que la no-certidumbre de la vida siga su curso, el viaje prosiga y la búsqueda continúe, era necesario enseñar el equilibrio porque la misma búsqueda y el mismo viaje es la meta.

La vida es un equilibrio constante. Por tanto, ser ateo es ser un iceberg y ser un creyente es también ser un iceberg, es decir, ser ateo es estar solidificado y ser creyente también es estar solidificado. En una palabra: muerto. Este estado se llama falta de equilibrio. Y a falta de equilibrio la humanidad se ha vuelto esquizofrénica, es decir, o atea o creyente. Una identidad dividida. Y muy raro que, a costa de esa división, sigan nutriéndose sacerdotes y políticos. Debido a esos buitres existen fronteras, provincias, estados, departamentos, sectas, religiones, y toda clase de divisiones a nivel social, intelectual, psicológico, etc. Estos dos buitres han congelados a la gente y han convertido el mundo en una auténtica heladera. ¿Cómo es posible que, a estas alturas de la historia, sigamos dominados por la conciencia enfermiza de esos buitres?
Khishka

DE MONJAS Y BORRACHOS

(Camino a la inmensidad)

Un borracho pobretón iba por la acera de la calle y al verla aparecer por la esquina, y por la misma acera, a una monja, fue a su encuentro muy cordialmente y, acercándose reverentemente, expuso:

- Hermana… ¡Qué bueno que le encuentro! Le estaba buscando para que me ayude, aunque sea con unas moneditas. Míreme no tengo nada para comer, vine del campo buscando trabajo y hasta ahora no he encontrado…

La hermana no cayó en la cuenta de que era un borracho que estaba buscando ayuda para sus gustos particulares. Le dijo:

- ¡Está bien! Le voy a ayudar. Nada más que ahorita no tengo cambiado, no tengo ni una moneda en el bolsillo. Pero vamos hasta la otra cuadra, donde está mi casa, allí si tengo monedas.

Llegaron a la puerta de su casa. Abrió el candado rápidamente y entrando con las cosas que había comprado en el mercado, llamó a la hermana Fulgencia y, estando ésta atenta, indicó:

- Hay un hombre en la puerta que me pidió ayuda y yo le dije que sí, pero resulta que no tengo dinero cambiado, ¿tú tienes? La otra contestó afirmativamente y por eso aceptó ir a la puerta a despedir al hombre con una limosna.

Mientras tanto, el pobretón, como llevaba a escondidas un letrero que decía: ‘SOY MUDO, AYÚDEME POR FAVOR’, se colgó el pecho y la esperó, al darse cuenta de que era otra monjita la que iba a socorrerle con la limosna. Y cuando Fulgencia se dio cita, viendo al hombre y su letrero colgado al pecho, simplemente, se sensibilizó bastante y sacó un billete de cincuenta pesos. Le dio en las manos y el supuesto ‘mudo’, después de haber recibido tanta gratitud, dijo muy afectuosamente dando un beso al billete:

- ¡…Muchas gracias Hermana! Y con el rostro radiante se retiró del lugar.

Entre tanto, la monjita, dándose cuenta de que no era un mudo verdadero, inclinó la cabeza, se mordió la lengua, y retornó al interior de su casa, lamentando con cierto humor su propia ingenuidad.

La astucia y la ingenuidad son dos amigas muy antiguas y muy nuevas. Gracias a ellas las polaridades logran convivir y, a veces, logran disolverse. Se disuelven, especialmente, en almas que han alcanzado el estado de la inmensidad y la virginidad. Las dos amigas, como la alegría y el lamento, forman parte de un mismo juego, el juego de la vida. He ahí su belleza.

Una joven muy guapa llegó a las puertas del cielo y fue interrogada por San Pedro:

- Mientras estuviste en la tierra, ¿te abandonaste a la promiscuidad, a fumar, a bailar, a odiar o cualquier otra forma de maldad?

Escuchando semejante pregunta, la joven protestó enérgicamente:

- ¡Nunca, nunca!

Y prosiguió el Portero:

- Bien, entonces ¿por qué no te presentaste antes? ¡Llevas muerta hace muchos años!

Lo único que existe es el baile de la existencia. La danza del amor y del odio, la danza del Bien y del Mal, de Dios y del Diablo, del niño y del viejo, del nacimiento y de la muerte, de lo frío y de lo caliente, de la lógica y de la ilógica, del macho y de la hembra, de lo racional y lo irracional, la eterna fiesta de contrarios que, realmente, no lo son. Ambas polaridades son verdaderas, no hay contradicción alguna. Conocer la vida es conocer ambas, en su inmensidad, porque la existencia es vasta, contiene todas las –aparentemente– contradicciones.

Le preguntaron a Walt. Withman:

- En uno de tus libros dijiste una cosa y ahora nos dices otra, ¿cómo nos explicas esa contradicción?

Él contestó:

- No hay ninguna contradicción entre ambos: ‘soy inmenso, contengo todas las contradicciones’.

Cualquier persona sana, plena, madura, es aquel que ha vivido ambas, ha vivido su vida de muchas maneras, buenas y malas, como santo y como pecador, quien ha experimentado todas las variedades de la vida, todas las posibilidades, esa es la persona sabia. Ahí reside su belleza, su encanto, su riqueza y su gloria.

La vida es la convivencia de la astucia y la ingenuidad, de la alegría y el lamento; es la convivencia de pares, es la historia de dos; es establecer lazos; es saber caminar entre ambas; y no sustraerse de ella por razones morales –que no es sino una enfermedad generalizada en el Occidente– es el principio de la sabiduría. Porque si no conoces ambas cosas te pierdes el baile, la fiesta, la danza, la celebración, el convite, y te volverás neurótico, esquizofrénico, incompleto, un miserable fragmento, en suma, un cadáver.

¡Estás sano si fluyes en todas las direcciones como un todo inmenso, inabarcable e inconmensurable!
Khishka